viernes, 6 de febrero de 2009

"BIACS: LA CLAUSURA"

COMUNICADO DE LA PLATAFORMA DE REFLEXIÓN DE POLÍTICAS CULTURALES

"La esfera pública está constituida en parte por lo que no puede ser dicho y lo que no puede ser mostrado. Los límites de lo decible, los límites de lo que puede aparecer, circunscriben el campo en el que funciona el discurso político y en el que ciertos tipos de sujetos aparecen como actores viables". Judith Butler

Cuando la PRPC se constituyó en una Plataforma de reflexión de Políticas Culturales, instituyéndonos como una voz y una experiencia crítica sobre estas políticas, lo que nos encontramos fue con una virulenta respuesta oficial dirigida a ahogar el disenso; una estrategia que se encaminaba a limitar el alcance de este debate, a establecer lo que podía y debía considerarse como una opinión razonable.

La crítica a la BIACS se conformó, de una forma emblemática y ejemplar, en el límite sobre lo que puede y no puede discutirse en la esfera pública. La consigna oficial -desde al Ayuntamiento, desde la Junta, desde algunos medios de comunicación o desde el CAAC- fue convertir la crítica a la BIACS en una actividad excluida. Impugnando y etiquetando el desacuerdo, identificando esta crítica con una actividad sospechosa o irresponsable se buscaba estigmatizarla, convertirla en impronunciable. Acusando a los que cuestionaban su oportunidad, o simplemente su necesidad, de talibanes, sectarios, localistas o ambiciosos, o, en el mejor de los casos, de inmovilistas, superficiales e irresponsables, se pretendía instaurar la vergüenza entre aquellos que se aventuraran a disentir, ya que correrían el peligro de ser etiquetados, de perder el estatus de “seres hablantes”. Se trataba de destruir no sólo el punto de vista que con esta crítica se sostiene sino también la credibilidad de quienes la sostienen.

En tales condiciones y sometido el discurso crítico a semejante acoso no ha resultado fácil seguir expresando el desacuerdo con el evento, hacerlo ha significado para muchos soportar un estigma que con respecto a los “antibiacs” se ha instaurado en los medios y en casi todos los espectros (incluidos algunos movimientos sociales) del discurso público.

Durante seis años y tres bienales la estrategia oficial ha consistido en intentar reducir el debate a un intercambio de ideas sobre los que pensaban del mismo modo y si se ha logrado resistir es porque los puntos de vista antagonistas se han podido expresar a través de una herramienta como e-sevila.org; por las acciones que hemos desarrollado en dos de las tres inauguraciones y porque algunos de nuestros puntos de vista han sido sostenidos o apoyados por sujetos, y medios, que en otros ámbitos y en otras esferas sí eran considerados como voces autorizadas o “hablantes viables”.

Sin embargo tras seis años y tres rotundos y diferentes fracasos, la PRPC está percibiendo cierto cambio de orientación. Frente a las declaraciones triunfalistas, en el cierre de la BIACS 3, se han dejado traslucir, incluso por parte de la Fundación BIACS, ciertas dudas sobre su transparencia (algo que suena, más que a paradójico, a cinismo), su sostenibilidad o viabilidad.

La BIACS viene siendo un fracaso desde que nació, porque la iniciativa de unos cuantos empresarios ha secuestrado dinero público a raudales para conseguir que la nada tenga forma y que las formas no sean nada. Sin embargo, en su tercera edición hasta sus fieles seguidores se han dado cuenta de que estaba pasando algo. Quizás sea que a la suma de despropósitos iniciales se le han unido la cantidad, nada despreciable, de malas críticas, de problemas técnicos, de caídas de actividades paralelas y sedes, de asistencia de un público real que no fuera cautivo del conjunto monumental de la Alhambra o del autobús escolar.

¿Dónde está Second Life? ¿Y Al-Ándalus? ¿Por qué se suspendió la exposición que iba a tener lugar en Córdoba en vísperas de la inauguración? ¿Dónde está el espíritu crítico de la tecnología con la propia tecnología? ¿Y las actividades paralelas? ¿Habrán puesto ya a Sevilla en Google maps? Estos chistes de mal gusto se han hecho con el dinero público, enfrentando y debilitando el tejido crítico, social y artístico de la ciudad y coartando la programación del CAAC, el Centro de Arte Contemporáneo de Andalucía, que no de Sevilla.

Una exposición como la de Weibel, sin ninguna repercusión nacional o internacional, llena de cacharros frágiles, que confunde participación con control, que no cumple la más mínima calidad que pudiera permitirse el más cutre o desorientado de los centros de arte público, necesariamente ha tenido que abrirse a determinadas críticas y por parte de sus patrocinadores y responsables a algunas justificaciones, propósitos de enmienda, toma de nuevas decisiones, desde la creación de un consejo con la Fundación y las instituciones, al anuncio de pintorescas y populistas toma de acciones legales, como la denuncia a Endesa por los apagones de las máquinas desviando la responsabilidad de un montaje ineficaz.

Y quizás ésta haya sido la única bondad de la BIACS 3: que la evidencia del desastre, la evidente desproporción entre los objetivos marcados y los conseguidos ha introducido en la esfera pública y en los medios dudas sobre su rentabilidad y con ellas se ha devuelto cierta legitimidad a las voces críticas, se han suavizado las formas de reprobación y censura y se empieza a disipar el miedo a hablar.

Pensamos que el desastre de la tercera edición de la BIACS nos debe permitir reflexionar sobre las causas del mismo y, lo que es más importante, instaurar un nuevo espacio público sin exclusiones, un nuevo espacio en el que estas cuestiones, estas políticas culturales, puedan ser metódicamente debatidas, un espacio donde pueda desarrollarse un trabajo intelectual que las considere seriamente, sin que ello suponga el descrédito, las acusaciones frívolas y la persecución de quienes las cuestionan, expresan posturas críticas o han alentado la discusión.

Por eso estamos abiertos a pensar en público y con las instituciones cuál es el modelo que se está siguiendo. Volvemos a invitar a las instituciones, como ya hicimos a propósito de la primera edición, a realizar un debate y una interlocución en torno a unos puntos que hace ya cinco años señalamos. Éstos eran:

1. Realizar y presentar públicamente una detallada Memoria auditada y contrastada de lo que hasta ahora ha sido y ha supuesto la BIACS.
2. Cuestionar el modelo bienal y en concreto la BIACS, como un buen modelo para la ciudad, abriendo nuevas propuestas que superen la reproducción de estos esquemas y estereotipos.
3. Crear una estructura horizontal, participativa, democrática que defina los tiempos, modos, contenidos y ejecución presupuestaria del dinero público.
4. No aceptar la deuda contraída por los gestores y por la Fundación BIACS, única forma de garantizar el inicio de un nuevo proceso libre de intereses y de cargas.

En aquel comunicado ya decíamos algo que nos parece vigente y que hoy reproducimos:

“Nuestra invitación a introducir criterios racionales en las políticas culturales no ha sido escuchada -e incluso, como hemos dicho, ha sido perseguida y estigmatizada-.

En el tiempo prudencial transcurrido desde la aparición de nuestro Escrito Primero, no se ha dado ningún paso a la presencia de los agentes culturales de la ‘ciudad’ en la toma de decisiones, ningún acto de transparencia pública para con la ‘ciudad’, ni planteamiento ni replanteamiento de intenciones alguno, más allá de un vago ánimo a la vida artística de la ‘ciudad’”.

Nuestra apuesta sigue siendo la misma, se basa en la reunión y el fortalecimiento de los agentes culturales ciudadanos para crear debates que ayuden a definir las políticas culturales y donde la crítica esté permitida, no esté ausente ni escondida.

PRPC. Febrero de 2009

Fuente: www.e-sevilla.org

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