La intención de Ángela Martínez Fernández (Valencia, 1992) en su primer poemario, Huracanes en la periferia (La Oveja Roja, 2024), es “narrar la experiencia de la enfermedad y la muerte en el interior de una familia de clase obrera”, de su familia. Y lo hace tras un trabajo paciente y meticuloso de nueve años de escritura. Se recorre un camino desde la biografía en sus páginas, entonces, pero la posición desde la que se enuncia permite comprobar que no se trata de un asunto personal, sino que pertenece a todo un colectivo: las y los trabajadores. Es lo “íntimo colectivo” que señaló Isabel Pérez Montalbán y que permite desarmar el argumento individualista y de la excepcionalidad del capitalismo. No son cuestiones individuales, sino de clase. La asistencia sanitaria, el impacto en las relaciones laborales, la red social que puede sostener y acompañar ese proceso y las expectativas; todo está determinado por la necesidad de vender la fuerza de trabajo para subsistir. De ahí la importancia del barrio en estas páginas, de las compañeras de trabajo y de las comunidades que se forman alrededor de la resistencia.
Su escritura nace del dolor y de la rabia, y se extiende con la ferocidad de quien sabe que la literatura constituye un campo de batalla ideológico para quienes se les ha robado la voz. También con la cadencia rizomática de los huracanes, que giran sobre un mismo centro. Sus versos, aún así, saben medir la furia y, en esa contención, precisamente, se acumula una tensión que nos reverbera en el pecho. El miedo, la explotación y la incertidumbre de la precariedad y la violencia visible y la subterránea del patriarcado se suman al pesar de la enfermedad y de la pérdida, al amor y al desgarro al ver sufrir a tus seres queridos en estos poemas. La esperanza de vida depende, lo sabemos, del nivel de renta. La muerte también es una cuestión política, y estos textos nos lo recuerdan.
Alberto García-Teresa
______________________
SI SE SUBE AL ANDAMIO
y le dan convulsiones
ningún escritor va a contar su historia
porque la literatura, casi siempre, deja caer una sábana
sobre el cadáver de los obreros muertos
así nadie sufre
ni se entera
ni se quiebra el papel con historias poco interesantes para
la gente que se regodea en la puerta de las facultades
o en la Fnac
la literatura
casi
siempre
(he dicho casi siempre por temor a que nadie lea nunca este poema)
olvida contar las convulsiones
de nuestra clase social.
**
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo, grave
(César Vallejo)
YO NACÍ UN DÍA EN QUE EL PESET ESTABA LLENO
y mandaron a mi madre a otro hospital
como si hubiese ido a pedir mesa a un restaurante y no tuvieran sitio libre.
Mi infancia me tintó las pupilas de
blanco y negro
igualitas al uniforme de los camareros que a todas horas de
blanco y negro
pasaban por delante de mis ojos.
Me convertí en equilibrista de las barras
y mamá
con cara de camarera
con cuerpo de camarera
con manos de camarera
me levantaba a pulso para que viese cocer el arroz.
El presente
es un pozo confuso donde habita la niña que fui y mi conciencia de clase.
Por culpa de sus gritos
nunca duermo
ni me adapto.
**
PUEDE QUE LOS ESCRITORES SE HAYAN PASADO
LA VIDA HABLANDO SOBRE LA MUERTE
pero a mí nadie me dijo que nos la habían
robado los dueños de los tanatorios
miro desde el sofá hacia el ataúd abierto
entra una mujer con tacones y pregunta
si podemos firmar los papeles
que certifican la muerte de un ser querido
pienso en el tiempo que se ha tardado en tejer ese sistema
perverso de burocracia y muerte y en el tiempo que se ha
tardado en naturalizarlo, cómo hemos sabido que no podemos
quitarle a esa señora los tacones y sacarla de allí a golpes
porque la rabia de la muerte y el dolor
porque la rabia de la muerte y el dolor no
debería tener barreras burocráticas
firmas
papeles
ingresos
notarios
¿de qué color van a querer ustedes el ataúd? tenemos tres modelos preciosos…
ocupo el último banco de la sala
lloro
le cojo la mano a mi madre, pero
por debajo de la tristeza
aflora un sentimiento de rabia
es mi primer entierro
la llegada a la vida adulta me muestra
que hemos perdido
el derecho a elegir
cómo decimos adiós.
**
SE ACERCA TORMENTA
el iris me arde enquistado de dolor
y tengo
el cuello como acero
duro
de piedra tieso el cuello como acero desde que firmé el
contrato la respiración cortante mi cuerpo un montón
de hormigueros por donde no sale el aire
ganarse la vida significa trabajar doce horas tener algo en el
bolsillo no dormir en la calle el autobús por mi barrio no pasa
con frecuencia a las seis de la mañana ganarse la vida decir
ganarse la vida significa regalársela a otros y luchar
por volver a conseguirla con el cuello
duro hinchado tieso de ansiedad
como un corredor de fondo exhausto las pupilas dilatadas
aquella travesía era un engaño financiado por BBVA
desde que firmé el contrato
se acerca tormenta
y apenas puedo moverme.
**
A las compañeras de Voces del Extremo
NACÍ EN EL EXTREMO
en el extremo de la barra del bar en el filito al borde del abismo de la
fregona de mi madre nací en el extremo y en el extremo crecí me hice
mujer libre oyendo los lamentos de las viudas en el barrio los hombres
se nos mueren por el amianto que hay en la fábrica y el colegio mi
colegio público en el extremo del mapa donde a nadie molestamos nací en
el extremo y en el extremo crecí mirando el mundo la porquería los
sueños con grietas grietas grietas las abro con mis manos con las suyas
uñas largas carcomidas abren grietas en el suelo del capital tengo que
nombrarlo para que suceda en el poema tengo que nombrarlo para que
suceda en el extremo mi voz suena libre grande colectiva nuestras voces
suenan como la tribu como flamenco a media noche retumba en mis sienes
el anhelo de una vida nueva de un mundo extremo hecho con trocitos de
extremos sin centro como un caleidoscopio hay noches con estrellas en un
patio andaluz donde las niñas cantan revolución revolución hasta la
luna nací en el extremo y en el extremo crecí mirando de reojo la
literatura desconfiando siempre de aquel libro que viene sin cuerpo
detrás y se olvida que la poesía es primero abrazo toca tócame y luego
texto mira mírame nací en el extremo y contra todo pronóstico lo
desplacé abrí grietas grietas grietas caminando por el centro de las
ciudades soy un extremo que abre posibilidades y os busca soy una
extremidad con afán de reventar el mundo que conocemos.
**
SE NOS CAE LA CARA AL SUELO cuando nuestras madres se ponen a
recordar y hablan en voz alta sobre las personas que ya no están cerca y
que más bien están del lado de allá del otro lado poco importa mi
jornada laboral cuando con la fregona entre las manos repasa las líneas
del piso y dice el cáncer se ha llevado a la mitad de la familia y la
otra mitad está repartida por el mapa como migas de pan que buscan
volver a ser hornada que buscan volver a encontrarse entre los huecos de
la necesidad económica llamémoslo exilio ya que nos llamaban xarnegos
¡xarnegos! a nosotros andaluces de Jaén aceituneros nocivos para el
sistema cuando supura la conciencia de clase por los poros el cáncer
dice el cáncer se ha llevado a tanta gente la miro de reojo en el balcón
de enfrente se suicidó un vecino a las 6.05 de la madrugada ochenta y
dos años a la espera de una operación en la cadera a la espera se quedó
mirando imagino cómo brillan las ace-ras del barrio cuando amanece y
emprendió un camino que no tiene retorno en caída libre contra el abismo
se suicidó un vecino esta mañana poco importa mi jornada laboral del
lado de acá he necesitado leeros a todas para sentirme en casa para
tener relato he necesitado escucharos a todas para poder escribirme y
escribirnos al mismo tiempo entre tanta enfermedad tanto ayuno tanta
noche eterna y tanto llanto mi madre cuida de mi prima vigila su
embarazo lo protege la miro de reojo terminamos de fregar y me pregunto
qué vamos a decirle a ese niño cuando llegue
si se nos cae la cara al suelo todavía
siempre que nuestras madres
nos hablan de la muerte.
**
ESTÁBAMOS MEZCLANDO ALCOHOL Y ANSIOLÍTICOS PORQUE NUESTROS AMIGOS ENFERMABAN
y se morían
como ocurrió antes con padres, abuelas, vecinos
como ocurrió antes con los ancianos del barrio
los que poblaban los bancos de madera al lado del conte-nedor de basura y pelaban pipas con la dedicación de los orfebres
todo aquello del incendio interior la autodestrucción las noches
llenas de lagunas los gritos también las carcajadas rompiendo mandíbulas
los secretos en voz baja dentro del cuarto de baño la música altísima
las ventanillas del coche bajadas los vasos rotos por el suelo la
necesidad de besar otros cuerpos sin importar edades ideologías solo
caras bonitas a la luz de la luna todo aquello del incendio interior
sucedía
ahora lo sé
por la cercana presencia de la muerte y el pensamiento constante de
sabernos fantasmas en un mundo de ausencias en un sistema donde ninguna
sobreviviría
así que por lo menos
por lo menos
dejábamos que la cabeza volase hacia otros lugares donde a ratos ya no
éramos hijos de la precariedad el desconsuelo herederos de todas las
barreras y las lamentaciones estábamos mezclando alcohol y ansiolíticos
en el maletero de un coche azul oscuro cuando alguien dijo
a mi padre
mañana
le dan los resultados de la biopsia
voy a llegar sin dormir.
**
Fuente: Viento Sur
No hay comentarios:
Publicar un comentario