"En el vestíbulo de acceso a la estación Sarrià de los Ferrocarriles de la Generalitat de Catalunya, donde están las barreras de pago, las paredes están recubiertas por mosaicos que diseñó en 1976 el inclasificable artista gerundense Lluís Bosch Martí con la colaboración de los ceramistas Joaquim Monsalvatge y Jaume Toldrà. Cada uno de los tres plafones está formado por piezas cuadradas de cerámica: doce de alto por veinte de ancho. Ocupan desde el suelo hasta el techo, lo que obligó, para ajustarlos a la altura exacta, a recortar toda una hilera de piezas, situada no en un extremo sino en medio, con un resultado claramente mutilador.
Es una obra que es necesario situar en el contexto del año de realización, de la filosofía del autor y la lamentable experiencia en que se vio sumergido unos años antes, cuando un grupo de ultraderechistas asaltó de noche la iglesia del pueblo bajoampurdanés de Palau-Sator y destruyó el polémico mural que Bosch Martí había pintado en el ábside. En este mural, a la derecha e izquierda del Cristo en la cruz, salían los rostros de Fidel Castro, el Che Guevara, Juan XXIII, Kennedy, Gandhi, Martin L. King, Camilo Torres, Teilhard de Chardin, Pasteur y otras figuras históricas, entre las que tampoco no faltaban las de carácter negativo, como Hitler, monarcas absolutistas o el Santo Oficio. En la parte inferior había payeses del Ampurdán trabajando al lado de mujeres del Tercer Mundo, y en la parte superior personajes de la historia, la cultura y la vida religiosa catalanas. El mural se pintó en otoño de 1968 y la destrucción tuvo lugar el 4 de febrero de 1969 tras agredir violentamente al pintor y al rector de la parroquia, Nicolau Moncunill. Tanto la realización de la obra como su destrucción tuvieron un amplio eco en la prensa de la época y seguramente esto influyó en la valiente decisión que tomó en el año 1975, en los meses finales del franquismo, el ingeniero Ramon de Clascar, entonces director de las obras de cobertura de la estación Sarrià, incluidas dentro del polémico proyecto de prolongación de la línea hasta la estación Reina Elisenda. Clascar, casado con una gerundense, conocía los hechos de Palau-Sator y encargó a Lluís Bosch Martí unos murales para decorar el vestíbulo de la nueva estación sarrianense. Era una manera de compensar el encargo hecho para decorar las paredes de los andenes de la misma estación a Ángel Orensanz, hoy relevante figura de la vanguardia artística internacional y por entonces un joven artista que comenzaba su carrera gracias a los encargos que le llovían por medio de sus consistentes relaciones con figuras decisivas del poder político. Lluís Bosch Martí aceptó el encargo e hizo unos bocetos en plafones sobre madera, pero finalmente se decidió que la obra se realizaría en cerámica. Entonces se tomaron fotografías a color de los grandes plafones de madera y a partir de ellas trabajaron en su taller de Cerdanyola los ceramistas Jaume Toldrà y Kim Monsalvatge, que fueron los que realizaron efectivamente la obra a partir de los dibujos de Bosch Martí, que conserva los originales sobre madera en su estudio de Girona. Estos bocetos sobre madera se expusieron en la regiduría del Distrito de Sarrià en la primavera de 1976 y fueron visitados por el alcalde Viola. Bosch Martí bautizó su obra Cosmologia Catalana. El primer mural, situado en una pared lateral, se titula “Els origens” y representa algunos momentos de la historia de la humanidad, con la creación del mundo, Adán y Eva, como origen noble de la condición humana, y una carrera de toros y unos guerreros como representación de la brutalidad. Los bustos de Bernat Metge, Joanot Martorell, Ramon Muntaner y Ausias March quieren simbolizar la creatividad, los derechos y el autogobierno. El plafón frontal, titulado “La sardana còsmica vers les galàxies” representa un corro de sardanistas y, debajo, los bustos de Rabindranath Tagore, Miguel Hernández, J.V. Foix, Salvador Espriu, Antonio Machado y Pablo Neruda, como símbolo “del gran moment de reconciliació i d’esperances col·lectives que viu el nostre país” (del gran momento de reconciliación y de esperanzas colectivas que vive nuestro país), según manifestó el artista en una entrevista. Es necesario no olvidar que la obra se realizaba en los meses inmediatamente posteriores a la muerte de Franco. Como telón de fondo, símbolos cósmicos. La figura de Foix fue especialmente incluida por su vecindario sarrianense. El otro plafón lateral está dominado por la silueta del templo barcelonés de la Sagrada Família y, se titula “El poble treballador com a eix de la història” (El pueblo trabajador como eje de la historia). A los pies del templo hay representaciones simbólicas de la Industria y la Agricultura y unos rostros que aluden “als paradisos perduts de les minories ètniques, en perill d’extinció front a la immensa maquinària tecnològica, industrial i burocràtica repressiva del món modern” (A los paraísos perdidos de las minorías étnicas, en peligro de extinción frente a la inmensa maquinaria tecnológica, industrial y burocrática represiva del mundo moderno), según palabras del artista. La inauguración oficial de la obra se hizo el 2 de octubre de 1976, dentro de los actos de la fiesta mayor de Sarrià, al mismo tiempo que se inauguraba la estación y la prolongación de la línea ferroviaria hasta la nueva estación de Reina Elisenda. Estuvieron presentes en el acto el gobernador civil, Salvador Sánchez-Terán, el alcalde, Joaquim Viola, y el conde de Godó. Las obras de cobertura de la estación de Sarrià supusieron la prolongación de la Vía Augusta desde la calle de Vergós hasta el Paseo de la Bonanova.
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Jaume Fabre, Josep M. Huertas |
Fuente: Redescubriendo Barcelona y más allá 2
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