La decisión del dictador turco Erdogan de transformar en mezquita el Museo de Santa Sofía, despertó masivas y fuertes críticas fuera del país, y también algunas suaves desde adentro. Pero no es este el caso del Partido Comunista de Turquía (TKP), por sus siglas en turco), que a través de una declaración pública se opuso de manera terminante al decreto del presidente fascista -luego avalado por la Justicia-, que revocó la condición de museo a un sitio que además es Patrimonio de la Humanidad.
En su declaración, el Partido Comunista de Turquía acusó a los principales partido de la oposición -particularmente a los de derecha y centroderecha- de no haber criticado ni resistido las intenciones de Erdogan y, por el contrario, la apoyaron, como el ex candidato presidencial del Partido Republicano Popular (CHP, socialdemócrata kemalista), Muharrem Ince, que dijo que iría a rezar bajo el techo de Hagia Sofía. Por ello, los comunistaas de Turquía sostienen que la burguesía turca actuó unida desde el inicio de esta discusión hasta la aprobación de la transformación.
Para el TKP "Cancelar la decisión del gabinete de 1934 significó también negar los valores progresistas de la revolución burguesa de 1923, a saber, el republicanismo, el laicismo y la modernidad".
Según los comunistas "el fundamentalismo religioso del AKP (Partido Justicia y Desarrollo, de Erdogan) transformó cada una de las instituciones públicas en Turquía, y también las leyes, el mundo académico, la educación, la prensa y todos los demás aspectos de la vida social, haciendo que estas áreas estén dominadas por las reglas del Islam".
"El TKP abordó reiteradamente el papel antiobrero de la reacción y el fundamentalismo religioso, oprimiendo la resistencia dentro de la clase trabajadora y reemplazando el poder organizado de los trabajadores unidos por masas apolíticas obedientes", señala la declaración partidaria, y afirma que "la clase capitalista de Turquía abusa sistemáticamente de la religión para ganar poder en las relaciones laborales. Ahora, ante la profunda crisis económica en el país, pobreza, desempleo, desesperanza y enorme descontento entre los trabajadores, la clase capitalista está tratando de evitar que la politización de los trabajadores y el crecimiento de las corrientes de izquierda cobren impulso, recurriendo nuevamente a ideas y actitudes reaccionarias".
Los comunistas del TKP sostienen que "esta decisión implica un movimiento provocador a nivel internacional". Advierten que "Erdogan está tratando de restaurar su poder de negociación, intimidando a otros países con acciones contra Francia en Libia, o acciones militares en territorio sirio o inminentes conflictos nacionalistas contra Grecia", pero aseguran que resulta "obvio que este poder es demasiado limitado para asustar a las grandes potencias o alianzas imperialistas, Estados Unidos, Unión Europea, OTAN y otros, de los que el gobierno depende por supuesto".
El Partido Comunista de Turquía ratifica la vigencia del "internacionalismo proletario, tal como la definieron los bolcheviques hace más de cien años" y reafirma que "los conflictos entre la clase burguesa de cada país, como las disputas nacionalistas o religiosas, la competencia y el reclamo de derechos sobre los recursos, etc., no pueden ser la base de discusión para los comunistas. Apropiarnos de la agenda de la clase burguesa será inmensamente engañoso. El conflicto no es entre cristianismo e islam, sino entre reacción y secularismo, y más precisamente entre la clase capitalista y los trabajadores".
La declaración finaliza destacando que "el TKP defendió y defenderá la posición de que Santa Sofía siga siendo un museo público y no el hogar de actividades religiosas de ninguna religión".
Fuente: La voz armenia
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