José Herrera Petere
1ª edición, Octubre 2015
176 págs.
Cubierta a todo color, con solapas y plastificada brillo.
PVP :8 euros
Pedidos: maimar_1@hotmail.com
Miguel
Pastrana *
Acero de Madrid (Epopeya), novela publicada por la editorial
Nuestro Pueblo en 1938. Cazadores de tanques; Ediciones del Quinto
Regimiento, 1936. Teatro para combatientes, editado en Valencia por el
Comisariado General de Guerra, 1937. Puentes de sangre: narración a propósito
del paso del Ebro, que ve luz en Madrid y Barcelona. Guerra viva, libro
de poemas de mil novecientos treinta y ocho. Cumbres de Extremadura (novela
de guerrilleros)... A veces bastan los títulos de las obras, las fechas y
lugares, para saber del temple de un creador, de su altura ética y moral.
Para
saber de José Herrera Petere.O
simplemente, “el miliciano Petere”, como firmaba desde primera línea.
Uno de
los más formidables escritores de la República en guerra contra el fascismo.
¡Madrid,
Madrid, a tus puertas
la
negra bestia amenaza!
Aún
es tiempo, madrileños;
pronto,
muy pronto, a las armas;
al
encuentro decisivo,
que
la ofensiva preparan
los
traidores mercenarios
al
servicio de Alemania.
Un poeta
de la España Leal que estuvo en el campo de concentración de Saint Cyprien, y
acabó muriendo en el exilio. Un escritor prácticamente olvidado en treinta años
de restauración monárquica.
¡Oh
poetas sin tierra como yo condenados
a arañar
sus palabras en las rocas
del
rojo anochecer de días cansados,
duras
sangrientas rocas donde hay manos
que
quieren ver y no llegan al borde!
¡Poetas
perseguidos contra el muro
de mármol
negro (...)!
Por
Acero de Madrid le fue concedido a Herrera Petere el Premio Nacional (Nacional
de verdad; de la República) de Literatura de 1938.
Se ha
comparado esta novela –tal vez la más importante publicada en el campo de los
leales durante la guerra- con el libro paradigma de los traidores en el mismo
periodo, Madrid de corte a checa, del falangista Agustín de Foxá, conde
de Foxá y marqués de Armendáriz.
Cómodamente
instalado en la retaguardia franquista, nos dice del pueblo madrileño y
republicano el señor conde: masas ya revueltas; mujerzuelas feas, jorobadas,
con lazos rojos en las greñas, niños anémicos y sucios, gitanos, cojos,
negros de los cabarets, rizosos estudiantes mal alimentados; obreros de mirada
estúpida, poceros, maestritos amargados y biliosos.
Toda
la hez de los fracasos, los torpes, los enfermos, los feos; el mundo inferior y
terrible –dice Foxá.
Sin
embargo, el autor de párrafos de un nazismo eugenésico tan químicamente puro
ha sido objeto de mayor atención y estima por parte de la historiografía
literaria que el Premio Nacional que luchó junto al
Pueblo defendiendo sus libertades: no existe ninguna reedición de Acero
de Madrid desde 1938. Madrid de corte a
checa, en treinta años de monarquía, ha sido
reimpresa en al menos dos ocasiones por grupos editoriales de gran tirada y
renombre.
Así
se ha escrito también la Historia literaria de este país, y es por eso que
nosotros, como escritores republicanos de hoy, debemos exigir una verdadera Ley
de Memoria Histórica: una Memoria de Ley. No un aguachirle.
José Herrera Petere nació en Guadalajara en 1909.
Joven
surrealista, evoluciona hacia un marxismo poético; Pero firme.
Y en 1931 ingresa en el PCE.
Profundo conocedor de la geografía castellana, sintonizó muy
bien con la llamada “Escuela de Vallecas”, el extraordinario grupo de
artistas plásticos que, asomados a la ancha boca de los campos de Castilla
desde el arrabal madrileño, supo extraer de la tierra dura y milenaria, de sus
humildes materias, toda una rica poética comprometida con el Pueblo.
Llegada la Guerra, Petere empuñará el fusil por la República,
y será uno de los más destacados escritores en lucha.
Sus
poemas fueron muy populares. También las canciones basadas en textos suyos,
como la famosa No pasarán, pues no en
vano Petere tenía buen oído para la música. Añadir a ello artículos,
relatos, novela, teatro, recitales y altavoz del frente... Fue, sin duda, uno de
los escritores más activos en la España Leal, y muy querido del Pueblo.
El Exilio fue especialmente duro para él.
Cierto
es que siguió escribiendo obras muy destacadas en todos los géneros. Pero para
alguien tan apegado a una tierra y a su gente; a España en paisaje y paisanaje,
las largas décadas de desarraigo se convirtieron en una tortura.
Pero
jamás claudicó de sus convicciones.
Así
murió en Ginebra, Suiza, un 6 de febrero de 1977. Hará muy pronto treinta años:
una efeméride. ¿Quién la recordará?
Perdido
en el mar, perdido
como
la luz de una estrella,
los
ojos la voz del muerto,
clamando
bajo la tierra.
Tiempo
fuiste y eras agua
y
ya no serás poema.
La
mano que te escribió
Sobre
una hoja de niebla
José
Herrera Petere compaginó obra y compromiso, ideología y creación, de forma
coherente. Sin concesiones esteticistas. Pero sabiendo hacer admirable materia
artística, arte, de la realidad que vivió en primera persona y en primera línea
de fuego.
Su
realismo, a veces crudo y otras afectuoso, comprometido siempre, nos demuestra
que la realidad, con buen hacer y buen
decir, con el necesario oficio que Petere
siempre preconizó, puede ser -es- el más amplio campo de creación, en donde
cabe toda la maravilla, toda la magia
–también la crueldad- del Ser Humano, que precisamente por humanas, son
verdaderas.
Un
camino parecido al que, nada casualmente, seguirá años después el
neorrealismo.
Mucho de eso hay, por adelantado, en Herrera Petere; en su
enorme sentido del ritmo, en la plasticidad de sus imágenes, y en la
expresividad, tan propia, que aúna lo conmovedor y lo terrible.
En
Acero de Madrid, por ejemplo, la prosa, más
que relatar, canta, arde, chisporrotea la Defensa republicana, en una sucesión
de cuadros y estampas que
recuerdan, por citar un título, a Paisá (“Camarada”),
la película de Rossellini.
Es el de Petere un texto al rojo; en tensión verdaderamente
acerada. Su lenguaje es nítido, y no elude lo áspero. Pero ahonda. Y con ritmo
casi versicular, logra un aliento poético sostenido que lo emparenta,
igualmente, con el mejor Víctor Hugo y su epopeya social Los
miserables.
También el teatro en guerra de Petere es de mensaje directo;
como un martillo que golpea la conciencia a la par que forja materia para la
reflexión. Y como un rayo que, a la vez que sacude, impele, mueve a la acción
y al combate.
Laten
ahí, por ejemplo, Bertolt Brecht o Erwin Piscator. Ello nos dá una idea de la
enorme y variada capacidad creadora de José Herrera Petere.
Especialmente significativa es su aportación al Romancero
General de la guerra española, una iniciativa
de la revista “El Mono Azul”.
Ambas
creaciones –la recopilación y la revista- siguen sin tener igual: jamás fue
una gran publicación tan abierta; nunca se pusieron a disposición de la
ciudadanía tantos medios para darle voz.
En
“El Mono Azul” y el Romancero escribieron
todos; desde el más laureado artista, al más humilde de los trabajadores y
soldados de la trinchera. Todos en las mismas páginas. Fue de todos. Del
Pueblo. De la República.
No
ha vuelto a verse algo semejante en una gran publicación cultural española, y
ello es prueba palmaria de que también en la Cultura y en el Arte la República
significa democracia verdadera.
*
José
Herrera Petere es, por méritos propios, el gran poeta del Quinto Regimiento:
El
Partido Comunista,
cuando
en julio ardía el pueblo
para
vencer al fascismo
fundó
el Quinto Regimiento.
Cuartel
de Francos Rodríguez,
solar
bajo el sol de fuego,
roja
iglesia, rojos muros
de
ladrillos y cemento,
filas
de obreros se instruyen,
filas
y filas de acero,
a
falta de los fusiles,
al
hombro llevan maderos;
a
falta de bayonetas,
brazos
y puños de hierro
Muy
pronto se convirtió en la Unidad modélica del Pueblo en armas, en la cual
confluyeron militantes de todas las organizaciones políticas y sindicatos
leales al Gobierno legítimo.
El
Quinto Regimiento supo canalizar y dar forma eficaz a ese gran caudal de
generosidad humana.
Forma
integral. Con conciencia y consciencia :
“Luchar y saber por qué se lucha”.
Con
pedagogía, técnica y aprendizaje.
Con
Defensa y difusión de la Cultura a todos los niveles.
Y
por supuesto, con Disciplina: disciplina hecha virtud revolucionaria.
Porque
había que Resistir.
Y se Resistió.
En
Madrid; un 7 de noviembre ya inmortal.
Fue
la luz que se vio en todo el mundo, alumbrando el camino de los pueblos libres
para derrotar la oscuridad; el fascismo.
Ese
día, Franco perdió para siempre.
Da
igual lo que hiciera después; lo que hagan: perdió para siempre.
Perdió
el porvenir, que es nuestro: de la República.
El
padre de José Herrera Petere fue el general Emilio Herrera Linares, destacado
pionero de la Aviación española y reputado científico.
Católico
de raigambre, no dudó un momento en permanecer fiel a la República.
Ya
en el Exilio, formó parte de su Gobierno, llegando a presidirlo.
Su Ejemplo, como el de tantos otros militares y personas de fe
que sirvieron con lealtad a una República laica de trabajadores, nos demuestra
que, básicamente y antes que nada,
el
republicanismo es, y debe seguir siendo, cosa de buenas personas. Cuestión de
honestidad. Cosa de todos; de los hombres y mujeres que creemos en un mundo
mejor, más humano: La
República. ç
Personas como el escritor José Herrera Petere y el general
Emilio Herrera Linares, al que, ya fallecido, dedicaba su hijo, no mucho antes
de morir él mismo, estos conmovedores versos:
A
MI PADRE MUERTO EN DESTIERRO
Yo he
tenido un Padre Honrado
se
llamaba Emilio Herrera
que
yace junto a mi casa,
en
exilio, bajo tierra.
Las
luces ya se retiran
fuegos
fatuos, un misterio
alba
del amanecer
resucitará
a los muertos.
“Padre
mío, padre mío
¿por
qué me has abandonado...?”
Ya no
tienes ojos verdes
¡Ya
no hay tu ciencia en tus labios...!
Pero
tu Dios es clemente
y
tiene mirada blanca
y a
través de las estrellas
admira
tu alma clara.
Tu
inteligencia palpita,
aún,
en el cementerio,
diciendo,
aquí yace un sabio
que
peleó junto al pueblo
Ginebra, enero de 1975.
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Miguel Pastrana es miembro de la Asociación de Escritores y Artistas
EspañolesFuente: Templando el acero (http://librosml.blogspot.com.es)
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