Angela Davis es una adolescente cuando comienza a hacerse esta y otras preguntas. Por entonces, vive en el barrio de Dynamite Hill, en Birmingham (Alabama), donde el KuKluxKlan coloca bombas frente a las casas de las familias negras para obligarlas a abandonar sus hogares.
El libro nos acerca a la vida de uno de los iconos del feminismo y una de las figuras más emblemáticas de la lucha contra el racismo y en pro de la igualdad en Estados Unidos. Se centra, especialmente, en el activismo político de Angela Davis durante los años 60 en Los Ángeles.
Angela Davis, la activista dibujada
«Cada vez que aceptamos una injusticia entregamos un pedazo de nuestra dignidad a aquellos que por racismo, siempre nos han tenido divididos y segregados. No podemos hacer excepciones o distinciones: debemos pedir en voz alta aquello que nos pertenece. Debemos derrotar al racismo como método de represión»
Célebre resulta esta mujer luchadora, negra y reivindicándose del comunismo, de la administración común de los bines comunes. Decir su nombre va unido con la lucha constante contra el racismo, por los derechos de las mujeres y por la emancipación que suponga la organización en común de la sociedad. Su presencia como activista brilla en diferentes esferas: la de la lucha en la calle, y en otros foros, como las aulas universitarias, sus libros y sus viajes por todo el mundo dando a conocer la lucha de sus hermanas y hermanos.
De la mano de Mariapaola Pesce y Mel Zohar la vemos en acción en los años bisagra entre los sesenta y setenta del siglo pasado en la novela gráfica que lleva su nombre: «Angela Davis», publicado por La otra h.
Conocemos a través de las viñetas de significativos y explícitos dibujos, el humus en el que comenzó a nacer su conciencia rebelde y resistente, en una adolescencia que era testigo de las tropelías incendiarias del Ku Kux Klan; entramos a las reuniones en las que se reúnen quienes luchan contra la discriminación que sufren los negros, y los intentos de unión de fuerzas, los Black Panters asoman como una de las fuerzas a unir, que de manera permanente propone Angela Davis; sus posturas chocan en el seno de sus propios compañeros, masculinos, al tener que combatir algunas posturas que consideran que la labor de las mujeres ha de reducirse a apoyar la lucha de sus compañeros, considerando que el protagonismo de éstas no hacía sino usurpar lo que a ellos correspondía. Junto a este combate se da otro que postula la mujer de la que hablamos, el evitar los enfrentamientos violentos con los enemigos, ya que esto les haría convertirse en iguales que ellos, además de que teniendo en cuenta la correlación de fuerzas, conduciría siempre a la derrota; no se ocultan los problemas que supuso tanto en el seno de sus iguales como en el de las fuerzas alineadas con el orden segregacionista, sus declaraciones a favor del comunismo, que servían a estos últimos para denigrarla como si de una apestada peligrosa se tratase, mientras que sembraba la desconfianza entre algunos compañeros de lucha. Igualmente se ve la creciente importancia y liderazgo que va adquiriendo Angela Davis, lo que a regañadientes por parte de algunos anteriormente nombrados, va imponiéndose y siendo aceptado, pero es que, como lo dejan ver los consejos que algunas camaradas le dan y a los que hacía caso omiso, ella no descansaba, se apuntaba a todas las responsabilidades y tareas del grupo, dando la impresión de que no dormía sino que siempre estaba vigilante, al pie del cañón.
A lo largo de las expresivas páginas la vemos en prisión, varias veces, debido a acusaciones infundadas, padeciendo un trato repleto de imposiciones y desaires por parte de unas celosas y estrictas funcionarias; la vemos viajando a Cuba y a otros lugares, con problemas, digamos que administrativos, en algún paso de fronteras. Junto a estos aspectos centrados en su persona, inseparable del grupo que con ella se reúne en la célula Che-Lumumba, somos puestos al corriente del escenario en el que se desarrolla la actividad: una discriminación cerril hacia los negros, que sufren el maltrato, ese sí indiscriminado, de los agentes del orden que no frenan a la hora de golpear a los manifestantes que exigen sus derechos. Esta violencia se traduce en varias muertes que salpican el texto: la de Martin Luther King, la de George Jackson y la de varios detenidos en la prisión de Soledad.
El recorrido se termina con una entrevista realizada en Roma en 2019, en la que Angela Davis declara que aunque su vida pueda parecer una novela, no hace sino reflejar la verdad acerca de una entrega a la lucha política y social por la emancipación, confiesa su admiración por su madre y las otras madres, y más en concreto por una bella mujer llamada Hattie y por quien desató en ella el interés por la filosofía, Herbert Marcuse; reafirmando que la lucha ha de continuar ya que las injusticias siguen mostrando su rostro flagrante, con la esperanza constante en que este mundo puede ser cambiado.
Iñaki Urdanibia
Fuente: Kaos en la red
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