La Montserrat
Julio González
1936-1937
Hierro
163 x 47 x 47 cm
Stedelijk Museum de Amsterdam
La Montserrat
resulta, sobre todo y por encima de todo, la imagen de una campesina catalana,
de una pagesa de monumentalidad
indiscutible, que podríamos ver todavía como heroica de aquella visión de las
mujer fuerte, asociada a los conceptos de naturaleza y fertilidad que habría
propuesto el noucentismo en los primeros
años del siglo XX. Pero, dadas las circunstancias políticas y emocionales a las
que debe responder, La Montserrat adquiere
una cualidad más dramática y, al mismo tiempo, más heroica y ennoblecedora. Se
trataba de captar, en una figura, todo el sufrimiento y la dignidad de un
pueblo, el catalán y por extensión el español, frente al ataque del fascismo.
Una figura verdaderamente campesina, que resulta a primera a vista muy
realista, pero que en una mirada más detenida se nos presenta muy lejos del
realismo convencional. Es una figura en la que se han soldado varias láminas de
hierro repujado, toscamente dispuestas la una junto a la otra. Tanto las marcas
del martillo (repujado) como las huellas de la soldadura son deliberadamente
visibles. Nada en la escultura la más mínima intención de embellecimiento o
retoque, de disimulo del proceso. Esta franqueza de ejecución aumenta la fuerza
expresiva de la escultura, que huye al mismo tiempo de todo sentimentalismo.
Son precisamente estas huellas visibles del proceso escultórico las que
confieren cierto grado de abstracción a una obra aparentemente tan realista. Una
paradoja que también tiene sentido si invertimos los términos: los detalles más
abstractos evidencian su relación con un sentido de representación figurativa.
Así, las soldaduras pueden ser leídas como costuras de la falda, como una
indicación de las texturas del ropaje. De este modo, podemos considerar La Montserrat como una figura abstracta
y realista a un tiempo, precisamente por el material utilizado y por su
tratamiento, por la sinceridad con que se nos presenta su realidad física sin
dejar de representar su contenido.(…)
En el caso de González, la elección del lenguaje no es una
simple cuestión estética. En González, sobre todo a partir del inicio de la Guerra
Civil española, esta cuestión tiene también una dimensión ideológica. No era
una casualidad que fuese una escultura como
La Montserrat la que representase a González en el Pabellón de la República
Española en París en 1937. De hecho, la importancia de La Montserrat en la historia del arte no es sólo artística, sino
también ideológica, pues simboliza la resistencia al fascismo. Como toda imagen
emblemática debía ser sencilla y poderosa, eficaz y de comprensión inmediata,
aunque la primera mirada no agote todos sus valores y significados. González
sabía muy bien por qué enviaba cada una de de sus esculturas sus diferentes
destinos en el París de 1937.
Fuente: María Dolores Jiménez-Blanco (Julio González, Fundación Mapfre)
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