miércoles, 28 de enero de 2015
"EL CURA Y LOS MANDARINES" ES EL NUEVO LIBRO DE UN "QUEMASANGRES" NACIONAL, GREGORIO MORÁN
MANDARINES
Son los mandarines los intelectuales de consumo, o de mercado, la extensión cultural del poder, los recipientarios de todo tipo de prebendas...los habitantes de las múltiples bodeguillas.
El cura y los mandarines es el nuevo libro de un “quemasangres” nacional, Gregorio Morán, antiguo comunista, y hoy espejo formante y deformante de la historia, incluida la historia cultural de los escritores, como en esta ocasión. Son los mandarines los intelectuales de consumo, o de mercado, la extensión cultural del poder, los recipientarios de todo tipo de prebendas y, por demás, los habitantes de las múltiples bodeguillas de los últimos años del franquismo y, en el seno de la supuesta “izquierda”, de las bodeguillas inauguradas a partir de 1982 y de la implantación en España, con todas sus consecuencias, una vez instalada la cultura de la transición, del capitalismo tardío o posmoderno. Aquellos a los que Armando López Salinas, que bien pronto dejó de escribir, quizás aquejado de asco, llamó los botafumeiros o tiraboleiros del régimen, de los regímenes sucesivos.
El libro ha sufrido uno de los últimos episodios explícitos de la censura en España. Y de su forma más especializada: la censura económica. Y esto porque en uno de los últimos capítulos (esas malditas once páginas) desvela los tejemanejes de la Real Academia de la Lengua y sus trujamanes, señala la intervención de ella por el imperio actuante de una de las grandes editoriales y aclara que quien publica el diccionario se hace rico; aparte de enfocar los vericuetos privatizadores de tan docta institución. El editor le dijo que había que retirar esas páginas, porque, en total, no eran muchas en un libro de más de ochocientas. El escritor contestó que no podía retirarlo porque era un capítulo clave: todos a la Academia pero sin la Academia, ha sido el grito de esos mandarines que siempre han soñado con pegar su culito a un sillón señalado con una letra.
Total, que ha tenido que ser la Editorial Akal, sin leer previamente el original, en condición impuesta por Morán, la que ha publicado este libro donde casi todo se centra en una cura, aposentado en la casa de Alba, que marca la norma desde el prestigio de los palacios y el armiño. Varapalo tan increíble como merecido a esa intelectualidad española que se ha podido vender su voz por un premio, un sillón o un calendario de “bolos”. Y es que en plena democracia, sobre todo a partir de 1982, todo es mercado: espacio, tiempo, carne y obra. Y a este dios se debían no solo los escritores, sino también los lectores, a quienes se les creaba como consumidores para las obras producidas por encargo. Quizás falte una mayor especificación con respecto a los premios de todo tipo, como una forma más de corrupción en esta España de la cleptocracia.
Falta también el enfoque necesario de cómo cierta poesía, que rompe con el intento de Egea de cara a producir una poesía materialista (y en absoluto contiene un oxímoron esta denominación), se torna en lectura fácil, media, de consumo, a través del transformismo socialdemócrata (como llegó a decir uno de los poetas granadinos). Aunque, porque todo hay que decirlo, es preciso saludar con vehemencia el encabezamiernto de muchos capítulos, referidos a la fecha histórica adecuada, por poemas de Javier Egea, que señalan con rotunda tristeza la traición que se está consumando.
Artículo de Felipe Alcaraz publicado en el Nº 280 de enero de 2015 de la edición impresa de Mundo Obrero
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