El pasado 25 de febrero murió en Roma el teólogo y filósofo Giulio Girardi. Deja tras de sí no sólo una obra intelectual impresionante sino una vida cargada de sentido por quien ha sabido -como decía el joven Marx en sus Manuscritos- "ser mucho", no teniendo nada. Por su vida y su obra somos muchos los que, ante su ausencia, nos sentimos obligados a expresar el reconocimiento por tanto como le debemos.
Girardi, en los años setenta del siglo pasado, fue promotor del movimiento "Cristianos por el socialismo" que tantos caminos abrió en biografías personales y trayectorias colectivas. Ya antes, desde los sesenta, Girardi fue de los que, al calor del Vaticano II, impulsó lo que entonces se llamó diálogo entre marxistas y cristianos. Su libro pionero sobre Marxismo y cristianismo (1967), escrito con tanto rigor como voluntad de entendimiento recíproco, fue obra maestra para aproximar análisis y unir voluntades. De aquellos años es también la monumetal Enciclopedia sobre el ateísmo que él mismo dirigió.
Obras posteriores como Por una pedagogía revolucionaria, Fe cristiana y materialismo histórico o La túnica desgarrada: la Iglesia entre la conservación y la liberación, fueron hitos destacados en un recorrido donde a su reflexión teórica le acompañó su compromiso en la praxis. Impulsor de la teología de la liberación desde Europa, no dejó de apoyar también procesos de transformación social que tenían lugar en otras latitudes, siendo especialmente notorio su compromiso activo con la revolución sandinista de Nicaragua.
El recuerdo de sus elaboraciones teóricas y el testimonio de su fe más allá de dogmas permanecerán imborrables. La acción de quien supo dialogar dejó semillas que fructificaron.
José Antonio Pérez Tapias. Filósofo.
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