Carta abierta a Valentín González «El campesino»
Madrid, 21 de febrero de 1937. Compañero Valentín: No he podido estrechar tu mano antes de salir para Andalucía, y lo siento, porque ella hubiera agregado, con su energía de hierro, fortaleza a la que llevo puesta sobre los pies y el alma. Ayer anduve buscándote por las trincheras al mismo tiempo que los cañones enemigos, que te persiguen codiciosamente como a su mejor presa. Hablé con Fernando, Marquina, Rupérez y con varios de los hombres que tu trato ha endurecido hasta volverlos piedra y mármol ante la muerte siempre vecina de estos días sumergidos en sangre. Supe que andabas por el otro extremo del fuego. Me duele mucho la pérdida de José Aliaga, el comandante de veintidós años que a tu lado aprendiera heroísmo y que a tu lado acaba de caer, diciendo mientras caía junto al mismo aliento del enemigo: «¡Así se hace!». Este «¡Así se hace!» se graba en mi sentimiento de español, que ha luchado contigo por la independencia y la poesía de su pueblo, para siempre, siempre, y deseo gritar que, como José Aliaga, el recién casado con su novia y más recién casado con su muerte, hemos de aprender a caer tantos, repitiendo sus serenas palabras: «¡Así se hace!». Y nunca lo habremos hecho mejor. Estoy orgulloso, «Campesino», de que mi nombre vaya escrito entre los nombres de los hombres que te acompañan, y no quiero que lo borres de tus listas. Estoy orgulloso de haber peleado a tus órdenes con un fusil, y a ti vuelvo la memoria y la mirada para aprender a diario dignidad, generosidad, bravura, sencillez. Porque sé que lo que te digo no te halaga blandamente, sino que te hace ser con más pasión el hombre austero de siempre, te lo digo. A ti no te gusta dormir sobre laureles fáciles y sobre la fama cimentada en los altavoces. Tú no te entregarás nunca a la ciega alegría que en otros levanta un triunfo tal vez pasajero, ni a la mesa del banquete que le suele seguir. Ahora no sabes gastar tu tiempo y tu corazón más que en problemas que pueden anticipar la victoria, y solo quebrarás un sueño profundo el día que esta sea hecho glorioso y consumado. Volveré pronto y nos veremos. Tú, que eres hoy uno de los destructores principales del fascismo frente a Madrid, tal vez seas a mi vuelta uno de los principales constructores de la España que soñamos y apetecemos desde que empezáramos a trabajar sus campos poblados de injusticias y sufrimientos. Yo seré el poeta dispuesto a empuñar el fusil y a empuñar el romance cuando lo creas conveniente, dispuesto a morir a tu lado: dispuesto a que mi voz sea la que nuestro pueblo mueve sobre nuestra garganta, y dispuesto a repetir: Hombres que seguís a este hombre, por laberintos que marchan a páramos de derrota y a viñas de triunfo y palma: que sus cejas de coraje, y su frente de arrogancia, y su piel de valentía, hallen eco en vuestra cara. Con él ganaréis Castilla, con él ganaréis España, a los de la morería y a los de la canallada: ¡con él podemos ganar toda la tierra del mapa! Yo he de cantar sus proezas, yo he de romper mi garganta en alabanzas al pueblo y al hombre de sus entrañas, hasta que queden de mí los restos de una guitarra. ¡Salud, «Campesino»! |
Miguel HERNÁNDEZ. Publicado en Al-Ataque : Órgano de la 1.ª Brigada Móvil de Choque (21 de febrero de 1937) |

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