Título en V.O.: The Navigators
Dirección: Ken Loach
Reparto: Dean Andrews, Thomas Craig, Joe Duttine, Steve Huison y Andy Swallow
Nacionalidades: Alemania, Gran Bretaña y España
Año: 2001
Duración: 93 min.
Guión: Rob Dawber
Fotografía: Barry Ackroyd y Mike Eley
Música: George Fenton
Sinopsis: Un grupo de trabajadores de la British Rail (la empresa de ferrocarriles estatal de la Gran Bretaña) ve cómo su modus vivendi cambia radicalmente con la privatización de la compañía. Ahora deben decidir entre seguir bajo unas reglas nuevas ¿pago según trabajo hecho y vacaciones no remuneradas¿ o aceptar una indemnización, ser despedidos y eventuales de una agencia de trabajo temporal.
Tras la incursión norteamericana de "Pan y rosas", Ken Loach regresa una vez más a su sólido feudo británico para arremeter contra las privatizaciones de los ferrocarriles llevadas a cabo durante el mandato conservador de John Major. El punto de partida vuelve a ser una mirada cercana, el testimonio de Rob Dawber, un trabajador de la British Railways en Yorkshire que, poco antes de morir víctima de una enfermedad laboral, consiguió transmitir sus experiencias en un guión admirable que conjuga la crónica social con el drama humano.Como en todas las películas de Loach, los hombres de a pie vuelven a ser los protagonistas de un problema mucho más amplio que, a la luz del incisivo microscopio del cineasta británico, toma cuerpo sin perder entidad. Basta con esa entrañable "cuadrilla" a la que hace referencia el título español para comprender perfectamente las consecuencias de una privatización. Sus componentes son víctimas de medidas tan drásticas como el pago según trabajo realizado o vacaciones no remuneradas que, desde una dimensión personal y directa, denuncian el problema y, a la vez, lo hacen más comprensible. Loach cuenta para ello con un espléndido equipo de actores. En el reparto de "La cuadrilla" no hay estrellas ni rostros conocidos por el gran público, pero el cineasta sabía perfectamente que su experiencia en pubs o pequeños teatros era la mejor escuela para transmitir la espontaneidad que exigen sus películas. Hay una memorable escena colectiva basada en la improvisación y también humor. Un gran sentido del humor que deja respirar la vida, a pesar de las penurias, sin por ello evitar un mazazo que no por esperado resulta menos doloroso. Loach sabe perfectamente cuáles son los puntos débiles de su enemigo y no ahorra energías para convertir cada uno de sus films en desgarrados gritos contra la injusticia y la intolerancia.
Esteve Riambau (Fuente: Fotogramas)
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