Ese año, la manifestación en memoria de la Comuna se transformó así en un vasto encuentro pacifista concebido como el punto culminante de la campaña contra la restauración de la ley de los tres años de servicio militar.
Análisis de la imagen
Hay alrededor de 150.000 personas allí. Se formaron varios grupos. El entorno es verde y relajante. La manifestación ocupa dos tercios de la imagen. Se
distinguen claramente los stands con oradores apasionados y oyentes
atentos, numerosas banderas rojas (unas sesenta), grupos que evolucionan
un poco en un orden disperso pero sin que la armonía del conjunto se
ponga realmente en entredicho.
En
primerísimo plano, muy cerca del punto más alto de este montículo desde donde el pintor domina la situación, mujeres y
hombres disfrutan de su mejor momento dominical, mientras que un vendedor de diarios aprovecha la multitud y el éxito del día para vender uno de
los números especiales editados para la ocasión.
A lo lejos, la ciudad impone su presencia. Vastas
viviendas, naves industriales, chimeneas y humo de fábricas… todo,
hasta el gris plateado del horizonte y las nubes que se elevan, recuerda
la proximidad de la capital.
Una manifestación pacifista reúne a todos los antimilitaristas de extrema izquierda. Todos pretenden protestar contra el absurdo y la crueldad de la
guerra, contra la jerarquía militar y el embrutecimiento de la vida en
los cuarteles, contra el chovinismo bélico y la intervención del
ejército en las huelgas. Todos, también, son internacionalistas y piensan que es necesario responder a las acciones y argumentos de los nacionalistas.
Esta
pintura evoca uno de los episodios más famosos del período anterior a
1914: una de las reuniones más importantes de la época que brindó la
oportunidad a los primeros reporteros-fotógrafos de tomar las más bellas
tomas que representaban a Jaurès orador.
Pintado
en caliente por un artista pacifista con tendencias socialistas, este
óleo describe con realismo la atmósfera de una reunión popular iniciada
por la extrema izquierda. Ambiente
bonachón y colorido donde los discursos, llamadas y conversaciones
estallaban por todos lados, manifestaciones modernas
que combinaban las características de las fiestas populares, las salidas
dominicales y las manifestaciones de protesta en un entorno agradable. Los suburbios comenzaron entonces a jugar un papel importante en la movilización de las fuerzas del progreso.
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