La Deutsche Sinfonía de Eisler: un himno contra el totalitarismo.
Eisler nació en el seno
de una familia judío-protestante de Leipzig en 1898, su padre siendo maestro de
filosofía. Mientras era aún un infante, su familia se mudó a Viena. Dada la
profesión de su padre, Hanns y sus hermanos estuvieron altamente politizados
desde temprana edad; casi todos ellos estuvieron involucrados en la política
liberal o de izquierdas, siendo miembros de partidos comunistas e incluso
agentes, si bien ellos acabaron trabajando para bandos opuestos durante la
Guerra Fría: Su hermano Gerhardt terminó siendo un inquisidor de varios
partidos comunistas y su hermana Ruth, quien se había desencantado del
comunismo totalitario, laboraba como contraespía para el servicio secreto
estadounidense. Hanns debió ser el más sensato de los tres, quizás porque tal y
como Polanski lo sugiere en su aclamado filme El Pianista, los músicos no son
buenos conspiradores. Hanns experimentó de primera mano la carnicería de los
campos de batalla en la 1GM, resultando herido más de una vez en combate. No
iniciaría su carrera musical sino hasta 1919 bajo la tutoría de nadie menos que
Arnold Schoenberg. Él le enseñaría su recién inventada técnica dodecafónica en
la que todas las notas tienen el mismo valor y mismas que durante una serie, no
pueden aparecer más de una vez. Muchas de sus primeras composiciones poseen
dichos procedimientos; mismos que Eisler aislaría o escondería en sus
composiciones al notas que la música “funcional” era más efectiva al llevar sus
mensajes al pueblo. En 1925 se mudó a Berlín como maestro de composición con el
fin de experimentar aquél venturoso pero breve ensayo democrático llamado
República de Weimar (1919-1933). En aquellos días, Eisler fue muy solicitado
para escribir música dedicada a desfiles de obreros y coros populares, de igual
forma siendo columnista en el diario de izquierdas “Die Rote Fahne”(La bandera
roja). En 1928, comenzaría una larga colaboración con Berthold Brecht, uno de
los dramaturgos más importantes de Alemania y quien ya había colaborado antes
con Kurt Weill, ya entonces apodado “El Verdi de los marginados”. No obstante,
la historia no estaría de su lado al surgir, de las sombras y del caos
democrático, un régimen totalitario. Mientras que Hitler y sus hombres
comenzaban a conquistar Alemania de manera ideológica, Brecht y Eisler se embarcaron
en el estreno de su película anti-Nazi titulada “Estómago vacío”; misma que
concluía con el himno Solidaridad de Eisler, prontamente convertido en un canto
de batalla. Tal y como era de esperarse, a ambos artistas se les prohibió el
retorno a Alemania mientras realizaban
una gira en Checoslovaquia en 1933 y sus obras fueron puestas en la infame
lista negra del “arte degenerado”. Eisler entonces comenzó un largo viaje por
Europa disfrutando lecciones ideológicas en Moscú, ayudando a tropas
republicanas en España y regocijándose en cafés bohemios de París antes de
instalarse en 1937 en EUA, sitio donde trabajó como compositor de películas.
Durante su exilio, nunca detuvo su actividad política al escribir artículos
ideológicos sobre la resistencia y obras musicales como su Deutsche Sinfonie, la cual es un himno contra el totalitarismo.
Compuesta entre 1935
y 1947, la sinfonía es heredera de las sinfonías-universo de Mahler,
amalgamando oratorio con sinfonía, secciones corales y orquestales; poniendo
canciones al lado de fugas, poemas junto a declaraciones, dodecafonicsmo y
vanguardismo al lado de ideas populares… La obra fue completada al terminar el
exilio de Eisler, del cual regresó en 1948 a Alemania Oriental tras ser acosado
y deportado durante la purga macartista en EUA, dirigida a todo aquel que
profesara simpatías hacia la izquierda. Le tomó a Eisler otros diez años para
estrenar su obra ya que la burocracia cultural de Alemania Oriental era similar
a la de la URSS. Sus diferencias con las autoridades de la RDA eran tales que
en 1953 le cancelaron un libreto de una ópera presentando a Fausto como un
renegado. La sinfonía fue estrenada en 1959 y si bien Brecht había provisto los
poemas, no pudo ver su obra conjunta terminada al haber muerto tres años antes.
La obra requiere de una orquesta mediana con tres solistas adicionales
(mezzosoprano, barítono y bajo), dos recitantes y coro mixto.
Su Präludium inicial comienza con
sonoridades oscuras para las cuerdas, gradualmente acompañadas por trompetas.
Un corno llama y empieza una serie que realiza líneas contrapunteadas. El coro
entra susurrando “¡Oh, Alemania, madre pálida! ¿Cómo yaces profanada en la
sangre de tus mejore hijos?” en coloraciones opacas y transformaciones
contrapuntísticas; esto conlleva a un interludio orquestal en el que la
Internacional suena en los metales y las percusiones. El ambiente inicial
regresa para introducir el segundo movimiento, un poema recordando a Los luchadores en los campos de
concentración. La mezzosoprano lleva ahora la voz mientras cuenta los
horrores de la desesperación, la reclusión, el aislamiento y la muerte de
dichos lugares: “[ellos yacen] Sujetos a la brutalidad, a la tortura,
desaparecidos e incorregibles”. Entonces el coro entra y ensalza su coraje “Ni
las golpizas, ni las ejecuciones pudieron detener su causa justa” mientras las
sonoridades suben en crescendos y unidas por las fuerzas orquestales. La
mezzosoprano anuncia de nuevo en palabras fuertes “ustedes son y siempre serán
los verdaderos líderes de Alemania”. Este movimiento quizás tuvo repercusiones
sobre Eisler ya que al ser tanto judío como comunista, al haber permanecido en
Alemania en aquél entonces lo más seguro es que habría sido ejecutado de
inmediato. El tercer movimiento se titula Estudio
para Orquesta, el cual es en verdad un veloz scherzo. Las cuerdas entran y
son constantemente interrumpidas por los alientos y metales, siempre plagados
de insistentes golpes en las percusiones. El pequeño trío central posee una
melodía para trompeta sola que imitara el sonido del clarín, mismo que se
transforma en una danza de cabaret. El cuarto movimiento se titula En Potsdam “bajo los robles” sobre un
poema basado en repeticiones: éste a su vez está basado en una nota roja de la
1GM: habla sobre el asalto al funeral de un joven comunista que fue a la guerra
bajo “los influjos y los trucos de la Patria”. El barítono aquí toma el rol
inicial y su constante canto nos habla de ideas como un ataúd con la frase
“listo para vida eterna de los héroes” o las “hojas de roble” en su carcaza.
Las voces femeninas del coro son usadas en contraste con la profunda voz del
solista. El movimiento termina con una feroz descripción orquestal del asalto
policiaco final. El quinto poema se intitula Sonnenburg, el cual era un campo de concentración que se convirtió
exclusivamente en prisión para activistas políticos. La mezzo y el barítono son
clave para contar aquí la historia de “guardias y prisioneros llevados a la
hambruna”, mismos que incluso en visitas de Hitler serían obedientes “ofreciendo
nada más que sus manos vacías”. El sexto movimiento es un Intermezzo que sirve de Adagio. Un lied para viola y trompeta abre su carácter seco y serial,
siendo acompañados por el chelo. Pronto también se une el clarinete, avanzando
progresivamente pero silenciosamente junto con las cuerdas. Esto pronto se
vuelve una procesión fúnebre para los alientos y las cuerdas, mismo que es
invadido por el sonido e instrumentación más densa, a veces acelerando su
velocidad, a veces disminuyéndola. El movimiento cierra silenciosamente como
abrió, dando paso al núcleo de la sinfonía.
Este se compone de
tres cantatas que ensalzan las figuras de los intelectuales insurrectos, los
campesinos y finalmente los obreros. En la primera cantata asistimos al Entierro de un “buscapleitos” en un ataúd de
zinc, en otras palabras, un intelectual usado de chivo expiatorio. La
oscura y poderosa voz del bajo sirve para contar su historia, mientras que la
gente lanza continuas imprecaciones con los metales al gritar: “¡Entiérrenlo,
entiérrenlo ya!” Ciertamente se trataba de un intelectual que insistía que
todos deberían alzarse juntos “hasta que las cosas mejoraran para todos”, quien
exigía una vida digna y solidaridad para los oprimidos; por éste crimen él fue
condenado a morir y a ser puesto “en un ataúd de zinc” junto con sus iguales
”por toda la eternidad”. La segunda es la Cantata
Campesina en la que se habla de las tribulaciones de los campesinos. Aquí
figuran temas como el ateísmo (básico en la doctrina comunista) y la sumisión
hacia las clases dominantes o las fuerzas de la naturaleza. La primera sección
cuestiona la voluntad divina usando el clima adverso como ejemplo, mismo dilema
hallado en las filosofías absurdas y existencialistas contemporáneas a la obra
y que debaten sobre la indiferencia de los órdenes natural y divino ante la
seguridad o el sufrimiento humano. También encontramos este cuestionamiento en
la segunda sección en las que el coro clama “¿Acaso le importamos a Dios? o “El
hombre nunca está seguro”. A esto sigue
un interludio orquestal con un solo para violín y un sprechsgesang sobre
“aquellos que quieren imponer la civilización”, criticando a los generales y
terratenientes. Este movimiento concluye con una canción popular en el que se
implora un alzamiento campesino a “no
dejarse doblegar por aquella vida y mejor a resistir”. La tercera y última de estas es la Cantata Obrera, misma que trata con la
historia de Alemania desde Prusia hasta Hitler. Esta abre con cuerdas y
alientos muy fatigados. La mezzo comienza este largo recitativo de la lucha de
clases en como la educación ordena a respetar la propiedad antes que al ser
humano, en cómo el mundo “injustamente se divide en dos” y en cómo “el pobre es
cordero para matadero”. Una marcha
militar indica que la guerra se aproxima: el barítono cuenta las injusticias y
el sufrimiento provocados por los oficiales gritando órdenes o de “los cuatro
años que comimos mugre en el frente”. La
música de guerra se disipa y una república surge donde todos parecieran ser iguales
en derechos y oportunidades, introducida por el coro. Las fallas de la
república yacen, según Eisler y Brecht, en hacer que el capitalismo no funcione
para los obreros. Solistas y coro se unen, como en aparente república, contando
en como falsamente habían creído en Brüning (iglesia), von Papen (política) and
Schleicher (militares) solo para ver “el diluvio caer sobre ellos”, siendo esto
la caís de la república. Finalmente, un día “se vio pasar a la gente agitando
banderas nuevas y proclamando que la enemistad de clases había muerto”: Los
Nazis toman el poder en una masiva y amenazante marcha “señalando al Enemigo
más allá de las fronteras; dejando morir al hambriento; silenciando al
insurrecto y ejecutando a los hombres con consciencia”. Esto es concluido por
un enorme canto llevado por el coro contra Hitler y los tiranos de su clase,
fueran estos capitalistas, fascistas o incluso comunistas “Peleamos ustedes
enemigos de la clase; ya sean Generales, Capitalistas o Nobles, ¡nuestros
enemigos son ustedes!” Esta declaración del poder proletario se concluye por un
largo Allegro orquestal. Éste
comienza en las cuerdas y los metales, aproximándose al desarrollo musical
contemporáneo propuesto por Karl Amadeus Hartmann en sus dos sinfonías finales.
Eisler llama gradualmente a más instrumentos como metales y cuerdas para
agregar dramatismo al desarrollo musical continuo. Una sección más lente
comienza en los alientos y cuerdas que gana sonido intermitentemente. Este
desarrollo fugal se reproduce gracias a los cuernos y las percusiones, que
introducen la primera aparición del xilófono, cada vez proponiendo series
musicales en vez de melodías, mismas que se rebelan ante las secciones
tranquilas propuestas por los alientos. Un lied para violín, chelo y clarinetes
comienza una fuga final, siempre permaneciendo dodecafónica y desafiante, la
cual se funde en un gran final para toda la orquesta. Un corto pero conciso
epilogo final para mezzosoprano y coro sirve como coda en las palabras “mirad a
nuestros hijos, paralizados y ensangrentados, libres de su frígida prisión”.
Una nación se alzará de sus cenizas dentro de poco.
¿Alemania se alzaría
como una nueva y poderosa nación? Sí, pero le tomó un largo tiempo. Mientras
Eisler aún vivía, la nación se separó en dos tras su derrota en la 2GM: dos
tercios bajo dominio británico, francés y estadounidense y el otro bajo dominio
de la URSS. Como resultado, la nación pronto experimentó un cisma ideológico
que pronto tuvo consecuencias geográficas: entre 1948 y 1949, nacieron una Alemania
Occidental capitalista y una Alemania Oriental comunista. Eisler vivió
felizmente bajo el régimen comunista, incluso compuso el himno nacional, pero
tal y como lo vimos esto terminaría al encontrarse con sus barreras ideológicas
y burocráticas. No obstante, siguió ostentando posiciones estatales y prestigio
en las dos Alemanias, tanto así que hoy en día la Academia musical de Berlín
posee aún su nombre, por ejemplo. Al morir en 1962, Eisler dejó su nación en el
zenit de la división ideológica de la Guerra Fría: Berlín, ciudad que había
quedado libre, sucumbió a la separación y se volvió símbolo del estado mundial.
Tomó 28 reunificar la ciudad y el país; cuando aquello ocurrió, la mitad de
éste era parte de la Unión Europea y la otra mitad aún se hallaba atrasada tres
décadas social y económicamente. No obstante, no le tomó mucho tiempo al pueblo
alemán restaurarse al poderío económico que poseía antes de la 1GM e incluso
más allá: Hoy en día, Alemania es la nación más próspera de Europa,
comprometida con la paz entre sus vecinos (¡al menos!) y se ha vuelto el líder
mundial incontestable en la producción de energías renovables.
Sebastián Rodríguez Mayén.
Fuente: Musical Histories
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