martes, 28 de febrero de 2017
"ANDALUCÍA LA QUE DIVIERTE", CANTADA POR PEPE SUERO Y POR REINCIDENTES
"Andalucía la que divierte", versión de la canción de Pepe Suero, que abre el disco "Canciones para no olvidar" de Reincidentes
Andalucía la que divierte
Grabao a fuego lleva un puñal
De yunques viejos que la dirigen
Y la enseñaron siempre a rezar.
Andalucía de pueblos llanos
De rubios trigos y limpia sal,
Tiene la pena de sus poetas
Los que murieron y morirán
(Petenera)
Hasta el aire que respiro
Me han llegao a mí a quitar
Ábreme la puerta mare
Que me voy a esangrar
Andalucía la que divierte
Tiene siglos de resignación
Y vende penas a los señores
Que compran risas por su dolor
Andalucía, Andalucía
Zapatos nuevos
Y olivo en flor,
Y tierras muertas
Siempre pisadas
Por el caballo
De un gran señor.
"Andalucía la que divierte", de Pepe Suero
lunes, 27 de febrero de 2017
MUNDO OBRERO RADIO INICIA SU CAMPAÑA DE CROWFUNDING
UNA RADIO PARA LA MAYORÍA SOCIAL
Mundo Obrero Radio tiene como objetivo poner en marcha un medio de comunicación alternativo para la difusión de la información que reclama la sociedad y la mayoría social que aspira a una vida digna.
(Madrid, 15 de febrero). Mundo Obrero y la Asociación Radio Comuna trabajan para crear una radio por internet y para poder poner en marcha el proyecto, inician hoy una campaña de Crowfunding. Esta se va a realizar bajo la plataforma de micro-mecenazgo Goteo.org y tiene el objetivo de recaudar 13.250 € para el inicio del proyecto y realizar la necesaria inversión en material, adecuación del local y mantenimiento, entre otras cosas.
“Mundo Obrero Radio Mundo nace para generar y trasmitir otra información y para que la mayoría social adquiera el poder de contrarrestar lo que hoy se considera el poder y no solo mediático”, explican los promotores. “Hemos optado por una radio por Internet pensando en una emisora de potencial bastante amplio, dirigida a la generalidad de la audiencia, y a una parte muy importante de la sociedad, a la mayoría social que aspira a una vida digna, por ser un medio de recepción inmediata”. Por ello, dicen, van a aprovechar estas cualidades de la radio, para la difusión de la información que reclama la sociedad, a la vez que habilitar espacios de mensajes cercanos a los movimientos sociales.
Mundo Obrero Radio es un proyecto abierto en el que puede participar toda persona interesada en el cambio político y social a favor de la mayoría social y de una vida digna. Es un proyecto promovido por la Asociación Radio Comuna y la publicación Mundo Obrero con más de 85 años de historia y sobrada experiencia de quienes ya vienen del periodismo alternativo en proyectos de radio, prensa escrita y digital. Un grupo de personas independientes de los grupos económicos de este país y eso lleva a solicitar la ayuda de la sociedad para poner en marcha este bonito y necesario proyecto.
Las formas de colaboración pueden ser varias, realizando la aportación económica a través de la Plataforma Goteo.org, convirtiéndose en difusor o difusora de la campaña de micro mecenazgo, aportando materiales para el proyecto o implicándose directamente en el desarrollo del proyecto en cualquiera de sus funciones, como locutor o locutora, redactor o redactora, técnico de sonido y en cualquier otra en la que te puedas considerar útil.
La realización de la aportación económica es desgravable en la declaración de la Renta.
Colaborar es fácil, para ello sólo hay que contactar con Mundo Obrero Radio a través de la página de Facebook, en el correo electrónico mo_radio@mundoobrero.es o llamando al teléfono 913004969 e indicar de qué forma se desea colaborar.
“Mundo Obrero Radio Mundo nace para generar y trasmitir otra información y para que la mayoría social adquiera el poder de contrarrestar lo que hoy se considera el poder y no solo mediático”, explican los promotores. “Hemos optado por una radio por Internet pensando en una emisora de potencial bastante amplio, dirigida a la generalidad de la audiencia, y a una parte muy importante de la sociedad, a la mayoría social que aspira a una vida digna, por ser un medio de recepción inmediata”. Por ello, dicen, van a aprovechar estas cualidades de la radio, para la difusión de la información que reclama la sociedad, a la vez que habilitar espacios de mensajes cercanos a los movimientos sociales.
Mundo Obrero Radio es un proyecto abierto en el que puede participar toda persona interesada en el cambio político y social a favor de la mayoría social y de una vida digna. Es un proyecto promovido por la Asociación Radio Comuna y la publicación Mundo Obrero con más de 85 años de historia y sobrada experiencia de quienes ya vienen del periodismo alternativo en proyectos de radio, prensa escrita y digital. Un grupo de personas independientes de los grupos económicos de este país y eso lleva a solicitar la ayuda de la sociedad para poner en marcha este bonito y necesario proyecto.
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domingo, 26 de febrero de 2017
"EL ENTREPUENTE", DEL FOTÓGRAFO ALFRED STIEGLITZ
El entrepuente // The steerage
Alfred Stieglitz
1907
335 mm x 264 mm
Museo de Arte Moderno de Nueva York
Muy probablemente la primera vez que se usa la fotografía como “arma” con intención de documentar un contexto de desigualdad social es, a nuestro juicio, con el americano Alfred Steiglitz. Fue, sin duda, uno de los principales fotógrafos de la historia, precursor de un nuevo lenguaje fotográfico e impulsor de los movimientos de vanguardia, que había conocido trabajando en París con varios de los artistas que los integraban. En su famosa pieza titulada The Steerage (1907), Stieglitz usa por primera vez la fotografía como denuncia explícita de una situación social. A saber: en uno de los barcos transoceánicos de la época, las clases adineradas viajaban en primera clase y los emigrantes que iban a América buscando un futuro digno, viajaban en la bodega. El plano paralelo de la fotografía representa a los primeros en la parte superior, embarcando con sombreros y pamelas, contemplando el mar y haciendo negocios. Los otros, abajo, se muestran con maletas de cartón y harapos tendidos al sol, gallinas en jaulas, sin asientos, en medio de una gran masificación.
La fotografía, ahora sí, aparece democratizada y al servicio de “los otros”. Con esta pieza, la fotografía acaba de quitarse de encima el peso del arte pictorialista.
Definitivamente, ahora la fotografía deja de ser una imitación del pictorialismo y se convierte en generadora de una nueva mirada, autónoma de la pintura y la academia.
Fuente: Manuel Blanco. El movimiento obrero a través de la fotografía (1839–1941)
Stieglitz publicó este trabajo en su Revista Académica "Camera Work" en 1911
“En junio de 1907, mi esposa, nuestra hija Kitty y yo, embarcamos hacia Europa. Mi esposa insistió en ir en un barco grande, de moda en aquel momento. Era imposible escapar a los nuevos ricos. Al tercer día, no pude soportarlo más. Tenía que escapar. Caminé adelante lo más lejos posible.
Llegando al final de la cubierta, me quedé solo. Mirando hacia abajo, había hombres, mujeres, niños en los niveles inferiores de la tercera clase. La escena me fascinó. Un sombrero de paja redondo. El embudo reclinado hacia la izquierda. La escalera hacia la derecha. Los tirantes blancos cruzados en la espalda de un hombre más abajo. Una masa que corta el cielo, completando un triángulo. Vi formas relacionadas entre sí. Una imagen de formas, y basicamente, una nueva visión que me retuvo.
Corrí a la escalera principal de la vaporera, siguiendo hasta mi camarote, recogí mi Graflex, corrí de nuevo, preocupándome sobre si el hombre con el sombrero de paja había cambiado su posición o no. Si lo hubiera hecho, la foto que ví ya no existiría. El hombre con el sombrero de paja no se había movido ni un centímetro. El hombre de los tirantes cruzados también se quedó donde había estado hablando. Nadie se había movido.
Sólo tenía una placa no expuesta en su soporte. Solté el obturador, mi corazón golpeaba. Si había capturado lo que yo quería, sería una imagen basada en formas relacionadas y en el sentimiento humano más profundo. Un paso más en mi propia evolución.”
Alfred Stieglitz
Fuente: ...y mientras tanto
sábado, 25 de febrero de 2017
"COHABITACIÓN", PELÍCULA RUSA DE 1918 DE ALEKSANDR PANTELEEV CON GUIÓN DE ANATOLI LUNACHARSKI
Título: Cohabitación
Director: Aleksandr Panteleev [Александр Пантелеев], Donat Pashkovski [Донат Пашковский], Anatoli Dolinov [Анатолий Долинов]
Guión: Anatoli Lunacharski [Анатолий Луначарский], Aleksandr Panteleev [Александр Пантелеев]
Operador: Vladimir Lemke [Владимир Лемке]
Actores:
Iván Lerski [Иван Лерский]… Obrero metalúrgico Pulianikov
Dmitri Leschenko [Дмитрий Лещенко]…Profesor Khrustin
Productora: Comité de Cine de Petrogrado
Año: 1918
Duración: 56 min. [se conservan unos 28]
La película transcurre un año después de la revolución de Octubre y comienza con unas imágenes de Lunacharski. A continuación se nos muestra la vida cotidiana de dos familias muy distintas. La primera la forman un profesor universitario que vive en una casa confortable, con criada. Son miembros de la familia el profesor, su mujer y dos hijos mayores, uno de ellos un antiguo cadete militar. El mayor odia a los bolcheviques, el menor duda. La otra familia está constituida por un obrero metalúrgico y su hija que viven en una pequeña habitación insalubre y fría. La hija del obrero cae en la calle y se hiere en una pierna. Viene una doctora que la atiende y en ese momento reciben la noticia de que les han concedido una nueva habitación, en la casa del profesor. El obrero y el compañero que le ha dado la noticia acuden a ver la nueva casa. La familia naturalmente se sorprende, pero el profesor enseña al obrero su nueva casa. El obrero se traslada con su hija, quien permanece en la habitación. Mientras tanto el padre acude al comedor común, donde se encuentra reunida la familia, y empieza a comer allí. El hijo menor del profesor va a la habitación de la chica y la convida primero a que venga con ellos, pero ante su negativa le ofrece una taza de té y comienza a conversar con ella. Parece explicarle que en la universidad algún profesor lanza discursos contra los bolcheviques y a favor de la Asamblea Constituyente, lo que provoca la indignación de la chica. El profesor es invitado a dar una conferencia en el club obrero Karl Liebknecht -en honor del líder comunista asesinado poco después en Alemania-. Da una charla sobre química que tiene gran éxito. Cuando llega a casa, su hijo mayor le recrimina su actitud. Comienzan a discutir y el hijo menor acude en defensa de su padre. Se produce una violenta pelea entre los hermanos. La madre telefonea a la policía y el hijo mayor es detenido a punta de pistola. El hijo menor se lo explica a la hija del obrero y se abrazan. En ese momento llega la madre y los sorprende. El profesor comienza a enseñar al obrero ante la felicidad de las dos familias. En ese momento pasa una manifestación por la calle y todos la saludan desde el balcón.
Director: Aleksandr Panteleev [Александр Пантелеев], Donat Pashkovski [Донат Пашковский], Anatoli Dolinov [Анатолий Долинов]
Guión: Anatoli Lunacharski [Анатолий Луначарский], Aleksandr Panteleev [Александр Пантелеев]
Operador: Vladimir Lemke [Владимир Лемке]
Actores:
Iván Lerski [Иван Лерский]… Obrero metalúrgico Pulianikov
Dmitri Leschenko [Дмитрий Лещенко]…Profesor Khrustin
Productora: Comité de Cine de Petrogrado
Año: 1918
Duración: 56 min. [se conservan unos 28]
La película transcurre un año después de la revolución de Octubre y comienza con unas imágenes de Lunacharski. A continuación se nos muestra la vida cotidiana de dos familias muy distintas. La primera la forman un profesor universitario que vive en una casa confortable, con criada. Son miembros de la familia el profesor, su mujer y dos hijos mayores, uno de ellos un antiguo cadete militar. El mayor odia a los bolcheviques, el menor duda. La otra familia está constituida por un obrero metalúrgico y su hija que viven en una pequeña habitación insalubre y fría. La hija del obrero cae en la calle y se hiere en una pierna. Viene una doctora que la atiende y en ese momento reciben la noticia de que les han concedido una nueva habitación, en la casa del profesor. El obrero y el compañero que le ha dado la noticia acuden a ver la nueva casa. La familia naturalmente se sorprende, pero el profesor enseña al obrero su nueva casa. El obrero se traslada con su hija, quien permanece en la habitación. Mientras tanto el padre acude al comedor común, donde se encuentra reunida la familia, y empieza a comer allí. El hijo menor del profesor va a la habitación de la chica y la convida primero a que venga con ellos, pero ante su negativa le ofrece una taza de té y comienza a conversar con ella. Parece explicarle que en la universidad algún profesor lanza discursos contra los bolcheviques y a favor de la Asamblea Constituyente, lo que provoca la indignación de la chica. El profesor es invitado a dar una conferencia en el club obrero Karl Liebknecht -en honor del líder comunista asesinado poco después en Alemania-. Da una charla sobre química que tiene gran éxito. Cuando llega a casa, su hijo mayor le recrimina su actitud. Comienzan a discutir y el hijo menor acude en defensa de su padre. Se produce una violenta pelea entre los hermanos. La madre telefonea a la policía y el hijo mayor es detenido a punta de pistola. El hijo menor se lo explica a la hija del obrero y se abrazan. En ese momento llega la madre y los sorprende. El profesor comienza a enseñar al obrero ante la felicidad de las dos familias. En ese momento pasa una manifestación por la calle y todos la saludan desde el balcón.
viernes, 24 de febrero de 2017
LA ESTRELLA DEL CINE ALEMÁN MARIKA RÖKK ERA UNA ESPÍA SOVIÉTICA
Marika Rökk era una agente soviética que trabajó desde los años 40 pasando secretos del Tercer Reich a Moscú, según archivos de inteligencia desclasificados
Una de las actrices alemanas de posguerra más queridas era una agente soviética, según se ha descubierto por la desclasificación de documentos de inteligencia de alto secreto.
Marika Rökk, a quien se le prohibió actuar durante dos años por su aparente cercanía al régimen nazi, había estado, sin embargo, trabajando desde los años 40 para una red que pasaba secretos del Tercer Reich a Moscú.
Rökk nació en El Cairo en 1913 de padres húngaros y pasó su infancia en Budapest. Su carrera empezó durante la época nazi como estrella de opereta y llegó a actuar en casi 40 películas hasta su muerte a los 90 años en 2004.
Se cree que fue reclutada como agente de la KGB por su manager, Heinz Hoffmeister, quien ya trabajaba para la inteligencia soviética. El papel de Rökk y la información que pudo haber filtrado a Moscú siguen sin estar claros. Se cree que su marido, el director de cine Georg Jacoby, espió con ella para la Unión Soviética.
Krona, la red de agentes soviéticos a la que pertenecía, era la encargada de pasar inteligencia militar de alto nivel, incluidos planes de la Operación Barbarroja [nombre en clave de la operación nazi para invadir la Unión Soviética] y la batalla de Kursk.
La red estaba liderada por el legendario agente soviético Yan Cherniak, apodado “el hombre sin sombra” por su habilidad para moverse sin ser detectado. El mismo Cherniak fue reclutado por la inteligencia militar soviética cuando estudiaba en Berlín en los años 40. Su red, de unos 35 agentes, incluía banqueros, autoridades militares y secretarias, así como la actriz Olga Chejova.
El papel de Rökk como espía soviética fue descubierto por Gehlen, la organización de Alemania Occidental predecesora del actual servicio de inteligencia, la BND. Gehlen emitió por primera vez una nota formal sobre sus sospechas en noviembre de 1951. En un archivo publicado por el tabloide Bild y que ha estado clasificado como de alto secreto durante 50 años, pero que acaba de ser hecho público, las “conexiones de Rökk a los puestos de inteligencia rusa”, como afirma Bild, son evidentes.
En 1951, Rökk anunció que abandonaba su carrera como actriz después de 16 años. Los periódicos del momento afirmaban que quería dedicarse a dirigir una tienda de artículos de lana suiza auténtica en Düsseldorf.
Pero la inteligencia de la Alemania Occidental concluyó que el plan era un “inteligente movimiento de ajedrez para cubrirse” y que le permitía continuar espiando para los soviéticos.
Rökk fue preparada por el régimen nazi para ofrecer al público del Tercer Reich un ejemplo local de talento interpretativo que compitiese con estrellas de Hollywood como Ginger Rogers y Rita Hayworth. Era considerada como una de las actrices favoritas de Hitler y se cree que tuvo un romance con su ministro de Propaganda, Joseph Goebbels.
La actriz saltó a la fama en 1935 con la película Leichte Kavallerie (Caballería ligera), convirtiéndose en una de las estrellas más prolíficas de su tiempo. A menudo actuaba junto a Johannes Heesters en películas de propaganda y se decía que tenía cierto grado de exotismo en todos sus papeles por su ligero acento húngaro.
No se sabe si Rökk supo alguna vez que estaba bajo sospecha de espionaje. Tampoco se sabe si hubo intentos para detenerla. Rökk fue considerada durante años como anticomunista y la prohibición de actuar durante dos años tras la Segunda Guerra Mundial fue un castigo por su estrecha relación con el círculo más íntimo de los líderes nazis, lo que le pudo ayudar a mantener su tapadera. También podría habérselas apañado para mantener una estrecha relación con ambos regímenes.
Una postal fechada en noviembre de 1940 que escribió Rökk a Hitler y en la que la actriz le agradece al líder nazi el envío de un ramo de flores está expuesta en el museo del cine de Berlín.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti
Fuente: Público
Una de las actrices alemanas de posguerra más queridas era una agente soviética, según se ha descubierto por la desclasificación de documentos de inteligencia de alto secreto.
Marika Rökk, a quien se le prohibió actuar durante dos años por su aparente cercanía al régimen nazi, había estado, sin embargo, trabajando desde los años 40 para una red que pasaba secretos del Tercer Reich a Moscú.
Rökk nació en El Cairo en 1913 de padres húngaros y pasó su infancia en Budapest. Su carrera empezó durante la época nazi como estrella de opereta y llegó a actuar en casi 40 películas hasta su muerte a los 90 años en 2004.
Se cree que fue reclutada como agente de la KGB por su manager, Heinz Hoffmeister, quien ya trabajaba para la inteligencia soviética. El papel de Rökk y la información que pudo haber filtrado a Moscú siguen sin estar claros. Se cree que su marido, el director de cine Georg Jacoby, espió con ella para la Unión Soviética.
Krona, la red de agentes soviéticos a la que pertenecía, era la encargada de pasar inteligencia militar de alto nivel, incluidos planes de la Operación Barbarroja [nombre en clave de la operación nazi para invadir la Unión Soviética] y la batalla de Kursk.
La red estaba liderada por el legendario agente soviético Yan Cherniak, apodado “el hombre sin sombra” por su habilidad para moverse sin ser detectado. El mismo Cherniak fue reclutado por la inteligencia militar soviética cuando estudiaba en Berlín en los años 40. Su red, de unos 35 agentes, incluía banqueros, autoridades militares y secretarias, así como la actriz Olga Chejova.
El papel de Rökk como espía soviética fue descubierto por Gehlen, la organización de Alemania Occidental predecesora del actual servicio de inteligencia, la BND. Gehlen emitió por primera vez una nota formal sobre sus sospechas en noviembre de 1951. En un archivo publicado por el tabloide Bild y que ha estado clasificado como de alto secreto durante 50 años, pero que acaba de ser hecho público, las “conexiones de Rökk a los puestos de inteligencia rusa”, como afirma Bild, son evidentes.
En 1951, Rökk anunció que abandonaba su carrera como actriz después de 16 años. Los periódicos del momento afirmaban que quería dedicarse a dirigir una tienda de artículos de lana suiza auténtica en Düsseldorf.
Pero la inteligencia de la Alemania Occidental concluyó que el plan era un “inteligente movimiento de ajedrez para cubrirse” y que le permitía continuar espiando para los soviéticos.
Rökk fue preparada por el régimen nazi para ofrecer al público del Tercer Reich un ejemplo local de talento interpretativo que compitiese con estrellas de Hollywood como Ginger Rogers y Rita Hayworth. Era considerada como una de las actrices favoritas de Hitler y se cree que tuvo un romance con su ministro de Propaganda, Joseph Goebbels.
La actriz saltó a la fama en 1935 con la película Leichte Kavallerie (Caballería ligera), convirtiéndose en una de las estrellas más prolíficas de su tiempo. A menudo actuaba junto a Johannes Heesters en películas de propaganda y se decía que tenía cierto grado de exotismo en todos sus papeles por su ligero acento húngaro.
No se sabe si Rökk supo alguna vez que estaba bajo sospecha de espionaje. Tampoco se sabe si hubo intentos para detenerla. Rökk fue considerada durante años como anticomunista y la prohibición de actuar durante dos años tras la Segunda Guerra Mundial fue un castigo por su estrecha relación con el círculo más íntimo de los líderes nazis, lo que le pudo ayudar a mantener su tapadera. También podría habérselas apañado para mantener una estrecha relación con ambos regímenes.
Una postal fechada en noviembre de 1940 que escribió Rökk a Hitler y en la que la actriz le agradece al líder nazi el envío de un ramo de flores está expuesta en el museo del cine de Berlín.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti
Fuente: Público
jueves, 23 de febrero de 2017
SE CUMPLEN 78 AÑOS DE LA MUERTE DE ANTONIO MACHADO, AMIGO DE LA UNIÓN SOVIÉTICA
Antonio Machado levanta el puño en la clausura de la Conferencia Nacional de Juventudes, organizada por las Juventudes Socialistas Unificadas, celebrada en Valencia los días 15, 16 y 17 de enero de 1937. Machado está de perfil arriba a la derecha.
Una faceta de Antonio Machado que el capital oculta convenientemente es su defensa activa del acercamiento a la Unión Soviética. Además de que fue un convencido republicano y antifascita, lo que hizo que huyera tras el triunfo fascista en España en 1939 a la Francia donde murió poco despues, lideró, durante los tiempos de gobierno del Frente Popular, una organización, fundada en febrero de 1933, denominada: “Asociación de Amigos de la Unión Soviética“ .
En sus escritos sobre la guerra, recopilados en La Guerra. Escritos: 1936-39, da argumentos muy interesantes y clarificadores sobre las causas de la guerra española y en defensa de la Revolución Soviética, de la Rusia revolucionaria y del Presidente de la URSS, Stalin.
I
Antonio Machado, La Guerra. Escritos: 1936-39. Ed. por Julio Rodríguez Puértolas y Gerardo Pérez Herrero. Madrid: Emiliano Escolar Editor, 1983
Nunca olvidaré unas palabras de Dostoyevski, leídas recientemente, pero que coinciden con la idea que hace ya muchos años me había yo formado del alma rusa: «Sí, hijo mío, te lo repito, yo no puedo dejar de respetar mi nobleza. Se ha creado entre nosotros, en el curso de los siglos, un tipo superior de civilización desconocido en otras partes, que no se encuentra en todo el universo: el hombre que sufre por el mundo». Como a nuestro Unamuno España, le dolía al ruso el mundo entero.
Dejando a un lado cuanto puede haber de jactancia y aun de prejuicio aristocrático en las citadas frases, que pone Dostoyevski en boca de un personaje de sus novelas, reparemos en que ellas expresan una esencialísima verdad ruso. ¿Y es ahí donde hemos de buscar la más honda raíz de la Rusia de hoy?
Como las grandes montañas cuando nos alejamos de ellas, la nueva Rusia se nos agiganta al correr de los años. ¿Quién será hoy tan ciego que no vea su grandeza? La proclaman sus mismos enemigos. Los millones de hombres con el escudo al brazo que militan contra la nueva Rusia nos dicen claramente con su actitud defensiva que es hoy Moscú el foco activo de la historia.
Londres, París, Berlín, Roma son faros intermitentes, luminarias mortecinas que todavía se transmiten señales, pero que ya no alumbran ni calienta, y que han perdido toda virtud de guías universales.
Reparemos en la pobre idea que dan de sí mismas esas democracias que fueron un día el orgullo del mundo; veamos cuanto sale o se guisa en sus cancillerías, incapaces de invocar --siquiera sea a título de dignidad formularia-- ningún principio ideal, ninguna severa norma de justicia. Como si estuvieran vencidas de antemano, o subrepticiamente vendidas al enemigo, como si presintiesen que la llave de su futuro no está ya en su poder, apenas si tienen movimiento que no revele un miedo insuperable a lo que puede venir. Reparemos en su actuación desdichada en la Sociedad de Naciones, convirtiendo una institución nobilísima, que hubiera honrado a la humanidad entera, en un órgano superfluo, cuando no lamentable, y que sería de la más regocijante ópera bufa si no coincidiese con los momentos más trágicos de la historia contemporánea.
Reparemos en esos dos hinchados dictadores que pretenden asustar al mundo y a quienes Roma y Berlín soportan y exaltan. Ellos no invocan la abrumadora tradición de cultura de sus grandes pueblos respectivos: la declaran superflua; proclaman, en cambio, una voluntad ambiciosa, un culto al poder por el poder mismo, un deseo arbitrario de avasallar al mundo, que pretenden cohonestar con una ideología rancia, cien veces refutada y reducida al absurdo por el solo hecho de la guerra europea. Roma y Berlín son hoy los pedestales de esas dos figuras de teatro, abominables máscaras que suelen aparecer en los imperios llamados a ser aniquilados, por enemigos del género humano. La historia no camina al ritmo de nuestra impaciencia. No vivirá mucho, sin embargo, quien no vea el fracaso de esas dos deleznables organizaciones políticas que hoy representan Roma y Berlín.
Moscú, en cambio --resumamos en este claro nombre toda la vasta organización de la Rusia actual--, aunque salude con el puño cerrado, es la mano abierta y generosa, el corazón hospitalario para todos los hombres libres, que se afanan por crear una forma de convivencia humana que no tiene sus límites en las fronteras de Rusia. Desde su gran revolución, un hecho genial surgido en plena guerra entre naciones, Moscú vive consagrado a una labor constructora, que es una empresa gigante de radio universal.
La fuerza incontrastable de la Rusia actual radica en esto. Rusia no es ya una entidad polémica, como lo fue la Rusia de los zares, cuya misión era imponer un dominio, conquistar por la fuerza una hegemonía entre naciones. De esa vanidad, que todavía calienta los sesos de Mussolini, ese faquín endiosado, se curaron los rusos hace ya veinte años. La Rusia actual nace con la renuncia a todas las ambiciones del Imperio, rompiendo todas las cadenas, reconociendo la libre personalidad de todos los pueblos que la integran. Su mismo ejército, el primero del mundo, no sólo en número, sino, sobre todo, en calidad, no es esencialmente el instrumento de un poder que amenace a nadie, ni a los fuertes ni a los débiles, responde a la imperiosa necesidad de defensa que le imponen la muchedumbre y el encono de sus enemigos; porque contra Rusia militan las fuerzas al servicio de todos los injustos privilegios del mundo. Sus gobernantes no lo olvidan. La política de Lenin y Stalin se caracteriza no sólo por su alcance universal, sino también por un claro sentido de lo real, cuya ausencia es siempre en política causa de fracaso. Mas la Rusia actual, la Gran República de los Soviets, va ganando, de hora en hora, la simpatía y el amor de los pueblos; porque toda ella está consagrada a mejorar las condiciones de la vida humana, al logro efectivo, no a la mera enunciación, de un propósito de justicia. Esto es lo que no quieren ver sus enemigos, lo que muchos de sus amigos no han acertado a ver con claridad: el sentido generoso y fraterno, íntegramente humano, de todas las creaciones del alma rusa, el que impera en esa magnífica Unión de Repúblicas Soviéticas, cuyo vigésimo aniversario se celebrará en el año que corre.
Pero Rusia, la Rusia actual, que todos admiramos y que ilumina a muchos con sus potentes reflectores enfocados hacia el porvenir, no es, como algunos creen, un fenómeno meteórico e inexplicable, venido de otras esferas para asombro de nuestro planeta; no es, como piensan otros, una consecuencia asiática del pensamiento teutónico de Carlos Marx; no es, tampoco, un engendro de la Revolución de Octubre, ni mucho menos ha salido --la Rusia actual-- acabada y perfecta, de la cabeza de Lenin, como Minerva de la cabeza de Júpiter. No. A mi juicio no es nada de esto. Los viejos amigos de Rusia, los que conocíamos, antes de su gran Revolución y aun antes de la guerra mundial, algo de su admirable literatura --Dostoyevski, Turguénef, Tolstoy-- sabemos que, bajo el dominio despótico de los zares, estaban ya maduras las virtudes específicamente rusas sobre las cuales se asienta la Rusia de hoy. Aquellos libros que leíamos siendo niños, y que llegaban a nosotros, trasegados del ruso al alemán, del alemán al francés y del francés al español chapucero de los más baratos traductores de Cataluña, dejaban en nuestras almas, a pesar de tantas torpes decantaciones lingüísticas, una huella muy honda, nos conmovían más que nuestras mejores novelas contemporáneas --buena lección para meditar por nuestros culteranos deshumanizadores de arte literario. Y es que a través de la más inepta traducción de La guerra y la paz --por aducir un ejemplo ingente-- llega a nosotros, todavía, un mensaje del alma eslava, amplia y profundamente humano, que parece revelarnos un mundo nuevo. Entendámonos: nuevo con relación al mundo mezquino y provinciano de la moderna literatura occidental. En verdad, no es un mensaje literario éste que el alma rusa nos envía en sus obras maestras. Ni siquiera sabemos si las novelas de Tolstoy o Dostoyevski están bien o mal escritas en su lengua. Suponemos que lo estarán soberbiamente. Pero sabemos con certeza la mucha humanidad que contienen, la gran copia de vidas humanas, al margen de toda frivolidad, que en ellas se representan; sabemos que esas vidas humanas, las más humildes como las más egregias, parecen movidas por un resorte esencialmente religioso, una inquietud verdadera por el total destino del hombre. Bajo la férula de su imperio despótico, de espíritu más o menos tártaro o mongólico, al margen de su Iglesia fosilizada en normas bizantinas, el alma eslava ha captado, ha hecho suyas las más finas esencias del cristianismo. Sólo el ruso, a juzgar por su gran literatura, nos parece vivir en cristiano, quiero decir auténticamente inquieto por el mandato del amor de sentido fraterno, emancipado de los vínculos de la sangre, de los apetitos de la carne, y del afán judaico de perdurar, como rebaño, en el tiempo. Sólo en labios rusos esta palabra: hermano, tiene un tono sentimental de compasión y amor y una fuerza de humana simpatía que traspasa los límites de la familia, de la tribu, de la nación, una vibración cordial de radio infinito.
Roma contra Moscú, se dice hoy; yo diría mejor: Roma y Berlín, las dos fortalezas paganas, la germánica y la latina, del cristianismo occidental contra el foco del cristianismo auténtico. Pero Roma y Berlín --Berlín sobre todo-- militan contra Moscú hace ya tiempo. En los momentos de mayor auge de la literatura rusa, hondamente cristiana, el semental humano de la Europa central lanza por boca de Nietzsche su bramido de alarma, su terrible invectiva contra el Cristo viviente en el alma rusa, su crítica corruptora y corrosiva de las virtudes específicamente cristianas. Bajo un disfraz romántico, a la germánica, aquel pobre borracho de darwinismo escupe al Cristo vivo, al ladrón de energías, al enemigo, según él, del porvenir zoológico de la especie humana, toda una filosofía tejida de blasfemias y contradicciones. Nietzsche contra Tolstoy. ¿Por qué no decirlo, en esta época de gruesas simplificaciones, a la teutónica?
Cuando en el año 14 estalla la guerra, Berlín embiste contra Moscú con la mitad de su cornamenta, y hubiera embestido con toda ella sin la obsesión de París, que le embargaba la otra mitad. Y es el imperio de Pedro el Grande lo que se viene abajo, la gran coraza que ahogaba el pecho ruso, lo que salta en pedazos. Moscú, considerado como hogar simbólico del alma rusa, ha quedado intacto y libre.
Libre, en efecto, de su imperio y de su Iglesia, instrumentos férreos que atenazaban el corazón de Rusia. Fuerzas autóctonas, las de su gran Revolución que se gestaba hacía ya mucho tiempo, colaboraron desde dentro con los cañones germanos que atacaban desde fuera.
Y volvamos a la Rusia actual, la Rusia soviética, que dice profesar un puro marxismo. El fenómeno parece extraño. La historia es una caja de sorpresas, cuando no un ameno relato de lo pretérito, o como decía Valera, aludiendo a la filosofía de la historia: el arte de profetizar lo pasado. Pero el hecho no es tan sorprendente como a primera vista pudiéramos juzgarlo. Es muy posible, casi seguro, que el alma rusa no tenga, en el fondo y a la larga, demasiada simpatía por el dogma central del marxismo, que es una fe materialista, una creencia en el hombre como único y decisivo motor de la historia. Pero el marxismo tiene para Rusia, como para todos los pueblos del mundo, un valor instrumental inapreciable. El marxismo contiene las visiones más profundas y certeras de los problemas que plantea la economía de todos los pueblos occidentales. A nadie debe extrañar que Rusia haya pretendido utilizar el marxismo en su mayor pureza, al ensayar la nueva forma de convivencia humana, de comunión cordial y fraterna, para enfrentarse con todos los problemas de índole económica que necesariamente habrían de salirle al paso. Tal vez sea éste uno de los grandes aciertos de sus gobernantes.
Mi tesis es ésta: la Rusia actual, que a todos nos asombra, es marxista, pero es mucho más que marxismo. Por eso el marxismo, que ha traspasado todas las fronteras y está al alcance de todos los pueblos, es en Rusia en donde parece hablar a nuestro corazón.
Y de esto trataremos largamente otro día.
II
Antonio Machado, La Guerra. Escritos: 1936-39. Ed. por Julio Rodríguez Puértolas y Gerardo Pérez Herrero. Madrid: Emiliano Escolar Editor, 1983, pp. 262-64.
La Editorial Europa-América --hubiera dicho Juan de Mairena en nuestros días-- viene dando a la estampa una serie de diminutos cuadernos muy bien elegidos, para demostrarnos que no siempre es en vano el gemido de las prensas. Todos son de leer y meditar. Su extremada brevedad no empece a su excelencia. Mas uno hay entre ellos que a mi me parece una verdadera joya: el titulado Nuestra experiencia revolucionaria y que contiene el diálogo entre Wells y Stalin, en 23 de julio de 1934.
El inglés ha estado en Norteamérica, para visitar a Roosevelt, y ahora viene a Moscú, para conversar con Stalin. No es, pues, Wells, hombre que se chupe el dedo, y como buen inglés, aunque algo americanizado, no es hombre que guste de perder su tiempo. Lo recibe Stalin con franca cordialidad, sin arrumacos, sin prejuicios tampoco ni reservas mentales, mas como un hombre que está necesariamente algo de vuelta. Porque Wells, a fuer de anglosajón, es esencialmente antirrevolucionario; le asusta todo trastorno político y social. Stalin no es un fanático de la Revolución, pero carece del prejuicio antirrevolucionario. Hay en Stalin una claridad de ideas y una virtud suasoria que no alcanza nunca su interlocutor. Al inglés no le abandona todavía el miedo a la aventura; el eslavo tiene la tranquila seguridad de quien posee una experiencia. Ambos dicen estar de acuerdo en que el mundo capitalista se desmorona. --Allá ellos-- añadiría Mairena.
Aceptada la tesis ¿cómo no admitir la implacable lógica revolucionaria de Stalin? De aquello que se desmorona hay que esperarlo todo menos una transformación; porque si fuera capaz de transformarse, claro está que de ningún modo se desmoronaría. Sustituir, construir y ayudar a caer: tal es lo esencialmente revolucionario para Stalin. La historia de todas las revoluciones le da la razón ampliamente. Quiero decir que Stalin ha visto la historia con sus propios ojos y no es fácil que se le engañe. A Wells se la han contado, y no precisamente los que la han hecho.
En cuanto a la dictadura del proletariado, ¿por qué nos asustan tanto las palabras? Si el barco necesita nueva tripulación y nuevos capitanes, ¿por qué no reclutarlos en el mundo del trabajo, cuando el del capital es --por definición aceptada-- el de las viejas ratas que corroen la nave? La lógica sigue siempre del lado de Stalin. ¿La lógica nada más? ¡Ah! Yo no soy más que un aprendiz de sofística, en el mejor sentido de la palabra.
En verdad --hubiera concluido Juan de Mairena, al margen ya de sus lecturas-- que no son las palabras lo que más asusta, sino ciertas imágenes groseras que en muchas cabezas suelen sustituir a las ideas, por ejemplo: alguien empeñado en bordar lises borbónicas en unas alpargatas de albañil, unas botas de charol en la espuerta de la basura, etcétera, etcétera. Y con estas figuraciones claro está que no se puede ir a ninguna parte.
Fuente: Cuestionatelotodo
Una faceta de Antonio Machado que el capital oculta convenientemente es su defensa activa del acercamiento a la Unión Soviética. Además de que fue un convencido republicano y antifascita, lo que hizo que huyera tras el triunfo fascista en España en 1939 a la Francia donde murió poco despues, lideró, durante los tiempos de gobierno del Frente Popular, una organización, fundada en febrero de 1933, denominada: “Asociación de Amigos de la Unión Soviética“ .
En sus escritos sobre la guerra, recopilados en La Guerra. Escritos: 1936-39, da argumentos muy interesantes y clarificadores sobre las causas de la guerra española y en defensa de la Revolución Soviética, de la Rusia revolucionaria y del Presidente de la URSS, Stalin.
I
Antonio Machado, La Guerra. Escritos: 1936-39. Ed. por Julio Rodríguez Puértolas y Gerardo Pérez Herrero. Madrid: Emiliano Escolar Editor, 1983
Nunca olvidaré unas palabras de Dostoyevski, leídas recientemente, pero que coinciden con la idea que hace ya muchos años me había yo formado del alma rusa: «Sí, hijo mío, te lo repito, yo no puedo dejar de respetar mi nobleza. Se ha creado entre nosotros, en el curso de los siglos, un tipo superior de civilización desconocido en otras partes, que no se encuentra en todo el universo: el hombre que sufre por el mundo». Como a nuestro Unamuno España, le dolía al ruso el mundo entero.
Dejando a un lado cuanto puede haber de jactancia y aun de prejuicio aristocrático en las citadas frases, que pone Dostoyevski en boca de un personaje de sus novelas, reparemos en que ellas expresan una esencialísima verdad ruso. ¿Y es ahí donde hemos de buscar la más honda raíz de la Rusia de hoy?
Como las grandes montañas cuando nos alejamos de ellas, la nueva Rusia se nos agiganta al correr de los años. ¿Quién será hoy tan ciego que no vea su grandeza? La proclaman sus mismos enemigos. Los millones de hombres con el escudo al brazo que militan contra la nueva Rusia nos dicen claramente con su actitud defensiva que es hoy Moscú el foco activo de la historia.
Londres, París, Berlín, Roma son faros intermitentes, luminarias mortecinas que todavía se transmiten señales, pero que ya no alumbran ni calienta, y que han perdido toda virtud de guías universales.
Reparemos en la pobre idea que dan de sí mismas esas democracias que fueron un día el orgullo del mundo; veamos cuanto sale o se guisa en sus cancillerías, incapaces de invocar --siquiera sea a título de dignidad formularia-- ningún principio ideal, ninguna severa norma de justicia. Como si estuvieran vencidas de antemano, o subrepticiamente vendidas al enemigo, como si presintiesen que la llave de su futuro no está ya en su poder, apenas si tienen movimiento que no revele un miedo insuperable a lo que puede venir. Reparemos en su actuación desdichada en la Sociedad de Naciones, convirtiendo una institución nobilísima, que hubiera honrado a la humanidad entera, en un órgano superfluo, cuando no lamentable, y que sería de la más regocijante ópera bufa si no coincidiese con los momentos más trágicos de la historia contemporánea.
Reparemos en esos dos hinchados dictadores que pretenden asustar al mundo y a quienes Roma y Berlín soportan y exaltan. Ellos no invocan la abrumadora tradición de cultura de sus grandes pueblos respectivos: la declaran superflua; proclaman, en cambio, una voluntad ambiciosa, un culto al poder por el poder mismo, un deseo arbitrario de avasallar al mundo, que pretenden cohonestar con una ideología rancia, cien veces refutada y reducida al absurdo por el solo hecho de la guerra europea. Roma y Berlín son hoy los pedestales de esas dos figuras de teatro, abominables máscaras que suelen aparecer en los imperios llamados a ser aniquilados, por enemigos del género humano. La historia no camina al ritmo de nuestra impaciencia. No vivirá mucho, sin embargo, quien no vea el fracaso de esas dos deleznables organizaciones políticas que hoy representan Roma y Berlín.
Moscú, en cambio --resumamos en este claro nombre toda la vasta organización de la Rusia actual--, aunque salude con el puño cerrado, es la mano abierta y generosa, el corazón hospitalario para todos los hombres libres, que se afanan por crear una forma de convivencia humana que no tiene sus límites en las fronteras de Rusia. Desde su gran revolución, un hecho genial surgido en plena guerra entre naciones, Moscú vive consagrado a una labor constructora, que es una empresa gigante de radio universal.
La fuerza incontrastable de la Rusia actual radica en esto. Rusia no es ya una entidad polémica, como lo fue la Rusia de los zares, cuya misión era imponer un dominio, conquistar por la fuerza una hegemonía entre naciones. De esa vanidad, que todavía calienta los sesos de Mussolini, ese faquín endiosado, se curaron los rusos hace ya veinte años. La Rusia actual nace con la renuncia a todas las ambiciones del Imperio, rompiendo todas las cadenas, reconociendo la libre personalidad de todos los pueblos que la integran. Su mismo ejército, el primero del mundo, no sólo en número, sino, sobre todo, en calidad, no es esencialmente el instrumento de un poder que amenace a nadie, ni a los fuertes ni a los débiles, responde a la imperiosa necesidad de defensa que le imponen la muchedumbre y el encono de sus enemigos; porque contra Rusia militan las fuerzas al servicio de todos los injustos privilegios del mundo. Sus gobernantes no lo olvidan. La política de Lenin y Stalin se caracteriza no sólo por su alcance universal, sino también por un claro sentido de lo real, cuya ausencia es siempre en política causa de fracaso. Mas la Rusia actual, la Gran República de los Soviets, va ganando, de hora en hora, la simpatía y el amor de los pueblos; porque toda ella está consagrada a mejorar las condiciones de la vida humana, al logro efectivo, no a la mera enunciación, de un propósito de justicia. Esto es lo que no quieren ver sus enemigos, lo que muchos de sus amigos no han acertado a ver con claridad: el sentido generoso y fraterno, íntegramente humano, de todas las creaciones del alma rusa, el que impera en esa magnífica Unión de Repúblicas Soviéticas, cuyo vigésimo aniversario se celebrará en el año que corre.
Pero Rusia, la Rusia actual, que todos admiramos y que ilumina a muchos con sus potentes reflectores enfocados hacia el porvenir, no es, como algunos creen, un fenómeno meteórico e inexplicable, venido de otras esferas para asombro de nuestro planeta; no es, como piensan otros, una consecuencia asiática del pensamiento teutónico de Carlos Marx; no es, tampoco, un engendro de la Revolución de Octubre, ni mucho menos ha salido --la Rusia actual-- acabada y perfecta, de la cabeza de Lenin, como Minerva de la cabeza de Júpiter. No. A mi juicio no es nada de esto. Los viejos amigos de Rusia, los que conocíamos, antes de su gran Revolución y aun antes de la guerra mundial, algo de su admirable literatura --Dostoyevski, Turguénef, Tolstoy-- sabemos que, bajo el dominio despótico de los zares, estaban ya maduras las virtudes específicamente rusas sobre las cuales se asienta la Rusia de hoy. Aquellos libros que leíamos siendo niños, y que llegaban a nosotros, trasegados del ruso al alemán, del alemán al francés y del francés al español chapucero de los más baratos traductores de Cataluña, dejaban en nuestras almas, a pesar de tantas torpes decantaciones lingüísticas, una huella muy honda, nos conmovían más que nuestras mejores novelas contemporáneas --buena lección para meditar por nuestros culteranos deshumanizadores de arte literario. Y es que a través de la más inepta traducción de La guerra y la paz --por aducir un ejemplo ingente-- llega a nosotros, todavía, un mensaje del alma eslava, amplia y profundamente humano, que parece revelarnos un mundo nuevo. Entendámonos: nuevo con relación al mundo mezquino y provinciano de la moderna literatura occidental. En verdad, no es un mensaje literario éste que el alma rusa nos envía en sus obras maestras. Ni siquiera sabemos si las novelas de Tolstoy o Dostoyevski están bien o mal escritas en su lengua. Suponemos que lo estarán soberbiamente. Pero sabemos con certeza la mucha humanidad que contienen, la gran copia de vidas humanas, al margen de toda frivolidad, que en ellas se representan; sabemos que esas vidas humanas, las más humildes como las más egregias, parecen movidas por un resorte esencialmente religioso, una inquietud verdadera por el total destino del hombre. Bajo la férula de su imperio despótico, de espíritu más o menos tártaro o mongólico, al margen de su Iglesia fosilizada en normas bizantinas, el alma eslava ha captado, ha hecho suyas las más finas esencias del cristianismo. Sólo el ruso, a juzgar por su gran literatura, nos parece vivir en cristiano, quiero decir auténticamente inquieto por el mandato del amor de sentido fraterno, emancipado de los vínculos de la sangre, de los apetitos de la carne, y del afán judaico de perdurar, como rebaño, en el tiempo. Sólo en labios rusos esta palabra: hermano, tiene un tono sentimental de compasión y amor y una fuerza de humana simpatía que traspasa los límites de la familia, de la tribu, de la nación, una vibración cordial de radio infinito.
Roma contra Moscú, se dice hoy; yo diría mejor: Roma y Berlín, las dos fortalezas paganas, la germánica y la latina, del cristianismo occidental contra el foco del cristianismo auténtico. Pero Roma y Berlín --Berlín sobre todo-- militan contra Moscú hace ya tiempo. En los momentos de mayor auge de la literatura rusa, hondamente cristiana, el semental humano de la Europa central lanza por boca de Nietzsche su bramido de alarma, su terrible invectiva contra el Cristo viviente en el alma rusa, su crítica corruptora y corrosiva de las virtudes específicamente cristianas. Bajo un disfraz romántico, a la germánica, aquel pobre borracho de darwinismo escupe al Cristo vivo, al ladrón de energías, al enemigo, según él, del porvenir zoológico de la especie humana, toda una filosofía tejida de blasfemias y contradicciones. Nietzsche contra Tolstoy. ¿Por qué no decirlo, en esta época de gruesas simplificaciones, a la teutónica?
Cuando en el año 14 estalla la guerra, Berlín embiste contra Moscú con la mitad de su cornamenta, y hubiera embestido con toda ella sin la obsesión de París, que le embargaba la otra mitad. Y es el imperio de Pedro el Grande lo que se viene abajo, la gran coraza que ahogaba el pecho ruso, lo que salta en pedazos. Moscú, considerado como hogar simbólico del alma rusa, ha quedado intacto y libre.
Libre, en efecto, de su imperio y de su Iglesia, instrumentos férreos que atenazaban el corazón de Rusia. Fuerzas autóctonas, las de su gran Revolución que se gestaba hacía ya mucho tiempo, colaboraron desde dentro con los cañones germanos que atacaban desde fuera.
Y volvamos a la Rusia actual, la Rusia soviética, que dice profesar un puro marxismo. El fenómeno parece extraño. La historia es una caja de sorpresas, cuando no un ameno relato de lo pretérito, o como decía Valera, aludiendo a la filosofía de la historia: el arte de profetizar lo pasado. Pero el hecho no es tan sorprendente como a primera vista pudiéramos juzgarlo. Es muy posible, casi seguro, que el alma rusa no tenga, en el fondo y a la larga, demasiada simpatía por el dogma central del marxismo, que es una fe materialista, una creencia en el hombre como único y decisivo motor de la historia. Pero el marxismo tiene para Rusia, como para todos los pueblos del mundo, un valor instrumental inapreciable. El marxismo contiene las visiones más profundas y certeras de los problemas que plantea la economía de todos los pueblos occidentales. A nadie debe extrañar que Rusia haya pretendido utilizar el marxismo en su mayor pureza, al ensayar la nueva forma de convivencia humana, de comunión cordial y fraterna, para enfrentarse con todos los problemas de índole económica que necesariamente habrían de salirle al paso. Tal vez sea éste uno de los grandes aciertos de sus gobernantes.
Mi tesis es ésta: la Rusia actual, que a todos nos asombra, es marxista, pero es mucho más que marxismo. Por eso el marxismo, que ha traspasado todas las fronteras y está al alcance de todos los pueblos, es en Rusia en donde parece hablar a nuestro corazón.
Y de esto trataremos largamente otro día.
II
Antonio Machado, La Guerra. Escritos: 1936-39. Ed. por Julio Rodríguez Puértolas y Gerardo Pérez Herrero. Madrid: Emiliano Escolar Editor, 1983, pp. 262-64.
La Editorial Europa-América --hubiera dicho Juan de Mairena en nuestros días-- viene dando a la estampa una serie de diminutos cuadernos muy bien elegidos, para demostrarnos que no siempre es en vano el gemido de las prensas. Todos son de leer y meditar. Su extremada brevedad no empece a su excelencia. Mas uno hay entre ellos que a mi me parece una verdadera joya: el titulado Nuestra experiencia revolucionaria y que contiene el diálogo entre Wells y Stalin, en 23 de julio de 1934.
El inglés ha estado en Norteamérica, para visitar a Roosevelt, y ahora viene a Moscú, para conversar con Stalin. No es, pues, Wells, hombre que se chupe el dedo, y como buen inglés, aunque algo americanizado, no es hombre que guste de perder su tiempo. Lo recibe Stalin con franca cordialidad, sin arrumacos, sin prejuicios tampoco ni reservas mentales, mas como un hombre que está necesariamente algo de vuelta. Porque Wells, a fuer de anglosajón, es esencialmente antirrevolucionario; le asusta todo trastorno político y social. Stalin no es un fanático de la Revolución, pero carece del prejuicio antirrevolucionario. Hay en Stalin una claridad de ideas y una virtud suasoria que no alcanza nunca su interlocutor. Al inglés no le abandona todavía el miedo a la aventura; el eslavo tiene la tranquila seguridad de quien posee una experiencia. Ambos dicen estar de acuerdo en que el mundo capitalista se desmorona. --Allá ellos-- añadiría Mairena.
Aceptada la tesis ¿cómo no admitir la implacable lógica revolucionaria de Stalin? De aquello que se desmorona hay que esperarlo todo menos una transformación; porque si fuera capaz de transformarse, claro está que de ningún modo se desmoronaría. Sustituir, construir y ayudar a caer: tal es lo esencialmente revolucionario para Stalin. La historia de todas las revoluciones le da la razón ampliamente. Quiero decir que Stalin ha visto la historia con sus propios ojos y no es fácil que se le engañe. A Wells se la han contado, y no precisamente los que la han hecho.
En cuanto a la dictadura del proletariado, ¿por qué nos asustan tanto las palabras? Si el barco necesita nueva tripulación y nuevos capitanes, ¿por qué no reclutarlos en el mundo del trabajo, cuando el del capital es --por definición aceptada-- el de las viejas ratas que corroen la nave? La lógica sigue siempre del lado de Stalin. ¿La lógica nada más? ¡Ah! Yo no soy más que un aprendiz de sofística, en el mejor sentido de la palabra.
En verdad --hubiera concluido Juan de Mairena, al margen ya de sus lecturas-- que no son las palabras lo que más asusta, sino ciertas imágenes groseras que en muchas cabezas suelen sustituir a las ideas, por ejemplo: alguien empeñado en bordar lises borbónicas en unas alpargatas de albañil, unas botas de charol en la espuerta de la basura, etcétera, etcétera. Y con estas figuraciones claro está que no se puede ir a ninguna parte.
Fuente: Cuestionatelotodo
miércoles, 22 de febrero de 2017
75 AÑOS DEL POEMA "LIBERTAD", DEL POETA COMUNISTA PAUL ÉLUARD
Edición clandestina de “Liberté”, 1942 (Coll. Musée de la Résistance nationale)
"LIBERTAD"
Escrito por Paul Eluard en febrero de 1942 en la Francia ocupada por los nazis, el poema Liberté fue editado por la Resistencia Francesa y repartido ilegal y bravamente entre los ciudadanos franceses de la zona ocupada por el ejército de Hitler.
Éluard, fichado como hombre a batir por la Gestapo, vivía escondido y entregó el manuscrito a su mujer para que lo trasladara a los impresores que colaboraban con la resistencia. Ella odiaba a los nazis tanto como su pareja y afrontó la tarea con la que se jugaba la vida: escondió la cuartilla con las estrofas en una caja de bombones y trasladó los versos de combate a la imprenta.
En 1942 miles de copias de Liberté fueron lanzadas en paracaídas sobre París por aviones ingleses.
He aquí el poema:
Liberté (Libertad)
Sur mes cahiers d'écolier (Sobre mis cuadernos de escolar)
Sur mon pupitre et les arbres (sobre mi pupitre y los árboles)
Sur le sable de neige (sobre la arena de nieve)
J'écris ton nom (escribo tu nombre)
Sur les pages lues (Sobre la páginas leídas)
Sur toutes les pages blanches (Sobre todas las páginas blancas)
Pierre sang papier ou cendre (Piedra sangre papel o ceniza)
J'écris ton nom (Escribo tu nombre)
Sur les images dorées (Sobre las imágenes doradas)
Sur les armes des guerriers (Sobre las armas de los guerreros)
Sur la couronne des rois (Sobre la corona de los reyes)
J'écris ton nom (Escribo tu nombre)
Sur la jungle et le désert (Sobre la jungla y el desierto)
Sur les nids sur les genêts (Sobre los nidos sobre las retamas)
Sur l'écho de mon enfance (Sobre el eco de mi infancia)
J'écris ton nom (Escribo tu nombre)
Sur les merveilles des nuits (Sobre las maravillas de las noches)
Sur le pain blanc des journées (Sobre el pan blanco de los días)
Sur les saisons fiancées (Sobre las estaciones desposadas)
J'écris ton nom (Escribo tu nombre)
Sur tous mes chiffons d'azur (Sobre todos mis trapos de azur)
Sur l'étang soleil moisi (Sobre el estanque de sol mohoso)
Sur le lac lune vivante (Sobre el lago luna viva)
J'écris ton nom (Escribo tu nombre)
Sur les champs sur l'horizon (Sobre los campos sobre el horizonte)
Sur les ailes des oiseaux (Sobre las alas de los pájaros)
Et sur le moulin des ombres (Y sobre el molino de sombras)
J'écris ton nom (Escribo tu nombre)
Sur chaque bouffée d'aurore (Sobre cada bocanada de aurora)
Sur la mer sur les bateaux (Sobre el mar sobre los barcos)
Sur la montagne démente (Sobre la montaña demente)
J'écris ton nom (Escribo tu nombre)
Sur la mousse des nuages (Sobre la espuma de las nubes)
Sur les sueurs de l'orage (Sobre los sudores de la tempestad)
Sur la pluie épaisse et fade (Sobre la lluvia espesa y sosa)
J'écris ton nom (Escribo tu nombre)
Sur les formes scintillantes (Sobre las formas titilantes)
Sur les cloches des couleurs (Sobre las campanas de colores)
Sur la vérité physique (Sobre la verdad física)
J'écris ton nom (Escribo tu nombre)
Sur les sentiers éveillés (Sobre los sendas desveladas)
Sur les routes déployées (Sobre las rutas abiertas)
Sur les places qui débordent (Sobre las plazas que desbordan)
J'écris ton nom (Escribo tu nombre)
Sur la lampe qui s'allume (Sobre la lámpara que se enciende)
Sur la lampe qui s'éteint (Sobre la lámpara que se apaga)
Sur mes maisons réunies (Sobre mis casas reunidas)
J'écris ton nom (Escribo tu nombre)
Sur le fruit coupé en deux (Sobre la fruta cortada en dos)
Du miroir et de ma chambre (del espejo y de mi habitación)
Sur mon lit coquille vide (Sobre mi cama cáscara vacía)
J'écris ton nom (Escribo tu nombre)
Sur mon chien gourmand et tendre (Sobre mi perro goloso y tierno)
Sur ses oreilles dressées (Sobre sus orejas alzadas)
Sur sa patte maladroite (Sobre su pata torpe)
J'écris ton nom (Escribo tu nombre)
Sur le tremplin de ma porte (Sobre el quicio de mi puerta)
Sur les objets familiers (Sobre los objetos familiares)
Sur le flot du feu béni (Sobre el raudal de fuego bendito)
J'écris ton nom (Escribo tu nombre)
Sur toute chair accordée (Sobre toda carne otorgada)
Sur le front de mes amis (Sobre la frente de mis amigos)
Sur chaque main qui se tend (Sobre cada mano que se tiende)
J'écris ton nom (Escribo tu nombre)
Sur la vitre des surprises (Sobre la vitrina de sorpresas)
Sur les lèvres attendries (Sobre los labios atentos)
Bien au-dessus du silence (Muy por encima del silencio)
J'écris ton nom (Escribo tu nombre)
Sur mes refuges détruits (Sobre mis refugios destruidos)
Sur mes phares écroulés (Sobre mis faros derrumbados)
Sur les murs de mon ennui (Sobre los muros de mi tedio)
J'écris ton nom (Escribo tu nombre)
Sur l'absence sans désir (Sobre la ausencia sin deseo)
Sur la solitude nue (Sobre la soledad desnuda)
Sur les marches de la mort (Sobre los peldaños de la muerte)
J'écris ton nom (Escribo tu nombre)
Sur la santé revenue (Sobre la salud recobrada)
Sur le risque disparu (Sobre el riesgo desaparecido)
Sur l'espoir sans souvenir (Sobre la esperanza sin recuerdo)
J'écris ton nom (Escribo tu nombre)
Et par le pouvoir d'un mot (Y por el poder de una palabra)
Je recommence ma vie (Vuelvo a empezar mi vida)
Je suis né pour te connaître (He nacido para conocerte)
Pour te nommer (Para nombrarte)
Liberté (Libertad)
Paul Éluard
Poema "Libertad", de Paul Eluard, ilustrado por Fernand Leger en 1953
"LIBERTAD", POEMA DE PAUL ÉLUARD ILUSTRADO POR FERNAND LÉGER EN 1953
La cara de Paul Eluard reflexivo, colores verde, azul, amarillo y rojo, y estas palabras "Libertad, escribo tu nombre" ... Esta es la obra de Fernand Léger que ilustra el poema "Libertad" de Paul Eluard.
En 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, Paul Éluard escribió el poema "Libertad", que se convirtió rápidamente en un símbolo de la resistencia. Un año después de la muerte del poeta, el editor Pierre Seghers ofrece a Fernand Léger ilustrar el famoso poema en homenaje a su difunto amigo. El artista lo lleva a cabo en 1953 mediante un libro acordeón que consta de 3 hojas plegadas y montadas en el formato de 31,8 x 16,4 cm. Pierre Seghers imprime, a través de la técnica de la plantilla, sólo 212 copias de este poema-objeto.
Las variantes del poema pintado en madera contrachapada de Fernand Léger en la publicación del libro se hicieron para una venta de libros organizada el Velódromo de Invierno por el Comité Nacional de Escritores (CNE).
Tres de estos frescos adornan el actual Ayuntamiento de Ivry-sur-Seine, mientras que el cuarto panel se unió al museo nacional Fernand Léger en Biot.
Fernand Léger (centro) en su estudio en Gif-sur-Yvette - Archivo Municipal de Ivry-sur-Seine
"YO TE NOMBRO... LIBERTAD", DE NACHA GUEVARA
Inspirada en el poema Liberté de Paul Eluard, Gian Franco Pagliaro compuso este tema, inmortalizado en la voz de Nacha Guevara y que sirvio de himno contra la represion en la Latinoamerica de los años 70 y 80.
YO TE NOMBRO...LIBERTAD (Gian Franco Pagliaro, 1969)
Por el pájaro enjaulado
Por el pez en la pecera
Por mi amigo que está preso
Porque ha dicho lo que piensa.
Por las flores arrancadas
Por la hierba pisoteada
Por el cuerpo torturado
De mi amigo que no canta.
Yo te nombro Libertad.
Por los dientes apretados
Por el nudo en la garganta
Por la rabia contenida
Por las bocas que no cantan.
Por el verso censurado
Por el beso clandestino
Por el joven exiliado
Por los nombres prohibidos
Te nombro en nombre de todos
Por tu nombre verdadero
Te nombro y cuando oscurece
Cuando nadie me ve
Escribo tu nombre en las paredes
De mi ciudad
Tu nombre verdadero
Tu nombre y otros nombres
Que no nombro por temor.
Por la idea perseguida
Por los golpes recibidos
Por aquel que no resiste
Y se queda en el camino.
Por el miedo que te tienen
Por tus pasos que vigilan
Por el déspota de turno
Por los hijos que te matan
Yo te nombro Libertad.
Por las tierras invadidas
Por los pueblos conquistados
Por la gente sin salida
Por los sueños atrapados.
Por el justo ajusticiado
Que no han dicho como y donde
Por el héroe asesinado
que jamás negó tu nombre.
Yo te nombro Libertad.
"YO TE NOMBRO", DE REINCIDENTES
El grupo sevillano "Reincidentes" versiona la canción "Yo te nombro... Libertad", de Gian Franco Pagliaro, inspirada en el poema Liberté de Paul Eluard, entre otras grandes de la canción iberoamericana en su disco: "America, canciones de ida y vuelta".
martes, 21 de febrero de 2017
RETIRAN EN BUDAPEST UNA ESTATUA DEL FILÓSOFO GEORG LUCKÁCS POR MARXISTA Y JUDÍO
La estatua fue realizada en bronce por el artista Imre Varga en 1985
Hace un par de semanas la ciudad de Budapest decidió la remoción de una estatua de György Lukács (1885-1971) en Budapest, proponiendo reemplazarla por una estatua de san Esteban, el fundador del estado húngaro. La propuesta viene de un concejal del partido neo-nazi Jobbik.
Georg Lukács (Budapest, 1885- id., 1971) fue un filósofo y político húngaro. Considerado uno de los más brillantes pensadores marxistas, tuvo una activa vida política. De familia burguesa, se doctoró en filosofía en 1906 y residió en Berlín y en Heidelberg de 1909 a 1914, donde fue influido por Simmel y por Weber y donde trabó amistad con Bloch. De nuevo en Budapest (1914), ingresó en el Partido Comunista de Hungría (1918) y fue comisario de educación con Béla Kun. Tras la caída de Kun emigró a Viena, Berlín y la Unión Soviética (1933-1945). En 1956, su oposición al estalinismo y su participación en la revuelta húngara lo llevaron primero al ministerio de cultura del gobierno de Nagy, y, tras la invasión soviética, al destierro a Rumania, aunque regresó en 1957.
http://hungarianfreepress.com/2017/02/16/hungary-is-removing-statue-of-philosopher-gyorgy-georg-lukacs-he-was-marxist-and-jewish/
lunes, 20 de febrero de 2017
EL CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL PONE EN ESCENA "LA ESFERA QUE NOS CONTIENE", HERMOSO CANTO A LOS MAESTROS DE LA REPÚBLICA
Los maestros de la República dan una lección sobre el escenario
¿Por qué esa falta de aprecio? ¿Por qué tanta inquina y tanto odio hacia los maestros, y aún más hacia las maestras, de la República? La dramaturga Carmen Losa (Sevilla, 1959) ha pensado muchas veces en esa desafección e ingratitud hacia un colectivo que luchó con profesionalidad e ilusión por un proyecto de educación libre e igualitaria y que perdió la vida por ello: cerca de 2.000 fueron asesinados durante el franquismo, sin que en la actualidad haya habido más que escasas reparaciones públicas. Ese reconocimiento al colectivo lo pone ahora en escena en un montaje que tiene mucho de documental. La esfera que nos contiene es un hermoso canto a los docentes de la II República, herederos de la Institución Libre de Enseñanza, que llevaron a las más recónditas zonas rurales una pedagogía abierta y para todos con un objetivo múltiple: pensar, saber, leer, crear.
“La República no es un ideal utópico, la lucha contra la miseria tanto económica como moral y cultural marcó esos años de nuestra historia. La República trató de quebrar ese retraso secular con un proyecto ambicioso basado en la educación. La responsabilidad y el diseño para cambiar el sistema educativo en España fue de los dirigentes, pero los maestros fueron la pieza clave para llevar a cabo este gran compromiso. Su empeño por formar a generaciones de españoles nunca ha sido reconocido suficientemente. Con el triunfo del franquismo sufrieron una tremenda persecución”, asegura Carmen Losa, autora del texto y la dirección de este montaje, que se abre también como una gran compuerta a la memoria del siglo XX. No tiene dudas Carmen Losa de que la Iglesia tuvo gran culpa en ese desprecio por aquellos maestros, especialmente en los pueblos. “Lo vivieron como una clara usurpación del poder enorme que tenían los religiosos en el ámbito de la enseñanza”.
La esfera que nos contiene, título sacado de la obra de Josefina Aldecoa, Historia de una maestra, se presenta en la sala pequeña del teatro María Guerrero de Madrid (Centro Dramático Nacional) del 24 de febrero al 19 de marzo. Los dos actores en escena, Leyre Abadia e Ion Iraizoz, impulsores desde los inicios de este espectáculo, interpretan a 18 personajes en una sucesión de escenas que transita por algunos de los hechos más importantes de la historia española. Es una obra que hace un recorrido desde finales del XIX, cuando surge la Institución Libre de Enseñanza, hasta bien entrado el franquismo. No solo aparecen los dos maestros protagonistas de esta historia, Manuela y Julián, sino sus hijos, criados ya en un ambiente de represión y desolación, y otros personajes, un cardenal o un falangista, que forman parte, asegura Losa, “de un pasado no tan lejano”.
El espacio escénico y la dramaturgia del espectáculo, con la proyección de vídeos y elementos como la tierra, contribuyen a sacar a la luz todo aquello que continúa oculto en las cunetas y a la fragmentación de la realidad. “Es el espectador el que tiene que completar el puzle que le ofrecemos y con las piezas que él mismo elija”, añade Losa.
Fuente: El País
domingo, 19 de febrero de 2017
"1919 - ALARMA", DEL PINTOR SOVIÉTICO KUZMA PETROV-VODKIN
1919-Alarma
Kuzma Petrov-Vodkin
1934
Oleo sobre lienzo
136 x 168 cm
Museo Ruso de San Petersburgo
En este cuadro la sensación alarma está retratada vivamente: en su mayor parte por la sólida calidad de las figuras, su falta de expresión, la perspectiva deformada por su aire de ensueño.
Así se describe la obra en un albúm soviético:
"Petrogrado vive ansiosamente, lentamente. 1919. El sonido de la sirena de la fábrica atraviesa el silencio de la noche. Al oírla, la madre se ha quedado helada al mismo tiempo que aprieta hacia sí los frágiles hombros de su hijo. El padre, un trabajador de Petrogrado, observa con concentración el cielo más allá de la ventana. Sólo el niño pequeño duerme, sin perturbarse, tapado por una colcha de retales de colores. Su serenidad hace más fuerte la sensación de alarma que impregna esta habitación, con su papel pintado de color rosa, arrancado en algunos lugares, donde la familia recientemente ha terminado una pobre cena.
Sobre la mesa hay un trozo de pan duro, sobre la estufa la "Krasnaya Gazeta", llamando a la lucha con Yudenich. El azul más allá de las ventanas y el rojo del traje de la mujer chocan violentamente. Es como dos mundos que luchan uno contra otro el gran mundo, sumergido en una tormenta purificadora, y el pequeño pero agradable mundo de la familia. Pero nadie debe quedar en la cuneta la Revolución está exigiendo, está llamando”.
Fuente: J.A. Kurz Muñoz (El Arte en Rusia. La era soviética)
sábado, 18 de febrero de 2017
"LA FUNDACIÓN DE UN PARTIDO", PELÍCULA SOBRE LA FUNDACIÓN DEL PARTIDO COMUNISTA CHINO
Titulo original: Beginning of the Great Revival
Duración: 124 min
Año: 2011
Pais: China
Director: Jianxin Huang, Sanping Han
Guión: Jung Li Guong, Xin Huang, Zhe Dong
Reparto: Angelababy, Bingbing Fan, Daniel Wu, Yun-Fat Chow
Dirigida por Huang Jianxin, la película “La Fundación de un Partido” retrata los eventos ocurridos en China entre 1911 y 1921, que llevaron al nacimiento del Partido Comunista de China.
Actores y equipo técnico han recorrido China en búsqueda de las huellas de los pioneros del comunismo en el país y otras figuras históricas clave.
La película cuenta con actores de primer orden. El veterano actor hongkonés Chow Yun-fat interpreta a Yuan Shikai, un caudillo conocido por su fallido intento de restaurar el sistema imperial tras la caída de la dinastía Qing.
Mucha gente observa la película como el gemelo de la película “La Fundación de una República”, que barrió las taquillas de los cines chinos durante 2009.
Pero Huang Jianxing cree que esta nueva producción superará a su predecesora en términos narrativos.
El actor de la parte continental de China Liu Ye, que en la película interpreta a Mao Zedong, está de acuerdo con Huang Jianxin. Cree que la película atraerá a una audienia joven.
VER PELICULA CON SUBTITULOS EN CASTELLANO EN MOSCOFILMS: http://moscovita.org/moscofilms/la-fundacion-del-pcch-jian-dang-wei-ye/
Duración: 124 min
Año: 2011
Pais: China
Director: Jianxin Huang, Sanping Han
Guión: Jung Li Guong, Xin Huang, Zhe Dong
Reparto: Angelababy, Bingbing Fan, Daniel Wu, Yun-Fat Chow
Dirigida por Huang Jianxin, la película “La Fundación de un Partido” retrata los eventos ocurridos en China entre 1911 y 1921, que llevaron al nacimiento del Partido Comunista de China.
Actores y equipo técnico han recorrido China en búsqueda de las huellas de los pioneros del comunismo en el país y otras figuras históricas clave.
La película cuenta con actores de primer orden. El veterano actor hongkonés Chow Yun-fat interpreta a Yuan Shikai, un caudillo conocido por su fallido intento de restaurar el sistema imperial tras la caída de la dinastía Qing.
Mucha gente observa la película como el gemelo de la película “La Fundación de una República”, que barrió las taquillas de los cines chinos durante 2009.
Pero Huang Jianxing cree que esta nueva producción superará a su predecesora en términos narrativos.
El actor de la parte continental de China Liu Ye, que en la película interpreta a Mao Zedong, está de acuerdo con Huang Jianxin. Cree que la película atraerá a una audienia joven.
VER PELICULA CON SUBTITULOS EN CASTELLANO EN MOSCOFILMS: http://moscovita.org/moscofilms/la-fundacion-del-pcch-jian-dang-wei-ye/
viernes, 17 de febrero de 2017
LUCHA DE CLASES EN LA PANTALLA CHICA
Los personajes centrales de la telenovela de Fassbinder son operarios de una fábrica.
La Berlinale rescata una miniserie que Rainer Werner Fassbinder hizo para la TV en 1972
Olvidada por 45 años, "Ocho horas no hacen un día" quizá sea la primera, sino la única, telenovela de inspiración marxista de la TV occidental, en la que Fassbinder aprovechó las posibilidades del medio para hablar de la clase trabajadora.
A comienzos de 1972, Rainer Werner Fassbinder tenía apenas 26 años y en sólo tres había filmado quince largometrajes, que finalmente empezaban a ser reconocidos por la crítica y los principales festivales internacionales, a pesar del rechazo inicial que había provocado –aquí mismo en la Berlinale– su opera prima El amor es más frío que la muerte (1969). Pero Fassbinder era plenamente consciente de que su cine -formalmente tan austero como sus presupuestos– era apreciado sólo por una élite: la misma burguesía a la que él no dejaba de cuestionar. Por eso, cuando la cadena de televisión Westdeutscher Rundfunk (WDR) le ofreció escribir y dirigir una miniserie para su catálogo de producciones familiares, tan populares en la TV alemana de la época, Fassbinder no dudó en aceptar la propuesta. El resultado fue Acht Stunden sind kein Tag (Ocho horas no hacen un día), una experiencia crucial y a todas luces insólita que en estos días, en una flamante versión restaurada, se ha convertido en el gran acontecimiento cinéfilo del Festival de Berlín.
A diferencia de la famosa Berlin Alexanderplatz (1980), que Fassbinder también rodó para la televisión, Ocho horas no hacen un día era un trabajo olvidado, nada menos cinco capítulos de una hora y media cada uno que casi no habían vuelto a verse desde su primera emisión, 45 años atrás. Pero la Rainer Werner Fassbinder Foundation que dirige Juliane Lorenz, en cooperación con el Museo de Arte Moderno (MoMA), de Nueva York, exhumaron el material original, rodado en 16mm, restauraron meticulosamente imagen y sonido y lo que ahora vuelve a la luz puede considerarse como la primera -y quizás la única– telenovela marxista de la TV occidental.
A priori, el guión escrito por el propio Fassbinder no se aparta de los lineamientos generales que imponía la WDR para sus “Familienseries”, concebidas para su horario central. Esto es, una comedia con una simpática familia en su centro, que en cada emisión debía enfrentar diferentes situaciones, enredos humorísticos y conflictos. Pero lo primero que hace el Fassbinder dramaturgo es acentuar el sentido de pertenencia de esa familia a la más pura y dura clase trabajadora. El protagonista es Jochen (Gottfried John), un muchacho pintón y entusiasta que trabaja en una fábrica metalmecánica. Comparte un modesto departamento con sus padres y con su abuela (la hiperactiva Luise Ullrich), hasta que se muda con su novia Marion (Hanna Schygulla), empleada administrativa de un periódico local de la ciudad de Köln, donde fue rodada la miniserie.
El primer capítulo está casi totalmente dedicado a este romance y a los comentarios y reacciones que provoca en el resto de la familia de Jochen. Pero poco a poco, capítulo a capítulo, Fassbinder va introduciendo cada vez más el universo social y laboral en el plano familiar. Los compañeros de trabajo de Jochen son también sus amigos y con ellos no sólo comparte unas cervezas a la salida de la fábrica sino también todos los problemas y conflictos que conlleva la jornada laboral, desde las presiones del capataz por cumplir con los plazos de entrega hasta las estrategias de lucha para conseguir un aumento salarial. Que en el quinto y último capítulo de la serie, Jochen, Marion y sus amigos dediquen buena parte de su tiempo a comprender y discutir la teoría de la plusvalía (aunque nunca la nombren como tal) da una idea de por qué la WDR canceló súbitamente el proyecto y nunca se filmaron los tres capítulos restantes que estaban previstos.
Es notable, sin embargo, el esfuerzo de Fassbinder por contrabandear sus contenidos en un territorio enemigo como era el de la televisión. Si Jean-Luc Godard –que había sido una de sus primeras y mayores influencias– estaba dedicado por entonces a romper con el lenguaje cinematográfico y las convenciones narrativas de la burguesía, Fassbinder por el contrario las abraza con todas sus fuerzas, para ganarse el favor de su audiencia. Quiere y necesita llegar a su público, por lo que utiliza todas las herramientas de la gramática televisiva, desde una música con violines para resaltar una escena romántica hasta los súbitos zoom a los ojos de sus personajes, cuando enfrentan una situación crítica. Aquí es más claro que nunca el influjo del cine del alemán Douglas Sirk, que en Hollywood se apropió de las claves del melodrama para subvertir la ideología del género, una práctica que evidentemente Fassbinder quería probar en su incursión televisiva y luego extendería a toda su obra cinematográfica.
Pero en Ocho horas no hacen un día hay también, a la vez, en una operación tan compleja como transparente, un procedimiento inequívocamente brechtiano: a fuerza de exacerbar esos recursos formales -particularmente los elaboradísimos encuadres– se produce el famoso “efecto de extrañamiento” que permite distanciarse de los hechos dramáticos y por lo tanto tomar conciencia de las situaciones de los personajes. En su afán didáctico por exponer círculos concéntricos de opresión, Fassbinder no sólo vuelve al tema de los Gastarbeiter, los trabajadores inmigrantes, al que había dedicado todo un film (Katzelmacher, 1969) y al que aquí regresa con la subtrama de un obrero italiano que es víctima del desprecio de alguno de sus compañeros. También advierte la discriminación a la que están sometidas las mujeres y las personas mayores, a quienes la serie no sólo invita a rebelarse sino que también les indica el mejor camino para hacerlo.
En el caso de las mujeres, la excepción es el personaje de Marion, de una independencia y una libertad que provienen sin duda de la personalidad magnética de su actriz, Hanna Schygulla, en el esplendor de su talento y su belleza. Fue Schygulla –junto a Irm Hermann, otra sobreviviente de la troupe Fassbinder de aquella época– quien subió al escenario de la legendaria sala Volksbühne am Rosa-Luxemburg-Platz para presentar esta gema que parecía perdida en el túnel del tiempo y que ahora en la Berlinale ha vuelto a brillar en todo su esplendor.
Fuente: Página12
A diferencia de la famosa Berlin Alexanderplatz (1980), que Fassbinder también rodó para la televisión, Ocho horas no hacen un día era un trabajo olvidado, nada menos cinco capítulos de una hora y media cada uno que casi no habían vuelto a verse desde su primera emisión, 45 años atrás. Pero la Rainer Werner Fassbinder Foundation que dirige Juliane Lorenz, en cooperación con el Museo de Arte Moderno (MoMA), de Nueva York, exhumaron el material original, rodado en 16mm, restauraron meticulosamente imagen y sonido y lo que ahora vuelve a la luz puede considerarse como la primera -y quizás la única– telenovela marxista de la TV occidental.
A priori, el guión escrito por el propio Fassbinder no se aparta de los lineamientos generales que imponía la WDR para sus “Familienseries”, concebidas para su horario central. Esto es, una comedia con una simpática familia en su centro, que en cada emisión debía enfrentar diferentes situaciones, enredos humorísticos y conflictos. Pero lo primero que hace el Fassbinder dramaturgo es acentuar el sentido de pertenencia de esa familia a la más pura y dura clase trabajadora. El protagonista es Jochen (Gottfried John), un muchacho pintón y entusiasta que trabaja en una fábrica metalmecánica. Comparte un modesto departamento con sus padres y con su abuela (la hiperactiva Luise Ullrich), hasta que se muda con su novia Marion (Hanna Schygulla), empleada administrativa de un periódico local de la ciudad de Köln, donde fue rodada la miniserie.
El primer capítulo está casi totalmente dedicado a este romance y a los comentarios y reacciones que provoca en el resto de la familia de Jochen. Pero poco a poco, capítulo a capítulo, Fassbinder va introduciendo cada vez más el universo social y laboral en el plano familiar. Los compañeros de trabajo de Jochen son también sus amigos y con ellos no sólo comparte unas cervezas a la salida de la fábrica sino también todos los problemas y conflictos que conlleva la jornada laboral, desde las presiones del capataz por cumplir con los plazos de entrega hasta las estrategias de lucha para conseguir un aumento salarial. Que en el quinto y último capítulo de la serie, Jochen, Marion y sus amigos dediquen buena parte de su tiempo a comprender y discutir la teoría de la plusvalía (aunque nunca la nombren como tal) da una idea de por qué la WDR canceló súbitamente el proyecto y nunca se filmaron los tres capítulos restantes que estaban previstos.
Es notable, sin embargo, el esfuerzo de Fassbinder por contrabandear sus contenidos en un territorio enemigo como era el de la televisión. Si Jean-Luc Godard –que había sido una de sus primeras y mayores influencias– estaba dedicado por entonces a romper con el lenguaje cinematográfico y las convenciones narrativas de la burguesía, Fassbinder por el contrario las abraza con todas sus fuerzas, para ganarse el favor de su audiencia. Quiere y necesita llegar a su público, por lo que utiliza todas las herramientas de la gramática televisiva, desde una música con violines para resaltar una escena romántica hasta los súbitos zoom a los ojos de sus personajes, cuando enfrentan una situación crítica. Aquí es más claro que nunca el influjo del cine del alemán Douglas Sirk, que en Hollywood se apropió de las claves del melodrama para subvertir la ideología del género, una práctica que evidentemente Fassbinder quería probar en su incursión televisiva y luego extendería a toda su obra cinematográfica.
Pero en Ocho horas no hacen un día hay también, a la vez, en una operación tan compleja como transparente, un procedimiento inequívocamente brechtiano: a fuerza de exacerbar esos recursos formales -particularmente los elaboradísimos encuadres– se produce el famoso “efecto de extrañamiento” que permite distanciarse de los hechos dramáticos y por lo tanto tomar conciencia de las situaciones de los personajes. En su afán didáctico por exponer círculos concéntricos de opresión, Fassbinder no sólo vuelve al tema de los Gastarbeiter, los trabajadores inmigrantes, al que había dedicado todo un film (Katzelmacher, 1969) y al que aquí regresa con la subtrama de un obrero italiano que es víctima del desprecio de alguno de sus compañeros. También advierte la discriminación a la que están sometidas las mujeres y las personas mayores, a quienes la serie no sólo invita a rebelarse sino que también les indica el mejor camino para hacerlo.
En el caso de las mujeres, la excepción es el personaje de Marion, de una independencia y una libertad que provienen sin duda de la personalidad magnética de su actriz, Hanna Schygulla, en el esplendor de su talento y su belleza. Fue Schygulla –junto a Irm Hermann, otra sobreviviente de la troupe Fassbinder de aquella época– quien subió al escenario de la legendaria sala Volksbühne am Rosa-Luxemburg-Platz para presentar esta gema que parecía perdida en el túnel del tiempo y que ahora en la Berlinale ha vuelto a brillar en todo su esplendor.
jueves, 16 de febrero de 2017
RESEÑA DEL LIBRO "BREVE HISTORIA DE LAS BRIGADAS INTERNACIONALES", DE JAUME CLARET
Breve historia de las brigadas internacionales
Jaume Claret
Los Libros de la Catarata
Madrid, 2016
94 páginas
Prólogo de Antonio Selva Iniesta y Juan Sisinio Pérez Garzón.
La llamada de la España antifascista
Jaume Claret publicó su elogiada tesis doctoral en 2006: El atroz desmoche. La destrucción de la universidad española bajo el franquismo, 1936-1945. Autor de numerosos artículos y trabajos sobre la II República española, el franquismo y la transición, en 2014 publicó, junto a Manuel Santirso, La construcción del catalanismo. Historia de un afán político. El libro que comentamos es su última publicación y el tema, esta vez, sigue siendo un asunto imprescindible para todos nosotros, los brigadistas en nuestra guerra de resistencia. Recuérdalo tú y recuérdalo a otros, nos sugirió Luis Cernuda. Claret nos recuerda lo sustantivo de esta página histórica imborrable en un trabajo que no es propiamente de investigación sino de aproximación sucinta y divulgación a una temática casi inabarcable. Está dividido en una presentación y en cinco breves capítulos: 1. La creación de las brigadas internacionales. 2. Brigadistas. 3. La guerra de los brigadistas. 4. La retirada. 5. El recuerdo de las brigadas internacionales.
Unos apuntes para ubicarnos. Recordemos que las Brigadas Internacionales agruparon a voluntarios antifascistas de más de 50 países. Algunos, recuerda Claret, venían a combatir por la República en genérico, “mientras que la mayoría luchaba por ideologías concretas, todas de izquierdas, o en contra de los sublevados el 18 de julio de 1936 que contaban con apoyos fascistas” (p. 35).
1. Lo novedoso de los brigadistas.
“En 1936 España era un país marginal en el concierto internacional. Y, sin embargo, el estallido de la guerra civil fue asumido como una apelación íntima y directa por miles de jóvenes de todo el mundo. Lo novedoso no era la implicación de extranjeros en cuestiones domésticas, pues contamos con ejemplos como el de lord Byron en la guerra de independencia de Grecia, sino su número, su diversidad de orígenes y su raíz ideológica. Desde su punto de vista, la guerra española era una causa justa, era la primera etapa del enfrentamiento contra el fascismo, era la defensa de unos valores democráticos para unos, revolucionarios para otros” (p. 14)
2. Organizaciones comunistas.
“París era el epicentro de reclutamiento de voluntarios mientras que en cada país las organizaciones comunistas locales o asociaciones e instituciones de solidaridad garantizaban la capacidad del llamamiento. Así, encontramos el Centro Cultural Español de Orán o el Comité Amsterdam-Pleyel, encabezado por el comunista alemán y cuadro relevante de la Comintern, Willy Mïunzerberg (1880-1940), posteriormente convertido en antifascista y antiestalinista fallecido en extrañas circunstancias en la Francia ocupada” (p. 27).
3. Albacete como base.
“La principal base de los brigadistas se instaló en el aeródromo albaceteño de Los Llanos, a la que se sumaban otras sedes repartidas por la provincia de Albacete como La Roda, Tarazona de la Mancha y Madrigueras, y también de la provincia cercana de Cuenca, como Villanueva de la Jara. Entre estas localidades se repartieron las diferentes bases de infantería, artillería, caballería, tanques y aviación, así los diversos centros logísticos y de apoyo. La elección de Albacete se argumentó por su situación lejana de los frentes y de los grandes centros urbanos y, al mismo tiempo, equidistante y con buena comunicación con los citados frentes” (p. 29).
4. Composición y evolución.
“En la primera de 1937, tras la batalla del Jarama, se inició una reestructuración de las Brigadas, haciéndolas más homogéneas por nacionalidades… En otoño de 1937, la Comintern dio un nuevo impulso a la campaña de reclutamiento. En febrero de 1938 se logró un máximo de 1.300 voluntarios. Fue su canto del cisne. De hecho, y a pesar de mantener el nombre de Brigadas Internacionales, unidades españolas empezaron a cubrir las bajas y los traslados, pues, por ejemplo, los batallones franco-belga y alemán de la XII Brigada fueron adscritos a otras fuerzas. A finales de 1937, el 60% de los brigadistas eran, en realidad, reclutas españolas” (p. 33).
5. Número y muertos.
“Sabemos, además, que sobre el terreno nunca se superaron los 20 mil voluntarios de diciembre de 1937, pues en general las estancias fueron cortas y los relevos frecuentes. De forma estable, seguramente la cifra se situó en 15 mil. Respecto de las muertes, las bajas fueron muy altas, cercanas a los 10.000 según Víctor Hurtado. A estos deben sumarse los 7.000 prisioneros, desaparecidos y desertores, y los 13.000 evacuados. Lógicamente, la nacionalidad con más bajas fue la francesa, con 2.659, porque franceses fueron el mayor contingente de voluntarios, seguidos de los 1.053 de Alemania...” (p. 36).
6. Motivaciones.
“La principal motivación de estos voluntarios era ideológica. Así, destacan tres características; una mayoría de militantes y simpatizantes comunistas, un origen social obrero abrumador, pues tenía esta condición el 80% de los brigadistas, y en todos os casos un activo compromiso de lucha contra el fascismo”(p. 37)
7. El regreso.
“El regreso de los brigadistas a sus países de origen estuvo marcado por el enrarecida clima prebélico de la primavera y verano de 1939. En París, la bienvenida fue el último acto multitudinario que pudo organizar el Gobierno del Frente Popular francés, ya en disgregación y en retroceso. Eso no fue obstáculo para que, a la par, aquellos voluntarios que habían participado en la guerra civil española, pero no habían cumplido con el servicio militar francés, fueran sometidos a consejos de guerra. La acogida en Londres tuvo un carácter popular y políticamente abierto, con una participación destacada de los militantes del Partido laborista. En cambio, el Nueva York, la única presencia oficial fue la de la policía que rodeó tanto a los brigadistas como a los escasos familiares, amigos y simpatizantes que acudieron a la cita. Resulta llamativo el caso de Suiza, donde sus 400 brigadistas fueron condenados a penas de entre uno y seis meses” (pp. 82-83).
Si alguna nota crítica fuera necesaria cabría señalar la no referencia (no el olvido ni el desconocimiento) a uno de los grandes poemas de la literatura universal sobre los brigadistas -”1936”, Luis Cernuda- y una observación acaso mejorable (y sin duda precipitada) en los compases últimos de su presentación: “Como destaca irónicamente el historiador de la ciencia Eduard Aibar, Wikipedia es para los académicos como el porno para la población en general, todo el mundo lo usa, pero nadie lo reconoce”.
Las fuentes bibliográficas están citadas en las páginas 93-94. No hay notas a pie de página para facilitar la lectura y hubiera sido conveniente un índice nominal para cerrar este breve ensayo que merece nuestra atención, que se lee magníficamente, que está escrita con sensibilidad y conocimiento del tema, que enseña y estimula nuevas lecturas. ¿Qué más puede pedirse?
De todas las historias de la historia la historia más triste es la de España escribió el poeta. No en este caso. Esta es una de las historias más bellas y generosas (también trágica y dolorosa) de la historia de España y de la historia de la Humanidad, una gran página del libro blanco del comunismo aún por escribir. Claret recoge un poema -”El voluntario”- del padre del actor Daniel Day-Lewis, Cecil Day-Lewis militante comunista en aquellos años, que nos ayuda a captar esta grandeza: “[…] No fue ni engaño ni estupidez,/ gloria, venganza ni dinero/ vinimos porque nuestros ojos abiertos/ no veían otro camino/ No había otra manera de mantener/ el parpadeo de la verdad de los hombres encendida:/ las estrellas serán testigo de que nuestra causa/ ardió más breve, pero no con menos luz”.
Salvador López Arnal
Fuente: El Viejo Topo, diciembre de 2016
Jaume Claret
Los Libros de la Catarata
Madrid, 2016
94 páginas
Prólogo de Antonio Selva Iniesta y Juan Sisinio Pérez Garzón.
La llamada de la España antifascista
Jaume Claret publicó su elogiada tesis doctoral en 2006: El atroz desmoche. La destrucción de la universidad española bajo el franquismo, 1936-1945. Autor de numerosos artículos y trabajos sobre la II República española, el franquismo y la transición, en 2014 publicó, junto a Manuel Santirso, La construcción del catalanismo. Historia de un afán político. El libro que comentamos es su última publicación y el tema, esta vez, sigue siendo un asunto imprescindible para todos nosotros, los brigadistas en nuestra guerra de resistencia. Recuérdalo tú y recuérdalo a otros, nos sugirió Luis Cernuda. Claret nos recuerda lo sustantivo de esta página histórica imborrable en un trabajo que no es propiamente de investigación sino de aproximación sucinta y divulgación a una temática casi inabarcable. Está dividido en una presentación y en cinco breves capítulos: 1. La creación de las brigadas internacionales. 2. Brigadistas. 3. La guerra de los brigadistas. 4. La retirada. 5. El recuerdo de las brigadas internacionales.
Unos apuntes para ubicarnos. Recordemos que las Brigadas Internacionales agruparon a voluntarios antifascistas de más de 50 países. Algunos, recuerda Claret, venían a combatir por la República en genérico, “mientras que la mayoría luchaba por ideologías concretas, todas de izquierdas, o en contra de los sublevados el 18 de julio de 1936 que contaban con apoyos fascistas” (p. 35).
1. Lo novedoso de los brigadistas.
“En 1936 España era un país marginal en el concierto internacional. Y, sin embargo, el estallido de la guerra civil fue asumido como una apelación íntima y directa por miles de jóvenes de todo el mundo. Lo novedoso no era la implicación de extranjeros en cuestiones domésticas, pues contamos con ejemplos como el de lord Byron en la guerra de independencia de Grecia, sino su número, su diversidad de orígenes y su raíz ideológica. Desde su punto de vista, la guerra española era una causa justa, era la primera etapa del enfrentamiento contra el fascismo, era la defensa de unos valores democráticos para unos, revolucionarios para otros” (p. 14)
2. Organizaciones comunistas.
“París era el epicentro de reclutamiento de voluntarios mientras que en cada país las organizaciones comunistas locales o asociaciones e instituciones de solidaridad garantizaban la capacidad del llamamiento. Así, encontramos el Centro Cultural Español de Orán o el Comité Amsterdam-Pleyel, encabezado por el comunista alemán y cuadro relevante de la Comintern, Willy Mïunzerberg (1880-1940), posteriormente convertido en antifascista y antiestalinista fallecido en extrañas circunstancias en la Francia ocupada” (p. 27).
3. Albacete como base.
“La principal base de los brigadistas se instaló en el aeródromo albaceteño de Los Llanos, a la que se sumaban otras sedes repartidas por la provincia de Albacete como La Roda, Tarazona de la Mancha y Madrigueras, y también de la provincia cercana de Cuenca, como Villanueva de la Jara. Entre estas localidades se repartieron las diferentes bases de infantería, artillería, caballería, tanques y aviación, así los diversos centros logísticos y de apoyo. La elección de Albacete se argumentó por su situación lejana de los frentes y de los grandes centros urbanos y, al mismo tiempo, equidistante y con buena comunicación con los citados frentes” (p. 29).
4. Composición y evolución.
“En la primera de 1937, tras la batalla del Jarama, se inició una reestructuración de las Brigadas, haciéndolas más homogéneas por nacionalidades… En otoño de 1937, la Comintern dio un nuevo impulso a la campaña de reclutamiento. En febrero de 1938 se logró un máximo de 1.300 voluntarios. Fue su canto del cisne. De hecho, y a pesar de mantener el nombre de Brigadas Internacionales, unidades españolas empezaron a cubrir las bajas y los traslados, pues, por ejemplo, los batallones franco-belga y alemán de la XII Brigada fueron adscritos a otras fuerzas. A finales de 1937, el 60% de los brigadistas eran, en realidad, reclutas españolas” (p. 33).
5. Número y muertos.
“Sabemos, además, que sobre el terreno nunca se superaron los 20 mil voluntarios de diciembre de 1937, pues en general las estancias fueron cortas y los relevos frecuentes. De forma estable, seguramente la cifra se situó en 15 mil. Respecto de las muertes, las bajas fueron muy altas, cercanas a los 10.000 según Víctor Hurtado. A estos deben sumarse los 7.000 prisioneros, desaparecidos y desertores, y los 13.000 evacuados. Lógicamente, la nacionalidad con más bajas fue la francesa, con 2.659, porque franceses fueron el mayor contingente de voluntarios, seguidos de los 1.053 de Alemania...” (p. 36).
6. Motivaciones.
“La principal motivación de estos voluntarios era ideológica. Así, destacan tres características; una mayoría de militantes y simpatizantes comunistas, un origen social obrero abrumador, pues tenía esta condición el 80% de los brigadistas, y en todos os casos un activo compromiso de lucha contra el fascismo”(p. 37)
7. El regreso.
“El regreso de los brigadistas a sus países de origen estuvo marcado por el enrarecida clima prebélico de la primavera y verano de 1939. En París, la bienvenida fue el último acto multitudinario que pudo organizar el Gobierno del Frente Popular francés, ya en disgregación y en retroceso. Eso no fue obstáculo para que, a la par, aquellos voluntarios que habían participado en la guerra civil española, pero no habían cumplido con el servicio militar francés, fueran sometidos a consejos de guerra. La acogida en Londres tuvo un carácter popular y políticamente abierto, con una participación destacada de los militantes del Partido laborista. En cambio, el Nueva York, la única presencia oficial fue la de la policía que rodeó tanto a los brigadistas como a los escasos familiares, amigos y simpatizantes que acudieron a la cita. Resulta llamativo el caso de Suiza, donde sus 400 brigadistas fueron condenados a penas de entre uno y seis meses” (pp. 82-83).
Si alguna nota crítica fuera necesaria cabría señalar la no referencia (no el olvido ni el desconocimiento) a uno de los grandes poemas de la literatura universal sobre los brigadistas -”1936”, Luis Cernuda- y una observación acaso mejorable (y sin duda precipitada) en los compases últimos de su presentación: “Como destaca irónicamente el historiador de la ciencia Eduard Aibar, Wikipedia es para los académicos como el porno para la población en general, todo el mundo lo usa, pero nadie lo reconoce”.
Las fuentes bibliográficas están citadas en las páginas 93-94. No hay notas a pie de página para facilitar la lectura y hubiera sido conveniente un índice nominal para cerrar este breve ensayo que merece nuestra atención, que se lee magníficamente, que está escrita con sensibilidad y conocimiento del tema, que enseña y estimula nuevas lecturas. ¿Qué más puede pedirse?
De todas las historias de la historia la historia más triste es la de España escribió el poeta. No en este caso. Esta es una de las historias más bellas y generosas (también trágica y dolorosa) de la historia de España y de la historia de la Humanidad, una gran página del libro blanco del comunismo aún por escribir. Claret recoge un poema -”El voluntario”- del padre del actor Daniel Day-Lewis, Cecil Day-Lewis militante comunista en aquellos años, que nos ayuda a captar esta grandeza: “[…] No fue ni engaño ni estupidez,/ gloria, venganza ni dinero/ vinimos porque nuestros ojos abiertos/ no veían otro camino/ No había otra manera de mantener/ el parpadeo de la verdad de los hombres encendida:/ las estrellas serán testigo de que nuestra causa/ ardió más breve, pero no con menos luz”.
Salvador López Arnal
Fuente: El Viejo Topo, diciembre de 2016
miércoles, 15 de febrero de 2017
CURSOS DE FORMACIÓN CONTINUA DE LA UCM "MATERIALISMO HISTÓRICO Y TEORÍA CRÍTICA"
La UE y el euro. Un análisis desde el marxismo
Por segundo año consecutivo, comenzamos el segundo de los Cursos de Formación Continua de la UCM “Materialismo Histórico y Teoría Crítica” que la FIM y el Instituto de Investigación EMUI-UCM imparten en la Escuela de Relaciones Laborales.
La apertura de esta segunda edición correrá a cargo del Profesor Titular de Economía Aplicada, Xabier Arrizabalo, el próximo viernes 17 de febrero, fecha en la que tendrá lugar el inicio del curso “La UE y el euro. Un análisis desde el marxismo”.
A lo largo de ocho sesiones, se abordará la actual crisis de la UE y el euro desde la historia, la geopolítica, la economía, las ciencias políticas y la sociología, configurando uno de los cursos más completos, que en el marco de la universidad española, se han desarrollado sobre un aspecto central de la vida política y social de España, como es la UE y el euro.
En el curso participarán docentes de cinco universidades españolas así como destacados miembros de los movimientos sociales, los cuales dirigirán los seminarios que pasamos a exponer en el siguiente programa:
Viernes 17 de febrero. Sesión inaugural. Del Plan Marshall a la Troika: la UE, ni unión ni europea. Xavier Arrizabalo; Profesor Titular de Economía Internacional y Desarrollo de la UCM.
Lunes 20 de febrero. La crisis de la UE y la reconfiguración de la geopolítica mundial Eddy Sánchez Iglesias; Profesor de Ciencias Políticas de la UCM.
Martes 21 de febrero. El capitalismo español y su proceso de acumulación en el marco del euro (1995-2014). Juan Pablo Mateo Tomé; Profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Valladolid.
Jueves 23 de febrero. La Unión Monetaria como estrategia de organización del poder del capital Javier Navascués; Profesor de Organización Industrial y Gestión de Empresas de la Universidad de Sevilla.
Lunes 27 de febrero. El TTIP y la reconstrucción del Occidente capitalista. Sol Sánchez; Co-Portavoz de IU Madrid y miembro de ATTAC.
Miércoles 1 de marzo. El euro como instrumento de aplicación del ajuste salarial. Un análisis desde la perspectiva española. Javier Murillo, Profesor de Economía y miembro del Instituto Marxista de Economía.
Jueves 2 de marzo. ¿Salir del euro sin salir del capitalismo? Joaquín Arriola; Profesor Titular de Economía Política de la UPV.
Viernes 3 de marzo. El BCE, su ideología y sus contradicciones: de la ortodoxia neoclásica a la heterodoxia de supervivencia. Mario del Rosal; Profesor de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid y miembro del Instituto Marxista de Economía.
Las sesiones tendrán lugar en la Escuela de Relaciones Laborales de la UCM, Calle San Bernardo nº 49 de Madrid, de 17 a 20 horas. El precio de la matrícula es de solo 50 euros, lo cual dará derecho a la expedición de un título oficial de Formación Continua de la UCM y la concesión de 2 Créditos ECTS de libre elección por el curso.
La información sobre los cursos y sus códigos puede consultarse en este enlace: http://www.ucm.es/estudios/certificado;
el procedimiento para realizar la matrícula se aplica aquí: http://www.ucm.es/procedimiento-1;
la aplicación on-line para la matrícula es la siguiente: http://www.ucm.es/fundacion/formacion_continua
Más información en el teléfono de información de los cursos +34 91 394 6625, 6606; o escribir al siguiente correo: academicsecretary@emui.eu
martes, 14 de febrero de 2017
LA BERLINALE ACOGIÓ EL ESTRENO DE LA PELÍCULA "EL JOVEN KARL MARX"
El film dirigido por Raoul Peck narra los años de 1844-1848 de Marx y Engels
Der jungen Karl Marx (El joven Marx) se sitúa en el periodo formativo de 1844-1848 para contar los primeros pasos en el periodismo y la acción política. De hecho, el tráiler comienza con unas imágenes sobre el robo de madera –sobre los cuales Marx escribió en la Gaceta Renana– con una voz en off recitando las primeras líneas del Manifiesto Comunista sobre la lucha de clases.
El joven Marx, interpretado por el actor alemán Auguste Diehl (Inglourious basterds), pierde su puesto en la Gaceta Renana tras el cierre impuesto por el gobierno prusiano. Antes de su exilio en París, se casa con Jenny Von Westphalen, interpretada por la actriz luxemburguesa Vicky Krieps.
En las imágenes también se puede ver su acercamiento a Friedrich Engels, con quien forjará una amistad y colaboración hasta el final de sus días. Interpretado por el actor Stefan Konarske, el joven Engels dice que conoce personalmente a los más ricos y a los más pobres. Hijo de un importante industrial textil, Engels es enviado a Manchester donde aprovechó para desarrollar su interés por la clase obrera, analizando y contando las condiciones de vida en su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra.
El film alemán está a tono con las demandas, sobre todo en las nuevas generaciones, por conocer las ideas de Marx a partir de la crisis capitalista en 2008. Este interés ya se había expresado con ventas récord para El Capital o el Manifiesto Comunista. Quizás el film sea una herramienta para aproximarse a la dupla que creó el materialismo dialéctico interviniendo en los combates obreros de la época.
La dirección de la película está a cargo de Raoul Peck. El cineasta haitiano viene de dirigir el documental I am not your negro (2016), sobre la historia del racismo en los Estados Unidos.
Fuente: La Izquierda
Der jungen Karl Marx (El joven Marx) se sitúa en el periodo formativo de 1844-1848 para contar los primeros pasos en el periodismo y la acción política. De hecho, el tráiler comienza con unas imágenes sobre el robo de madera –sobre los cuales Marx escribió en la Gaceta Renana– con una voz en off recitando las primeras líneas del Manifiesto Comunista sobre la lucha de clases.
El joven Marx, interpretado por el actor alemán Auguste Diehl (Inglourious basterds), pierde su puesto en la Gaceta Renana tras el cierre impuesto por el gobierno prusiano. Antes de su exilio en París, se casa con Jenny Von Westphalen, interpretada por la actriz luxemburguesa Vicky Krieps.
En las imágenes también se puede ver su acercamiento a Friedrich Engels, con quien forjará una amistad y colaboración hasta el final de sus días. Interpretado por el actor Stefan Konarske, el joven Engels dice que conoce personalmente a los más ricos y a los más pobres. Hijo de un importante industrial textil, Engels es enviado a Manchester donde aprovechó para desarrollar su interés por la clase obrera, analizando y contando las condiciones de vida en su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra.
El film alemán está a tono con las demandas, sobre todo en las nuevas generaciones, por conocer las ideas de Marx a partir de la crisis capitalista en 2008. Este interés ya se había expresado con ventas récord para El Capital o el Manifiesto Comunista. Quizás el film sea una herramienta para aproximarse a la dupla que creó el materialismo dialéctico interviniendo en los combates obreros de la época.
La dirección de la película está a cargo de Raoul Peck. El cineasta haitiano viene de dirigir el documental I am not your negro (2016), sobre la historia del racismo en los Estados Unidos.
Fuente: La Izquierda
lunes, 13 de febrero de 2017
"LAS CINCO DIFICULTADES PARA DECIR LA VERDAD", DE BERTOLT BRECHT, EN EL 119 ANIVERSARIO DE SU NACIMIENTO
Bertolt Brecht declarando ante el Comité de Actividades Antiamericanas el 30 de octubre de 1947
"LAS CINCO DIFICULTADES PARA DECIR LA VERDAD", DE BERTOLT BRECHT (1934)
El presente texto apareció en noviembre de 1963 en el Boletín del Seminario de Derecho Político de la Universidad de Salamanca (España), publicación dirigida en aquella época por el profesor Enrique Tierno Galván,.
I. El valor de escribir la verdad
Para mucha gente es evidente que el escritor debe escribir la verdad; es decir, no debe rechazarla ni ocultarla, ni deformarla. No debe doblegarse ante los poderosos; no debe engañar a los débiles. Pero es difícil resistir a los poderosos y muy provechoso engañar a los débiles. Incurrir en la desgracia ante los poderosos equivale a la renuncia, y renunciar al trabajo es renunciar al salario. Renunciar a la gloria de los poderosos significa frecuentemente renunciar a la gloria en general. Para todo ello se necesita mucho valor.
Cuando impera la represión más feroz gusta hablar de cosas grandes y nobles. Es entonces cuando se necesita valor para hablar de las cosas pequeñas y vulgares, como la alimentación y la vivienda de los obreros. Por doquier aparece la consigna: «No hay pasión más noble que el amor al sacrificio».
En lugar de entonar ditirambos sobre el campesino hay que hablar de máquinas y de abonos que facilitarían el trabajo que se ensalza. Cuando se clama por todas las antenas que el hombre inculto e ignorante es mejor que el hombre cultivado e instruido, hay que tener valor para plantearse el interrogante: ¿Mejor para quién? Cuando se habla de razas perfectas y razas imperfectas, el valor está en decir: ¿Es que el hambre, la ignorancia y la guerra no crean taras?
También se necesita valor para decir la verdad sobre sí mismo cuando se es un vencido. Muchos perseguidos pierden la facultad de reconocer sus errores, la persecución les parece la injusticia suprema; los verdugos persiguen, luego son malos; las víctimas se consideran perseguidas por su bondad. En realidad esa bondad ha sido vencida. Por consiguiente, era una bondad débil e impropia, una bondad incierta, pues no es justo pensar que la bondad implica la debilidad, como la lluvia la humedad. Decir que los buenos fueron vencidos no porque eran buenos sino porque eran débiles requiere cierto valor.
Escribir la verdad es luchar contra la mentira, pero la verdad no debe ser algo general, elevado y ambiguo, pues son estas las brechas por donde se desliza la mentira. El mentiroso se reconoce por su afición a las generalidades, como el hombre verídico por su vocación a las cosas prácticas, reales, tangibles. No se necesita un gran valor para deplorar en general la maldad del mundo y el triunfo de la brutalidad, ni para anunciar con estruendo el triunfo del espíritu en países donde éste es todavía concebible. Muchos se creen apuntados por cañones cuando solamente gemelos de teatro se orientan hacia ellos. Formulan reclamaciones generales en un mundo de amigos inofensivos y reclaman una justicia general por la que no han combatido nunca. También reclaman una libertad general: la de seguir percibiendo su parte habitual del botín. En síntesis sólo admiten una verdad: la que les suena bien.
Pero si la verdad se presenta bajo una forma seca, en cifras y en hechos, y exige ser confirmada, ya no sabrán qué hacer. Tal verdad no les exalta. Del hombre veraz sólo tienen la apariencia. Su gran desgracia es que no conocen la verdad.
II. La inteligencia necesaria para descubrir la verdad
Tampoco es fácil descubrir la verdad. Por lo menos la que es fecunda. Así, según opinión general, los grandes Estados caen uno tras otro en la barbarie extrema. Y una guerra intestina que se desarrolla implacablemente puede degenerar en cualquier momento en un conflicto generalizado que convertiría nuestro continente en un montón de ruinas. Evidentemente, se trata de verdades. No se puede negar que llueve hacia abajo: numerosos poetas escriben verdades de este género. Son como el pintor que cubría de frescos las paredes de un barco que se estaba hundiendo. El haber resuelto nuestra primera dificultad les procura una cierta dificultad de conciencia. Es cierto que no se dejan engañar por los poderosos, pero ¿escuchan los gritos de los torturados? No; pintan imágenes. Esta actitud absurda les sume en un profundo desconcierto, del que no dejan de sacar provecho; en su lugar otros buscarían las causas. No creáis que sea cosa fácil distinguir sus verdades de las vulgaridades referentes a la lluvia; al principio parecen importantes, pues la operación artística consiste precisamente en dar importancia a algo. Pero mirad la cosa de cerca: os daréis cuenta que no dejan de decir: no se puede impedir que llueva hacia abajo.
También están los que por falta de conocimientos no llegan a la verdad. Y, sin embargo, distinguen las tareas urgentes y no temen a los poderosos ni a la miseria. Pero viven de antiguas supersticiones, de axiomas célebres a veces muy bellos. Para ellos el mundo es demasiado complicado: se contentan con conocer los hechos e ignorar las relaciones que existen entre ellos.
Me permito decir a todos los escritores de esta época confusa y rica en transformaciones que hay que conocer el materialismo dialéctico, la economía y la historia. Tales conocimientos se adquieren en los libros y en la práctica si no falta la necesaria aplicación. Es muy sencillo descubrir fragmentos de verdad, e incluso verdades enteras. El que busca necesita un método, pero se puede encontrar sin método, e incluso sin objeto que buscar. Sin embargo, ciertos procedimientos pueden dificultar la explicación de la verdad: los que la lean serán incapaces de transformar esa verdad en acción. Los escritores que se contentan con acumular pequeños hechos no sirven para hacer manejables las cosas de este mundo. Pues bien, la verdad no tiene otra ambición. Por consiguiente esos escritores no están a la altura de su misión.
III. El arte de hacer la verdad manejable como arma
La verdad debe decirse pensando en sus consecuencias sobre la conducta de los que la reciben.
Hay verdades sin consecuencias prácticas. Por ejemplo, esa opinión tan extendida sobre la barbarie: el fascismo sería debido a una oleada de barbarie que se ha abatido sobre varios países, como una plaga natural. Así, al lado y por encima del capitalismo y del socialismo habría nacido una tercera fuerza: el fascismo. Para mi, el fascismo es una fase histérica del capitalismo, y, por consiguiente, algo muy nuevo y muy viejo. En un país fascista el capitalismo existe solamente como fascismo. Combatirlo es combatir el capitalismo, y bajo su forma más cruda, más insolente, más opresiva, más engañosa.
Entonces, ¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina? Una verdad de este género no reporta ninguna utilidad práctica.
Estar contra el fascismo sin estar contra el capitalismo, rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie, equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a sacrificarlo.
Los demócratas burgueses condenan con énfasis los métodos bárbaros de sus vecinos, y sus acusaciones impresionan tanto a sus auditorios que éstos olvidan que tales métodos se practican también en sus propios países.
Ciertos países logran todavía conservar sus formas de propiedad gracias a medios menos violentos que otros. Sin embargo, los monopolios capitalistas originan por doquier condiciones bárbaras en las fábricas, en las minas y en los campos. Pero mientras que las democracias burguesas garantizan a los capitalistas, sin recurso a la violencia, la posesión de los medios de producción, la barbarie se reconoce en que los monopolios sólo pueden ser defendidos por la violencia declarada.
Ciertos países no tienen necesidad, para mantener sus monopolios bárbaros, de destruir la legalidad instituida, ni su confort cultural (filosofía, arte, literatura); de ahí que acepten perfectamente oir a los exiliados alemanes estigmatizar su propio régimen por haber destruido esas comodidades. A sus ojos es un argumento suplementario en favor de la guerra.
¿Puede decirse que respetan la verdad los que gritan: «Guerra sin cuartel a Alemania, que es hoy la verdadera patria del «mal», la oficina del infierno, el trono del anticristo»? No. Los que así gritan son tontos, impotentes gentes peligrosas. Sus discursos tienden a la destrucción de un país, de un país entero con todos sus habitantes, pues los gases asfixiantes no perdonan a los inocentes.
Los que ignoran la verdad se expresan de un modo superficial, general e impreciso. Peroran sobre el «alemán», estigmatizan el «mal», y sus auditorios se interrogan: ¿Debemos dejar de ser alemanes? ¿Bastará con que seamos buenos para que el infierno desaparezca? Cuando manejan sus tópicos sobre la barbarie salida de la barbarie resultan impotentes para suscitar la acción. En realidad no se dirigen a nadie. Para terminar con la barbarie se contentan con predicar la mejora de las costumbres mediante el desarrollo de la cultura. Eso equivale a limitarse a aislar algunos eslabones en la cadena de las causas y a considerar como potencias irremediables ciertas fuerzas determinantes, mientras que se dejan en la oscuridad las fuerzas que preparan las catástrofes. Un poco de luz y los verdaderos responsables de las catástrofes aparecen claramente: los hombres. Vivimos una época en que el destino del hombre es el hombre.
El fascismo no es una plaga que tendría su origen en la «naturaleza» del hombre. Por lo demás, es un modo de presentar las catástrofes naturales que restituyen al hombre su dignidad porque se dirigen a su fuerza combativa.
El que quiera describir el fascismo y la guerra grandes desgracias, pero no calamidades «naturales» debe hablar un lenguaje práctico: mostrar que esas desgracias son un efecto de la lucha de clases; poseedores de medios de producción contra masas obreras. Para presentar verídicamente un estado de cosas nefasto, mostrad que tiene causas remediables. Cuando se sabe que la desgracia tiene un remedio, es posible combatirla.
IV. Cómo saber a quién confiar la verdad
Un hábito secular, propio del comercio de la cosa escrita, hace que el escritor no se ocupe de la difusión de sus obras. Se figura que su editor, u otro intermediario, las distribuye a todo el mundo. Y se dice: yo hablo, y los que quieren entenderme, me entienden. En la realidad, el escritor habla, y los que pueden pagar, le entienden. Sus palabras jamás llegan a todos, y los que las escuchan no quieren entenderlo todo.
Sobre esto se ha dicho ya muchas cosas, pero no las suficientes. Transformar la «acción de escribir a alguien» en «acto de escribir» es algo que me parece grave y nocivo. La verdad no puede ser simplemente escrita; hay que escribirla a alguien. A alguien que sepa utilizarla. Los escritores y los lectores descubren la verdad juntos.
Para ser revelado, el bien sólo necesita ser bien escuchado, pero la verdad debe ser dicha con astucia y comprendida del mismo modo. Para nosotros, escritores, es importante saber a quién la decimos y quién nos la dice; a los que viven en condiciones intolerables debemos decirles la verdad sobre esas condiciones, y esa verdad debe venirnos de ellos. No nos dirijamos solamente a las gentes de un solo sector: hay otros que evolucionan y se hacen susceptibles de entendernos. Hasta los verdugos son accesibles, con tal que comiencen a temer por sus vidas. Los campesinos de Baviera, que se oponían a todo cambio de régimen, se hicieron permeables a las ideas revolucionarias cuando vieron que sus hijos, al volver de una larga guerra, quedaban reducidos al paro forzoso.
La verdad tiene un tono. Nuestro deber es encontrarlo. Ordinariamente se adopta un tono suave y dolorido: «yo soy incapaz de hacer daño a una mosca». Esto tiene la virtud de hundir en la miseria a quien lo escucha. No trataremos como enemigos a quienes emplean este tono, pero no podrán ser nuestros compañeros de lucha. La verdad es de naturaleza guerrera, y no sólo es enemiga de la mentira, sino de los embusteros.
V. Proceder con astucia para difundir la verdad
Orgullosos de su valor para escribir la verdad, contentos de haberla descubierto, cansados sin duda de los esfuerzos que supone el hacerla operante, algunos esperan impacientes que sus lectores la disciernan. De ahí que les parezca vano proceder con astucia para difundir la verdad.
Confucio alteró el texto de un viejo almanaque popular cambiando algunas palabras: en lugar de escribir «el maestro Kun hizo matar al filósofo Wan», escribió: «el maestro Kun hizo asesinar al filósofo Wan». En el pasaje donde se hablaba de la muerte del tirano Sundso, «muerto en un atentado», reemplazó la palabra «muerto» por «ejecutado», abriendo la vía a una nueva concepción de la historia.
El que en la actualidad reemplaza «pueblo» por «población», y «tierra» por «propiedad rural», se niega ya a acreditar algunas mentiras, privando a algunas palabras de su magia. La palabra «pueblo» implica una unidad fundada en intereses comunes; sólo habría que emplearla en plural, puesto que únicamente existen «intereses comunes» entre varios pueblos. La «población» de una misma región tiene intereses diversos e incluso antagónicos. Esta verdad no debe ser olvidada. Del mismo modo, el que dice «la tierra», personificando sus encantos, extasiándose ante su perfume y su colorido, favorece las mentiras de la clase dominante. Al fin y al cabo, ¡qué importa la fecundidad de la tierra, el amor del hombre por ella y su infatigable ardor al trabajarla!: lo que importa es el precio del trigo y el precio del trabajo. El que saca provecho de la tierra no es nunca el que recoge el trigo, y «el gesto augusto del sembrador» no se cotiza en Bolsa. El término justo es «propiedad rural».
Cuando reina la opresión, no hablemos de «disciplina», sino de «sumisión» pues la disciplina excluye la existencia de una clase dominante. Del mismo modo, el vocablo «dignidad» vale más que la palabra «honor», pues tiene más en cuenta al hombre. Todos sabemos qué clase de gente se precipita para tener la ventaja de defender el «honor» de un pueblo, y con qué liberalidad los ricos distribuyen el «honor» a los que trabajan para enriquecerlos.
La astucia de Confucio es utilizable también en nuestros días. También la de Tomás Moro. Este último describió un país utópico idéntico a la Inglaterra de aquella época, pero en el que las injusticias se presentaban como costumbres admitidas por todo el mundo.
Cuando Lenin, perseguido por la policía del Zar, quiso dar una idea de la explotación de Sajalín por la burguesía rusa, sustituyó Rusia por el Japón y Sajalín por Corea. La identidad de las dos burguesías era evidente, pero como Rusia estaba en guerra con el Japón la censura dejó pasar el trabajo de Lenin.
Hay una infinidad de astucias posibles para engañar a un Estado receloso. Voltaire luchó contra las supersticiones religiosas de su tiempo escribiendo la historia galante de «La Doncella de Orleans»: describiendo en un bello estilo aventuras galantes sacadas de la vida de los grandes. Voltaire llevó a éstos a abandonar la religión (que hasta entonces tenían por caución de su vida disoluta). De repente se hicieron los propagadores celosos de las obras de Voltaire y ridiculizaron a la policía que defendía sus privilegios. La actitud de los grandes permitió la difusión ilícita de las ideas del escritor entre el público burgués, hacia el que precisamente apuntaba Voltaire.
Decía Lucrecio que contaba con la belleza de sus versos para la propagación de su ateísmo epicúreo. Las virtudes literarias de una obra pueden favorecer su difusión clandestina. Pero hay que reconocer que a veces suscitan múltiples sospechas. De ahí la necesidad de descuidarlas deliberadamente en ciertas ocasiones. Tal sería el caso, por ejemplo, si se introdujera en una novela policíaca -género literario desacreditado- la descripción de condiciones sociales intolerables. A mi modo de ver, esto justificaría completamente la novela policíaca.
En la obra de Shakespeare se puede encontrar un modelo de verdad propagada por la astucia: el discurso de Antonio ante el cadáver de César. Afirmando constantemente la respetabilidad de Bruto, cuenta su crimen, y la pintura que hace de él es mucho más aleccionadora que la del criminal. Dejándose dominar por los hechos, Antonio saca de ellos su fuerza de convicción mucho más que de su propio juicio.
Jonathan Swift propuso en un panfleto que los niños de los pobres fueran puestos a la venta en las carnicerías para que reinara la abundancia en el país. Después de efectuar cálculos minuciosos, el célebre escritor probó que se podrían realizar economías importantes llevando la lógica hasta el fin. Swift jugaba al monstruo. Defendía con pasión absolutista algo que odiaba. Era una manera de denunciar la ignominia. Cualquiera podía encontrar una solución más sensata que la suya, o al menos más humana; sobre todo, aquellos que no habían comprendido a dónde conducía este tipo de razonamiento.
Militar a favor del pensamiento, sea cual fuere la forma que éste adopte, sirve la causa de los oprimidos. En efecto, los gobernantes al servicio de los explotadores consideran el pensamiento como algo despreciable. Para ellos lo que es útil para los pobres es pobre. La obsesión que estos últimos tienen por comer, por satisfacer su hambre, es baja. Es bajo menospreciar los honores militares cuando se goza de este favor inestimable: batirse por un país cuando se muere de hambre. Es bajo dudar de un jefe que os conduce a la desgracia. El horror al trabajo que no alimenta al que lo efectúa es asimismo una cosa baja, y baja también la protesta contra la locura que se impone y la indiferencia por una familia que no aporta nada. Se suele tratar a los hambrientos como gentes voraces y sin ideal, de cobardes a los que no tienen confianza en sus opresores, de derrotistas a los que no creen en la fuerza, de vagos a los que pretenden ser pagados por trabajar, etc. Bajo semejante régimen, pensar es una actividad sospechosa y desacreditada. ¿Dónde ir para aprender a pensar? A todos los lugares donde impera la represión.
Sin embargo, el pensamiento triunfa todavía en ciertos dominios en que resulta indispensable para la dictadura. En el arte de la guerra, por ejemplo, y en la utilización de las técnicas. Resulta indispensable pensar para remediar, mediante la invención de tejidos «ersatz», la penuria de lana. Para explicar la mala calidad de los productos alimenticios o la militarización de la juventud no es posible renunciar al pensamiento. Pero recurriendo a la astucia se puede evitar el elogio de la guerra, al que nos incitan los nuevos maestros del pensamiento. Así, la cuestión ¿cómo orientar la guerra? lleva a la pregunta: ¿vale la pena hacer la guerra? Lo que equivale a preguntar: ¿cómo evitar la guerra inútil? Evidentemente, no es fácil plantear esta cuestión en público hoy. Pero ¿quiere decir esto que haya que renunciar a dar eficacia a la verdad? Evidentemente no.
Si en nuestra época es posible que un sistema de opresión permita a una minoría explotar a la mayoría, la razón reside en una cierta complicidad de la población, complicidad que se extiende a todos los dominios. Una complicidad análoga, pero orientada en sentido contrario, puede arruinar el sistema. Por ejemplo, los descubrimientos biológicos de Darwin eran susceptibles de poner en peligro todo el sistema, pero solamente la Iglesia se inquietó. La policía no veía en ello nada nocivo. Los últimos descubrimientos físicos implican consecuencias de orden filosófico que podrían poner en tela de juicio los dogmas irracionales que utiliza la opresión. Las investigaciones de Hegel en el dominio de la lógica facilitaron a los clásicos de la revolución proletaria, Marx y Lenin, métodos de un valor inestimable. Las ciencias son solidarias entre sí, pero su desarrollo es desigual según los dominios; el Estado es incapaz de controlarlos todos. Así, los pioneros de la verdad pueden encontrar terrenos de investigación relativamente poco vigilados. Lo importante es enseñar el buen método, que exige que se interrogue a toda cosa a propósito de sus caracteres transitorios y variables. Los dirigentes odian las transformaciones: desearían que todo permaneciese inmóvil, a ser posible durante un milenio: que la Luna se detuviese y el Sol interrumpiese su carrera. Entonces nadie tendría hambre ni reclamaría alimentos. Nadie respondería cuando ellos abriesen fuego; su salva sería necesariamente la última.
Subrayar el carácter transitorio de las cosas equivale a ayudar a los oprimidos. No olvidemos jamás recordar al vencedor que toda situación contiene una contradicción susceptible de tomar vastas proporciones. Semejante método -la dialéctica, ciencia del movimiento de las cosas- puede ser aplicado al examen de materias como la biología y la química, que escapan al control de los poderosos, pero nada impide que se aplique al estudio de la familia; no se corre el riesgo de suscitar la atención. Cada cosa depende de una infinidad de otras que cambian sin cesar; esta verdad es peligrosa para las dictaduras.
Pues bien, hay mil maneras de utilizarla en las mismas narices de la policía. Los gobernantes que conducen a los hombres a la miseria quieren evitar a todo precio que, en la miseria, se piense en el Gobierno. De ahí que hablen de destino. Es al destino, y no al Gobierno, al que atribuyen la responsabilidad de las deficiencias del régimen. Y si alguien pretende llegar a las causas de estas insuficiencias, se le detiene antes de que llegue al Gobierno.
Pero en general es posible reclinar los lugares comunes sobre el destino y demostrar que el hombre se forja su propio destino. Ahí tenéis el ejemplo de esa granja islandesa sobre la que pesaba una maldición. La mujer se había arrojado al agua, el hombre se había ahorcado. Un día, el hijo se casó con una joven que aportaba como dote algunas hectáreas de tierra. De golpe, se acabó la maldición. En la aldea se interpretó el acontecimiento de diversos modos. Unos lo atribuyeron al natural alegre de la joven; otros a la dote, que permitía, al fin, a los propietarios de la granja comenzar sobre nuevas bases. Incluso un poeta que describe un paisaje puede servir a la causa de los oprimidos si incluye en la descripción algún detalle relacionado con el trabajo de los hombres. En resumen: importa emplear la astucia para difundir la verdad.
Conclusión
La gran verdad de nuestra época -conocerla no es todo, pero ignorarla equivale a impedir el descubrimiento de cualquier otra verdad importante- es ésta: nuestro continente se hunde en la barbarie porque la propiedad privada de los medios de producción se mantiene por la violencia. ¿De qué sirve escribir valientemente que nos hundimos en la barbarie si no se dice claramente por qué? Los que torturan lo hacen por conservar la propiedad privada de los medios de producción.
Ciertamente, esta afirmación nos hará perder muchos amigos: todos los que, estigmatizando la tortura, creen que no es indispensable para el mantenimiento de las formas actuales de propiedad.
Digamos la verdad sobre las condiciones bárbaras que reinan en nuestro país; así será posible suprimirlas, es decir, cambiar las actuales relaciones de producción. Digámoslo a los que sufren del statu quo y que, por consiguiente, tienen más interés en que se modifique: a los trabajadores, a los aliados posibles de la clase obrera, a los que colaboran en este estado de cosas sin poseer los medios de producción.
Fuente: La Insignia