Publicado por Akal, el libro trata de ser un análisis a lo largo de la
historia del desarollo de las sociedades y por lo tanto del poder
Cuando me solicitaron que realizara una reseña del libro de Chris
Harman “Historia mundial del pueblo” no lo dudé un instante. No pasó una
hora desde mi respuesta afirmativa para que surgieran los miedos. De
Harman solo sé algunas cosas que me han comentado amigos y amigas, creo
que de su obra no he (ahora había) leído más que algún artículo. Al
enfrentarme con un autor desconocido, a un libro que abarca un espacio
temporal insuperable y además quiere ser la historia del pueblo,
reconozco que el vértigo era importante.
El mejor remedio ha sido el propio Harman, didáctico, claro, erudito,
alejado de cualquier pedantería y esoterismo. Podemos recomendar la
lectura a cualquier persona que le guste la historia. De agradecer es
una lectura que acerca ideas a la mayoría y huye de autoconsumos
nefastos.
Según se va adentrando en la obra, la lectora se va fascinando más y
más con la historia, con los avances, retrocesos, atajos y largas
travesías. El libro satisface en cada página, descubriendo fases y
procesos históricos absolutamente desconocidos, otros que por ser más
leídos o estudiados nos hacen reflexionar o incluso ser críticos y
dudosos, lo que entraría en la mejor tradición del marxismo.
Sin embargo este viaje antropológico, sociológico e histórico produce
una verdadera dificultad para realizar una reseña como esta. Pensad que
hablamos de la historia, de la historia, precisaríamos prácticamente un
monográfico de cada época y eso ya lo ha hecho magníficamente Harman,
por lo que vamos a intentar en este artículo sacar el poso de la
evolución-involución y viceversa, dejando que el conocimiento más
profundo sea a través de la lectura de la obra por parte de cada
persona.
El libro nos ofrece la posibilidad de leerlo no en el orden
establecido, aunque para este trabajo y por gusto/manía he respetado la
cronología del autor.
La primera parte es la que más confuso puede dejar al lector o
lectora, puesto que Harman da por hecho que durante miles de años no
existían clases, lo que conlleva que tampoco existe un líder, ni
separación por género, ni enfrentamientos. Si no existen clases tampoco
existirán jerarquías, y esto sería mucho decir, aunque si solo
consideramos la clase por la acumulación de bienes podría ser, pero
acaso un consejo de ancianos, que decide por el resto del clan, ¿no es
jerarquizante? O cuando reconoce la aparición del caciquismo sigue
considerando la ausencia de clases. Considero que en el momento en que
un individuo o un pequeño grupo decide por el resto del grupo (la
mayoría) se produce un status de privilegio y esto sería diferencia de
clase.
Algo que podría criticar de este libro es cierta visión buenista,
bastante común en las tradiciones de la izquierda, quizá por arrastrar
ciertas visiones idealistas. Rosseau sigue vivo.
El ascenso de la sociedad de clases
Harman describe magistralmente el poder, que será el eje fundamental
de la obra, y su necesidad de dividirse en estructuras para sustentarlo,
por un lado el control ideológico a través de religiones, el control
físico a través de aparatos represores y el control social a través de
burócratas. Determinadas por el tiempo y las sociedades, las
características se repiten en todas la épocas, y aquí dejamos abierto
otro debate: ¿cómo podemos el pueblo emanciparnos de tiranos y sus
sistemas de control?
El himno de Pottier tiene una estrofa que me viene a la cabeza mientras escribo:
Ni en dioses, ni reyes ni tribunos,
está el supremo salvador.
Nosotros mismos realicemos
el esfuerzo redentor.
La tiranía en todas las épocas con su ansia de poder tiene un
denominador común, la acumulación, desde el grano a la tierra, al oro,
al dinero. Entender-conocer este concepto es fundamental para comprender
la desigualdad social y la lacra de sistema en que vivimos.
El tiempo es otro de los factores fundamentales en los procesos. Para
llegar hasta las sociedades actuales nos hemos encontrado con fases
prácticamente eternas, desde 5.000 años, 600 años, 200 años… que cada
vez se acortan mucho más temporalmente. Lo que nos lleva a reflexionar
acerca de la necesidad perentoria de realizar un cambio social, cuando
aún estamos a tiempo.
De revueltas, rebeliones y revoluciones
Desde la aparición del poder, surgen no por gusto, ni tan solo por
ideología, la movilización de la mayoría oprimida frente a esa minoría
opresora, por lo más elemental que podemos encontrar: la necesidad de
sustento, abrigo, cobijo, salud.
Harman nos conduce a través de la historia según ha ido
evolucionando, desde los levantamientos populares de campesinos chinos a
los esclavos-gladiadores encabezados por Espartaco. Vamos descubriendo
como el pueblo en muchas ocasiones por necesidad busca su alianza con
elementos que disputan el poder en su beneficio. Es decir, un
pretendiente para derrocar un rey o un religioso para romper con la
curia necesitan al pueblo, lo cual nos lleva a que el pueblo victorioso
se encuentre frente a otro déspota. A pesar de esto, en cada proceso se
iba engendrando muy lentamente un avance en la consolidación de teorías
que, sumándose a las necesidades del pueblo, arraigaban principios
emancipatorios populares.
Pasada la época oscura, vislumbramos luces con la ilustración. A su
vez quienes sustentan el poder, los burócratas descendientes de los
escribas, los militares de alta graduación, acumulan pequeñas porciones
de riqueza y se van formando con el tiempo esa clase que denominamos
burguesía. Pero estos también se veían diezmados por el poder y
comenzaron a conspirar en su favor y buscar atajos para su buen vivir. Y
aunque utilizaron al pueblo, nunca quisieron compartir sus mejoras con
él. De hecho en cualquier ocasión que el vulgo pensaba en avanzar, esta
nueva clase no dudaba en aliarse con sus señores (los enemigos de ayer)
para aplastar cualquier revuelta o rebelión.
Interesante el conocimiento de los niveladores, jacobinos,
sans-culottes, cartistas… para verificar como cada movimiento iba in
crescendo en las peticiones sociales hasta llegar a los utópicos, Saint
Simon, Fourier y Owen, donde el salto cualitativo social fue importante.
Harman durante todo el viaje va dejando entrever algo, dando pistas.
Cierto es que algo falla, ¿por qué si el pueblo es mayoría y toma la
calle, no acaba ganando? A la necesidad innata se debe sumar la teoría y
la organización revolucionaria. Nos encontramos con el nacimiento del
marxismo, casi podemos decir que nos encontramos con el nacimiento de
las ciencias sociales, ya que hasta ese momento las interpretaciones
tenían más una característica filosófica que social. Empezamos a
canalizar y estructurar eso que llamamos revolución comunista, la
fractura con el reformismo y la sociedad de privilegiados es total. Ya
no se trata de arreglar el sistema, la misión ahora será enterrarlo, se
pone negro sobre blanco una teoría de emancipación de las clases
populares. Es el momento de la construcción de la organización
revolucionaria que debe pasar a la acción, sin esta difícilmente algo
avanzará. Aquí podríamos realizar otra crítica al autor: la omisión de
la otra pata emancipatoria, el anarquismo.
Harman ve en la derrota de la Comuna francesa la falta organizativa y
cierta candidez. La contra sería la revolución bolchevique, aunque
desgraciadamente será una revolución traicionada, donde las y los
revolucionarios son eliminados y el tirano esperaba su oportunidad entre
bastidores. Praga 1956, París 1968, Irán 1979, el tirano siempre espera
su oportunidad.
Tal vez la gran lección de esta obra es el conocimiento del pasado
para luchar en el presente y construir un futuro para todos y todas.
El verdadero generador de la democracia no es la burguesía,
sino la clase trabajadora. Solamente aquella clase social que es la
mayoría de la población puede ser un defensor consecuente de la
democracia hasta las últimas consecuencias. La burguesía ha puesto
siempre dificultades a las conquistas democráticas después de vencido el
feudalismo. La lucha por el sufragio universal, por la libertad de
asociación, reunión y expresión es el barómetro que ha medido la gran
presión del movimiento obrero, efectuada a veces a través de los
partidos liberales de la burguesía, con vistas a la conquista de
posiciones democráticas.
Joaquim Maurín
Lo primero que me ha pasado por la cabeza cuando he terminado la
lectura ha sido el título. ¿Es la historia del pueblo o la historia del
poder? ¿Debemos controlar el poder o destruirlo? Porque para mí, este
libro es un viaje por el poder. ¡Buena lectura!
Cerramos capítulo como lo hace Harman:
Los únicos verdaderos profetas son los que forjan el futuro.
James Connnolly.
Socialista revolucionario irlandés
Reseña de Artur Galve
http://lahiedra.info/chris-harman-historia-mundial-del-pueblo/
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