Gaspar Celaya, Diego
ISBN:9788415963714
Editorial: Marcial Pons, Ediciones de Historia
Fecha de la edición: 2015
Nº Pág.: 545
DERROTADOS POR FRANCO, VENCEDORES DE HITLER
Un libro retrata al millar de hombres que lucharon por la Francia libre en la II Guerra Mundial
"Contra los alemanes teníamos el odio de lo que nos habían hecho en España y luchábamos con las tripas. […] Era una cuestión de honor". Las palabras de Rafael Gómez sintetizan por qué durante la Segunda Guerra Mundial miles de españoles se unieron a los aliados contra Hitler. Combatientes en la Guerra Civil, habían huido, derrotados, pero soñaban con reconquistar su país a Franco. El completísimo estudio La guerra continúa Voluntarios españoles al servicio de la Francia Libre (1940-1945), de la editorial Marcial Pons, rastrea las huellas de 1.150 jóvenes que lucharon en las Fuerzas Francesas Libres (FFL) desde junio de 1940 hasta la rendición del Tercer Reich, en mayo de 1945. A ese millar, se suman los 10.000, según los diferentes estudios, que lucharon en la Resistencia francesa. El autor del libro es Diego Gaspar Celaya (Zaragoza, 1982) doctor en Historia y especialista en el exilio español en Francia tras la contienda.
Gaspar pasó dos de los cuatro años y medio que le ha llevado esta obra analizando en los archivos del Ministerio de Defensa francés los dosieres de los españoles -el principal aporte extranjero- que se sumaron a las fuerzas armadas del general Charles de Gaulle. La base de datos que ha elaborado para su estudio la ha cedido al Ministerio de Educación y Cultura que trabaja en una web donde estarán la información sobre aquellos alistados, anuncia. Gaspar tuvo ocasión de entrevistar a varios de aquellos hombres: "Tenían muy claro que volverían a hacerlo, que volverían a empuñar las armas. Entre la Guerra Civil y la guerra mundial pasaron toda su juventud luchando. Tras el conflicto, la mayoría reconstruyó su vida y se quedaron en Francia", dice este historiador al que desde muy joven le habían fascinado las fotografías de los vehículos blindados entrando en París con nombres de ciudades españolas escritos en su frontal. "Es una parte del exilio, combatiente, menos contada. Siempre se ha hablado de las condiciones de los refugiados en Francia, de los que se fueron a México, pero no tanto de los que se reengancharon a otra guerra".
El libro dedica precisamente un amplio apartado a los "campos de la vergüenza", en los que Francia hacinó a los españoles que huían de la guerra. Esas personas que, camino del exilio, describió el presidente de la República, Manuel Azaña, como una "muchedumbre enloquecida que atascó la carretera y los caminos". El fotoperiodista valenciano Agustí Centelles retrató para la historia las duras imágenes del campo de Bram, con sus improvisados recintos alambrados en las playas. El minero anarquista Fermín Pujol Araus relató así su experiencia en Argelès: "No se podía dormir. Los piojos y la sarna nos invadieron en seguida. Muchos enfermos murieron porque nadie se ocupaba de ellos. Pasábamos mucha hambre".
Para salir de esos campos de internamiento, una de las opciones era alistarse en la Legión Extranjera o, desde noviembre del 42, en el Cuerpo Franco de África. "Otra motivación era luchar contra el fascismo con armas de verdad, decían ellos, no como les había pasado en España". Al otro lado de la frontera había una razón de peso: el flamante Gobierno de Burgos había aprobado una ley retroactiva de responsabilidades políticas que llegaba hasta 1934. "Esto suponía que la más leve significación con la República podía llevar a ser encausado".
La mayoría de los 1.150 hombres sobre los que ha investigado Gaspar se integraron, en varias etapas, en las Fuerzas Francesas Libres, que creó De Gaulle en junio de 1940, tras oponerse al armisticio de Hitler y llamar a la resistencia. A pesar del título, La guerra continúa no es una sucesión de las numerosas batallas en las que se batieron el cobre los españoles: Noruega, Camerún, Bir Hakeim (Libia), Siria, Túnez, Sicilia, Roma, París, Estrasburgo… sino que subraya la "sociología del alistamiento": edad, origen geográfico, oficios, experiencia en la Guerra Civil… y la disciplina. "En los dosieres no he encontrado ningún expediente por faltas graves como violaciones o asesinatos. Solo leves, faltaban a revista por haber estado de permiso y retrasarse en su vuelta, a veces porque estaban durmiendo la borrachera", bromea.
La actuación española en la Francia resistente a los nazis ha generado mucha literatura, "a veces hagiográfica" —incluso una novela gráfica de Paco Roca—, dedicada a la 9ª Compañía de Combate del Tercer Batallón del Regimiento de Marcha del Chad, popularmente, La Nueve, integrada prácticamente por españoles. Algunos formaron parte del destacamento elegido para entrar en París la noche del 24 de agosto de 1944.
A pesar de tanto sufrimiento y batallas, cuando acabó la guerra Francia volvió a dar de lado a los españoles. Horas después de que ese reducido destacamento alcanzase la plaza del Ayuntamiento parisiense, De Gaulle se dirigía desde ese lugar al gentío en un discurso en el que reservó todos los honores para los galos: "París liberado por su pueblo, con el apoyo de toda Francia, de la verdadera Francia, de la Francia eterna". Gaspar sostiene que, desde el primer momento, "se intentó soterrar la participación de los extranjeros, como los españoles, tanto por la historia oficial, gaullista, como por la no oficial, la del Partido Comunista Francés, en pro del consenso nacional y de ensalzar el mito de la Resistencia". Hasta 2004, París no reconoció el papel de La Nueve. Y el 25 de agosto de 2014, el presidente de Francia, François Hollande, y la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, nacida en San Fernando (Cádiz) y descendiente de republicanos españoles, evocaron, en sus discursos por los 70 años de la liberación de la ciudad a los componentes de La Nueve. Los españoles que ayudaron a derrotar a Hitler, se hicieron por fin con un hueco en la memoria colectiva de Francia.
Tipos curtidos
La historia oficial de Francia olvidó a los extranjeros, españoles incluidos, que habían ayudado a doblar el brazo nazi. Un relato sesgado e injusto con hombres como el valenciano Germán Arrúe, de la compañía de combate conocida como La Nueve. Arrúe, nacido en 1917, había participado siendo un chaval en la Guerra Civil, en batallas como las de Teruel o del Ebro. Tras huir a Francia, pasó nueve meses en los campos de internamiento: "Nueve meses de miseria. Pasé tanta hambre que al final no podía ni ir al váter, estaba seco". Participó en la campaña de Túnez y con La Nueve estuvo en la liberación de París y Estrasburgo y en la toma del Nido del Águila de Hitler, en Berchtesgaden (Austria). Después de la guerra se hizo peluquero, se casó con una francesa y pasó 30 años en Lyon como conductor de camiones. Murió en 2007. Sus cenizas reposan en su pueblo natal, Benaguacil.
Gaspar pasó dos de los cuatro años y medio que le ha llevado esta obra analizando en los archivos del Ministerio de Defensa francés los dosieres de los españoles -el principal aporte extranjero- que se sumaron a las fuerzas armadas del general Charles de Gaulle. La base de datos que ha elaborado para su estudio la ha cedido al Ministerio de Educación y Cultura que trabaja en una web donde estarán la información sobre aquellos alistados, anuncia. Gaspar tuvo ocasión de entrevistar a varios de aquellos hombres: "Tenían muy claro que volverían a hacerlo, que volverían a empuñar las armas. Entre la Guerra Civil y la guerra mundial pasaron toda su juventud luchando. Tras el conflicto, la mayoría reconstruyó su vida y se quedaron en Francia", dice este historiador al que desde muy joven le habían fascinado las fotografías de los vehículos blindados entrando en París con nombres de ciudades españolas escritos en su frontal. "Es una parte del exilio, combatiente, menos contada. Siempre se ha hablado de las condiciones de los refugiados en Francia, de los que se fueron a México, pero no tanto de los que se reengancharon a otra guerra".
El libro dedica precisamente un amplio apartado a los "campos de la vergüenza", en los que Francia hacinó a los españoles que huían de la guerra. Esas personas que, camino del exilio, describió el presidente de la República, Manuel Azaña, como una "muchedumbre enloquecida que atascó la carretera y los caminos". El fotoperiodista valenciano Agustí Centelles retrató para la historia las duras imágenes del campo de Bram, con sus improvisados recintos alambrados en las playas. El minero anarquista Fermín Pujol Araus relató así su experiencia en Argelès: "No se podía dormir. Los piojos y la sarna nos invadieron en seguida. Muchos enfermos murieron porque nadie se ocupaba de ellos. Pasábamos mucha hambre".
Para salir de esos campos de internamiento, una de las opciones era alistarse en la Legión Extranjera o, desde noviembre del 42, en el Cuerpo Franco de África. "Otra motivación era luchar contra el fascismo con armas de verdad, decían ellos, no como les había pasado en España". Al otro lado de la frontera había una razón de peso: el flamante Gobierno de Burgos había aprobado una ley retroactiva de responsabilidades políticas que llegaba hasta 1934. "Esto suponía que la más leve significación con la República podía llevar a ser encausado".
La mayoría de los 1.150 hombres sobre los que ha investigado Gaspar se integraron, en varias etapas, en las Fuerzas Francesas Libres, que creó De Gaulle en junio de 1940, tras oponerse al armisticio de Hitler y llamar a la resistencia. A pesar del título, La guerra continúa no es una sucesión de las numerosas batallas en las que se batieron el cobre los españoles: Noruega, Camerún, Bir Hakeim (Libia), Siria, Túnez, Sicilia, Roma, París, Estrasburgo… sino que subraya la "sociología del alistamiento": edad, origen geográfico, oficios, experiencia en la Guerra Civil… y la disciplina. "En los dosieres no he encontrado ningún expediente por faltas graves como violaciones o asesinatos. Solo leves, faltaban a revista por haber estado de permiso y retrasarse en su vuelta, a veces porque estaban durmiendo la borrachera", bromea.
La actuación española en la Francia resistente a los nazis ha generado mucha literatura, "a veces hagiográfica" —incluso una novela gráfica de Paco Roca—, dedicada a la 9ª Compañía de Combate del Tercer Batallón del Regimiento de Marcha del Chad, popularmente, La Nueve, integrada prácticamente por españoles. Algunos formaron parte del destacamento elegido para entrar en París la noche del 24 de agosto de 1944.
A pesar de tanto sufrimiento y batallas, cuando acabó la guerra Francia volvió a dar de lado a los españoles. Horas después de que ese reducido destacamento alcanzase la plaza del Ayuntamiento parisiense, De Gaulle se dirigía desde ese lugar al gentío en un discurso en el que reservó todos los honores para los galos: "París liberado por su pueblo, con el apoyo de toda Francia, de la verdadera Francia, de la Francia eterna". Gaspar sostiene que, desde el primer momento, "se intentó soterrar la participación de los extranjeros, como los españoles, tanto por la historia oficial, gaullista, como por la no oficial, la del Partido Comunista Francés, en pro del consenso nacional y de ensalzar el mito de la Resistencia". Hasta 2004, París no reconoció el papel de La Nueve. Y el 25 de agosto de 2014, el presidente de Francia, François Hollande, y la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, nacida en San Fernando (Cádiz) y descendiente de republicanos españoles, evocaron, en sus discursos por los 70 años de la liberación de la ciudad a los componentes de La Nueve. Los españoles que ayudaron a derrotar a Hitler, se hicieron por fin con un hueco en la memoria colectiva de Francia.
Tipos curtidos
La historia oficial de Francia olvidó a los extranjeros, españoles incluidos, que habían ayudado a doblar el brazo nazi. Un relato sesgado e injusto con hombres como el valenciano Germán Arrúe, de la compañía de combate conocida como La Nueve. Arrúe, nacido en 1917, había participado siendo un chaval en la Guerra Civil, en batallas como las de Teruel o del Ebro. Tras huir a Francia, pasó nueve meses en los campos de internamiento: "Nueve meses de miseria. Pasé tanta hambre que al final no podía ni ir al váter, estaba seco". Participó en la campaña de Túnez y con La Nueve estuvo en la liberación de París y Estrasburgo y en la toma del Nido del Águila de Hitler, en Berchtesgaden (Austria). Después de la guerra se hizo peluquero, se casó con una francesa y pasó 30 años en Lyon como conductor de camiones. Murió en 2007. Sus cenizas reposan en su pueblo natal, Benaguacil.
Fuente: El País
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