sábado, 2 de septiembre de 2023

"BAMAKO", PELICULA DE ABDERRAHMANE SISSAKO

Título original Bamako
Año 2006
Duración 118 min.
País Mali
Dirección Abderrahmane Sissako
Guion Abderrahmane Sissako
Reparto: Aïssa Maïga Tiécoura Traoré, Hélène Diarra, Habib Dembélé, Djénéba Koné, Hamadoun Kassogué, William Bourdon, Roland Rappaport
Fotografía Jacques Besse
Sinopsis Melé canta en un bar, su marido Chaka está en el paro y la pareja está a punto de romper. El patio de la casa que comparten con otras familias se ha convertido en una sala de juicios: portavoces de la sociedad civil africana acusan al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional de los males que afligen a África. Y mientras se suceden las declaraciones de acusadores, defensores y testigos, la vida en el patio continúa. Chaka no parece muy preocupado por este deseo insólito de África de luchar por sus derechos.
 
EL BANCO MUNDIAL EN EL BANQUILLO EN 'BAMAKO'
 
Abderrahmane Sissako es uno de los principales cineastas africanos de todos los tiempos, nacido mauritano, nacionalizado maliense, quien en 2015 sería nominado al Oscar a la Mejor película en habla no inglesa por Timbuktu. 

En cuanto a Bamako, que ya estuvo en el FCAT de 2007, constituye un poderoso alegato de denuncia contra el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el G8 e instituciones similares, que han perdido totalmente el norte del espíritu por el que fueron fundados y, en vez de ayudar a los países más desfavorecidos, se han convertidos en los más decididos instrumentos opresores del África, favoreciendo el neocolonialismo, la neoesclavitud y, en definitiva, la pérdida de soberanía de las neorepúblicas de nuestro continente vecino.

¿Cómo logran esas instituciones, en general, y el Banco Mundial, en particular, que es contra quien principalmente se dirigen las invectivas de este filme, tan siniestros objetivos? Pues mediante dos vías a cual más pavorosa: primero, mediante la descomunal deuda exterior, que se autoalimenta y no para de aumentar, por lo que el Producto Interior Bruto africano se dedica exclusivamente a ese concepto, sin que la población de este continente tenga acceso a nada; y, segundo, mediante la privatización de servicios públicos básicos, como el ferrocarril, la educación o la sanidad, lo cual provoca que piezas que esenciales para cualquier sociedad queden en manos extranjeras y, con ello el analfabetismo de dos tercios de la población africana, una descomunal mortalidad infantil, etcétera.

¿Cuáles son las principales lacras, además de las recién mencionadas, del continente que propicia el Banco Mundial? Pues, el empobrecimiento estructural de la población, la emigración, incluso a través del desierto del Sahara sin comida ni bebida, la destrucción de los valores tradicionales y, por supuesto, la corrupción, acerca de la cual se realiza un curioso razonamiento: si existen corruptos es porque hay corruptores, que, lógicamente, han de ser muy ricos, pero el dinero no está en el sur, sino en el norte, es decir, en Europa y Estados Unidos, como queríamos demostrar.

Destaca mucho la puesta en escena de este filme, pues Sissako diseña una especie de tribunal, con abogados defensores del Banco Mundial, entre los que destaca un letrado francés, pero cuenta con un importante equipo de togados africanos, y acusación particular, entre la que destaca otro abogado francés, así como una letrada africana. Durante las diferentes sesiones se van llamando a testigos, que son personas que han sufrido alguna de las miserias arriba descritas: emigración, pobreza, privatización de las infraestructuras, corrupción, carencias sanitarias, etcétera. En determinado momento, se levanta un anciano de aspecto menesteroso cantando a estilo tradicional para no sufrir en silencio, para que se escuche la voz de la tradición.

Para mayor abundamiento, quizá para que el tribunal sepa bien lo que está juzgando, la sala no se sitúa en una corte de justicia, digamos, estándar, sino en el patio de una comunidad tercermundista de vecinos, con todo lo que eso implica de gallinas correteando a sus anchas, cabras atadas a la pared, suelo de tierra, casas de adobe, en una de las cuales pena sin esperanza un enfermo, ropa tendida, bebés poco menos que abandonados a su suerte, etcétera. Y legajos, montañas de legajos por todos lados, incluido por el suelo, pero que más que documentos con virtualidad jurídica parecen formar parte del atrezo del tribunal, pues da la impresión de que se distribuyen al buen tuntún. Todo lo cual tiene un toque esperpéntico, aunque, por desgracia, trágicamente esperpéntico.

Muy significativo es el caso de Melé, interpretada por Aïssa Maiga, que obtuvo el Premio César a la Mejor actriz. Melé es una joven que canta en un bar y de vez en cuando se ve obligada a bailar con algún parroquiano, y su camerino es la misma sala donde los jueces y magistrados cuelgan sus togas tras las sesiones. Melé canta y llora simultáneamente.

Sissako se permite también el sarcasmo de intercalar el fragmento de un Western, con todas las convenciones del género, al que titula Death in Timbuktu, ‘muerte en Timbuktú’, como prueba de que hay cosas inequívocamente americanas: la invasión y la destrucción de otras culturas que no lo son afines, o incluso aunque le sean afines.
 
Fco Javier Rodríguez Barranco 

Fuente: Filmaffinity
 
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