viernes, 25 de junio de 2010
SIMÓN BOLÍVAR, LIBERTADOR POR LA MÚSICA
LA SINFÓNICA DE LA JUVENTUD VENEZOLANA ABRE ESTA NOCHE EL 59 FESTIVAL INTERNACIONAL DE MÚSICA Y DANZA DE GRANADA CON UN CONCIERTO EN EL PALACIO DE CARLOS V
En el bicentenario de la independencia iberoamericana, en la que Simón Bolívar fue la figura cumbre de esa emancipación, resulta especialmente significativo que hoy podamos aplaudir, como han hecho muchas ciudades europeas, en la actual gira, a la Orquesta sinfónica de la Juventud Venezolana que lleva el nombre del libertador. Por eso puedo decir y digo que Bolívar es, también, un libertador por la música. Porque esta formación -que lleva admirando hace tiempo a los más exigentes públicos de Europa y América, incluyendo la del norte-, es el resultado de un apasionante proyecto social que el Estado venezolano lleva adelante desde que en 1978 creara el Sistema el maestro José Antonio Abreu.
Un Sistema que, a lo largo y ancho de todos los estados del país, integra a 350.000 niños, niñas y jóvenes, en los llamados Núcleos que forman una tupida red de orquestas, coros, talleres técnicos y de preparación y todo aquello que, a través de la música, pueda dar sentido a una labor social de educación plena. Jóvenes de todas las clases sociales se integran en ellos. Pero, muy especialmente, existe la pretensión de sacar de la calle y sus peligros a los menos privilegiados, para formarlos y crear así un cuerpo de especialistas en todas las ramas de la música, de los que luego se extraerán a los más cualificados para enriquecer este gran conjunto juvenil. Grandes figuras han salido ya de este Sistema, entre ellos el propio director que hoy la dirige, y que está entre los jóvenes valores más representativos de la dirección de orquesta actual, Gustavo Dudamel, designado hace poco tiempo director de la Sinfónica de Los Ángeles, que comparte con la dedicación a la Simón Bolívar desde 2001.
Este sistema de orquestas y coros diseminados por todo el país ha causado admiración en todas partes y representa una lección de lo que desde el Estado se puede hacer para la integración social y la elevación de la cultura, desde sus propias raíces populares. Entre otros grupos musicales del FESNOJIV destacan la Sinfónica de la Juventud de Venezuela, las Orquestas Sinfónicas Penitenciarias, el Coro de Manos Blanca, las Bandas sinfónicas juveniles, Ensamble de Metales de Venezuela, Orquesta Sinfónica Juvenil de Caracas; Simón Bolívar Big-Band Jazz y la Orquesta Sinfónica de Juventudes Francisco de Miranda.
Estos núcleos se apoyan en diversos centros, como el Académico de Luteria que capacita a especialistas en construcción y reparación de instrumentos, como base técnica de las orquestas y, al mismo tiempo, creando capacidades profesionales. El Centro Social por la Música, donde se imparten información detallada de los valores musicales. El Conservatorio de Música Simón Bolívar, que difiere de los conservatorios convencionales, porque tienen todos un mismo fin de crear verdaderos profesionales que puedan nutrir a los conjuntos y, al mismo tiempo, desarrollar una labor social colectiva. El Centro Académico Infantil de Montalbán hace que los niños, desde que son bebés, se familiaricen con la música, en todos los aspectos. Así vemos pequeños instrumentistas con su violín o su percusión, enfrascados en una tarea que empieza como un juego, pero que adquiere la seriedad de prepararse para un trabajo serio.
El Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e infantiles de Venezuela es, por tanto, modélico y admira en todo lugar donde se expone. Hace unos días, en Estocolmo, el creador del Sistema, José Antonio Abreu, recibió el homenaje de los suecos, al mismo tiempo que deslumbraba la personalidad arrolladora de esta orquesta, como ha deslumbrado en Londres, París, Berlín o Hamburgo, además de Estados Unidos. Porque, como dicen los críticos -y avalan sus grabaciones- lo que la define es la fuerza, garra y entusiasmo con que sus músicos -preparados desde su infancia en la superación de las dificultades técnicas instrumentales- se enfrentan no sólo a obras de autores latinoamericanos, sino a las más exigentes del repertorio europeo, desde los clásicos o románticos, a los contemporáneos. Hoy, además de músicas de su continente, nos ofrecerá La consagración de la Primavera, de Stravinsky. Confío en que nos entusiasmará su modo de hacer música, su fuerza arrolladora, como lo ha hecho en cuantos lugares ha actuado. Bajo la dirección de Gustavo Dudamel, chicos y chicas desde 12 a 26 años, revelerán su formación y su ideal contagioso. El poder de la juventud, por un lado, su preparación, por otro, y su concepción de la música como un agente liberador de la sociedad y del ser humano.
Quizá los veremos transitar antes del concierto tocados con banderas venezolanas y hasta escucharemos sus gritos entusiastas, confundidos con los del público, como acostumbran hacerlo en sus conciertos a lo largo y ancho de Venezuela. En cualquier caso, tienen como guía a su símbolo libertador, Simón Bolívar. Liberar a la sociedad por la música es un cometido que nos trae, a los dos siglos del fin de la conquista, la otra conquista de estos jóvenes talentos, para llevarse sólo la emoción de nuestros corazones. Que es la que prevalece y la que une de verdad a los pueblos y a sus gentes.
Fuente: Juan José Ruíz Molinero (Granada Hoy)
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