El botón de nácar
Dirección: Patricio Guzmán
Nacionalidades: Chile y España
Año: 2015
Fecha de estreno: 12-02-2016
Duración: 82 min.
Guión: Patricio Guzmán
Simopsis: “El botón de nácar” se sitúa en la Patagonia, tierra de aguas errantes, archipiélago más grande del mundo. Un pequeño botón es el único rastro, el único vestigio, el único resto de miles de chilenos arrojados al mar durante la dictadura de Pinochet.
La voz del cineasta es el hilo conductor de un relato que reflexiona sobre el agua y el cosmos, con imágenes que parten desde el desierto de Atacama, en el norte del país, para llevar al espectador a la Patagonia Occidental, en donde se hunde la cordillera de los Andes, en el sur, en el agua y el hielo. Guzmán habla de un país que tiene la costa más larga al Pacífico -de más de 4.000 kilómetros de largo-, que en los libros escolares aparece dividido en tres: norte, centro y sur.
El sonido del agua y las imágenes de los glaciares de extraordinaria belleza le dan pie al realizador de “Nostalgia de la luz” para hablar de los pueblos aborígenes y nómadas que habitaban esas remotas regiones hace siglos, que vivían del mar y fueron exterminados por los colonizadores. El cineasta halló unas mil fotografías de esos antiguos pobladores en un archivo etnológico alemán, el Anthropos Institut en Sankt Augustin, cerca de Bonn. Entre esas imágenes encontró a algunos de los sobrevivientes siendo jóvenes, que aparecen ante la cámara mayores, entre ellos a una mujer que dice no sentirse chilena sino kawésqar. El cineasta destacó que sin esas imágenes no hubiera podido hacerse el documental.
En el hilo del relato, Guzmán afirma que durante la dictadura de Pinochet entre 1.200 y 1.400 personas fueron lanzadas al oceáno desde helicópteros, entre ellas Martha Ugalde, cuyo cuerpo arrojó la corriente marina a la costa. “Fue cuando los chilenos comenzaron a sospechar que el mar era un cementerio”, cuenta Guzmán en el relato. El documental muestra el testimonio de uno de los pilotos de esos helicópteros que reconoce que ése fue el día más difícil de su carrera, cuando se dio cuenta que lo que estaban haciendo era un delito.
En sus investigaciones sobre cómo lanzaban a los disidentes al mar, el cineasta muestra al espectador que ataban a los cadáveres un riel de hierro, envolviéndolo todo en plástico y sacos de yute. Un buzo chileno buscó a las víctimas 40 años después y encontró varios rieles en el fondo marino. Un riel tenía un botón adherido, lo único que quedó de la víctima.
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