Después de más de un año de tratamiento y digitalización, salen a la luz las primeras imágenes de los 4.300 negativos que Robert Capa, Gerda Taro y David Seymour hicieron durante la Guerra Civil española y que se creían desaparecidas
En diciembre de 2007 llegaron a las oficinas de Manhattan del ICP (International Center of Photograpy) tres cajas destartaladas y polvorientas de negativos procedentes de México. Enterradas en el olvido desde hacía 70 años, encerraban rollos inéditos de fotografías de la Guerra Civil española tomadas por Robert Capa y dos de sus colegas, Gerda Taro y David Chim Seymour. Los historiadores las daban por desaparecidas y de pronto, de la forma más extraña, volvieron a la luz.
Tras un meticuloso proceso de restauración, el ICP confirmó ayer la increíble valía del hallazgo. La idea es mostrarlas al público en otoño de 2010 en una exposición, quizás también en España, si consiguen resolverse los problemas de transporte de un material tan delicado: 126 rollos y 4.300 negativos.
"Nos han permitido ver cómo funcionaban sus puntos de vista, cómo elaboraban su composición y juntar detalles esenciales sobre la obra de estos tres fotógrafos", cuenta Cynthia Young, comisaria de la colección Capa del ICP.
La mayoría de los rollos (46) son obras de Chim, fotógrafo polaco cofundador de la agencia Magnum, el resto pertenecen a Capa (45) y a Taro (32) y se tomaron en España entre mayo de 1936 y marzo de 1939.
"Estas fotos no revolucionan lo que sabíamos sobre Capa, pero son una pieza más del puzzle, si nos basamos también en los otros archivos que teníamos", dice Young. "Lo que sí vemos en los rollos que cubren todos los años de la guerra es una cierta evolución en su estilo. Al final del conflicto está más preocupado en contar toda la historia, en desarrollar el reportaje, mucho más que cuando empezó".
Lo que ve es lo que cuenta
Se ve notablemente en las fotos de los campos de refugiados españoles en Francia, en Argelès-sur-Mer, Le Bacarès y Bram (en total diez rollos), tomadas en marzo de 1939. "Capa tenía un interés especial en este tema", asegura Young, "pero contrariamente a otros testimonios que existen sobre las condiciones de detención, no se centraba en su aspecto más siniestro sino que trataba de relatar lo que veía". Las maletas encerraban también largas series de fotos tomadas durante la batalla de Teruel entre diciembre de 1937 y enero de 1938.
Una de las cosas que no aclaran los recientes descubrimientos sin embargo es si Capa amañó la "muerte de un miliciano". No se han encontrado negativos que acrediten la veracidad de la foto, como sostiene su biógrafo oficial, Richard Whelan, o confirmen los rumores de un posible montaje. De hecho no existe negativo de la foto de la que sólo se conservan dos viejas copias.
En cuanto a Tardo, la historia es más corta. La mayoría de las fotos que han aparecido son las que tomó durante la batalla de Brunete, en julio de 1937 pocos días antes de su muerte, por un tanque, cuando tenía 27 años. La fotógrafa y compañera sentimental de Capa estuvo 6 meses en España, pero las cajas mexicanas encerraban el testimonio gráfico que recogió en el frente republicano en Valencia.
El que más se descubre en estos nuevos archivos es David Seymour. Muchas de las fotos de Chim datan de 1937 y las tomó en el País Vasco. También hay retratos de García Lorca, de figuras importantes de la República (Manuel Azaña, Francisco Largo Caballero, José Antonio Aguirre), de simples soldados rasos, y una serie de instantáneas de Dolores Ibárruri arengando las masas, de las que hasta ahora sólo se conocían unas cuantas imágenes.
"A Chim no le interesaba tanto el frente como la vida diaria de la gente normal", explica Young. "Hemos descubierto unas naturalezas muertas absolutamente maravillosas en las que ilustra los efectos de la guerra en los objetos, y en las que consigue ralentizar el movimiento de lo que pasa a su alrededor".
Secretos en conserva
Tras un meticuloso proceso de restauración, llevado a cabo por George Eastman House, una institución sin ánimo de lucro en Rochester (Nueva York), las fotografías fueron desvelando sus secretos.
"No los tomamos como una expedición arqueológica", cuenta Grant Romer, el especialista en conservación del Eastman House. "No sólo contaban los negativos, sino las mismas cajas y cómo estaban dispuestos".
Los rollos estaban mezclados pero increíblemente bien conservados, fruto sin duda de la suerte. "Cuando llegaron al ICP se dieron cuenta de que no podían simplemente desenrollarlos y revelarlos porque corrían el riesgo de causar daños irreparables. Los negativos de aquella época tenían una base de nitrato que es extremadamente perecedera y corroe todo el material", dice Romer.
Hubo que encontrar una forma de desenredarlos, fotografiarlos (en vez de escanearlos se decidió usar una cámara digital) y finalmente clasificarlos, cosa que no fue fácil por la ausencia de fechas y lugares. Romer compara todo el proceso al descubrimiento de las momias egipcias: "Eran muy frágiles. No había que olvidarse del sarcófago, en este caso las cajas, y sobre todo se marchitan muy rápidamente una vez abiertas", explica.
La historia de la maleta mejicana no está del todo clara. En 1939 antes de huir de París rumbo a Nueva York, Capa pidió a su ayudante que salvara parte de sus negativos. Las cajas llegaron hasta Marsella y acabaron en manos del general Francisco Aguilar González, un diplomático mexicano en la ciudad que ayudaba a los republicanos españoles a salir del país.
Travesía de película
En México, tras la muerte del general, el sobrino de una de sus amigas, Benjamin Tarver, se hizo con el legado, pero sólo dio a conocer su existencia en los años 90 y finalmente en 2007, tras arduas negociaciones, lo cedió a lCP.
"Cualquiera que estuvo en posesión de las cajas se dio cuenta de que aquello era muy valioso y no tocó nada. Por eso, nos han llegado en tan buen estado", dice Romer.
"Estas fotos no sólo hablan de los fotógrafos que las hicieron, de su intención artística", insiste Young, "sino sobre todo de lo que pasó y de la gente en España que padeció la guerra civil".
Tras un meticuloso proceso de restauración, el ICP confirmó ayer la increíble valía del hallazgo. La idea es mostrarlas al público en otoño de 2010 en una exposición, quizás también en España, si consiguen resolverse los problemas de transporte de un material tan delicado: 126 rollos y 4.300 negativos.
"Nos han permitido ver cómo funcionaban sus puntos de vista, cómo elaboraban su composición y juntar detalles esenciales sobre la obra de estos tres fotógrafos", cuenta Cynthia Young, comisaria de la colección Capa del ICP.
La mayoría de los rollos (46) son obras de Chim, fotógrafo polaco cofundador de la agencia Magnum, el resto pertenecen a Capa (45) y a Taro (32) y se tomaron en España entre mayo de 1936 y marzo de 1939.
"Estas fotos no revolucionan lo que sabíamos sobre Capa, pero son una pieza más del puzzle, si nos basamos también en los otros archivos que teníamos", dice Young. "Lo que sí vemos en los rollos que cubren todos los años de la guerra es una cierta evolución en su estilo. Al final del conflicto está más preocupado en contar toda la historia, en desarrollar el reportaje, mucho más que cuando empezó".
Lo que ve es lo que cuenta
Se ve notablemente en las fotos de los campos de refugiados españoles en Francia, en Argelès-sur-Mer, Le Bacarès y Bram (en total diez rollos), tomadas en marzo de 1939. "Capa tenía un interés especial en este tema", asegura Young, "pero contrariamente a otros testimonios que existen sobre las condiciones de detención, no se centraba en su aspecto más siniestro sino que trataba de relatar lo que veía". Las maletas encerraban también largas series de fotos tomadas durante la batalla de Teruel entre diciembre de 1937 y enero de 1938.
Una de las cosas que no aclaran los recientes descubrimientos sin embargo es si Capa amañó la "muerte de un miliciano". No se han encontrado negativos que acrediten la veracidad de la foto, como sostiene su biógrafo oficial, Richard Whelan, o confirmen los rumores de un posible montaje. De hecho no existe negativo de la foto de la que sólo se conservan dos viejas copias.
En cuanto a Tardo, la historia es más corta. La mayoría de las fotos que han aparecido son las que tomó durante la batalla de Brunete, en julio de 1937 pocos días antes de su muerte, por un tanque, cuando tenía 27 años. La fotógrafa y compañera sentimental de Capa estuvo 6 meses en España, pero las cajas mexicanas encerraban el testimonio gráfico que recogió en el frente republicano en Valencia.
El que más se descubre en estos nuevos archivos es David Seymour. Muchas de las fotos de Chim datan de 1937 y las tomó en el País Vasco. También hay retratos de García Lorca, de figuras importantes de la República (Manuel Azaña, Francisco Largo Caballero, José Antonio Aguirre), de simples soldados rasos, y una serie de instantáneas de Dolores Ibárruri arengando las masas, de las que hasta ahora sólo se conocían unas cuantas imágenes.
"A Chim no le interesaba tanto el frente como la vida diaria de la gente normal", explica Young. "Hemos descubierto unas naturalezas muertas absolutamente maravillosas en las que ilustra los efectos de la guerra en los objetos, y en las que consigue ralentizar el movimiento de lo que pasa a su alrededor".
Secretos en conserva
Tras un meticuloso proceso de restauración, llevado a cabo por George Eastman House, una institución sin ánimo de lucro en Rochester (Nueva York), las fotografías fueron desvelando sus secretos.
"No los tomamos como una expedición arqueológica", cuenta Grant Romer, el especialista en conservación del Eastman House. "No sólo contaban los negativos, sino las mismas cajas y cómo estaban dispuestos".
Los rollos estaban mezclados pero increíblemente bien conservados, fruto sin duda de la suerte. "Cuando llegaron al ICP se dieron cuenta de que no podían simplemente desenrollarlos y revelarlos porque corrían el riesgo de causar daños irreparables. Los negativos de aquella época tenían una base de nitrato que es extremadamente perecedera y corroe todo el material", dice Romer.
Hubo que encontrar una forma de desenredarlos, fotografiarlos (en vez de escanearlos se decidió usar una cámara digital) y finalmente clasificarlos, cosa que no fue fácil por la ausencia de fechas y lugares. Romer compara todo el proceso al descubrimiento de las momias egipcias: "Eran muy frágiles. No había que olvidarse del sarcófago, en este caso las cajas, y sobre todo se marchitan muy rápidamente una vez abiertas", explica.
La historia de la maleta mejicana no está del todo clara. En 1939 antes de huir de París rumbo a Nueva York, Capa pidió a su ayudante que salvara parte de sus negativos. Las cajas llegaron hasta Marsella y acabaron en manos del general Francisco Aguilar González, un diplomático mexicano en la ciudad que ayudaba a los republicanos españoles a salir del país.
Travesía de película
En México, tras la muerte del general, el sobrino de una de sus amigas, Benjamin Tarver, se hizo con el legado, pero sólo dio a conocer su existencia en los años 90 y finalmente en 2007, tras arduas negociaciones, lo cedió a lCP.
"Cualquiera que estuvo en posesión de las cajas se dio cuenta de que aquello era muy valioso y no tocó nada. Por eso, nos han llegado en tan buen estado", dice Romer.
"Estas fotos no sólo hablan de los fotógrafos que las hicieron, de su intención artística", insiste Young, "sino sobre todo de lo que pasó y de la gente en España que padeció la guerra civil".
Fuente: Isabel Piquer (Público)
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