jueves, 2 de abril de 2015

PAÚL ELUARD: GRECIA EN EL CORAZÓN. PALABRA EN EL TIEMPO

HISTORIA DE SOLIDARIDAD CON EL MOVIMIENTO POPULAR GRIEGO

Artículo de Antonio José Domínguez para Mundo Obrero
 
Para Jaime Codina Munné, amante de Grecia y andàrtis de la vida

La poesía abandona en ocasiones sus galerías nocturnas, sus torres de marfil y sus abecedarios de lujo para acercarse y acompañar con otras gramáticas y semánticas, con otros cantos el sufrimiento de los pueblos en épocas en que la barbarie impone su ley. En nuestro país sabemos cómo la poesía de Antonio Machado, Rafael Alberti, Luis Cernuda y, muchos otros, se incorporó como canto y denuncia durante la Guerra civil en defensa de la Segunda República. Este compromiso del verso se repitió en Francia durante la Resistencia contra la ocupación nazi y, poetas como Luis Aragón o Paul Eluard, no solo participaron en la lucha, sino que también dieron su palabra y espíritu a la resistencia del pueblo francés. El poema “Liberté” de Paul Eluard escrito y editado clandestinamente en 1942, además de sus valores implícitos, resume también su carácter épico, pues impreso en hojas volanderas fueron arrojadas desde el aire por los aviones de la Royal Air Force sobre los frentes y ciudades.

Los poetas citados anteriormente habían participado también en la defensa de la II República como en otros países por causas de carácter popular o en apoyo de la Revolución Soviética. Aquí en España habían presenciado este proceder cuando también en hojas volanderas se repartían los poemas del Nuevo Romancero. Paul Eluard se manifiesta solidario desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta su muerte con su poesía y su presencia. En estos años son frecuentes los viajes a diversos países europeos como a Latinoamérica, al tiempo que su poesía perdía poco a poco su entronque surrealista para construir otra abierta a los horizontes de la solidaridad y la fraternidad. Sus sueños, ahora, y su horizonte son los de todos.

Una vez que fue liberada Grecia de la ocupación nazi, entre los años 1947 y 1949 se produce la Guerra civil, aunque sus inicios que acontecen en 1944 son sus prolegómenos. En esta fecha se produce el desembarco de las tropas británicas con la pretensión de imponer un régimen probritánico -el gobierno griego había vuelto a Grecia después de abandonar su exilio en El Cairo- y con el deseo de que se disolvieran las organizaciones que formaban el EAN-ELAS (Frente de Liberación Nacional y Ejército Popular de Liberación Nacional), que había luchado contra la invasión nazi. Éstas, conscientes de lo que significaría la entrega de las armas, se negaron a disolverse, decisión que generó un enfrentamiento con las tropas Aliadas (realistas y británicas) que quedó marcado en la jornada del 3 de diciembre de 1944, denominada “el domingo rojo”, y que significó el principio de la Guerra civil que se prolongaría hasta el acuerdo de Várkiza en febrero de 1945 donde se pacta el cese de las armas con la promesa de la celebración de elecciones democráticas, así como un referéndum que definiría la naturaleza del futuro régimen.

En este momento de la historia griega, Paul Eluard canta y evoca estos acontecimientos en dos poemas, “Atenas en mi cabeza” y “Grecia en espíritu” que incorpora a su poemario Poèmes politiques (Véase otros trabajos sobre Paul Eluard en Mundo Obrero digital) ahora que el pueblo griego vive otra guerra que, aunque no haya “domingos rojos” sí existe, parece ser, voluntad de condenar un pueblo al exterminio.

Durante las elecciones que se celebraron después del tratado de Várkiza se originó una situación de terror generado por las provocaciones violentas de las milicias de extrema derecha con el consiguiente boicot de los partidos demócratas. Este escenario de agresión y acoso obligó al comandante Markos Vifiadis a atrincherarse con sus tropas en la montaña donde crearon en 1947 el Ejército Democrático de Grecia conducido por los antiguos dirigentes del EAN, al tiempo que proclamaron un Gobierno Revolucionario comunista que fue combatido por el ejército realista griego con los apoyos de los Estados Unidos y Gran Bretaña que dieron naturaleza internacional a la Guerra civil que se prolongaría hasta 1949.

Ante esta situación de violencia contra el pueblo griego, algunos países occidentales crearon los CNR (Consejos Nacionales de Resistencia) de solidaridad con el movimiento popular griego. En Francia, el CNR junto con el Partido Comunista lanzó una campaña de apoyo con lo que se llamó entonces la “Tragedia griega”. Este Consejo programó, entre otras tareas, enviar a intelectuales, artistas y periodistas a Grecia para informarse y dar difusión de la situación y su apoyo. Por ejemplo, Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre, Louis Aragon, Elsa Triolet y Paul Eluard, entre otros, no dudaron en apoyar, dentro y fuera, al pueblo griego con todos sus recursos tanto intelectuales como materiales. Merece destacarse el trabajo informativo y divulgativo realizado en defensa de la causa popular griega. Sería injusto olvidar la solidaridad de l’Humanité y Les Temps Modernes y otras revistas por su gran ayuda a la causa popular griega con su despliegue informativo, sus artículos y la condena que hicieron de los campos de concentración.

En esta situación de guerra civil, Paul Eluard viajará a Atenas donde permanecerá durante una semana para participar en varios actos apoyados por escritores griegos como Nikos Kazanzakis. Una vez terminada estas jornadas, marcha a las montañas de Macedonia en compañía de Yves Farge que escribirá “L’Homme et l’oeuvre de la paz”, artículo que publicará la revista Europe en 1962. Este artículo no es una crónica al uso, es un retrato moral y político de Paul Eluard en los que la poesía no sabía de vacíos, sino de un hombre, un poeta que busca la inteligencia allí donde el pueblo sufre para comprobar, sin ningún tipo de distracción, la dimensión de la lucha y para poder mejor penetrar en los sufrimientos humanos. Paul Eluard no es ajeno a la grandeza y a la belleza de las pequeñas cosas, que le brindaban aquellos días el paisaje de Grecia y sus gentes, como dialogar con ternura con aquellas mujeres que muchas habían perdido a sus hijos y nietos en el combate. Esta sintonía con la vida, nos dice Yves Fares, es donde se reconoce al combatiente de la paz: “Toda la obra de Eluard testimonia este amor, en un mundo inmenso y preciso donde todo descubrimiento llama a otros descubrimientos” con la consciencia de que los capitanes de guerra tienen una preocupación mayor: aislar a los hombres de la paz y prohibir que se unan las esperanzas de los pueblos y expresar su voluntad. […] Para estos gobernantes terroristas, el sentimiento de fatalidad que querrían sembrar con el terror, se quiebra sobre las realidades concretas a las que el poeta aporta una robusta contribución. Esta es, en líneas generales, el retrato que hace Ives Faresen del poeta de su viaje a los montes de Macedonia.

Paul Eluard, como hombre de paz, en el Monte Grammos, junto a los andartes (partisanos o guerrilleros) del Genera Markos, lanza el día de junio de 1949 una llamada a la reconciliación, aunque con pocas posibilidades de ser escuchado por el ejército realista. De este llamamiento titulado “Hijos de Grecia” ofrecemos los siguientes fragmentos:

Hijos de Grecia, me dirijo a vosotros, campesinos, obreros, intelectuales, embriagados en el ejército por un gobierno que no os representa.

He querido ante todo ser aquí un testigo y no he estado animado más que por mi preocupación por la verdad, por mi pasión por la paz. Una guerra fratricida como la vuestra es la más horrible de las guerras…

Lo que he visto en Grecia libre, es el invencible ejército del pueblo, donde los oficiales y los soldados están fraternalmente unidos por el amor a su patria y por la libertad. Les he visto en su gran día con la inocencia de sus corazones, de sus miradas limpias bajo su cielo sereno, danzar como niños. He visto también su frente ensombrecerse con la idea de que son sus hermanos, sus hijos y sus padres los que tienen enfrente en el combate.

Os conjuro que penséis, a los que os encontráis en el lado de los carceleros y de los verdugos, en todos los inocentes que, cada día, pagan con su sangre vuestro propio futuro. Os conjuro que penséis en el horror de Makronissos
(Pequeña isla donde los presos políticos eran deportados) y de vuestras prisiones donde millares de patriotas, seguros de su victoria, esperan cada día las torturas y la muerte.

Es también la primera vez que para un ejército la sola victoria que desea es la unión de todo su pueblo y el fin de las miserias de una guerra impuesta por los imperialistas anglosajones.

En el mundo entero, las gentes sencillas luchan por la paz. El noble pueblo de Grecia, al cubrirse con su gloria, es su vanguardia.


A este documento de carácter apelativo, creemos oportuno añadir el texto de una carta que Paul Eluard escribió a su hija: Hice un maravilloso viaje a la Grecia libre. Viví allí, realmente toda una época de mi vida. Los combatientes y las combatientes son prodigiosos por su valentía, su esperanza, su belleza. Las mayores reuniones tuvieron lugar por la noche en los claros de la montaña. La noche última cuatro mil campesinos y soldados, todos con su metralleta, nos llevaron a ver el triunfo. Habíamos leído el poema “Atenas”. Fue en un mitin por la paz mundial, y todos cantaban, danzaban…

Cuando Paul Eluard regresa a París, en 1949 escribe una serie de poemas que reúne en un libro, Grèce ma rosa de raison (Grecia mi rosa de razón), donde el tono de exaltación épica es sustituido por un lenguaje en el que se ha producido una simbiosis entre lo épico y lo lírico y en el que la remembranza se une con la canción, sin abandonar ni olvidar haber sido testigo de un tiempo donde habitaba el horror, el mismo que había conocido también en la Primera y Segunda Guerra mundial, y, también la heroicidad. Si los poemas “Atenas” y “Grecia en mi cabeza” nos emocionan por su visión y amor, aquí su mirada está impregnada de ternura, todo el mundo tiene derecho a la caricia, una de las palabras fundamentales en su vocabulario poético. De Grecia mi rosa de razón destacamos los siguientes poemas: “Si la Grecia fuese libre”, “Epigrama”, “El monte Grammos”, “Para no estar ya solos” y “El último canto”.

Después de Grecia le esperaban otros países. Su horizonte como hombre y como poeta era el horizonte de todos hasta el final de su vida. Es imposible preguntarse qué hubiera escrito hoy Paul Eluard ante la guerra que la Unión Europea le ha declarado a Grecia con la complicidad de la mayoría -existen excepciones-, de la prensa continental y el silencio de voces poéticas que denuncien este drama y canten la resistencia, otra vez, del pueblo griego y sus representantes de Syriza. ¿Tendremos que seguir con el parafraseo de los versos de Rafael Alberti: ¿Dónde están los poetas actuales de ahora, qué y a quién cantan?

POEMAS ALUDIDOS EN EL TEXTO

ATENAS

Pueblo griego pueblo rey pueblo desesperado
Tú no tienes que perder nada salvo la libertad
Tu amor por la libertad por la justicia
Y el infinito respeto que tú sientes de ti misma

Pueblo rey no estás amenazado para morir
Tú eres igual que tu amor tú eres cándido
Y tu cuerpo y tu corazón tienen hambre de eternidad
Pueblo rey tú creíste que el pan te era debido.
Y que se te entregaban honestamente las armas
Para salvar tu honor y restablecer tu ley
Pueblo desesperado no te fíes más que de tus armas
Hemos convertido por ellas la caridad en esperanza.

Contrapón este espíritu a luz negra
A la muerte sin perdón que no tiene ya los pies en tu casa
Pueblo desesperado pero pueblo de héroes
Pueblo muerto de hambre glotón de su patria

Pequeño y grande a la medida de tu tiempo
Pueblo griego para siempre dueño de tus deseos
La carne y el ideal de la carne conjugados
Los deseos naturales la libertad y el pan

La libertad la libertad semejante al mar al sol
El pan idéntico a los dioses el pan que juntos comparten los hombres
El bien real y luminoso más fuerte que todo
Más fuerte que el dolor y que nuestros enemigos.



GRECIA EN LA MENTE

El pueblo griego no es un pueblo complaciente
El fuego que sobre él abrís es su victoria
Los más jóvenes de este país están locos
De libertad locos de razón locos de su fuerza

A lo largo de la grandeza humana tienen manos
Para defenderse de sus patadas contra sus piernas
En la guerra oponen la justicia-madre
Y la necesidad les instruye y les guía

Grecia es un país sin arroyos para las ratas
La peste allí no tiene tumbas consagradas
Allí vivir no es tener miedo a la muerte allí no hay sombra
Combatir por su derecho devuelve a la noche su ternura

Sobre esta cima de tierra en el corazón de la luz
El pueblo entero abre una puerta inmensa
A la desarmada paz y es allí donde sucumben
Los bárbaros es aquí donde su sangre se secará

En el inmenso aire del mar flor de fraternidad


SI GRECIA FUERA LIBRE
(Fragmentos)

Karayorgis tiene frío la noche
Cae desde lo alto de sus sueños
La mujer de Karayorgis
Está en prisión en su país
Ella es una rama en invierno
Tiene frío y no puede dormir

Karayorgis se ha sublevado
Desde hace tiempo ha conquistado
Las armas como los brotes
De los viejos demonios de la esperanza
Y canto a Karayorgis
Canto el amor triunfante
(…)

Si Grecia fuese libre
Los enemigos de todos los hombres
Si el nácar fuese despojado
De la prisión de su concha
De su sudario opaco y gris
Si el color mostrase sus senos

Si jugásemos un juego común
En este mundo que es de todos
Un juego de tierras sin límites
Un juego de azul sin nubes
El hombre encontraría su aliento
Sus fines sus fuentes su clima


NOTA

Los textos de Paul Eluard han sido traducidos de Oeuvres Complete, Volumen II, Bibliothéque de la Pléiade.

Las Citas de “L’homme y l’oeuvre de la paix” de Europe, Número especial dedicado a Paul Eluard, pág. 56, 1962.

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