José Revueltas y Pablo Neruda en 1940.
"CARTA DE JOSÉ REVUELTAS A PABLO NERUDA"
Pablo:
Tu muerte es una nueva herida que se abre en el convulso cuerpo de América. Una herida con sal de litorales, otro nuevo desgarramiento, otro pesar. No, la estrella chilena no se levanta, sino se oscurece en este continente de tinieblas. ¿Qué hemos de esperar con los labios atados, con las manos muertas, con el viento helado del imperialismo, que yerma nuestro suelo y despoja nuestros espíritus? Es larga nuestra noche, y larga, larga, la sombra de nuestros héroes, todos muertos. Sandino es una mancha de sangre en Centroamérica; Martí -nuestro Martí poeta, nuestro Martí relámpago- navega en el Caribe, timonel de un barco fantasma.... y el Ché, cuyo solo nombre es un sollozo. ¡Comandante de nadie, comandante de todos! ¿Qué debemos –qué podemos- hacer de esta soledad maltrecha, de estos corazones a la deriva, de estas lágrimas y estos ríos geográficos que salen de nuestra entraña de desesperación, esto es, de América?
Una horrible bandera ocupa nuestro cielo: lo sabemos; cada día, a cada amanecer, oscurece el horizonte, nos deja sin aurora. Bien; fue la bandera de Lincoln... pero fue y ya no volverá a serlo, ya no, jamás. Sus barras son la cárcel y sus estrellas están hechas de basura y de billetes, de prostíbulos y concesiones, que transitan, obscenas, por el Canal de Panamá.
Pablo: desde la tierra donde estoy contigo, he de decírtelo: no permanecerás mudo, no descansarás en paz, seguirás viviendo en guerra, con tus labios corroídos, con tus huesos, con tu alma viviente y pura.
Te lo pedimos, te lo lloramos, Pablo Neruda: ¡no descanses en paz!
Septiembre de 1973
Fuente: Revista de la Universidad de México
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