miércoles, 13 de enero de 2021

RUBÉN RUIZ IBÁRRURI, HIJO DE LA PASIONARIA, HÉROE DE LA UNIÓN SOVIÉTICA

EL LUCHADOR ANTIFASCISTA, ÚNICO HIJO VARÓN DE DOLORES IBÁRRURI, HÉROE DE LA UNIÓN SOVIÉTICA

Cultura Bolchevique: Rubén Ruiz Ibárruri: el español que murió defendiendo  Stalingrado

 

 

 

 

 

 

Por Esteban Zúñiga.

“Es necesario hacer todavía mayores esfuerzos. La victoria solo podrá ser obtenida a costa de sacrificios y de abnegaciones. ¡Que no seáis vosotras las que retengáis a vuestros hijos y a vuestros maridos! Porque, si queréis velar por su vida, sabed que esta no se defiende quedándose en casa, sino luchando. Si el enemigo triunfase , sería implacable con nosotros.” (Mitin de Dolores Ibárruri).
 
La increíble vida de Ruben Ruíz Ibárruri
 
El 9 de enero de 1930 nacía en la localidad vizcaína de Somorrostro RUBÉN RUIZ IBÁRRURI, hijo de Dolores Ibárruri, que más tarde sería Secretaria General del Partido Comunista de España (PCE) y dirigente destacada de la Internacional Comunista, y de Julián Ruiz, minero socialista que sería uno de los fundadores de la Juventud Socialista en Vizcaya y más tarde uno de los fundadores, también, del PCE de Vizcaya. Rubén sería el único varón de la prole de la familia, teniendo cinco hermanas más, aunque sólo llegarían a una edad adulta él y su hermana Amaya, pues las otras cuatro hermanas: Esther, Amagoia, Azucena y Eva, fallecerían a edad temprana.
 
El mayor trauma de La Pasionaria: la aciaga muerte de su hijo frente a los  nazis en la Segunda Guerra Mundial

 
 
 
 
 
Con 13 años, tendría los primeros roces con la Guardia Civil por su participación en el reparto de propaganda subversiva. 
 
En 1935, después de que su madre fuera encarcelada, como otras 40.000 persona, tras la Revolución de Asturias de octubre de 1934, tanto él como su hermana Amaya serían enviados a la Unión Soviética, residiendo en Moscú y trabajando como aprendiz en una fábrica de automóviles ZIL.
 
Regreso a la España republicana
 
Tras el intento de golpe de Estado del 18 de julio de 1936, y con una guerra frontal ya presente, se enfrentaría al fascismo regresando a España, siguiendo el llamamiento que su madre Dolores Ibárruri había popularizado el 19 de julio de 1936:
“(…) Al grito de ¡el fascismo no pasará, no pasarán los verdugos de octubre!... los obreros y campesinos de distintas provincias de España se incorporan a la lucha contra los enemigos de la República alzados en armas. Los comunistas, los socialistas y anarquistas, los republicanos demócratas, los soldados y las fuerzas fieles a la República han infligido las primeras derrotas a los facciosos, que arrastran por el fango de la traición el honor militar de que tantas veces han alardeado.
 
Todo el país vibra de indignación ante esos desalmados que quieren hundir la España democrática y popular en un infierno de terror y de muerte.
 
Pero ¡NO PASARÁN!
 
España entera se dispone al combate. En Madrid el pueblo está en la calle, apoyando al gobierno y estimulándole con su decisión y espíritu de lucha para que llegue hasta el fin en el aplastamiento de los militares y fascistas sublevados.
 
¡Jóvenes, preparaos para la pelea! (…)” (Dolores Ibárruri. En nombre del PCE ante los micrófonos del Ministerio de Gobernación, el 19 de julio de 1936).
 
Con sólo 16 años ingresaría en el Ejército del Ebro, siendo destinado, en primera línea de combate, a un grupo de observación del batallón especial de Juan Modesto, donde alcanzaría el grado de sargento.
 
En febrero 1939, con la ya clara derrota republicana, cruzaría con otras unidades republicanas la frontera francesa, siendo internado por las autoridades francesas en el Campo de concentración de Argelès-sur- Mer, junto a miles de compatriotas republicanos españoles. Sin embargo, lograría evadirse y se refugiaría en la embajada soviética de París, regresando, en abril, a la Unión Soviética, para reunirse con su madre y su hermana. Residiría en Planiernaia hasta que marcharía a vivir, con su madre, a Kuntsevo donde residían los dirigentes del Komintern (o Internacional Comunista).
 
Teniente del Ejército Rojo
 
En el otoño de 1939, Rubén Ruiz, tras ser rechazado en la Escuela de Aviación de Stalingrado por razones médicas, ingresaría en la Academia Militar de Btzika, una escuela de infantería para cadetes que otorgaba el grado de teniente y radicada en Moscú. Siendo destinado a la 1ª División Motorizada de Moscú.
 
En los primeros días del mes de julio de 1941, ya combatía en un puente del Beresina, cerca de la ciudad de Borisov, en el frente de Bielorrusia, como teniente al mando de la 175ª Compañía de ametralladoras de la 1ª División proletaria de Moscú.
 
La última guardiana del legado de Dolores Ibárruri - Sputnik Mundo

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Las tropas nazis lanzarían un fortísimo y potente ataque a la posición, tras 48 horas de diversas escaramuzas, con medio centenar de tanques, dos batallones de motocicletas y artillería, apoyado por la aviación. Desde la superioridad soviética se le encomendaría al teniente Rubén Ruiz Ibárruri que su sección aguantara un mínimo de 6 horas para que otras unidades pudieran pasar por el puente y protegerlo. Así lo haría, pero su unidad tendría tres muertos y siete heridos, siendo él gravemente herido, y llevado a Moscú. 
 
El 18 de septiembre de 1941, sería condecorado con la Orden de la Bandera Roja por el propio Presidente soviético Mijail Kalinin.
 
Rubén Ruiz Ibárruri, una vida de lucha y compromiso

 
 
 
 
 
Cuando convalecía en Moscú, al ser evacuados los organismos oficiales de la capital, marcharía en tren, acompañado por su hermana Amaya, a Ufa, donde residía su madre Dolores con los cuadros de la Internacional Comunista.
 
Aunque no estaba totalmente recuperado y no tenía obligación de reincorporarse al frente pediría volver al frente, pero aunque los médicos denegarían su solicitud, su cabezonería haría, que tras numerosas solicitudes, fuera aceptado. Así en una carta enviada a su madre, Dolores Ibárruri, durante su convalecencia escribiría:
"Lo que realmente me perturba es que he sido forzado a abandonar el frente, desde lo cual tengo un gran deseo de destruir al enemigo. Estoy muy orgulloso por luchar junto al Ejército Rojo contra los opresores. Estoy seguro de que ellos se romperán los dientes aquí."
 
Stalingrado
 
Sería enviado a Stalingrado, a Vasovka dentro del 13º Regimiento, de la 35ª División de Fusileros de la Guardia, con la orden de defender la Estación Central de Kotluban. 
 
Corría el año 1942 cuando las tropas nazis intentaban llegar al río Volga, donde se estaba desarrollando una las batallas más violentas e importantes de la II Guerra Mundial, la batalla de Stalingrado y donde habría enorme bajas para ambos bandos.
 
En la noche del 23 de agosto, su unidad sería sometida a un fortísimo ataque de las fuerzas nazis, lo que provocaría muchas bajas entre los defensores soviéticos. Después de que el comandante de su batallón, el capitán Stoyarov, cayera muerto, Rubén asumiría el mando del defensa soviética. 
 
En uno de los múltiples ataques alemanes, su unidad sería aniquilada, cayendo Rubén Ruiz Ibárruri herido muy gravemente al recibir un disparo a bocajarro en el estómago que le ocasionaría graves heridas, pudiendo ser trasladado al hospital de campaña de Srednaia Ajtuwa, donde estaría 10 días debatiéndose entre la vida y la muerte, pero no se podría hacer nada ante la gravedad de sus heridas, falleciendo el 3 de septiembre de 1942. 
 
Tenía 22 años. Pero había sido uno de los que darían su vida para que la batalla de Stalingrado fuera la tumba del fascismo.
 
Su imborrable ejemplo
 
La muerte de Rubén significaría una gran tragedia para toda la familia, y que dejaría en su madre una huella imborrable y llena de desconsuelo. Así, su hermana e hija, Amaya recordaría:
“Para mi madre fue un golpe terrible. En pocos días se le llenó el pelo de canas. Pero lo sobrellevó con entereza, como siempre ha hecho... Siguió trabajando. […] Rubén quería mucho a la Unión Soviética, murió defendiéndola, pero siempre tenía presente a España.”
 
El 23 de septiembre de 1942, Dolores Ibárruri recibiría una carta, fechada en Moscú, de Gueorgui Dimitrov, a la sazón Secretario General de la Internacional Comunista o Komintern:
 
“Querida Dolores:
 
El golpe personal más trágico que la suerte pudiera asestarle es sin duda la muerte de su magnífico hijo.
 
La muerte de Rubén, admirable joven revolucionario español criado y educado por usted, es una gran pérdida para todos nosotros, para el Partido Comunista de España y para la Internacional Comunista.
 
Créame, estamos con el corazón y con el alma a su lado, acompañándola en su dolor. Pero el mejor consuelo para usted y para nosotros está en la conciencia y el orgullo de que Rubén cayó valientemente luchando contra los agresores fascistas alemanes y precisamente en la heroica defensa de la gloriosa ciudad de Stalingrado.
 
Su hijo-héroe ha sellado con su sangre los lazos de combate entre los pueblos soviético y español anudados durante la guerra antifascista española, cuyo mejor representante es usted, heroica madre de Rubén.
 
La muerte de Rubén, al igual que la de muchos miles de otros valientes defensores del país del socialismo, nos llama a todos nosotros a una lucha más intensa y sin cuartel contra los bandidos fascistas para su plena derrota.
 
No dudamos ni un instante que usted, querida Dolores, sabrá transformar su gran dolor en fuente de nuevas fuerzas, energías e implacabilidad hacia el odiado fascismo, para temor del fascismo y para bien del pueblo español y de toda la humanidad progresista.
 
Le estrecho fuerte, muy fuerte, la mano
 
J. Dimitrov.”
 
Por su heroísmo ante los fascistas, recibiría a título póstumo la Orden de Lenin y el reconocimiento la medalla al Héroe de la Unión Soviética, la mayor condecoración de la URSS.
 
Desde el 2 de noviembre de 1948, sus restos descansarían en la colina de Mamáyev Kurgán que había sido testigo de la cruenta batalla de Stalingrado, en unión de otros héroes que cayeron en defensa de la ciudad; y tiene un monumento dedicado en su honor en la sección denominada a “los héroes caídos”.
 
Dolores, siempre escondiendo su interioridad personal y sombreada por sus responsabilidades políticas en el seno del PCE, dedicaría unas palabras a este hecho en sus memorias en una forma de desgarro y desahogo personal:
“Era el dolor, el más hondo de todos los dolores, el de una madre que pierde a su hijo. Y era mi único hijo varón. Ya solo me quedaba Amaya, de los seis que traje al mundo.”
 
Fuente: Amistad Hispano-Soviética

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