Título original: La rebelión de los colgados
Año: 1954
Duración: 85 min.
País: México
Dirección: Alfredo B. Crevenna, Emilio Fernández
Guión: John Bright (Novela: B. Traven)
Música: Antonio Díaz Conde
Fotografía: Gabriel Figueroa (B&W)
Reparto: Pedro Armendáriz, Ariadna Welter, Carlos López Moctezuma, Luis Aceves Castañeda, Miguel Ángel Ferriz, Víctor Junco, Jaime Fernández, Amanda del Llano, Álvaro Matute, Tito Junco, Eduardo Alcaraz, Agustín Fernández, Rogelio Fernández, Emilio Garibay, Bruno Márquez, Princesa Nicte, Ramiro Orci, Ismael Pérez, Francisco Reiguera, Carlos Riquelme, Salvador Terroba, José Vázquez, Guillermo Álvarez Bianchi
Sinopsis: Basada en el libro homónimo de Bruno Traven, la cinta narra las condiciones de vida que tenían que enfrentar los campesinos e indios durante la dictadura porfiriana y la esperanza que representó para ellos la Revolución Mexicana.
Cándido es un indio que tuvo que abandonar su lugar de origen con la intención de buscar ayuda para su mujer, quien está gravemente enferma, pero, al no tener dinero para pagar una operación, acepta la oferta de trabajo hecha por un capataz a cambio del préstamo.
No obstante, su esposa muere antes de ser intervenida y al no necesitar el dinero, intenta cancelar el trato sin éxito, por lo que es llevado junto con sus hijos y su hermana a una montería de caoba, donde padecerá, al igual que sus compañeros, el trato inhumano de sus superiores.
Basada en una obra de B. Traven, este filme recrea la explotación de los campesinos en los campos madereros chiapanecos, así como su lucha por mejorar sus condiciones de vida. Es el inicio de la Revolución…
“En un ranchito que formaba parte de la colonia agrícola libre de Cuishin, en los alrededores de Chalchihuistán, vivía Cándido Castro, indio tzotzil, en compañía de su mujer, Marcelina de las Casas, y de sus hijitos, Angelino y Pedrito. Su propiedad alcanzaba más o menos dos hectáreas de un suelo pedregoso, seco, calcinado, que exigía un trabajo durísimo a fin de obtener de él el alimento necesario para los suyos”, escribe B. Traven al inicio del cuento “La rebelión de los colgados”, en que está basada la película aquí presentada.
Un día, Cándido (interpretado por el joven Pedro Armendáriz) se apresta a llevar a Marcelina a la ciudad más cercana porque ha enfermado. El doctor le diagnostica una posible apendicitis y por la operación le cobra doscientos pesos, que necesitará conseguir. Don Gabriel le presta el dinero a cambio de firmar un contrato que, más que establecer el pago de la deuda, manda a Cándido a la montería de caoba de la que Félix Montellano (Carlos López Moctezuma) y sus hermanos Severo y Arcadio son los contratistas, pues el lugar es propiedad de manos extranjeras. Ahí será explotado con otros indígenas, quienes soportan los drásticos castigos y trabajan de sol a sol bajo el agobiante clima de la selva chiapaneca.
Es el tiempo en el que convergen el ocaso del Porfiriato y el estallido de la Revolución mexicana. También cuando las voces insurgentes encabezadas por Francisco I. Madero llamaron a sus filas a los sectores campesinos e indígenas, por décadas asolados por los abusos económicos y laborales, así como por la violencia. Y el campo maderero de los Montellano no es la excepción: los peones que cometen faltas son colgados de las manos toda la noche. Pero estos hacendados confían en que don Porfirio estabilizará al país luego de encarcelar a Madero. “Todo el país está en crisis [pero] nuestra respuesta debe ser caoba, caoba y más caoba. Mañana abriremos un nuevo campo cerca del río. Y sacaremos toda la madera, así tengamos que colgar a todos los indios de Chiapas por el cuello”, dice don Severo, entre risas y sorbos de licor.
Filmada a partir de febrero de 1954 en los estudios Churubusco y en Chiapas, y estrenada el siguiente noviembre en el cine Chapultepec de Ciudad de México, La rebelión de los colgados fue la segunda adaptación de una obra de B. Traven –la primera fue El tesoro de la Sierra Madre (EUA, 1947)–. Se cuenta que, durante el rodaje, los desacuerdos entre el productor José Kohn y el Indio Fernández terminaron con la renuncia de este y la llegada de Alfredo B. Crevenna a la dirección; sin embargo, el nuevo realizador no estuvo a la altura y “mucho fue salvado” por Gabriel Figueroa, a decir de la editora Gloria Schoemann. “Gracias a su maravillosa fotografía –añade– pudimos resolver el problema con una secuencia en la que faltaba una balacera que no se filmó. De su negativo pudimos sacar una escena de noche”.
Fuente: Relatos e Historias de México
Hola, quisiera saber más información sobre la película
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