jueves, 5 de agosto de 2021

"CANCIÓN DEL HOMBRE NUEVO", OBRA DE SALVADOR BACARISSE SOBRE POEMA DE RAFAEL ALBERTI, EN EL 58 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL COMPOSITOR COMUNISTA

Salvador Bacarisse nace el 12 de septiembre de 1898 en el barrio Centro de Madrid, hijo del comerciante francés Sauveur Bacarisse Irigoin y de la zaragozana Paulina Chinoria y Calvo. Su situación económica le permite estudios superiores. Tras el bachillerato se matricula a petición de su padre en la Universidad Complutense de Madrid para estudiar Derecho y Filosofía y Letras. Al mismo tiempo estudia en el Conservatorio Superior de Madrid piano con Manuel Fernández Alberdi y armonía y composición con Conrado del Campo. En 1916, Bacarisse se licencia en la Universidad y se gradúa en el Conservatorio. Bacarisse fue miembro del Grupo de los Ocho (fundado siguiendo el modelo del grupo francés de Les Six para combatir el conservadurismo musical). En 1923 ganó el I Concurso Nacional de Música con su poema sinfónico La nave de Ulises para coro femenino. Ayudó a promover la música contemporánea como director artístico de la Unión Radio (1926-1936). También formó parte de la Junta de Música y Teatros Líricos (1931) y desde este mismo año fue crítico musical en la prensa madrileña.

Durante la Guerra Civil española se trasladó siguiendo al gobierno republicano a Valencia y Barcelona y en esta última ciudad fue delegado del gobierno en asuntos musicales, organizando algunos conciertos y temporadas de ópera. Fue afiliado al Partido Comunista de España, formando parte de la Alianza de Intelectuales Antifascistas junto con otros miembros de la cultura republicana de izquierdas, comprometidos con ese bando bien de forma intelectual, con escritos, manifiestos y revistas, tomando muchos de ellos carácter de propaganda; bien de forma real, combatiendo en el frente. En 1939 se exilió en París, rechazando la dictadura de Franco, y desde 1945 hasta su muerte trabajó para la Radiodiffusion-Télévision Française como productor de programas en español para Hispanoamérica. En 1956 ingresó en la Société des Auteurs et Compositeurs Dramatiques y un año después en la Société pour l’Administration du Droit de Reproduction Mécanique des Auteurs, Compositeurs et Éditeurs.

Bacarisse fue un compositor muy fecundo para conjuntos de cámara, ópera (incluidas Charlot [1933] y El tesoro de Boabdil, con la que ganó un premio de la radio francesa en 1958), y obras orquestales, entre las que se encuentran dos conciertos para piano y uno para violín. Entre sus obras figura una Balada para piano y orquesta; Fantasía para violín y orquesta y un Concierto para cello, así como música para piano solo y un cierto número de canciones sobre textos de Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti y Luis Cernuda, entre otros. 

Una de ellas es la Canción del hombre nuevo con la que defiende su ideal de una sociedad unitaria integrada por "hombres nuevos, cantando", según dice el texto de la Canción 37 de Rafael Alberti, puesta en música por Bacarisse pocos meses antes de morir. Dejando de lado sus muestras de apoyo al Partido Comunista, su pensamiento, exteriorizado en numerosas ocasiones, evidencia que antes que nada se sentía músico, cuyo menester era, en sintonía con lo declarado en el Manifiesto Antifascista, estar "al servicio del hombre, de lo más alto y noble del hombre, por encima de los partidos y de la propaganda interesada". Desde aquí se entiende su fervoroso afán, fomentado en el exilio, de escribir música asequible para la gran masa de oyentes que no sea reservada exclusivamente a unos pocos entendidos, lo cual refleja su enorme capacidad humana que se fue perfilando con el paso de los arios a consecuencia de las experiencias vividas como desterrado en el extranjero, las que parecen haber mitigado su carácter.

Rafael Alberti: Canción 37

Creemos el hombre nuevo
cantando.

El hombre nuevo de España,
cantando.

El hombre nuevo del mundo,
cantando.

Canto esta noche de estrellas
en que estoy solo, desterrado.

Pero en la tierra no hay nadie
que esté solo si está cantando.

Al árbol lo acompañan las hojas,
y si está seco ya no es árbol.

Al pájaro, el viento, las nubes,
y si está mudo ya no es pájaro.

Al mar lo acompañan las olas
y su canto alegre los barcos.

Al fuego, la llama, las chispas
y hasta las sombras cuando es alto.

Nada hay solitario en la tierra.
Creemos el hombre nuevo cantando.

Baladas y canciones del Paraná (1954)

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