Konstantin Fedorovich Yuon, 1927
Los tejedores de alfombras de Kujan-Bulak honran a Lenin
I
Muchas veces – y con generosidad- ha sido honrado
el camarada Lenin. Le fueron levantados bustos
y estatuas también.
Ciudades y niños llevan su nombre.
Se pronuncian discursos en todos los idiomas
alabándole.
Desde Shanghai hasta Chicago se organizan en su honor
mítines y manifestaciones,
pero veamos de qué forma
los tejedores de alfombras de Kujan-Bulak,
una pequeña aldea al sur del Turquestán,
honraron a Lenin.
Allí, cada noche, se alzan temblando veinte tejedores
del mísero telar. Ronda la fiebre.
Zumban los mosquitos en la estación ferroviaria
que en espesa nube sube de la ciénaga
que está detrás del cementerio de camellos.
Mas el ferrocarril, que cada dos semanas
trae el agua y el humo,
un día trajo también la noticia de que dentro de poco
va a celebrarse la fiesta en honor del camarada Lenin.
Y todo el pueblo de Kujan-Bulak,
los tejedores, los pobres,
decide que el camarada Lenin debe tener también
allí su pequeño busto.
Tiritando por la fiebre todos acuden el día de la colecta,
y con temblorosa mano dan
los kopecs ahorrados con tanto esfuerzo.
Y Stepa Gamalev, un soldado
del Ejército Rojo, sistemático contador y hombre espabilado,
se alegra de ese unánime deseo de celebrar a Lenin.
Pero sus ojos vivos han visto también
las temblorosas manos,
y de pronto lanza una propuesta:
El dinero destinado al busto se gastará en petróleo
que se derramará sobre la ciénaga
que está detrás del cementerio de camellos,
de donde vienen los mosquitos que
causan la fiebre.
Así, combatiendo la fiebre en Kujan-Bulak
será honrado el desaparecido,
pero siempre presente, camarada Lenin.
Fue aceptada la propuesta, y el día
del homenaje, llevando uno tras otro sus destartalados baldes
llenos de negro líquido, todos se encaminaron a la ciénaga
y allí lo derramaron.
Honrando a Lenin se beneficiaron a sí mismos
Y le honraron cuando a sí mismos se beneficiaron.
Aquellos hombres le habían entendido.
II
Hemos visto ya cómo el pueblo de Kujan-Bulak
honró la memoria de Lenin. Derramando
petróleo sobre la ciénaga. Aquella misma noche,
se celebró una asamblea y en ella
alguien hizo la propuesta de colocar en la estación
una placa donde contar
el suceso con la referencia clara al cambio de plan
y la mudanza del busto de Lenin por el petróleo salvador:
y todo en homenaje a Lenin.
Así se decidió
y así fue hecho.
Bertolt Brecht
Fuente: “Historias de almanaque”, Bertolt Brecht, Alianza Ed., 2002.
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