lunes, 26 de julio de 2010

110 ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DEL POETA LUIS VIDALES, FUNDADOR DEL PARTIDO COMUNISTA COLOMBIANO

El poeta, escritor, crítico de arte, profesor universitario, periodista y estadígrafo Luis Vidales (Calarcá,1900-Bogotá, 1990), Premio Nacional de Literatura y fundador del movimiento vanguardista Los Nuevos, fue también, a lo largo de toda su vida, un infatigable luchador político.

Cuarto hijo del maestro Roberto Vidales y de Rosaura Jaramillo de Vidales, nació en la hacienda Río Azul, jurisdicción de Calarcá, el 26 de julio de 1904 según los registros bautismales, pero al parecer en realidad cuatro años antes (1900) según datos familiares (la Guerra de los Mil Días y el hecho de que sus padres fueran liberales radicales y masones parece haber impedido su bautismo durante cuatro años).

Estableció una amistad entusiasta y profunda con dos jóvenes geniales: el inolvidable cronista Luis Tejada y el admirable caricaturista Ricardo Rendón, con quienes compartió audaces aventuras intelectuales y una ruidosa bohemia que sacudió y escandalizó las sombras estancadas de las noches bogotanas. Tejada, Rendón y Vidales colaboraron en El Espectador de manera regular y ocasionalmente en El Tiempo, que publicó por aquellos años un suplemento de homenaje a Charles Chaplin, dirigido por Vidales. Por esta época se conformó el grupo intelectual de Los Nuevos, en que se distinguieron como fundadores y participantes Luis Vidales, Luis Tejada, Ricardo Rendón, León de Greiff, José Mar, Moisés Prieto, Felipe y Alberto Lleras, Carlos Lozano y Lozano y muchos otros brillantes escritores, poetas y periodistas. A fines de 1922 fue fundado el diario matutino El Sol bajo la codirección de José Vicente Combariza, José Mar y Luis Tejada. En sus páginas colaboró asiduamente Luis Vidales, al lado de Jorge Eliécer Gaitán, Gabriel Turbay, León de Greiff, Alejandro Vallejo, Carlos Lozano y Lozano, Nicolás Llinás Vega y otros escritores de vanguardia.

En 1926 publicó Vidales su primer libro de poemas y la más importante de sus obras: Suenan Timbres, original creación que causó estupor, admiración y escándalo en los círculos intelectuales del país, todavía dominados por un tradicionalismo decadente. La edición se agotó en tres días. El autor de esos versos inverosímiles era agredido en plena calle por los defensores de la poesía de rima y sonsonete. En actitud provocadora, el joven Vidales salía a pasear a la carrera séptima llevando en la mano un bastón con empuñadura de plata que más de una vez empleó como garrote para defender su concepto de la literatura.

Viajó a Europa. Estudió ciencias políticas en la Escuela de Altos Estudios de París, entre 1926 y 1929, con un intervalo de estadía en Italia (1928) durante el cual se desempeñó como cónsul de Colombia en Génova. Renunció a su cargo a raíz de la masacre de las bananeras y regresó a París, ciudad que fue la que más amó en la vida, junto con su tierra natal de Calarcá.

De regreso en Colombia formó parte del grupo fundador del Partido Comunista colombiano (17 de julio de 1930) y llegó a ser su Secretario General en 1932. Se distinguió como agitador, organizador y propagandista. Dirigió varios periódicos de combate, entre ellos "Vox Populi" de Bucaramanga (1931), que después de haber sido un medio de expresión del socialismo revolucionario (1928-29) se sumó a las fuerzas del comunismo. En 1932 asumió como jefe de redacción del periódico "Tierra", órgano oficial del Partido Comunista bajo la dirección de Guillermo Hernández Rodríguez. Los comunistas tenían entonces cordiales relaciones de amistad con amplios sectores del liberalismo y la casa editorial de "El Tiempo", a través de Enrique Santos Montejo (Calibán) regalaba a los impresores de "Tierra" el plomo necesario para fundir los tipos cada vez que la economía estrangulaba al periódico comunista. Como redactor, Vidales desarrolló una enérgica campaña contra la guerra colombo-peruana, llamando a los soldados de ambas naciones a confraternizar en el frente y a "volver sus armas contra sus propios oficiales". Naturalmente, el periódico "Tierra" fue atacado por las turbas patrióticas y sus instalaciones fueron destruidas.

Las luchas internas en la Tercera Internacional condujeron a la marginación de Vidales de las filas comunistas desde 1936 hasta 1964. Mantuvo a pesar de todo una posición de izquierda militante. Fue redactor del periódico "El Soviet", tabloide fundado en diciembre de 1933 y que logró sobrevivir hasta 1939 bajo la dirección de Jorge Regueros Peralta. Su adhesión al caudillo popular Jorge Eliécer Gaitán lo llevó a ocupar importantes cargos en su movimiento, entre los cuales destaca el de columnista del diario "Jornada", órgano del gaitanismo. Ese aguerrido periódico continuó publicándose después de los hechos trágicos del 9 de abril de 1948, y en sus páginas continuó jugándose la vida, día a día, el periodista Luis Vidales. Luego vino un período de dura clandestinidad durante el cual colaboró activamente en las redes de información y abastecimientos de la guerrilla liberal (1948-1952).

En 1953 recibió asilo político en Chile

En 1956 ganó un concurso convocado para la producción de una biografía del difunto presidente radical de Chile, Juan Antonio Ríos, pero su trabajo (Juan Antonio Ríos, biografía de una voluntad) no pudo ser publicado, a pesar del premio, debido a presiones de la poderosa familia Alessandri, que no salía muy bien parada en la obra.

Rehabilitado discretamente por el Partido Comunista, se mantuvo en sus filas hasta el día de su muerte (junio de 1990), a los noventa años de edad. En 1986 le había sido concedido el Premio Lenin de la Paz.

Obras publicadas: Suenan Timbres (1926); Tratado de Estética (1945); La insurrección desplomada (1948); La circunstancia social en el arte (1973); Historia de la estadística en Colombia (1975); La Obreríada (1978); Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves (1985). Una colección de su obra inédita fue publicada en los Cuadernos de Filosofía y Letras de la Universidad de Los Andes (Vol. V, núm. 3, Bogotá, julio-septiembre de 1982).

Muchos de sus trabajos inéditos se perdieron en el saqueo que algunos de sus "amigos" y "compañeros" hicieron en su casa pocos días antes de su muerte, aprovechándose de su vejez, confianza y hospitalidad.

Fuente: Carlos Vidales


Breve comunicado al che

(Octubre de 1968)

Yo podría decirte libertador o grande o
Héroe
Cuando arreabas el tiempo de América.
Pero todo calificativo te limita
Y prefiero decirte “Che” Guevara.

Si te digo salvador resulta poco.
O que tu gloria es grande como nuestro
Mapa.
Todo adjetivo se desajusta a tu modelo
Y prefiero decirte “Che” Guevara.

No deseo gritar para exaltarte,
¡Oh¡ tú, América en uniforme de campaña.
Emplear epítetos usados para ti no quiero,
Y prefiero decirte “Che” Guevara.

Libertadores, salvadores, grandes capitanes,
Muchos fueron en la luz del encuentro que
Llamamos
Historia
Como tú solo hay uno, y ese eres tú,
Mi elogio es muy
Sencillo,
Y prefiero decirte ”Che” Guevara.

Unos alumbraron por un día.
Otros por algunas caídas mas de cielo.
Tú, desde la altiplanicie boliviana,
Ardes sobre América para eterna memoria.
Y por eso prefiero decirte “Hoguera-Che- Guevara”.
¿No es más que suficiente?


Las hojas

El viento vira en los aires
sobre la hélice de la hoja.
Nadie ha visto el viento
pero las hojas van señalando su rumbo.
Da tristeza.
Para que el vuelo de las hojas
fuera a su gusto
todas deberían ir provistas
de motorcitos de mariposa.

De: Antología de la poesía latinoamericana de vanguardia
(1916-1935)
Selección: Mihai Grünfeld

Oración de los bostezadores

Dedicado a Leo Le Gris-Bostezador

Señor.
Estamos cansados de tus días
y tus noches.
Tu luz es demasiado barata
y se va con lamentable frecuencia.
Los mundos nocturnales
producen un pésimo alumbrado
y en nuestros pueblos
nos hemos visto precisados a sembrarle a la noche
un cosmos de globitas eléctricas.
Señor.
Nos aburren tus auroras
y nos tienen fastidiados
tus escandalosos crepúsculos.
¿Por qué un mismo espectáculo todos los días
desde que le diste cuerda al mundo?
Señor.
Deja que ahora
el mundo gire al revés
para que las tardes sean por la mañana
y las mañanas sean por la tarde.
O por lo menos
—Señor—
si no puedes complacemos
entonces
—Señor—
te suplicamos todos los bostezadores
que transfieras tus crepúsculos
para las 12 del día.
Amén.

De: Antología de la poesía latinoamericana de vanguardia
(1916-1935)
Selección: Mihai Grünfeld


En el café


El piano
que gruñe metido en un rincón
le muestra la dentadura
a los que le pasan junto.
La bomba eléctrica
evoluciona su luz
en el espejismo de mis uñas
y desde la mesa
donde una copita
vacía
finje
burbuja
de aire
solo -a grandes sorbos-
bebo música.
En neblinas de vapor
van pasando ante mis ojos
los sopores de Asia...
Siento que anda por mi sangre
el espíritu de las uvas
del Mediodía...
y cuando los alambiques de la orquesta
dejan de filtrar
el alma ebria
-que le da por tornasolarse
en el azul de los sueños-
se interna por la callejuela tortuosa
de un cuadrito
colgado a la pared.

De: Antología de la poesía latinoamericana de vanguardia
(1916-1935)
Selección: Mihai Grünfeld

Asesinos del pueblo

Publicado en el diario "Jornada". Reproducido en el libro La insurrección desplomada (El 9 de abril, su teoría, su praxis) , Editorial Iqueima, Bogotá, 1948, págs. 11-13.


¡SE LES CAYÓ el muerto encima! Era pesado el cadáver, y cayó como el inmenso cedro, dejando un gran boquete en la selva... Si la patria está rota, no la desportillaron sus edades, que es aún joven y hermosa. Los bocados que muestra en su estructura son la huella del gigante, al caer sobre la estatua de su propio cadáver... "Asesinemos en él al pueblo", dijeron los bandidos, los de siempre, los que nos acompañan de mala gana a forjar nuestra historia. ¡Los mismos! Los que odian a la plebe. Los que odian a la chusma. ¡Los mismos! Los que hace veinte siglos escupieron y crucificaron a Cristo. "Asesinemos en él al pueblo", dijeron otra vez, como entonces, como siempre que surja un apóstol de la pobrería, mientras tenga aliento de serlo. "A él, al defensor de los haraposos! Al que prentende menguar la bolsa de nuestras rapiñas y nuestras exacciones"... Así dijeron los protervos, que creyeron que en él asesinaban al pueblo. Pero mientras el pueblo en su conjunto no pierda la vida -lo cual es imposible- subsiste la posibilidad de victoria. Y he aquí que el apóstol está ahora más vivo que nunca. Está en el aire de la patria. Su voz se quedó resonando para siempre en las aldeas, en las hondonadas, en los picachos andinos. El susurro de nuestras brisas la lleva. Está más adentro, en el alma del pueblo. Sobre el Nevado del Tolima el viento resuena: ¡A la carga! Y sobre El Ruiz y Santa Isabel, y el Puracé y el Galeras, grita el profundo corazón de Colombia: ¡A la carga! ¡A la carga! Y lo que dice el Magdalena en su hondo rumor, es: ¡A la carga! Los asesinos que en él quisieron matar al pueblo no podrán ultimar al aire, a la atmósfera, al cielo de Colombia, allí donde él quedó vivo, y en permanencia perenne, ya librado de toda fugacidad y transitoria envoltura. Vedle ahí, cerca de ti y de mí, en nuestro hogar, junto a nuestra meditación, cerca a la lumbre, o a nuestro lado en la calle. El está aquí, con nosotros porque él es el pueblo, y el pueblo es eterno. En este barro heróico está él redivivo. Y por eso, en medio de la confusión en que nos deja su muerte, oímos una voz clara, firme y rotunda, que no sabemos si es de él o del pueblo, que nos dice, con modulación persistente: los peligros, por grandes que sean, nada valen; lo importante, es estar seguro de los medios de vencer.


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