Título: La entrevista
Año de producción: 2012
Duración: 3 min.
País: España
Directores: Daniel Ortiz Díaz y Javier Díaz
Guión: Daniel Ortiz Díaz
Fotografía: Mygue Tomé
Cámara: Mygue Tomé y Javier Díaz
Montaje: Daniel Ortiz
Sonido: Yeray Ferrer
Storyboard: Javier Díaz
Mujer: María del Carmen Fernández
Director: Ángel Salinas
Ejecutivos: Irene San Linos, Pilar Mena, Diego Núñez, Ana de la Rosa y Javier Diaz
Productora: Niños Cabra
Sinopsis: Los beneficios de la empresa ya no son como antes... hay que trabajar más y ganar menos.
Un cortometraje dirigido por Daniel Ortiz Díaz que reflexiona sobre la situación actual del mercado laboral
Admiro y respeto a los creadores que tienen la capacidad de construir una historia contundente, orgánica y cerrada en “tan poco de nada”. Que presumen de la inteligencia y el virtuosismo de hilvanar una pieza audiovisual poblada de inquietantes diálogos, de sonoros argumentos y certeros trazos dramatúrgicos. Tan solo bajo los predios de una economía de recursos. Desde los preceptos de una puesta en escena que no urge de la presencia de una parafernalia de producción, –lo cual no critico- y sin embargo no dejas absortos. Una obra que nos pone a pensar.
No es un asunto menor escribir un guión para un filme de unos pocos minutos. Hay que dominar la síntesis audiovisual. Hay que tener claro que se quiere decir y para qué. Digo más. Hay que saber escudriñar en los más hondos parajes del guión para “hacernos entender” ante ese público receptor. Un creciente público, viciado por las nuevas tecnologías que -mal usadas- embrutecen hasta la idiotez. Un receptor que no deja de buscar historias nuevas para que el arte final le resulte, -al menos-, inquietante y conmovedor.
Una pieza de esta naturaleza puede ser premonitoria. Un filme de este calado puede ajustar las más “sólidas” tesis sobre la sociedad contemporánea. La medular y contundente obra La entrevista, de los cineastas españoles Daniel Ortiz Díaz y Javier Díaz entra en ese exclusivo apartado que tanto necesitamos, para entender los profundos procesos de continuidad, ruptura y cambios que soporta hoy la sociedad global.
Dos actores en una pequeña locación, la oficina de un ejecutivo de empresa. Planos cerrados para acentuar la carga dramática. Miradas atentas y austeridad de palabras para no decir algo inconveniente. Un bocadillo de más puede trastocar las intenciones de ambos. Sobre todo de la mujer interpretado por la actriz María del Carmen Fernández.
Ella busca empleo. Viste para la ocasión y se empeña en su objetivo ante la mirada inquisitoria y fría de su entrevistador. La mujer se desdobla comedida para no dejarse amilanar antes las sentencias del empresario que precisa los derroteros de preguntas y comentarios que apuntan hacia el escenario en donde ella pretende laboral.
El director interpretado por Ángel Salinas, -impecablemente vestido- desatada palabrería propia de los “altos ejecutivos de empresa” que miran con ojo de frivolidad y postura esquiva. Apenas tiene movimientos corpóreos y es que las gestualidades están calculadas para ubicar al lector fílmico ante un empresario que “deja las cosas claras”.
La fotografía juega a eso, a ponernos en situación. Cada palabra y cada entrecruce de diálogos lleva consigo un tiempo de cámara. Nos hace participes de la intimidad de dos personas anónimas enfrentadas a un momento crítico, a una situación que podría tener dos únicas respuestas. La “presa” a conquistar es un bien codiciado en tiempos de hoy: un empleo.
La fotografía no se deleita en lo que está detrás, en los fondos de la escena. Unos pocos recursos de utilería bastan para ponernos en situación. Los directores quieren que escuchemos el dialogo, que entendamos el texto. Daniel Ortiz Díaz y Javier Díaz nos invitan a estar en esa intimidad continuamente dibujado por el rumor y la fuga de variadas interpretaciones personales. Cada quién ha puesto su parte en ese momento que parece la cumbre de la vida cuando en verdad es el comienzo de una nueva etapa de nuestras vida.
Todo parece claro entre ellos. Nada ha quedado por decir en los dos primeros tercios de este filme que denota ser una obra de estatura humana y calado universal. El final de esta pieza es para el deleite de todos. Otro argumento de más y revelo algo sagrado entre los que hacemos arte desde el audiovisual, el final de una obra.
Un filme como este urge socializarlo, en tiempos donde el capitalismo deshace a sus anchas los más elementales derechos alcanzados décadas tras décadas, tras la Revolución francesa. Yo he disfrutado y he aprendido con esta pieza. Les invito a entrar en ella.
Octavio Fraga Guerra (Fuente: Tercera Información)
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