El 21 de noviembre de 1945, en una sala del Palacio de Justicia de Nuremberg adaptada para la ocasión, el fiscal estadounidense Robert H. Jackson hizo el discurso inaugural de un juicio sin precedentes ni sucesores. Fue una intervención que impresionó a toda la audiencia por su elocuencia y la contundencia que le otorgaba la convicción de estar protagonizando un momento histórico. "El privilegio de abrir el primer juicio de la historia por crímenes contra la paz mundial impone una grave responsabilidad", empezó Jackson. "Los males que buscamos condenar y castigar han sido tan calculados, tan malignos y tan devastadores que la civilización no puede tolerar que sean ignorados, porque jamás deben repetirse".
Era el juicio de los Aliados vencedores contra los nazis vencidos, celebrado apenas seis meses después de la rendición incondicional de Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Un reto superlativo en el que se pusieron de acuerdo cuatro naciones tan aliadas como dispares: Estados Unidos, Reino Unido, Unión Soviética y Francia. La legitimidad del tribunal internacional que formaron, los delitos por los que fueron juzgados 22 dirigentes del nazismo, la elección de los acusados y el desarrollo del juicio componen uno de los momentos estelares de la humanidad. Allí se habló por primera vez en una sala de justicia de "crímenes contra la humanidad", allí apareció por primera vez en un proceso el término "genocidio", allí se sentaron las bases del derecho internacional y allí se conocieron los detalles de las atrocidades en los campos de concentración. Lo que el ser humano había sido capaz de hacer y debía ser castigado en el juicio de todos los tiempos.
La “Sinfonía Nº 5 en do mayor" fue escrita en 1945 mientras se desarrollaban los juicios de Núremberg. Una obra fuertemente influenciada por los horrores de la guerra pero también con un sentimiento de justicia y esperanza.
El primer movimiento, moderato, maestoso, allegro, es una reflexión sobre la guerra. La música está llena de agrias disonancias mostrando el clima bélico. Música marcada por un sentimiento de angustia. Los temas angulosos parecen serenarse en la parte final.
El segundo movimiento, andante, es de naturaleza contemplativa mostrando el estilo melódico de Ivanovs, pero continuando con cierta angustia En la parte central contrastando con este episodio lírico aparece una rústica melodía acompañada rítmicamente por un monótono ostinato armónico. Luego regresa a la serena primera parte sin abandonar esta sensación de relajada intranquilidad. La coda siguiendo la melodía del violín termina el movimiento en un ambiente de paz y armonía.
El tercer movimiento, allegro, es de carácter rítmico correspondiendo a un particular scherzo de la obra.. Basado en danzas y temas populares de Letonia que nos conducen a un vals elegíaco en el trío. Luego regresa el ritmo inicial terminando con una conclusiva coda.
El cuarto movimiento, moderato, es de carácter dramático, lleno de energía. Un tema inquieto vigoroso contrasta con el segundo claramente lírico. Después del desarrollo de los temas y su recapitulación, la sinfonía termina con una afirmativa coda.
Ivanovs fue presidente de la Unión de Compositores de Letonia y recibió el título de Artista del Pueblo de la República Socialista Soviética de Letonia en 1956 y el de Artista del Pueblo de la URSS en 1965.
Fuente: Historia de la Sinfonía
PARTE 1
1- Moderato -- Maestoso -- Allegro (12.04)
2- Andante (12.41)
PARTE 2
3- Allegro (6.42)
4- Moderato (11.00)

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