KORDA. CONOCIDO DESCONOCIDO
ALBERTO KORDA
Editorial LA FABRICA
2015
ISBN 9788492498574
Nº de páginas: 439 págs
En una de sus últimas entrevistas, Alberto Díaz Gutiérrez, Korda para la Historia, regaló a Mark Sanders –editor de Another Magazine– un titular que sintetizaba su obra a la perfección: Amé la belleza de las mujeres tanto como la de los hombres que dirigían la Revolución. Ese hombre que quería ser “el Avedon cubano”, que se hizo fotógrafo de modas para conocer mujeres hermosas y que terminó siendo el retratista (¿oficioso?) de la Revolución cubana; el hombre cuyo vasto y alucinante trabajo fue eclipsado por una sola foto, fruto de un instante de suerte, como admitía respecto a 'Guerrillero heroico', la efigie del Che mirando al infinito y reproducida y manipulada y sacada de contexto hasta la náusea. Korda buscaba la belleza en la imagen, fuera en un reportaje de modas, en los “barbudos” entrando en La Habana o en los fondos marinos. Tratar de comprender la magnitud de su legado fotográfico es el objetivo de Korda. Conocido Desconocido, un monumental volumen de lujo (¡tres kilos, tres!) editado por La Fábrica con el apoyo de su hija, Diana Díaz, y supervisado por José A. Figueroa, su amigo y asistente.
Gracias al exhaustivo trabajo de documentación de los editores, hay en este libro fotos nunca publicadas con anterioridad, junto a otras bien conocidas, estructuradas en cinco ejes temáticos (Studios Korda, Los líderes, El pueblo, La mujer y El mar). En muchas ocasiones es posible apreciar la impresión final junto a la hoja de contactos y el fotograma original con el corte marcado, el antes y el después de su proceso creativo. Ahí está el ojo de Korda, su habilidad para “ver” la fotografía no en el instante de tomarla, sino a posteriori, durante la edición en el laboratorio, confiriéndole significados imperceptibles hasta entonces. Por su significación histórica, son especialmente impresionantes las fotos de los dirigentes de la Revolución, sobre todo las de su vida cotidiana: objetos personales de Fidel, él y el Che comiéndose un helado, pescando, jugando al golf; las manos de Fidel... Esas imágenes de hipnótico blanco y negro a las que el fotógrafo trasladó los principios y técnicas de sus fotos de modelos, tocando a los líderes con un halo de seducción y glamour, casi de estrella de cine, sobre las que volcó la misma fascinación que ejercieron sobre él mismo.
Fuente: Notodo.com
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