CALLA
Y RESPIRA
Hernando
Calvo Ospina
El
Viejo Topo
Barcelona,
2013
230
páginas
16
euros
COMO
SOBREVIVÍ A MIL TORMENTAS
El
destino del periodista colombiano Hernando Calvo Ospina va de mal en mejor. A
sus cincuenta años ha sido inscrito en una lista negra yanqui ("No Fly
List") que prohibe sobrevolar el espacio aéreo de Estados Unidos a todos
los que figuran en ella. Su último percance le sucedió en abril del 2009,
cuando se dirigía a Nicaragua por asuntos profesionales. Fue suficiente para
que las autoridades norteamericanas ordenaran el desvío del avión hacia la bella
isla de Martinica.
Pero
eso es insignificante al lado de lo que vivió hace un cuarto de siglo, en 1985,
apenas salido de la adolescencia. Nos lo cuenta en este libro Calla y respira,
que habremos de leer con distanciamiento emocional, como él describe las peores
situaciones que le infligieron, malos tratos, desprecios y torturas. Calvo
Ospina era un estudiante en periodismo amante del ron, del baile y, de seguro,
del sexo, y adepto a las ideas progresistas. Como la policía colombiana lo
empuja a buscar refugio fuera, se le ocurre irse a Quito (Ecuador), junto con
otros colombianos. Pero lo que reinaba entonces en Ecuador era sin duda más
férreo. De carácter violento, autor intelectual de la política de represión
del período 1984-1988, el presidente socialcristiano León Febres Cordero era
considerado por las organizaciones de derechos humanos como el mandatario más
represivo de la historia ecuatoriana. Estaba obsesionado en eliminar a los
guerrilleros del movimiento "Alfaro Vive ¡Carajo!", y veía enemigos
por doquier. Al líder de ese movimento lo mataron a garrotazos, choques
eléctricos, quemaduras en los testículos, y el "submarino", técnica
consistente en maniatar al reo introduciéndole de cabeza en un tanque con agua
salada, orina u otro líquido, con las piernas suspendidas hacia arriba, hasta
la asfixia.
Ese
pudo haber sido el final de Calvo Ospina. Pero no, lo enviaron injustamente a
la cárcel de Quito durante tres meses donde se encontró y se mezcló con aquel
mundo de miserias, donde reinaban (y reinan) los robos y las drogas, pero
también el cariño, la solidaridad. No falta un secuestrado en ese camino, pero,
en especial, la preparación de una fuga donde unos travestís hacen parte
esencial. Todo esto, leído tal como la cuenta, con humor, desapego y final
feliz, se lee como un James Bond tropical. Dice Jean Ziegler tras su lectura:
"Una historia dura e intensa, pero ¡fantástica!".
Ramón
Chao
Reseña publicada en Le Monde Diplomatique nº 212 de Junio de 2013
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