Jean Tinguely, nacido en Friburgo (Suiza) en 1925 y convertido del catolicismo al comunismo a una edad temprana, también estuvo cerca de un círculo anarquista en Basilea. Las alusiones a esto se pueden encontrar en muchas de sus obras, esculturas cinéticas hechas a partir de piezas de desecho que son impulsadas por un mecanismo extraño y que pueden moverse, generar sonidos o incluso dibujar.
Tinguely amaba el mundo de las máquinas ya que su padre era un operario de
fabrica y desde muy pequeño él estaba acostumbrado a ese mundo. En el artista suizo se puede
encontrar un "doble mensaje" respecto a las máquinas y a la
industrialización: denuncia los "excesos de la sociedad de consumo"
mientras reivindica la "humanidad" de esas máquinas.
Una muestra de esta humanización bien pueden ser algunas de sus
obras más tardías, de la década de los ochenta, como las que dedicó a los filósofos, entre ellos Friedrich Engels,
en las que Tinguely (1925-1991) reflejó su afición por la filosofía
en unas obras caracterizadas por el movimiento.
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