domingo, 27 de octubre de 2013

"LA MONTSERRAT", DE JULIO GONZÁLEZ




La Montserrat
Julio González
1936-1937
Hierro
163 x 47 x 47 cm
Stedelijk Museum de Amsterdam

La Montserrat resulta, sobre todo y por encima de todo, la imagen de una campesina catalana, de una pagesa de monumentalidad indiscutible, que podríamos ver todavía como heroica de aquella visión de las mujer fuerte, asociada a los conceptos de naturaleza y fertilidad que habría propuesto el noucentismo en los primeros años del siglo XX. Pero, dadas las circunstancias políticas y emocionales a las que debe responder, La Montserrat adquiere una cualidad más dramática y, al mismo tiempo, más heroica y ennoblecedora. Se trataba de captar, en una figura, todo el sufrimiento y la dignidad de un pueblo, el catalán y por extensión el español, frente al ataque del fascismo. Una figura verdaderamente campesina, que resulta a primera a vista muy realista, pero que en una mirada más detenida se nos presenta muy lejos del realismo convencional. Es una figura en la que se han soldado varias láminas de hierro repujado, toscamente dispuestas la una junto a la otra. Tanto las marcas del martillo (repujado) como las huellas de la soldadura son deliberadamente visibles. Nada en la escultura la más mínima intención de embellecimiento o retoque, de disimulo del proceso. Esta franqueza de ejecución aumenta la fuerza expresiva de la escultura, que huye al mismo tiempo de todo sentimentalismo. Son precisamente estas huellas visibles del proceso escultórico las que confieren cierto grado de abstracción a una obra aparentemente tan realista. Una paradoja que también tiene sentido si invertimos los términos: los detalles más abstractos evidencian su relación con un sentido de representación figurativa. Así, las soldaduras pueden ser leídas como costuras de la falda, como una indicación de las texturas del ropaje. De este modo, podemos considerar La Montserrat como una figura abstracta y realista a un tiempo, precisamente por el material utilizado y por su tratamiento, por la sinceridad con que se nos presenta su realidad física sin dejar de representar su contenido.(…)

En el caso de González, la elección del lenguaje no es una simple cuestión estética. En González, sobre todo a partir del inicio de la Guerra Civil española, esta cuestión tiene también una dimensión ideológica. No era una casualidad que fuese una escultura como La Montserrat la que representase a González en el Pabellón de la República Española en París en 1937. De hecho, la importancia de La Montserrat en la historia del arte no es sólo artística, sino también ideológica, pues simboliza la resistencia al fascismo. Como toda imagen emblemática debía ser sencilla y poderosa, eficaz y de comprensión inmediata, aunque la primera mirada no agote todos sus valores y significados. González sabía muy bien por qué enviaba cada una de de sus esculturas sus diferentes destinos en el París de 1937.

Fuente: María Dolores Jiménez-Blanco (Julio González, Fundación Mapfre)
 

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