Zoya Аnatolievna Kosmodemyanskaya, Heroína de la Unión Soviética, nació el 13 de septiembre 1923 y murió en 29 de noviembre de 1941, Nació en la pequeña ciudad de Osino-Guy, en la región soviética de Tambov, a unos 500 Km aproximadamente de Moscú.
Nació en el seno de una familia de clérigos de la Iglesia Ortodoxa rusa, lo que le ocasionó serios problemas ya que el sistema comunista de la Unión Soviética establecía el ateísmo nacionalmente.
Su abuelo, el sacerdote Peter Ivannovich Kosmodemyansky, fue ejecutado por los bolcheviques por ocultar a contrarrevolucionarios en su iglesia en la noche del 27 de agosto de 1918. El padre de Alexander, Anatoly estudiaba en un seminario teológico pero no lo terminó y se casó con la maestra local Lyubov Churikova. En 1929 la familia Kosmodemiansky se trasladó a Siberia. Según algunas declaraciones, fueron exiliados, pero según la madre de Alexander, Lyubov Kosmodemyanskaya - huyeron de las denuncias.
Durante un año la familia vivió en el pueblo Shitkina, en el Yenisei, y luego se mudaron a Moscú, gracias a diversas gestiones de la hermana de Lyubov, trabajadora del Comisariado del Pueblo.
El padre de Alexander, Anatoly Kosmodemyanski, murió en 1933 después de una cirugía intestinal, y los niños (Zoe y Alexander) se quedaron al amparo de su madre.
En Moscú los niños recibieron una buena educación en la Escuela 201, en la que hoy se erige un momumento que recuerda las vidas de Zoya y su hermano Alexander (también héroe de la Unión Soviética a título póstumo).
Su época de estudiante transcurrió con buenos resultados, aunque era callada e introvertida y a menudo una persona solitaria. En 1940 sufrió una meningitis aguda, que la tuvo fuera de la escuela por largo tiempo lo que ni impidió que ese mismo año se graduara de noveno grado a pesar del gran número de clases perdidas.
El fascismo que invadió su país le impuso demostrar habilidades en un ámbito que le era totalmente ajeno, al igual que para miles de jóvenes en aquella trágica época. Al estallar la guerra contraAlemania, Kosmodemyanskaya se ofreció como voluntaria del ejército. Su madre, profesora de colegio, intentó disuadirla, pero Zoya le respondió con firmeza: “¿Qué más puedo hacer cuando el enemigo se aproxima? Si llega hasta aquí, no seré capaz de seguir viviendo”. Estas palabras fueron horriblemente proféticas.
Ella fue asignada a la unidad guerrillera №9903 del Frente Occidental y de las mil personas que se unieron a la misma en octubre de 1941, menos de la mitad sobrevivió a la guerra. Después de un corto periodo de aprendizaje, Zoya junto con otros guerrilleros del grupo realizó su primera misión de combate que consistía en minar los caminos y cortar las líneas de comunicación en el territorio ocupado por los alemanes, cerca de Volokolamsk, a unos 70 km al oeste de Moscú.
En noviembre de 1941, su grupo recibió la misión de quemar la aldea de Petrishevo, donde estaba estacionado un regimiento de alemanes. En aquel periodo de la guerra, cuando, parecía que los alemanes estaban a punto de conquistar la Unión Soviética, Stalin dio la orden № 428 que exigía a los soviéticos de “hacer congelar” a los alemanes, echarlos fuera de las casas de las aldeas para lo cual era necesario destruir las poblaciones en la retaguardia de las tropas enemigas.
Su destacamento guerrillero fue de los primeros que recibieron una orden parecida y casi no se imaginaban con qué dificultades podrían tropezarse durante esta operación complicada.
En Petrischevo Zoya logró incendiar la caballeriza y un par de casas, donde estaban instalados equipos de radio escucha del servicio secreto alemán. Pero cumplir la tarea por completo sus compañeros de la unidad no lo lograron ya que fueron capturados por los alemanes. Según una de las versiones, Zoya y sus compañeros de armas fueron traicionados por el dueño de una de las casas, un ruso que colaboraba con los nazis. Zoya no pudo escapar del cautiverio alemán, fue torturada e interrogada sin piedad, pero la única información que reveló al enemigo fue su seudónimo “Tania”. A la pregunta “¿Dónde está Stalin?”, Zoya contestó firmemente: “Está en su puesto”. Al día siguiente la ejecutaron.
Antes de subir a la horca, le dio tiempo de pronunciar las siguientes palabras emotivas y proféticas:
. Los alemanes también recibieron veredicto por boca de la intrépida Zoya:
Un testigo presencial del hecho lo describe como sigue:
Estas fueron sus últimas palabras, pero después de su heroica muerte ante los ojos de sus compatriotas, sus sufrimientos no cesaron. En señal de escarmiento los nazis no permitieron remover del patíbulo el cuerpo de la “incendiaria rusa”.
El cuerpo de Zoe colgó en la horca durante aproximadamente un mes, siendo abusado repetidamente por los soldados alemanes que pasaban por el pueblo. Una noche soldados alemanes borrachos arrancaron sus ropas colgadas y una vez más abusaron del cuerpo, lo apuñalaron con cuchillos y cortaron uno de sus senos. Al día siguiente, oficiales alemanes ordenaron bajar el cuerpo de la horca y fue enterrado por los lugareños en las afueras de la aldea.
Mucho más tarde, los restos mortales de Soya fueron trasladados al Cementerio de Novodevichi en Moscú.
El hermano de Zoya, el tanquista Alexander A. Kosmodemyansky quien tuvo su bautismo de fuego el 21 de octubre de 1943, en la pequeña ciudad de Orsha, en el Frente Occidental también alcanzó la condecoración de Héroe de Unión Soviética. Al convertirse en comandante de su propio tanque, escribió en el fuselaje del vehículo la inscipción: "Para Zoe", en recuerdo de su hermana partisana.
Su madre hizo un gran aporte al conocimiento de la vida de sus hijos-héroes al escribir el libro “Relato sobre Zoya y Shura”, una novela que llegó a ser muy popular. En Rusia prácticamente en cada ciudad o pueblo se puede encontrar una calle o avenida que lleve su nombre.
Fuente: EcuRed
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