lunes, 10 de noviembre de 2008

BOTERO REPRESENTA LAS TORTURAS DE ABU GHRAIB


LA EXPOSICIÓN SE PUEDE VER EN VIGO JUNTO A LA SERIE “EL CIRCO”

“Fernando Botero. Abu Ghraib. El circo” reúne un total de 95 obras, de las cuales 25 son pinturas y 24 dibujos que componen la serie “El Circo” en las que Botero retrata, a través de sus figuras monumentales, personajes vinculados con el espectáculo del circo, dándoles vida a través de un mundo de sueños, colores vivos y la magia propia del género, en un mundo muy distinto al que refleja en la serie “Abu Ghraib”, compuesta por 24 pinturas y 22 dibujos, a través de la que denuncia el horror y la barbarie cometida por soldados americanos en la tristemente famosa prisión iraquí.

Dos mundos contrapuestos no sólo en la temática y en el tratamiento de los personajes, sino también en la paleta en la que los colores alegres y vivos del circo se contraponen a los tones ocres y los colores oscuros de la prisión.

Fecha: Del 11 de noviembre al 1 de febrero de 2009

Más información: www.fundacioncaixagalicia.org/portal/site/Fundacion/menuitem.7cbf48d1cc34eec4523d2307805101ca/?vgnextoid=104b43555f74d110VgnVCM1000000b1510acRCRD&vgnextfmt=extra

“¿POLÉMICA SOBRE LA VERDAD?”

El lector que penetre en Google y escriba en la ventanilla de búsqueda las palabras “Botero polémica” se encontrará con una sorpresa: 180.000 entradas. Cierto es que no todas pueden atribuirse a Fernando Botero, el artista colombiano de renombre universal, pero sí la mayor parte de ellas. Y eso resulta sorprendente, si se tiene en cuenta que la obra de Botero es, en general, amable.

A uno le da por pensar que, si tanta polémica levanta, tal vez Botero sea una persona agria, o violenta, o mezquina, o quién sabe qué. Pero, si nos fijamos en las recientes (y abundantes) entradas a Botero no se le acusa de nada de ello. Simplemente se tacha su colección de obras sobre Abu Ghraib de “polémica”. Y claro, a uno, que sigue ejercitando las neuronas, no se le ocurre qué puede tener de polémica la descripción pictórica de unos hechos de los que el orbe entero tiene noticia. ¿Qué es lo “polémico”? ¿Qué un pintor cuya cotización anda por las nubes decida, desde sus posibilidades, es decir, desde su arte, denunciar lo sucedido? ¿Es “polémico” alertar las conciencias? ¿Por qué diablos los medios de comunicación insertan como coletilla la palabra “polémica” en sus titulares? ¿Es la verdad “polémica”?

Pero, para más inri, si uno se mete en alguno de los foros de Internet que comentan la obra del artista colombiano, la sorpresa aumenta de tono. Algunos, desde una óptica de izquierdas, y en un alarde de cainismo, ponen verde a Botero, utilizando argumentos tan mezquinos como que trata de enriquecerse pintando el dolor humano y la atrocidad imperialista. Lamentable.

Los lienzos de Botero a algunos les gustarán, y a otros no. No voy aquí a asumir las competencias del crítico de arte, no estoy capacitado para ello, aunque a mí me gusta Botero, y me gusta desde que lo descubrí, hace ya cuarenta años. Pero, en fin, eso carece de importancia. Lo cierto es que las características de la obra de Botero no son, seguramente, las más apropiadas para describir la humillación, el ultraje, el dolor, la prepotencia, el salvajismo que acontecieron en Abu Ghraib. Eso es más fácil conseguirlo desde técnicas expresionistas o hiperrealistas. Los colores planos, un dibujo que a veces parece pariente lejano del naif, incluso del cómic, el aire hierático de los rostros, no parecen elementos fáciles de manejar para hacer sentir la violencia de la cárcel iraquí. Y sin embargo, Botero lo consigue. Ahí, en esos lienzos y en esos dibujos que componen la exposición, está contenida la crueldad, la vejación, la reducción de lo humano a la cosa pero sin que la cosa pierda por completo su dignidad. Está el sufrimiento, pero no la ausencia de humanidad. Los cuerpos están sometidos, pero caben serias dudas de que lo hayan sido sus almas. Son seres resignados a sus padecimientos, pero que no suplican, no imploran, se limitan recibir, a resistir, a veces hasta llegar a la muerte, las bestiales acciones del torturador. Y Botero nos lo recuerda, lo pinta, para que no caiga en el olvido. La memoria del ser humano es frágil, pero esos hechos, por más que se les quiera enterrar en la historia, serán conocidos por las generaciones futuras gracias al arte.

Miguel Riera

Fuente: El Viejo Topo

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