“La Virgen de los Obreros” o “Ensueño” (1897) representa a una mujer obrera llevando la tartera a su marido que trabaja en los Altos Hornos de Vizcaya. Su rostro melancólico y resignado rehuye la mirada. Avanza con un bebé en el brazo izquierdo llevando en la mano derecha un canchal. El ambiente de humos y los tonos ocres dan dramatismo a la escena. Esta obrera es a la vez la representación de la Virgen María y significa una ruptura con las habituales representaciones eclesiásticas de la santidad.
La pintura mereció una condecoración en la Exposición Nacional de 1987 y pone de manifiesto la sensibilidad social del pintor Vicente Cutanda por el mundo obrero unida a su religiosidad, combinación que representa una constante de su obra. La visión religiosa de la realidad lleva al pintor a convertir a los personajes de la vida real en personajes religiosos, sin caer en su sublimación.
Desde el punto de vista artístico, el encuadre de la pintura tiene un tratamiento fotográfico para destacar el momento instantáneo que quiere representar la pintura, con el fragmento de maquinaria del extremo inferior izquierdo y las figuras de dos mujeres en el fondo, una ellas desdibujada y a oscuras, y la otra cortada como huyendo del cuadro, de la que sólo se ve la cesta y la mitad del cuerpo. El pintor hace hincapié más en el conjunto que en la expresión de los personajes, que no están estudiados en sus debidas proporciones, quedando partes sin terminar, como el niño que carga la obrera y la mano de ella, que apenas sostiene la cesta de la comida.
Fuente: Cutanda, Ma Luisa: Vicente Cutanda (1850-1925): un pintor realista y social. 27, Rue de Contaminas. 1206 Ginebra. Suiza. BIBLID [1137-4403 (2004), 23; 501-512]
"...que apenas sostiene la cesta de la comida". Lo que el pintor quiere reflejar es lo poco que pesa dicha cesta, es decir, la escasa comida disponible, el escaso salario.
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