jueves, 27 de noviembre de 2008

"ESTRUCTURALISMO Y DIALÉCTICA"


ARTÍCULO DE CARLOS SÁNCHEZ RAMOS PUBLICADO EN EL SEMANARIO VOZ

El estructuralismo, sistema desarrollado a raíz del auge de las teorías del lenguaje y de la psicología, penetró en las demás teorías del pensamiento y dejó en ellas una herencia más o menos duradera. También penetró en los escritos de autores marxistas.

El concepto de estructura alude a un conjunto de elementos que concurren a la formación de una totalidad dentro de la cual son lo que son en virtud de sus relaciones con ella y con cada uno de los otros miembros. Roger Garaudy, ex militante del Partido Comunista, haciendo la apología del estructuralismo, dijo que ese método había demostrado ya su fecundidad en las disciplinas más diversas, «dando un impulso benéfico a las ciencias humanas y aportando a la vez la confirmación más brillante y las posibilidades de desarrollo a la dialéctica de la naturaleza». Luis Althusser opinó que Marx no tomó el concepto de naturaleza humana como punto de partida de sus teorías sino que partió de un período social y económico dado. Norman Geras, de la Universidad de Manchester, hace notar que para Althousser los seres humanos no son propiamente actores del proceso histórico; son «soportes», efectos, del movimiento social. Es el antihumanismo. Por el contrario, el filósofo francés Lucien Sève exige investigar con todo rigor las posibilidades de articular o no el estructuralismo con el materialismo dialéctico. Se pregunta el señor Sève si el estructuralismo le aporta a la dialéctica desarrollos nuevos o si se encuentra en contradicción con ella. Es con tales inquietudes como asume el análisis de las tesis de Maurice Godelier cuyo interés busca empalmar los métodos dialéctico y estructural, de modo que el método estructural se pueda ocupar de la problemática del desarrollo (y la ciencia de la diacronía) y el método dialéctico pueda estudiar la teoría del cambio de las invariantes estructurales. Lucien Sève se adentra en el análisis de la respuesta que Maurice Godelier ofrece para el ensamble de los métodos mencionados y la encuentra inaceptable. El señor Godelier pagó un precio demasiado alto para lograr la homologación de los análisis dialéctico y estructural. Se ahorra un elemento demasiado importante, de hecho y de derecho, de la teoría y de la práctica; ese ahorro impide declarar satisfactorias las conclusiones a que llega Godelier porque llevan consigo «la supresión del papel motor de la lucha de clases en la transformación revolucionaria». «Es propio del marxismo establecer teórica y prácticamente que si hay condiciones objetivas para la solución revolucionaria de las contradicciones, la solución misma no es de ningún modo el resultado automático del crecimiento de las fuerzas productivas, sino el producto de la acción transformadora de la clase obrera y de sus aliados, es decir el producto del desarrollo interno de la contradicción de las relaciones de producción».

El intento de amalgamar en una sola teoría la dialéctica y el estructuralismo terminó siempre en un fracaso rotundo. El estructuralismo se desarrolló lejos de la dialéctica haciendo hincapié en la invariabilidad de las relaciones integrantes de los conjuntos esenciales. Más que el cambio, exaltó la permanencia. Por eso tuvo una vida cercana a las escuelas de la metafísica y del conservadurismo. Basta recordar la definición de la dialéctica que Marx presentó en el Postfacio de la segunda edición alemana de El Capital para apreciar la distancia insalvable que existe entre las dos corrientes del pensamiento, Estructuralismo y Materialismo dialéctico. Escribió Marx: «En su aspecto racional, (la dialéctica) es un escándalo y una abominación para las clases dirigentes y sus ideólogos doctrinarios, porque en la comprensión positiva de las cosas existentes incluye a la vez el conocimiento de su negación fatal, de su destrucción necesaria; porque al captar el movimiento mismo, del cual todas las formas acabadas son apenas una configuración transitoria, nada puede detenerla, porque en esencia es crítica y revolucionaria». La dialéctica pone de relieve la caducidad y la transitoriedad de todas las cosas. La multiplicidad de los procesos aporta nuevas realidades a cada instante, pero esas realidades llevan en su interior contradicciones que las conducen a su destrucción necesaria. Nada viene con garantía de perpetuidad. El conocimiento no es tal si no pone en la mente de la clase obrera la visión de las fuerzas que explican la esclavitud y las que enseñan las vías para superarla y para fundar una sociedad nueva que signifique un ascenso en la escala de la civilización política.

Fuente: VOZ Edición 2470 (www.pacocol.org/index.php?option=com_weblinks&catid=55&Itemid=126)

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