domingo, 2 de septiembre de 2012

"A OSKAR PANIZZA", DEL PINTOR COMUNISTA GEORGE GROSZ



George Grosz
A OSKAR PANIZZA
1917-1918
Oleo sobre lienzo
140 x 110 cm
Stuggart, Galeria Estatal

GEORGE GROSZ comprometió su arte políticamente en mayor medida que nadie, más incluso que su futuro amigo Dix, pero nunca lo hizo en el sentido de una política partidista, ni siquiera cuando en 1918 se afilió al partido comunista. Desde 1909, cuando estudiaba en la Academia de Dresde, siguió atentamente las actividades de Die Brücke y poco después las de Die Blauer Reiter. Como cualquier otro artista joven alemán adscrito a la vanguardia, conocía bien esta y otras tendencias internacionales progresistas. 

En noviembre de 1914, Grosz se alistó con retraso en el ejército y seis meses después era declarado inútil para el servicio. Durante aquel medio año desarrolló un odio profundo a la guerra y al ejército que no tardaría en extender a los vencedores de la guerra. En enero de 1917 fue llamado de nuevo a filas, pero al día siguiente ingresó en el hospital militar y unas semanas después tuvo que ser internado en un centro de enfermedades nerviosas. Durante la guerra Grosz abordó los temas relacionados con el circo y las variedades, el asesinato y el crimen, la guerra y la gran ciudad: esta última era para Grosz sinónimo de mundo desquiciado.

A Oskar Panizza es una de las obras más destacadas sobre este tema. Su agresividad no reside únicamente en los motivos y se manifiesta en el color, expresivo y rojo vivo, y en las fuentes corrientes de energía de la composición. También la arquitectura se subordina a la arrasadora dinámica. Recuerda la resaca espacial y los edificios tambaleantes y a punto de derrumbarse del cine expresionista. Una masa de figuras cúbicamente simplificadas y entrecruzadas rueda  por una infinita alineación urbana. El caos de las gentes que se acosan y tropiezan grotescamente entre sí se caracteriza por la desorientación.

Grosz mezcla el futurismo y el cubismo con unas gotas de James Ensor para obtener un brebaje  en ebullición salvaje y de altísima gradación, en la frontera entre el dadaísmo y el expresionismo. Su cuadro urbano es un homenaje al médico y escritor expresionista OskarPanizza (1853-1921) cuyos ataques satíricos al Estado y a la iglesia tanto le complacían. Poco antes el futurista italiano Carlo Carrà (1886-1966) había pintado un entierro "político" similar que degeneró en una batalla campal. Ahora bien, el frenético ir y venir de la gente alrededor de un féretro en el que se agazapa la muerte bebiendo aguardiente no constituye para Grosz un simple pretexto para confiar pictóricamente el entusiasmo al caos de las cosas, sino que le permite reflejar cómo se produce el caos en la espesura de la ciudad, donde los locales nocturnos y los edificios de oficinas ahogan la pequeña iglesia. Un viejo militar condecorado blande el sable , un clérigo con cara de luna alza patéticamente su cruz y el empleado con cabeza de carnero de la izquierda es una muestra del comportamiento gregario. El letrero lumínico  "HEUTE TANZ" ( hoy baile ) que aparece sobre la puerta de la entrada , junto al féretro es significativo: una danza de la muerte moderna. El mismo Grosz dejó escrito: "En una calle extraña avanza de noche una procesión infernal de figuras deshumanizadas, en sus rostros se reflejan el alcohol, la sífilis, la peste (...) Esta fue una protesta contra una humanidad que se ha vuelto loca".

El resto de su obra se mueve entre el dadaísmo y la Nueva Objetividad o el verismo socialmente crítico y prescinde de los elementos formales del expresionismo, aunque conserve su fuerza satírica y acusadora. De ahí que la "humanidad enloquecida " no tardase en salir en su busca: en 1933 fue una de las primeras víctimas del terrorismos artístico nazi. Grosz emigró a Estados Unidos donde en 1938 obtuvo la nacionalidad norteamericana.

Fuente: Pinturas Famosas

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