sábado, 2 de octubre de 2010

"MEXICO ILUSTRADO. LIBROS, REVISTAS Y CARTELES (1920-1950)"


OBRAS DE RECONOCIDOS PINTORES Y MURALISTAS MEXICANOS COMO RUFINO TAMAYO Y DIEGO RIVERA EXHIBIDAS EN EL INSTITUTO CERVANTES DE MADRID

La exposición “México ilustrado. Libros, revista y carteles (1920-1950)” muestra por medio de 400 documentos la estrecha relación entre la cultura española y mexicana en la primera mitad del siglo XX y confirma que ésta no se ciñó exclusivamente al exilio republicano, sino que se manifestó con bastante anterioridad. Españoles en México, mexicanos en España, y la tarea de algunas editoriales en ambas orillas hilvanan ese intenso trato literario, artístico y de las industrias del libro, de la que la muestra ofrece los ejemplos de mayor importancia.


Antes de la Revolución mexicana y también durante ella, fueron muchos los artistas y escritores mexicanos que estuvieron en España. Valga la mención a Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Alfonso Reyes o Jaime Torres Bodet. Rivera pintaría el conocido retrato de Ramón Gómez de la Serna y Siqueiros publicó en Barcelona, en 1919, el primer y único número de la revista “Vida Americana”, primera llamada a las vanguardias latinoamericanas. La estancia en España de Alfonso Reyes (1914-1924), figura mayor de la literatura en lengua española, fue decisiva para soldar el trato entre ambas culturas. En Madrid se publicaría su Visión de Anahuác (1915) y su vinculación al Centro de Estudios Históricos propiciarían sus trabajos sobre Góngora que tanto influyeron en los gustos poéticos de la generación el 27 o del grupo mexicano de los Contemporáneos. A este grupo perteneció Jaime Torres Bodet, escritor y diplomático, algunos de cuyos primeros libros se publicaron en España en los años 20 y 30. También residente en Madrid hay que destacar la figura de Martín Luís Guzmán, tan cercano a Manuel Azaña. La estancia de Reyes sería decisiva en la creación de La Casa de España en México (germen del actual El Colegio de México) puesta en marcha en 1938 para acoger a intelectuales españoles de la que fue promotor y director. Tras el manifiesto de Siqueiros surgió el primer movimiento de vanguardia mexicano, el movimiento estridentista en cuyos manifiestos fue notable la influencia de autores españoles, como pone de manifiesto la investigación de Juan Manuel Bonet que se publica en el catálogo de la exposición.

Las editoriales españolas fueron decisivas en la difusión y éxito de las tres grandes novelas sobre la Revolución mexicana: Los de Abajo, de Mariano Azuela, comenzó a ser reconocida a partir de su publicación en Madrid (Biblos, 1927 y Espasa-Calpe, 1930); y El águila y la serpiente y La sombra del Caudillo, de Martín Luis Guzmán se editaron por vez primera en Madrid (Ciap, 1928 y Espasa Calpe 1930). En el mismo sentido, debe mencionarse que el texto que inauguró la editorial Cenit, una de las más importantes de las llamadas “de avanzada” fue El problema religioso en México, de Ramón J. Sender, publicado en 1928. El prólogo lo escribió Rafael Giménez Silés pero accedió a firmarlo Ramón del Valle-Inclán, ilustre invitado a las celebraciones mexicanas de 1921, quien en 1926 había publicado Tirano Banderas, una novela plagada de mexicanismos que consigue el efecto del habla coloquial americana.

Un apartado notable de la relación España-México es el protagonizado por el artista, impresor y editor Gabriel García Maroto. Gran divulgador en España de las experiencias artísticas promovidas por la Revolución, fue el responsable de la citada edición de Los de Abajo, de 1927. La novela de Azuela mereció los elogios de Ernesto Giménez Caballero, promotor de La Gaceta Literaria, revista y sello editorial que, al cuidado de Maroto, publicó en 1928 la Nueva antología de poetas mexicanos. La antología, ilustrada por Maroto, dio a conocer en el ámbito de la lengua española al decisivo grupo mexicano de los Contemporáneos. Maroto residió en México entre 1928 y 1934. Realizó el diseño de la revista Contemporáneos (1928-1931), publicación muy influida por la Revista de Occidente, y promovió diferentes experiencias educativas infantiles y populares que acompañó con excelentes publicaciones que se exhiben en la muestra. Estos ejercicios de pedagogía artística fueron amparados por Lázaro Cárdenas a quien Maroto dedicaría un libro –Hombre y pueblo, con cubierta de Josep Renau- apenas iniciado su exilio mexicano, en 1940.

En al capítulo de la relaciones literarias entre España y México, destaca la actividad de dos editoriales mexicanas en los comienzos de los años 30, editoriales “gourmets”, animadas por Edmundo O’Gorman, Justino Fernández y Miguel N. Lira, que publicaron obras de exquisita presentación y corta tirada muchas de las cuales se exhiben. Pueden destacarse la Oda a Walt Whitman (1933) de Federico García Lorca; La Fábula de Equis y Zeda y Poemas adrede (1932), de Gerardo Diego; Oscuro dominio (1934), de Juan Larrea; y Verte y no verte. A Ignacio Sánchez Mejía (1935), de Rafael Alberti. Con ese horizonte de estrecha relación entra las vanguardias españolas, mexicanas y latinoamericanas, se exhiben las ilustraciones que Federico García Lorca realizó en Buenos Aires para la obra Seamen Rhymes, del poeta mexicano Salvador Novo, publicada en 1934.

Por último, debe destacarse la importancia literaria, artística, cultural y editorial del exilio español de 1939, del que la muestra ofrece los ejemplos de mayor relieve. Junto a figuras como José Moreno Villa, Max Aub, Benjamín Jarnés, Agustí Bartra, Enrique Díez-Canedo, Juan Rejano o Pedro Garfías, destaca la tarea editorial animada por Manuel Altolaguirre y José Bergamín. México ilustrado pretende cubrir parcelas de la actividad literaria y gráfica no bien atendidas y en tal sentido presenta una sección dedicada a la literatura infantil, un ámbito en el que la aportación del exilio fue determinante para la normalización de un género didáctico y festivo y una actividad editorial. Así lo pone de relieve la obra de Salvador Bartolozzi y de Antoniorrobles. Entre los artistas merecen especial mención Josep Renau y Miguel Prieto, cuyo tarea en la profesionalización de la figura del diseñador gráfico fue decisiva. Renau impulsó y modernizó la industria de la publicidad y del cartelismo cinematográfico y Prieto renovó la prensa cultural mexicana como recuerda su espléndido trabajo en “México en la cultura”, suplemento del diario Novedades comenzado a publicar en 1949. Cerrando la cronología de la exposición se exhibe uno de los trabajos mayores de Prieto como diseñador, el Canto General (1950), de Pablo Neruda, con guardas de Diego Rivera y David Alfaro Sequeiros, un buen ejemplo de la intimidad entre las vanguardias españolas y americanas a lo largo de la primera mitad del siglo XX.

Más información: http://www.cervantes.es/FichasCultura/Ficha66214_00_1.htm

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