Hace unos días Bartleby Editores puso en circulación la antología
poética "En legítima defensa (Poetas en tiempos de crisis)", un libro en
el que 226 voces poéticas actuales...
...de todo el estado español,
entre los que se encuentra la mía (mi contribución se titula “Días de
óxido”), escriben sobre, o por decirlo de una manera más precisa, en o
desde este período convulso que nos ha tocado en suerte, al que unos
llaman crisis, y otros, entre los que me vuelvo a encontrar, llamamos,
dejando a un lado los eufemismos, estafa (y quizás sería mucho más
atinado aún anteponerle el prefijo “macro” para nombrarla con el término
macroestafa).
Abre el libro, a modo de introducción,
un breve pero certero prólogo del poeta Antonio Gamoneda, uno de los
pesos pesados de la actual poesía española, en el que el autor de Libro del frío
se pregunta cuál debe ser el papel de la poesía ante el capitalismo
salvaje que padecemos desde hace tiempo y sus terribles secuelas:
desahucios, sufrimiento, paro, etc., etc. La conclusión a la que llega
el poeta asturleonés, es que la poesía, “no puede modificar directamente
la praxis financiera pero sí puede intensificar las conciencias,
propiciar la adopción de un pensamiento operativo.”
Ni que decir tiene, que yo sí soy de los
que opinan que la poesía puede cambiar las cosas, como ya he dejado
escrito en algún que otro poema. Y ahora, para que nadie se piense que
soy imbécil, añado: tal vez, cambiar, lo que se dice cambiar, no cambie
nada. Pero como poeta que escribe aquí y ahora, tengo la obligación
moral de, al menos, intentarlo. Como digo, es nuestra obligación, en
tanto en cuanto que poseemos la palabra y con ella trabajamos, denunciar
los abusos, las tropelías, la deshumanización, la falsedad, en
definitiva, la mala leche de un sistema político y financiero que
excluye a miles y miles de personas. O por decirlo de una manera clara y
directa, como poeta que escribe aquí y ahora, tengo la obligación moral
de tocar los cojones a los que tanto sufrimiento están dejando a su
paso, llámense políticos, banqueros o empresarios.
Entre las 226 voces que participan en
este trabajo colectivo, están las de Francisca Aguirre, Caballero
Bonald, Felipe Benítez Reyes, Juan Carlos Mestre, Noni Benegas, o la del
propio Antonio Gamoneda, entre los más populares y premiados; y Antonio
Orihuela, Jorge Riechmann, Gsús Bonilla, Isabel Pérez Montalbán, Isabel
Bono, Marta Navarro, David González, Ana Pérez Cañamares, Enrique
Falcón, Inma Luna, Matías Escalera o David Bobis, entre los que me
pillan más cerca (ideológica y poéticamente hablando, se entiende) y
escriben una poesía mucho más combativa que los mencionados más arriba.
En legítima defensa (Poetas en tiempos de crisis) es
un libro bastante recomendable (y por cierto, con un precio muy, muy
ajustado, lo que es de agradecer), aunque como ocurre con este tipo de
antologías en las que conviven autores de distintas tendencias, edades y
sensibilidades estéticas, cada lector tendrá sus preferencias e incluso
habrá poetas y poemas que no le produzcan ni frío ni calor. En
cualquier caso, creo que la iniciativa de Bartleby Editores es un
magnífico ejemplo de lo que el mundo de la poesía puede y debe hacer
para dejar claro cuál es su bando y en qué parte de la barricada se
encuentra, porque como dice el verso de Alfonso Xen Rabanal que pone el
punto y final a esta antología de poetas en tiempos de crisis, “poeta,
sí, significa revólver.”
Nota: En legítima defensa (Poetas en tiempos de crisis) está siendo presentado en diferentes lugares de todo el Estado español.
En Granada la presentación tendrá lugar el día 24 de abril, a las siete
y media de la tarde, en la librería Babel, y por allí estarán, entre
otros, Pepo Paz, director de la editorial, Felipe Alcaraz, uno de los
participantes en el libro, que ejercerá de presentador, y leyendo sus
colaboraciones, Miguel Ángel Contreras, Juan Carlos Abril, Pedro Luis
Casanova, José Manuel Molina Damiani y yo mismo.
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