JUSTICIA POÉTICA
El
poeta leyó fragmentos de Hoy, acompañado por Jorge Boccanera y Daniel
Freidemberg. “La conciencia de lo que se escribe es muy difícil de
apresar”, señaló Gelman, quien recibió el cariño y la admiración del
público que colmó la sala Borges.
La lengua de Juan
Gelman fue la llama que encendió la temperatura. No fue la noche más
fría del año. La sensación térmica empezó a cambiar cuando el poeta
entró a la sala Borges de la Biblioteca Nacional. El público se puso de
pie y aplaudió. La emoción iba y venía, de la platea al escenario. Y
viceversa. “Esta reunión va a marcar una noche fundamental de nuestras
vidas”, pronosticó Horacio González, antes de que los poetas Jorge
Boccanera y Daniel Freidemberg presentaran Hoy (Seix Barral), 288 poemas
en prosa que transitan el camino del duelo por la desaparición y
asesinato de su hijo Marcelo, pero también dan cuenta del abismo
insondable del mal en el mundo. “La verdad es que no sé qué decir. Los
libros se suelen escribir solos. La conciencia de lo que se escribe es
muy difícil de apresar. A veces escribía siete, ocho poemas a la noche,
me iba a dormir, me levantaba y no recordaba ninguno de los textos
escritos. Tenía que volver a leerlos para saber de qué se trataban”,
comentó Gelman.
“La poesía de Gelman no deja de sorprendernos por la
libertad con que trabaja, por su ejercicio de transfiguraciones de todo
con todo, por las imágenes que resuenan sobre un entramado de ideas”,
planteó Boccanera, quien advirtió que el modo singular de enlazar la
perplejidad y la certidumbre “lo ha convertido en un maestro a nivel
continental”. El último libro del poeta es “una muestra acabada, en
pulidas joyas diminutas, de sus viajes posibles hacia el ‘uno’ y los
otros”. Esa poesía –agregó Boccanera– ha ido virando “de una oralidad
expansiva a textos concisos, de suma condensación de sentido”. La
textura de los poemas de Hoy “deviene de un amplio catálogo de registros
expresivos orquestados al modo gelmaniano: el repliegue místico, la
sequedad del silogismo, y un modo de conducir la digresión por paisajes
del sueño”. También mencionó los temas recurrentes que atraviesan la
obra del Premio Cervantes de Literatura 2007: la infancia de las cosas,
el amor, la revolución, la memoria, la espesura del vacío, el exilio, la
indagación de sí mismo y la poesía.
En esa suma de “momentos
pasados, presentes y por venir”, Gelman va más allá de lo meramente
temporal: “es un ‘hoy’ hecho de ‘ahoras’, es un ‘hoy’ vuelto un soy”.
Boccanera detectó una vuelta de tuerca a la frase que Hamlet le dirige a
Ofelia –“ser o no ser, ésa es la cuestión”– para ensanchar el campo
semántico y transformarla en “ser o no ser es ser no ser”. Gelman
cabeceó y asintió, acaso asombrado por el hallazgo. “Este ‘hoy’ está
hecho de cavilaciones que nos interpelan y advierten: ‘la dignidad canta
músicas flacas’, ‘hay que barrer el mundo en sucio estado/otra vez
ponen huevos de serpiente’, en referencia a un poder global que
reconfigura los modos de disciplinar, de modelar imaginarios y
subjetividades. Gelman habla de ‘la progresión de la crueldad’,
apuntando a la pretensión de recordar la rebeldía del hombre y
convertirlo en un ser obediente al desastre, carne de autoritarismos”,
analizó Boccanera. “Estamos frente a una de las propuestas poéticas más
originales, intensas, reveladoras y cuestionadoras de los últimos
tiempos. Una especie de ‘Guernica’ hablado que, aun frente a los
reveses, respira deseo, que es la medida de la vida.”
“¡Qué decir
frente a todo lo que significa este señor que tengo al lado!”, dijo
Freidemberg en el filo de la emoción y admiración. La mejor manera que
encontró para hablar del libro fue el final de Hoy. El último poema
empieza con una letra y la apertura de un signo de interrogación: “¿Y”,
sin el signo de cierre. “¿Cómo ‘¿y’? ¿Qué pasó con todo lo que estaba
escrito antes? –se preguntó Freidemberg–. Después hay una serie de
interrogaciones: ‘si la poesía fuera un olvido del perro que te mordió
la sangre’, y sigue con distintas cosas. ¿Se está desdiciendo el libro
después de todo lo que dijo? A lo mejor volver sobre sus pasos es la
única manera de que esos pasos existan.” Freidemberg continuó
desmenuzando ese poema y citó el cierre: “¿Y si fuera lo que es en
cualquier parte y nunca avisa? ¿Y si fuera?”. “A lo mejor lo que nos
está proponiendo es que la poesía no es. A lo mejor para poder pensar la
poesía, tendríamos que pensar ‘si fuera’. Que tiene que dejar de ser
para empezar a ser. Que no puede existir poesía que primero no deje de
ser; que en cuanto existió dejó de ser y la ponemos en marcha en el acto
de la escritura, en el acto de la escritura. Algo se abre. Al fin y al
cabo, si la poesía para ser tiene que dejar de ser, el libro termina
abriendo un espacio donde se continúa de otra manera. Se continúa en
silencio, como una especie de reverberación.” Como páginas abiertas a
las heridas de este tiempo, añadió que el mundo del último poemario de
Gelman es “un mundo en el que se cayeron todas las explicaciones” y “no
hay nada que pueda ser explicado”. “Solamente queda la palabra poética
lanzada a su manera, con sus propios derechos, sin pedir permiso.”
“Despasión”,
según entiende Freidemberg, es una de las tantas palabras inventadas
por Gelman. “Tal vez no sean tiempos para la pasión, pero no son tiempos
para la indiferencia.” El poeta leyó durante más de media hora. No
volaba una mosca en la sala. Todos mudos ante versos que se pegan en los
labios de la memoria: “La tierra pule huesos que el tiempo roba sin
retorno”. Luego llegó la ovación del público y la despedida de Juan:
“Gracias por estar aquí y sobre todo por aguantarme”.
Silvia Freira
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/17-29697-2013-08-27.html
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