jueves, 14 de agosto de 2025

"LA CANCIÓN DEL ENEMIGO DE CLASE", BE BERTOLT BRECHT, EN EL 69 ANIVERSARIO DE SU MUERTE

En 1933, BERTOLT BRECHT escribiría "LA CANCIÓN DEL ENEMIGO DE CLASE"; versos que serían musicalizados por el antifascista alemán Hans Eisler (1898-1962). Un poema, siempre presente, y con el que se enfrenta al interclasismo y al abandono de la lucha de clases. 

A continuación, compartimos este poema, entresacado de "El Viejo Topo", del jueves, 17 de diciembre de 2015:

"LA CANCIÓN DEL ENEMIGO DE CLASE".

-I-

Cuando pequeño, fui a la escuela
y aprendí, 
lo que es mío y lo que es tuyo.
Y cuando todo se había aprendido,
me parecía que no era todo.

Y no tenía desayuno que comer,
y otros si tenían:
y así fue que sí, 
lo aprendí todo,
sobre la naturaleza del enemigo de clase.

Y aprendí, por qué y debido a qué razón,
hay un desgarrón atravesando el mundo.
Y este perdura entre nosotros, 
porque la lluvia
cae de arriba hacia abajo.

-II-

Y me dijeron: Si soy dócil,
entonces llegaré a ser como ellos.
Pero pensé: Si soy su oveja,
entonces jamás llegaré al carnicero.

Y vi más de uno de entre nosotros,
que tragó su anzuelo.
Y cuando le aconteció, 
lo que nos aconteció a ti y a mí,
entonces me extraño.

Más a mí, a mi no me extraño,
pronto descubrí su fuego:
La lluvia, así es, 
corre hacia abajo
y no corre, así es, 
hacia arriba.

-III-

Por ahí escuché que redoblaron los tambores,
y todos hablaron de eso.
Ahora deberíamos conducir guerras
por un lugarcito en el sol.

Y voces enronquecidas nos prometían
cielo, mar y tierra.
Y cabecillas gordos y grasientos
gritaron: ¡no os postréis ahora!

Y creímos: no quedan más que unas horas,
luego tendremos esto y aquello.
Pero otra vez la lluvia corría hacía abajo,
y durante cuatro años tragamos hierba.

-IV-

Y una vez de repente se escuchó:
¡Ahora proyectemos la República!
Y ahí un hombre se parecerá al otro,
sea flaco o gordo.

Y los que estaban cansados por el hambre
jamás no habían estado 
tan esperanzados.

Pero los que estaban saciados, 
porque comían,
estaban esperanzados como ellos.

Y dije: Aquí hay algo, 
que no puede ser cierto,
y estaba lleno de dudas turbadas.
Que sí, no es cierto, 
lo de la lluvia que
parece que corre, 
hacia arriba.

-V-

Nos dieron papelitos para votar,
entregamos las armas.

Nos dieron una promesa
y dimos nuestro fusil.

Y escuchamos: 
que los que saben de las cosas,
ahora nos ayudarán.
Deberíamos emprender el trabajo,
ellos harían el resto.

Entonces me dejé conmover otra vez
y me quedé quieto, 
conforme a lo pedido
y pensé: Que bueno la lluvia,
sigue queriendo, 
correr hacia arriba.

-VI-

Y poco después escuché decir,
ahora ya está todo arreglado.
Si aguantamos, 
la calamidad menor,
se nos dispensará la mayor.

Y tragamos, 
al frailuco Brüning,
para que no sea el Papen.

Y tragamos, 
al junker Papen,
puesto que de lo contrario, 
sería el turno de Schleicher.
Y el frailuco,
 cedió su puesto al junker,
y el junker lo cedió, 
al general.

Y la lluvia, 
corría hacia abajo,
corría copiosamente, 
de verdad.

-VII-

Mientras anduvimos 
con papeletas para votar,
cerraron las fábricas.

Cuando dormimos frente 
a las agencias de empleo,
que nos sellan la constancia,
les evitamos, 
la preocupación por nosotros.

Escuchamos dichos como estos:
¡Siempre tranquilo! 
¡Qué esperáis, no más!
Después de una crisis mayor
¡viene un auge mayor!

Y dije a mis colegas:
¡Así habla el enemigo de clase!
Cuando él habla, 
de buen tiempo,
se refiere a su tiempo, 
al suyo.

La lluvia no puede ir, 
hacia arriba,
aún cuando súbitamente 
tenga buenas condiciones,
para nosotros.

Lo que puede ser: 
puede acabar,
y será 
cuando brille el sol.

-VIII-

Un día los vi marchando,
detrás de nuevas banderas.
Y muchos de los nuestros dijeron:
¡No más hay que 
enemigos de clase!

Entonces vi, 
encabezándolos,
jetas que ya conocía,
y escuché voces, 
berreando,
en el antiguo tono del sargento.

Y tranquilo, 
entre banderas y fiestas,
corría la lluvia noche y día.

Y cada uno, 
que estaba acosado en la calle,
podía sentirla.

-IX-

Se entrenaban con aplicación, 
para tirar,
y hablaban ruidosamente 
del enemigo...

y señalaban furiosamente 
más allá de la frontera.

Y es que se referían a nosotros.
Pues nosotros y ellos, 
somos enemigos
en una guerra, 
en que solo gana uno.

Pues viven de nosotros, 
y revientan
si no somos más sus esclavos.

Y es por esto también que,
no debáis extrañaros,
cuando se echan sobre nosotros, 
como la lluvia
se echa sobre el suelo.

-X-

Y ese de entre nosotros, 
que falleció de hambre,
que cayó en una batalla.

Y ese de entre nosotros, 
que murió,
ha sido asesinado.

Que recogieron con sus soldados,
tener hambre, 
no le agradó.

Al que le rompieron, 
la mandíbula a patadas,
había pedido pan.

Al que habían prometido el pan,
ahora le dan caza.

Y al que traen en el ataúd de zinc,
porque dijo la verdad.

Y ese que entonces 
les daba confianza
cuando pretendían ser sus amigos,
lo que así imaginó
era que la lluvia 
corría hacia arriba.

-XI-

Ya que somos enemigos de clase,
sea lo que sea, 
lo que nos digan:
Ése de entre nosotros, 
que no se atrevía a luchar,
pero se atrevía a morir de hambre.
¡Somos enemigos de clase, tamborilero!

Este, ¡tu soniquete no lo tapa!
Empresario, general y junker
nuestro enemigo 
¡eres tú!

¡Por esto, nada será inmovible,
porque nada ahí,
será arreglado!

La lluvia no corre, 
hacia arriba,
¡pues no se le exige tal cosa!

-XII-

Por más 
que tu pintor retoque,
¡no va a tapar el desgarrón!
Uno de los dos perdura, 
y el otro debe dejar su lugar,
o yo, o tú.

Y sea como sea, 
aprenderé,
pues este sigue siendo, 
el abecé:

¡Jamás nada tendré de común,
con las tramas del enemigo de clase!

No se encontrará 
la palabra,
que un día nos pegue a ambos.

¡La lluvia 
corre de arriba hacia abajo.
Y tú eres mi enemigo de clase!

Bertolt BRECHT, 1933".
 
Fuente: Amistad Hispano-Soviética 

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