EN EL ANIVERSARIO 50 DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES CUBANAS (FMC)
Artículo de Reinaldo Morales Campos (La Jiribilla n°484, agosto de 2010)
Deslumbrando con sus estilizadas configuraciones han formado parte de las simbolizaciones artístico- comunicativas del cartel de la Revolución Cubana, los poseedores de delineaciones por la plena igualdad de la mujer y su destacada participación en la edificación de la sociedad socialista.
Precedentes
Durante el período de la república neocolonial (1902-1958), la iconografía de la mujer cubana en anuncios de prensa, vallas y otros medios de propaganda reflejaron el lugar que ocupaban en aquella sociedad. Discriminada por el color de su piel o procedencia social y relegada a la ocupación de cargos públicos, la mujer era predestinada para desempeñarse en labores de servidumbre y domésticas.
Carteles y anuncios comerciales reflejaron ilustraciones gráficas con desenfrenadas representaciones pictóricas eróticas y prosaicas, con cuerpos de mujeres que incitaban a la tentación. Igualmente en carteles empleados para anunciar películas, además de la escena principal del filme para lograr mayor atención y el gancho publicitario que permitiera colmar las taquillas de venta, predominaba la representación femenina con propósitos amorosos, caderas anchas y vestuarios semidesnudos; mostrando muslos y pechos.
Sin embargo, desde la época colonial habían germinados los primeros brotes de rebeldía frente a la crueldad del conquistador, y durante las gestas independentistas de 1868 y el 1895, mujeres como Mariana Grajales, Ana Betancourt e Isabel Rubio, incorporadas al ejército libertador, escribieron páginas conmovedoras.
Sucesivamente desde la implantación de la república, en 1902, las mujeres también participaron en la lucha contra el imperialismo y en la defensa de los intereses populares. A finales de la década de los años 20 y principios de los 30, tuvieron un significativo protagonismo contra la tiranía de Machado y, posteriormente, en los años 50, contra la dictadura de Batista. Haydée Santamaría, en el Moncada; Lidia Doce y Clodomira Acosta, en la lucha clandestina; y Vilma Espín y Celia Sánchez, en la Sierra Maestra, fueron dignas inspiradoras de la lucha revolucionaria.
Iconografía de la mujer en la Revolución
Es a partir del triunfo de la Revolución Cubana, el 1ro. de Enero de 1959, que la mujer —activa participante en las guerras por la independencia, en el Moncada, en la lucha revolucionaria de la clandestinidad y en el Ejército Rebelde— cambia su oprobiosa situación. Desde entonces, se advirtió una transformación radical, sobre todo, cuando el 23 de agosto de 1960 se integraron a la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), surgida con el objetivo de lograr el ejercicio pleno de su igualdad, mediante la incorporación a la producción, a la enseñanza, a la cultura, a la defensa y demás actividades de la sociedad. Por sus virtudes y méritos, la mujer ocupó el lugar que le correspondía en la historia.
El nuevo protagonismo femenino comenzó a reflejarse en la gráfica cubana surgida con la Revolución y, en particular, en sus carteles; devenidos eficaces medios comunicativos de las nuevas transformaciones sociales. Entre los temas de mayor concurrencia, con el objetivo principal de destacar la labor de la mujer en medio de los cambios políticos y socioeconómicos que sucedieron desde los primeros momentos de la victoria, estuvieron los alusivos a las clases de corte y costura y de primeros auxilios, la incorporación a las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR) y a la Sierra Maestra maestras voluntarias.
Posteriormente, se incorporaron jóvenes integrantes de la FMC para formarse como Educadoras de Círculos Infantiles, se sumaron a la Brigada Conrado Benítez para participar en la Campaña de alfabetización, al plan de Seguimiento y Superación de Educación Obrera y Campesina, denominada Batalla por el Sexto Grado, y apoyaron la Campaña Nacional de Vacunación infantil contra la poliomielitis.
Guiadas por los acuerdos adoptados durante el I Congreso, realizado en septiembre de 1962, las mujeres defendieron su derecho a la incorporación masiva al trabajo, en una labor de persuasión con la familia y la comunidad, en ocasiones de persona a persona, para que se comprendiera la necesidad de su integración a la vida laboral.
El trascendental desempeño de la FMC fue resumido en el Informe Central, presentado por el Comandante en Jefe Fidel Castro, al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, en 1975, donde señalaba que había logrado “… incorporar a más de medio millón de mujeres a la producción y los servicios; ha movilizado a la mujer en múltiples tareas de masas, como la defensa del país, la alfabetización, cursos de superación, tareas agrícolas, salud pública, solidaridad, estudios políticos y muchas otras , cuyo resultado más importante y decisivo ha sido el huerco extraordinario operado en la conciencia política e ideológica de nuestra población femenina, que es, sin duda, una de las conquistas históricas más notables que hoy puede mostrar la revolución”.
Muchas de las principales tareas que le permitieron obtener los anteriores resultados y que mostraron el decisivo papel de esa organización, en sus primeros 15 años de labor, quedaron reflejadas en mensajes de carteles en los que para la sustentación esencial de la visualidad, de la presencia de la representación de las féminas, se acudió al empleo de ilustraciones pictóricas con imágenes de colores planos brillantes e intenso cromatismo.
Asimismo, su imagen formó parte de carteles asociados a campañas de bien público u orientación social; en la ejecutada en 1970 por la Editora Política contra el hábito de fumar, se empleó la configuración visual del perfil de un rostro femenino definido por líneas estilizadas que mediante una insinuación simbólica muestran cómo al humear un cigarrillo, se reduce el plazo de vida. En su diseño, grafía y texto armonizaron el provisorio mensaje: “Fumar es quemar salud”.
En otros carteles que reflejaron a la mujer participando en tareas agrícolas, labores fabriles, actuaciones artísticas, acciones defensivas y competiciones deportivas. Se acudió a representaciones pictóricas que se distinguieron por las influencias plásticas y de códigos de la vanguardia artística del arte pop, el empleo del sentido figurativo, textos con montajes tipográficos impresos y otros integrados al dibujo combinados con la presencia de signos abstractos, efectos ópticos o el empleo de la metáfora visual.
En otros carteles que reflejaron a la mujer participando en tareas agrícolas, labores fabriles, actuaciones artísticas, acciones defensivas y competiciones deportivas. Se acudió a representaciones pictóricas que se distinguieron por las influencias plásticas y de códigos de la vanguardia artística del arte pop, el empleo del sentido figurativo, textos con montajes tipográficos impresos y otros integrados al dibujo combinados con la presencia de signos abstractos, efectos ópticos o el empleo de la metáfora visual.
Pasada la primera mitad de la década de los 70, guiadas por la proclamación “Avanzamos inspiradas en la hermosa causa del socialismo”, traslucida en el cartel conmemorativo por su aniversario 17, la Federación de Mujeres Cubanas, como parte de su eficaz movimiento de dignificación y emancipación social de la mujer, asumió continuar su labor política que le permitiera erradicar los prejuicios y discriminaciones que aún se manifestaban en la sociedad y se propuso alcanzar su plena igualdad y liberación.
Esa batalla de verdadera significación histórica estaba avalada por los importantes resultados obtenidos como la incorporación de alrededor de 900 mil mujeres al Movimiento de Madres Combatientes por la Educación, más de 500 mil graduadas desde 1960 en las Academias de Corte y Costura, 110 mil campesinas en las Brigadas FMC-ANAP; un millón y medio de asistentes a los debates de salud, más de 50 mil mujeres incorporadas como brigadistas sanitarias y 13 realizando actividades como trabajadoras sociales.
En ese momento, coincidente con la ejecución del proceso institucional, muchos de los carteles que mostraron los resultados y compromisos de la organización femenina, además de sustentaciones de expresiones sintetizadas, fueron portadores de textos, frases largas o imágenes con elementos gráficos descriptivos. Tal configuración quedó mostrada en los portadores de argumentos, asociados con las transformaciones revolucionarias y la construcción del socialismo.
Manuel Nim, Heriberto Echevarría
Dichas ilustraciones gráficas, representativas de las actividades de la mujer, fueron características del esfuerzo realizado por la FMC que le permitió alcanzar otros relevantes resultados como la incorporación de cerca de 95 mil mujeres al trabajo asalariado, más de 20 mil a labores de la construcción y la participación en los cortes y recogida de caña.
Continuamente, en momentos en que en la reproducción gráfica se utilizó con mayor frecuencia el medio tono en las ilustraciones y las fotografías y se amplió el empleo de la transparencia, en la separación de colores para la impresión en offset, en cuatricromía, acontecieron carteles como el de la celebración del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en 1978, en La Habana, con alusiones figurativas al tema de la mujer, expresadas a través de una obra pictórica de René Portocarrero que se empleó en un cartel editado por la OSPAAAL en el cual predominó su línea pictórica alusiva al barroco y sus imaginarias mujeres delineadas por flores en las que enlazan color y fantasía.
En otro de los carteles, creados durante los días de marcada agresividad del imperialismo norteamericano de invadir militarmente a Cuba, germinó el cartel del mensaje: “Dos tareas básicas: producción y defensa”, proclamación de significativo simbolismo, representativo de un momento en que más de un millón de mujeres, en 1980, formaron parte de las Milicias de Tropas Territoriales; numerosas jóvenes voluntarias se habían integrado a unidades regulares femeninas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias o estuvieron en la República Popular de Angola, participando en las históricas misiones internacionalistas.
René Portocarrero, Faustino Pérez Organero
El Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) había sostenido el tradicional empleo del cartel impreso en serigrafía con ilustraciones pictóricas de evidentes derivaciones sicodélicas e intensas tonalidades, alusiones figuradas, efectos ópticos y cinéticos para la presentación de las exhibiciones de las películas nacionales y de otras nacionalidades. Para anunciar su producción fílmica que abordaron el tema de la emancipación de la mujer y su igualdad social imprimió carteles de fervorosas consecuencias comunicativas.
El filme Teresa, donde se presenta una reflexión sobre el machismo en la sociedad cubana de los años 70, a través de la vida de una obrera textil, madre de dos hijos y activista sindical que enfrenta los prejuicios del marido, sus deberes hogareños y sus responsabilidades laborales, con la firma voluntad de defender sus derechos como mujer, mostró un cartel con el dibujo de una imagen femenina con líneas quebrantadas, matizadas por la combinación de los colores.
En la presentación de Cayita, una leyenda, obra fílmica dedicada a la vida y obra de Cayita Araújo, quien dedicó su talento y valentía a la lucha revolucionaria en Cuba, se empleó un cartel en el que embozado con delimitaciones de trazos de alusiones simbólicas de efectiva espontaneidad se logró la representación imaginaria de la legendaria luchadora sentada en un sillón.
Después de 1990, durante el denominado período especial, en que como consecuencia de la desaparición del campo socialista y la desintegración de la Unión Soviética, el país que realizaba el 85 % de su intercambio comercial quedó sumergido en una difícil situación económica, en carteles con ilustraciones pictóricas y fotografía con la imagen de la mujer, fueron plasmados mensajes alusivos al trabajo social y a la prevención de enfermedades, así como de la reafirmación patriótica de la mujer cubana en defensa del socialismo y, sobre todo, cuando en 1992, para exterminar a la Revolución, el Congreso de EE.UU. aprobó la Ley Torricelli, que endureció el bloqueo comercial y económico impuesto a Cuba desde hacía más de 30 años.
Servando Cabrera, Eduardo Muñoz Bach y René Azcuy
En ese contexto, en que se logró mantener las principales conquistas de la Revolución en los campos de la educación y la salud pública, los carteles realizados por la Federación de Mujeres Cubanas continuaron abordando temas con el propósito invariable de educar, ayudar y corregir conductas, además de forjar valores en las mujeres y demás componentes de la sociedad.En los carteles de este momento, se contó con los esbozos de jóvenes egresados de las escuelas de diseño y artes plásticas; con reproducciones que, por la falta de papel y otros insumos gráficos, estuvieron limitadas a escasas copias, en las que reflejaron la situación por la que atravesaba el país con aportes artístico-comunicativos de original frescura, alusiones figurativas, efectos ópticos y eficaces registros comunicativos.
A finales de la década de los 90, surgieron más de 170 programas al calor de la Batalla de ideas donde también se hicieron carteles con mensajes exhortativos y encomiendas sobre la participación de los jóvenes que integraron el movimiento de trabajadores sociales, las filas de maestros y enfermeros emergentes, de profesores integrales y de computación, de instructores de arte y en los cursos de superación integral.
No es posible, en ocasión de esta fecha simbólica, resumir la presencia de la imagen de la mujer en el cartel cubano sin exponer algunos de los logros actuales de la organización como contar con más de cuatro millones de integrantes que representa el 86,7% de las mujeres mayores de 14 años, y el 51,5% ocupa puestos de trabajo; se incorporan a los cursos de capacitación y están presente en los diferentes sectores de la economía.
La mujer ocupa cargos de dirección y desempeña eficazmente las tareas más complejas y difíciles; el 36% integra la Asamblea Nacional y, entre los Delegados de circunscripción, el 28% son mujeres. Se fortalece el papel de la Organización en el trabajo de prevención y atención social y se sistematiza la labor de las brigadistas sanitarias, quienes contribuyen con los logros de la salud en todas las comunidades.
Fuente: La Jiribilla
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