Una sala repleta de espectadores, que desbordó los límites de la misma, acudió a la exhibición de este valioso documental, el cual fue concluido después de dos años de entrevistas con Héctor Herrera, un joven funcionario del Registro Civil el año 73, de 23 años en esa época, el cual fue enviado a la morgue el 11 de septiembre por el Interventor Militar del servicio con el objeto de trabajar en la identificación de los cadáveres que eran llevados a montones, en camiones militares, desde distintos puntos de Santiago. En esas circunstancias fue un protagonista esencial del reconocimiento del cuerpo de Víctor Jara y, con gran valentía y decisión, tomó las medidas necesarias para informar a Joan Turner, esposa de Víctor, y poder así evitar que se transformara en un NN más, pasando a engrosar la lista de los Detenidos Desaparecidos. Sin embargo, Héctor Herrera manifestó que cuando decidió trabajar en el documental con Elvira Díaz le “solicité que a mí no me presentara ni como víctima ni como héroe, que me presentara como testigo, testigo de ese momento. Ahora, que el testigo fue más allá, es otra cosa…”, demostrando en esta pequeña frase su inmensa humildad y calidad humana.
Antes de la proyección del documental, que es una coproducción franco-chilena del año 2013 y de 60 minutos de duración, hizo uso de la palabra Héctor Herrera, quien expresó que “Este es un acto de Memoria, porque es la historia de nuestro país, de ustedes, del mío, de todos nosotros. Esta historia ahora será de ustedes. Debo confesar también que esta historia me sirvió a mí para poder asimilar y sacar a la luz una historia tan fuerte, de tantos años, que yo guardé mucho tiempo, hasta el 2009 en que la familia me pidió si podía ser testigo para un posible proceso aquí en Chile, impulsado principalmente por Joan Turner. Yo le di mi acuerdo, fui interrogado por Investigaciones por más de cuatro horas y se dieron cuenta de que estaban delante no de un camarada, ni de un militar, ni un detenido del Estadio Chile, sino que de un Funcionario y además yo tengo muy buena memoria y todo esto fue tan fuerte que yo lo grabé muy bien.(…) No fue una cuestión de valentía. No.
Resultó que durante 3 días, trabajando en ese horror, tenía 23 años, decidí no contarle a mis Padres ni a mí familia. Era demasiado fuerte, lo guardé. Mi mamá se dio cuenta de que estaba guardando algo, porque no comía, iba muy seguido al baño y estaba muy taciturno..”.
Durante su testimonio, durante el cual más de una lágrima se deslizó por su mejilla, relató la impresión que le causó ver que todos los cadáveres estaban con los ojos abiertos, “con una especie de serenidad y paz interior, pero al mismo tiempo de interrogación…” . A veces, nos contó, cuando tenía que esperar la luz del semáforo mientras regresaba del trabajo, “me quedaba paralizado viendo los ojos abiertos de los transeúntes que venían hacia mí, pues me parecían que eran los ojos de los muertos que estaban en la morgue·. Y, continuó relatando que “Eso también me produjo que cuando tomaba el autobús para ir a trabajar a ese lugar, la morgue de Santiago, sentía una culpabilidad terrible (…) pensaba que las personas con que me encontraba en el bus eran familiares de los cadáveres que había visto en la morgue, que yo había identificado en la mañana y no les decía vayan a identificarlos a la morgue, retírenlos para que los entierren. Entonces el encontrar el cuerpo de Víctor, como yo tenía este peso tan terrible, con mi colega amigo, que como éramos jóvenes teníamos sólo sobrenombres, porque los chilenos tenemos la mala costumbre de usar sobrenombres y al final no sabemos cómo se llama la otra persona, no lo pudimos encontrar para la filmación. Porque fue él que lo encontró y me anunció. Le tomamos las huellas y yo dije voy a guardar esta ficha, me la escondí, con las huellas de Víctor Jara, la llevé a mi casa y me dije que a través de él yo voy a enterrar a toda esta gente y que nadie me va a pedir explicaciones ni decirme tú no hiciste nada. Al encontrarme con su mujer, inglesa, con fuerte acento en castellano, decidí acompañarla a hacer todos los trámites, porque la vi tan sola con sus dos hijas. Entonces sentí absolutamente necesario que yo las acompañara a hacer las diligencias. Era el 18 de septiembre de ese año (…) Era el día de la patria en donde nos han enseñado tantas cosas durante toda nuestra infancia y yo me encontraba ese día enterrando a este cantautor chileno.”
La filmación que tuvimos la oportunidad de ver es un interesantísimo documento testimonial en primera persona, en donde es imposible no emocionarse a medida que vamos escuchando el relato de Héctor Herrera y observando los lugares en donde pasó sus últimas horas el cuerpo ultrajado de Víctor Jara, junto a otros cientos de cuerpos de chilenos y chilenas, muchos de los cuales fueron incinerados o enterrados como NN, como nos relató Héctor, pasando a formar parte de la extensa lista de Detenidos Desaparecidos. Impactante fue también el relato de su entierro, en dónde estuvieron presente sólo cuatro personas junto al cuerpo de Víctor Jara, Joan Turner, Héctor Herrera, un amigo de Víctor y el panteonero.
Con posterioridad a la exhibición del Documental se ofreció la palabra a los asistentes para que plantearan sus opiniones o preguntas. Entre estas últimas podemos mencionar la consulta relacionada con el título de la película: “¿por qué el número 25 47?” . Héctor Herrera respondió que “2547 es el protocolo de una autopsia, porque así estábamos denunciando otro hecho, además de que a Víctor lo golpearon, lo torturaron y lo asesinaron con 44 balas. Denunciamos que en el interrogatorio en la Corte Suprema de Chile, el Juez, al comprobar todo lo que le estaba diciendo con pruebas, con papeles, me muestra una autopsia N°2547 de Víctor Jara y yo me di cuenta que esa autopsia fue hecha el 22 de septiembre. Yo soy testigo de que no hubo autopsia, porque a mí me entregaron el cuerpo desnudo, porque ya estaba en otra sala. Lo habían trasladado entre el 17 y el 18 en que llegamos hacia la sala de autopsia. La denuncia es que lo enterramos un 18 de septiembre. Ellos hicieron una autopsia el 22, firmada por el Médico del Instituto Médico Legal de esa época (…) entonces es un documento falso (…) Víctor fue la única persona enterrado legalmente esos días con documentos. Autorización de Entierro dado por el Instituto Médico Legal, Certificado de Nacimiento y de Defunción, por eso pudimos comprar un nicho y enterrarlo ese día. Yo en esa época no pensé que iba a pasar el tiempo e iba a aparecer el ADN, que ayuda mucho actualmente.(…) En mi época era la autopsia y las huellas digitales(…) Lo que yo no me imaginé es que cuando el colega de la morgue me entregó el cuerpo desnudo de Víctor y lo colocamos dentro del ataúd, yo al verlo tan abandonado, tomé la ropa y la puse sobre su cuerpo. Sin saber, guardé todas las pruebas para la justicia chilena y estadounidense, que es un proceso largo. Todas las pruebas balísticas y todo está en esa ropa. Toda la gente que lo topó, lo tomó, lo golpeó, están sus huellas. Por eso hay actualmente un proceso en estos momentos en Chile que está en camino . Como ustedes bien lo saben es bien ciega y bien larga la Justicia nuestra. Hay un proceso y hay diez militares acusados. Esos 10 militares acusan a un tercero, que sería, de acuerdo a ellos, quien le habría disparado la última bala por detrás de la nuca, que se llama Barrientos y que vive en Estados Unidos…”
Con este valioso Documental de Elvira Díaz, la compleja reconstrucción de nuestra Memoria Histórica suma un trocito más en su conformación, rescatando y poniendo en relieve el testimonio de Héctor Herrera, un verdadero “héroe anónimo”.
Fuente: kaos en la red
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