¡Pueblos de Yugoslavia!
¡Soldados, oficiales no comisionados y oficiales trabajadores, campesinos y ciudadanos!
Hoy, 9 de mayo, exactamente 49 meses y tres días después del ataque fascista a Yugoslavia, el poder más agresivo en Europa, Alemania, ha capitulado. El 8 de mayo a las 23.01 horas, el alto comando alemán ha firmado el acto de capitulación en Berlín.
Cuarenta y nueve meses de esfuerzo sobrehumano y derramamiento de sangre de nuestra gente han finalizado con la completa victoria de nuestros pueblos en alianza con las Naciones Unidas, Gran Bretaña y América. El que un día fue un terrible y un aparentemente invencible poder ha sido aplastado. La causa justa de Naciones Unidas ha triunfado sobre las fuerzas destructivas que intentaron imponer el llamado nuevo orden sobre la humanidad; el orden de la esclavitud y sufrimiento. Esto, la más terrible guerra en la historia de la humanidad, le ha costado a Europa decenas de millones de víctimas humanas. El fascismo alemán en su frenesí, el fascismo italiano y sus sangrientos secuaces, que aparecieron en todos los países europeos, exterminaron a ciudadanos pacíficos. Exterminaron a todos los que rehusaron llegar a acuerdos con el “nuevo orden” de Hitler en Europa. Cientos de campos del tipo de Jasenovac y Majdanec, campos de horror y muerte, permanecerán siempre como un recuerdo espantoso en todas las naciones para que
nunca más permitan que ocurra tal tragedia, que deberán hacer todo lo que puedan para que el autor de dicha tragedia, el fascismo, se destruya desde la raíz.
¡Sodados, oficiales no comisionados y oficiales del ejército yugoslavo, partisanos, hombre y mujeres!
Vuestro heroísmo y autosacrificio desde el comienzo de la guerra en 1941 hasta hoy, bajo las condiciones más espantosas, batallando contra las fuerzas incomparablemente superiores del enemigo, fueron un ejemplo para todos los esclavizados de Europa. Lanzados con determinación para defender vuestra tierra hasta vuestra última gota de sangre, inspirados en la profunda fe en la victoria de vuestra causa justa. Desde 1941 en adelante, dirigisteis golpes intensos y despiadados contra el enemigo común de las Naciones Unidas. Habéis descargado vuestra deuda con vuestra tierra natal con honor. Vuestros actos inmortales vivirán para siempre en los corazones de nuestros pueblos y sus futuras generaciones. La arena de las gloriosas batallas del Sutjeska, de Zelengora, Kozara y Neretva, etc, permanecerán como eternos monumentos de vuestro heroísmo y el de vuestros camaradas caídos. Ellos inspirarán a las futuras generaciones de nuestros pueblos y les enseñarán cómo amar a su nación y cómo morir por ella. Serán monumentos de nuestro orgullo nacional en la lucha por la libertad y la independencia.
El nuevo ejército yugoslavo, un ejército forjado en los fuegos de las batallas más feroces; un ejército compuesto por vosotros mismos; un verdadero ejército del pueblo que ha ganado victorias gloriosas, debe permanecer, y permanecerá, defensora inquebrantable de los logros de una lucha sobrehumana. ¡Pueblos de Yugoslavia! Nuestros hermanos liberados en Istria, en el litoral esloveno y en Carintia, fijan sus ojos sobre vosotros con entera confianza en que vosotros sabréis cómo preservar la libertad que han ganado.
¡Pueblos de Yugoslavia!
¡Serbios, croatas, eslovenos, macedonios, montenegrinos, musulmanes!
El día largamente deseado y que habéis esperado con tanto anhelo ha llegado. El día de alegría ha llegado a nosotros también. Finalmente, el poder más grande del fascismo en Europa ha sido vencido, Alemania, que infligió tanto sufrimiento sobre nuestros pueblos y se llevó tantas víctimas. Los poderes que intentaron esclavizaros han sido vencidos. Se os ofrecieron favores por parte de los fascistas italianos y alemanes con el fin de exterminaros entre vosotros, pero vuestros mejores hijos e hijas, inspirados por su amor a su pueblo y por vosotros, frustraron ese plan diabólico del enemigo. En lugar de una mutua disensión y hostilidad, hoy estáis unidos en una nueva y feliz Yugoslavia. En lugar de la vieja Yugoslavia, podrida de corrupción e injusticia, hoy tenemos la Yugoslavia Democrática Federal de pueblos iguales. Ese es el resultado de la victoria de nuestro glorioso ejército. Es el resultado de vuestra perseverancia, vuestro sacrificio y fe en vuestra causa justa.
El gran día de paz y libertad estalla hacia adelante con esplendor. Los nuevos días están cerca cuando reconstruiremos en paz nuestra tierra devastada. Ahora tenemos que ganar una gran victoria. Debemos reconstruir nuestro país y hacer fuerte nuestro gobierno nacional. Debemos crear hermandad y unidad para que nunca más pueda destruirla ninguna fuerza. Conseguir esto requerirá tremendos esfuerzos por parte de todos los elementos del país. Y eso significa que ellos tienen que mostrar todo su celo y capacidad de autosacrificio como se hizo en los campos de batalla por vuestros hijos y hermanos y hermanas. Solo con un máximo esfuerzo se puede acortar el tiempo necesario para la reconstrucción del país.
En este día grandioso de la victoria de las Naciones Unidas sobre el enemigo común los pensamientos de todos los pueblos de Yugoslavia florecen con gratitud al glorioso e invencible Ejército Rojo. Van adelante con gratitud a la gente heroica de la Unión Soviética, quien hizo los sacrificios más grandes por la victoria y la causa justa de las Naciones Unidas. Nuestros pensamientos van para todas aquellas naciones que lucharon y sufrieron bajo el yugo fascista. En este gran día victorioso nuestros pensamientos están con los hermanos en la lucha y hermanos de sangre en los Balcanes, quienes también han soportado grandes sacrificios del mismo enemigo y han contribuido con su parte a esta magnífica victoria.
El 9 de mayo de 1945 es el día de la victoria común. Es un festival compartido por todas las Naciones Unidas. Queremos que este gran día sea un día de inspiración, un día añorado por las Naciones Unidas por una paz duradera y por un entendimiento mutuo. Estoy convencido de que estoy expresando el deseo de nuestros pueblos cuando digo que los yugoslavos estarían encantados si la misma armonía y entendimiento prevaleciera entre las Naciones Unidas después de esta gran victoria en el campo de batalla como existió en la guerra.
Envío un llamamiento a todos los que han sido mal conducidos y hayan estado bajo armas al servicio del ocupante, ya sea con los chetniks, los ustashi, los domobran u otras unidades, para que depongan sus armas inmediatamente y se entreguen a las autoridades más cercanas. Al mismo tiempo deseo hacer saber que nuestros pueblos, constructores de una nueva y más feliz Yugoslavia, no permitirán nunca que nadie les obstaculice en sus esfuerzos para reconstruir el país. Aquellos que continúen obstaculizándoles en su trabajo serán tratados sin misericordia por nuestro pueblo y el ejército.
Emito una orden a todas las unidades militares para que desarmen de inmediato todas las formaciones militares que hasta ahora han estado al servicio del ocupante o que se atrevan a organizarse fuera del marco del ejército yugoslavo. Emito una orden para que todo material bélico, pesado o ligero, vertederos de armas, vertederos de alimentos y otros productos, sean entregados inmediatamente al ejército yugoslavo.
¡Vivan nuestros grandes aliados, la Unión Soviética, Gran Bretaña y América!
¡Viva la victoria conjunta más grande de las Naciones Unidas sobre el enemigo común!
¡Viva el invencible Ejército Rojo!
¡Vivan los ejércitos de nuestros aliados, Gran Bretaña, América y todas las Naciones Unidas!
¡Viva el glorioso ejército yugoslavo, orgullo de los pueblos yugoslavos!
¡Viva la hermandad y la unidad de los pueblos yugoslavos!
¡Gloria a la memoria de aquellos que cayeron por la liberación de nuestra patria!
¡Muerte al fascismo-Libertad al pueblo!
Fuente: versión traducida al inglés por Mike y publicada por Marxists Internet Archive en https://bit.ly/3kD3asN
Traducción al español: Mercedes Santamaría
No hay comentarios:
Publicar un comentario