Título original: Il conformista
Dirección: Bernardo Bertolucci
País: Alemania Occidental, Francia, Italia
Año: 1970
Duración: 107 min.
Reparto: Jean-Louis Trintignant, Stefania Sandrelli, Gastone Moschin, Enzo Tarascio, Fosco Giachetti, José Quaglio, Dominique Sanda, Pierre Clémenti, Yvonne Sanson, Milly
Sinopsis: Marcello Clerici, profesor de filosofía con inclinaciones fascistas, establece contactos con el servicio secreto, y está dispuesto a combinar su inminente luna de miel en París con un atentado a un exiliado político italiano. La culpa, el trauma juvenil y la desesperación se entremezclan en esta obra magna del cine político con la que el maestro italiano Bernardo Bertolucci acercó su mirada al universo literario de Alberto Moravia con sendos premios en el Festival de Cine de Berlín, así como la nominación al Oscar de la academia al Mejor Guión Adaptado.
Bernardo Bertolucci, uno de los cineastas italianos con más compromiso político en su obra, antes de sus más conocidas (y polémicas) “El último tango en Paris” y “Novecento”, ya mostraba su denuncia política de la dictadura que asoló su país cuando la llegada al poder de Benito Mussolini en éste filme que adaptaba una novela de Alberto Moravia sobre Marcello Clerici (Jean-Louis Trintignant), un miembro de la Policía secreta del Régimen fascista, que en 1937 recibe una misión: ir a Francia y eliminar a un disidente político, que con su esposa vive exiliado en el país vecino. Interesante el planteamiento, con una gran fotografía de Vittorio Storaro (el mejor director de fotografía italiano, aun en activo y que ha sido el autor de las fotografías de las películas musicales de Carlos Saura), que muestra la época; también es interesante el estilo de algunos decorados, casi claustrofóbicos; la banda sonora de Georges Delerue, en su estilo melódico habitual, como las que hacía para los filmes de François Truffaut, o las interpretaciones, en especial Jean-Louis Trintignant, que sabe componer un personaje frío, implacable, impasible y al mismo tiempo noble, me refiero a ser noble en sus convicciones, aunque no las compartamos (es simpatizante fascista, no lo olvidemos). A su lado, una casi irreconocible Stefania Sandrelli en un papel poco habitual, de la mujer del prota, Giulia, una chica de pocas luces. Bertolucci lleva la historia de manera distante, y a veces se deja llevar por sus excesos habituales, aunque no los mismos de sus dos éxitos posteriores. Esta es de esas películas amargas que muestran el lado más sórdido del ser humano sin disfrazarlo, pero sin querer engañar al espectador sobre si uno es “bueno buenísimo” o “malo malísimo”. Y que hay que saber verla en su contexto político, no sólo el de denunciar la Italia fascista, sino cuando Bertolucci la rodó, en 1970, época de gran inestabilidad política en Italia, con nuevos Gobiernos cada año.
Fuente: Qué
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