El festival de Málaga estrena la película en el 79 aniversario del ataque
No fue el bombardeo más sanguinario. Murieron unas 160 personas, aunque el dolor jamás se podrá medir en valores matemáticos. Pero duró tres horas y media, toda la angustiosa tarde de un 26 de abril de 1937, hoy hace 79 años. Y arrasó por completo con un pueblo vizcaíno, Gernika, en un experimento realizado por alemanes para ensayar tácticas que posteriormente utilizaron durante la Segunda Guerra Mundial. Desde aquel lunes de primavera, todo fue permitido en un conflicto bélico: primero se arrojaron bombas sobre la villa que alarmaron a la población, luego llegaron los bombardeos que arrasaron con explosivos y bombas incendiarias, y finalmente, cazas que ametrallaron a quienes aún intentaban huir. Todo un macabro éxito de la Legión Cóndor, comandada por el teniente coronel Wolfram von Richthofen, contra un pueblo que ni siquiera contaba con defensas antiaéreas.
Con lo que no contó la aviación alemana fue con la crónica de George Lowther Steer, uno de los grandes reporteros extranjeros presentes en la zona republicana. El inglés Steer envió desde Bilbao su reportaje al londinense Times, que también acabó en el neoyorquino The New York Times. Tampoco con que la noticia saldría en el francés L’Humanité, el periódico que leía Pablo Picasso, que en 33 días realizaría su famoso mural.
Y a pesar de todo, nunca se ha reflejado en el cine español, y solo una vez en una miniserie de la ETB. Ese paso lo ha encabezado Koldo Serra (Bilbao, 1975) en su segundo largometraje, que se ha proyectado en la sección oficial del festival de Málaga. “Quien espere un documental sobre el acontecimiento, se sentirán defraudados. Esta película transcurre los cinco días previos al salvajismo”, explica de su Gernika. “Pero hemos reflejado algunos de sus peores momentos, vemos cómo los alemanes preparan la acción. Probablemente el de Durango le superó en brutalidad, sin embargo el mundo entero solo conoce un cuadro”.
En Gernika, el bombardeo recupera los recuerdos de las víctimas –algunas incluso se acercaron al rodaje en los cinco pueblos que han servido para recrear aquella villa-, que dan pie a imágenes icónicas. “Sí, hubo una mujer que con la llave en mano se quedó delante de la puerta de su casa… y detrás ya no había nada. O esa otra vecina, partidaria de los nacionalistas, que acabó en un sótano refugiada con las otras víctimas. Su hermana paralítica, también franquista, no pudo salir de su casa y murió allí mismo. En la guerra todos son iguales, inocentes”, según el director.
Fue también el apogeo de los reporteros de guerra como estrellas del momento. Serra desmenuza: “Es la eclosión de la propaganda, el momento en que la tecnología permite rápidamente transmitir textos y por primera vez imágenes de lo ocurrido a todo el mundo. El mito Capa, por ejemplo, nace aquí. Hemingway encuentra su lugar”. Un caldo de cultivo perfecto para la gran pantalla, un acontecimiento propagandístico mundial. “Y por eso, cuando me llamaron los productores, pensé que sería la quinta o sexta versión de aquella barbaridad. Me quedé sorprendido. No hay nada. No sé si por tabú, porque hasta 1997 el Gobierno alemán no reconoció. Y por supuesto, no creo en ese bulo de que se hacen muchas películas españolas sobre la Guerra Civil. Se filman pocas, y serían necesarias muchas más. No podemos olvidar”.
Fuente: El País
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