domingo, 27 de agosto de 2023

"LA MUJER DEL ÉXODO", DEL ESCULTOR COMUNISTA LUIS FALCINI


La mujer del éxodo
Luis Falcini
1941-1942
Escultura de piedra sobre tabla
140 x 85 x 100 cm. 
Museo Nacional de Bellas Artes de Argentina 

​El hecho que inspiró a Falcini La mujer del éxodo, aun en su dramaticidad, no dejaría de ser anecdótico si en su trasposición plástica no estuviese implicado ese momento que para el escultor caracterizó su obra: “de lo individual a lo universal. De un hecho local y casi personal a su proyección a través del tiempo y el espacio. De lo natural a lo real, en profundidad” (1).

La mujer del éxodo, símbolo del dolor frente a la muerte y a la derrota, fue concebida en el cierre de la guerra civil española (1936-1939). Y ese éxodo es expresión del camino emprendido por los trasterrados que, sobre todo entre 1939 y 1940, los llevó a distintos países destino, principalmente México, Chile y Argentina. La obra es, además, índice del impacto que la guerra tuvo entre artistas, escritores e intelectuales argentinos. Y esto, en un contexto local e internacional que aglutinó a muchos de ellos en su oposición contra el fascismo y el falangismo.

Para Falcini fueron años de profundo compromiso político, compromiso que lo mostró próximo a figuras –como Norberto A. Frontini y María Rosa Oliver– que tuvieron una importante actividad en esas tramas de solidaridad que posibilitaron la llegada de los exiliados españoles. Él fue amigo de Luis Seoane, Lorenzo Varela, Arturo Cuadrado, Rafael Alberti, Arturo Serrano Plaja. Anarquista en su juventud, pronto pasó a engrosar las filas del Partido Comunista local, al que permaneció fiel hasta el fin de su vida. Y si bien adhirió a un arte realista y militante, sin embargo, supo y quiso moverse en una línea en la que no excluyó un decidido lirismo, aun en obras como Prisionero político desconocido del acervo del MNBA (inv. 8417).

La mujer del éxodo es expresión plástica de un compromiso social y político, en un registro figurativo sí, pero como el mismo artista la definió, es “profundamente realista, nada objetiva”; una mujer, casi sin rostro, doblada sobre sí misma que “fue surgiendo en una síntesis de planos, en una estructura cúbica, sin detalles de modelado, en pasajes de un plano a otro” (2) en los que la incidencia de la luz, lejos de detenerse en un punto, muestra y oculta a la vez al tiempo que subraya el clima de contención dramática. Como obrero y artesano, Falcini eligió la piedra reconstituida, una técnica en la que había comenzado a experimentar durante la década anterior y que le permitió dotar a algunos de sus yesos de la materia necesaria que les asegurase su permanencia en el tiempo (2).

El carácter universal de dolor humano que la obra expresa fue reconocido en la Exposition Internationale et Universelle de Bruselas en 1958 –primera exposición universal realizada luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial– cuando el jurado le otorgó el Gran Premio Internacional de Escultura.

por Patricia M. Artundo

1—Luis Falcini, 1975, p. 163. Según lo recuerda en este libro, su hermano había perdido a su hija y la imagen de la madre que miraba a la beba “[…] con los ojos del alma que no creía, absorta, en lo infinito de la eternidad. Sin gestos, sin llantos exteriores, sin gritos” fue una imagen que no lo abandonó: “Estábamos en plena guerra española. Traté entonces de proyectar el hecho familiar al drama del pueblo español”, p. 163-164.
2—Ibidem, p. 164.
3— El yeso de la obra fue expuesto en: Premio Augusto Palanza, Academia Nacional de Bellas Artes/Galería Velázquez, Buenos Aires, 1950; L’Art visuel à l’Exposition Internationale et Universelle de Bruxelles, Pavillon de la République Argentine, 1958, nº 33, reprod. p. 55; Luis Falcini: esculturas, Galería Bonino, Buenos Aires, nº 2, reprod. [s.p.] (retrato de Luis Falcini y La mujer del éxodo).

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