domingo, 10 de enero de 2021

"EL REGRESO DE LAS TRABAJADORAS", DE THEOPHILE ALEXANDRE STEINLEN

 

El regreso de las trabajadoras
Theophile Alexandre Steinlen
1905
Oleo sobre tela
Musée d'Art et d'Histoire de Saint-Denis

El regreso de las trabajadoras es obra de un talentoso diseñador-ilustrador más que de un pintor acostumbrado a los paisajes. En esta pintura inacabada de pequeñas dimensiones, Steinlen esparce copiosamente los colores, como Toulouse-Lautrec, Vuillard y Daumier, con quienes luego se codea. Muy sensible al ambiente industrial de las populares calles de la capital, recurre a colores apagados u oscuros para expresar la contaminación atmosférica. El humo revuelve y ensucia el cielo; los rayos del sol, beige claro, tienen dificultad para atravesar las nubes violetas. En esta decoración velada, las mujeres, cuyas únicas blusas blancas o rojas se destacan en el lúgubre ambiente, muestran su condición de trabajadoras tanto por su vestimenta como por sus gestos

Steinlen comenzó como diseñador de telas, primero en Mulhouse, una ciudad que se convirtió en alemana, donde se unió en 1879 como diseñador de patrones en Schonaupt, fabricante de cretona impresa e india, y luego encontró un trabajo similar en París en el Demange industrial. Tuvo mucho tiempo para observar a los trabajadores entrar y salir de la fábrica. En 1905, las mujeres fueron empleadas masivamente en la gran manufactura porque, como la máquina se había generalizado, la habilidad y la destreza ahora tienen prioridad sobre la fuerza. Pero, por igual trabajo, reciben, en promedio, un salario inferior a la mitad que el de los hombres. 

Abrazando la idea saint-simoniana de utilizar lápices y pinceles al servicio de los humildes, el artista recorre las calles de la capital para denunciar la miseria y la violencia contra las mujeres. En primer plano, a la izquierda, una lavandera, una figura rota y una boca torcida por el dolor, agotada por un pesado cubo y el enorme bulto de lino que sostiene contra su cadera. Al fondo, una madre con su bebé en brazos recuerda que no se hace nada por los que trabajan, que las guarderías, apenas creadas, son demasiado pocas, por lo que la trabajadora debe decidirse a encomendar a su nuevo nacido a una enfermera a menudo negligente o llevarlo a todas partes con ella, a veces administrándole teriaco u otra droga para dormirlo. 

Las trabajadoras están agotadas pero algunas caminan en parejas para expresar la amistad profesional que los une y que tanto temen las élites misóginas. En el momento del regreso a casa invaden el espacio público. Ya formando una multitud compacta, pronto se les asociará con las luchas.

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