ARTÍCULO DE MARGA SANZ Y PEDRO SANZ PARA MUNDO OBRERO, DE SEPTIEMBRE DE 2010.
En Nuestra Bandera colaboró Miguel Hernández en plena guerra civil y sentimos que en el centenario de su nacimiento, dada la manipulación que de su biografía y obra se hace, debíamos ofrecer una versión ajustada a la realidad de su compromiso. Hemos conectado con unos y otros afín de que en esta misma revista en la que él colaboró se albergaran contribuciones de personas que de una u otra forma han aportado dimensiones complementarias de la vida y obra de nuestro poeta. Es verdad que se ha dicho mucho sobre Miguel Hernández, y sobre su significado. Desde aquellas visiones que quisieran encerrar en los límites de la literatura pura su gran obra, despojándola del aliento surgido de la íntima identificación con el pueblo, hasta aquellas otras que justamente por identificar esa conexión con la causa de los desposeídos, con el anhelo de libertad y justicia, la han querido rebajar a literatura condicionada por la política. Incluso ha habido intentos de desnaturalizar totalmente su obra para ocultar la riqueza de su inspiración, la transformación en poesía extraordinaria merced a su gran sentido dialéctico y esclarecedor de lo que la simple apariencia encierra de riqueza, de sentimientos y de futuro.
En Nuestra Bandera colaboró Miguel Hernández en plena guerra civil y sentimos que en el centenario de su nacimiento, dada la manipulación que de su biografía y obra se hace, debíamos ofrecer una versión ajustada a la realidad de su compromiso. Hemos conectado con unos y otros afín de que en esta misma revista en la que él colaboró se albergaran contribuciones de personas que de una u otra forma han aportado dimensiones complementarias de la vida y obra de nuestro poeta. Es verdad que se ha dicho mucho sobre Miguel Hernández, y sobre su significado. Desde aquellas visiones que quisieran encerrar en los límites de la literatura pura su gran obra, despojándola del aliento surgido de la íntima identificación con el pueblo, hasta aquellas otras que justamente por identificar esa conexión con la causa de los desposeídos, con el anhelo de libertad y justicia, la han querido rebajar a literatura condicionada por la política. Incluso ha habido intentos de desnaturalizar totalmente su obra para ocultar la riqueza de su inspiración, la transformación en poesía extraordinaria merced a su gran sentido dialéctico y esclarecedor de lo que la simple apariencia encierra de riqueza, de sentimientos y de futuro.
Ya en febrero de este año el Comité Ejecutivo adoptó una resolución sobre el Centenario de Miguel Hernández que dice:
"En el año 2010, se conmemora el centenario del nacimiento del poeta Miguel Hernández, condenado a muerte por su compromiso con el pueblo y con los ideales de progreso y cultura de la Segunda República Española y por hacer de la poesía la mejor arma revolucionaria. Miguel Hernández es un ejemplo de poeta comprometido con los valores de la izquierda, con el mundo del trabajo, con la libertad y la justicia (...)
"Miguel Hernández forma parte del patrimonio cultural de la humanidad; su poesía, que es savia sin otoño, sigue siendo palabra en el tiempo para denunciar la injusticia y luchar por la libertad; él no entendía el papel del poeta y del intelectual si no estaba arraigado en un compromiso social y político; no desertó nunca de su clase social, de su condición de campesino pobre, ni del poder transformador de la palabra... Encontró en el Partido Comunista de España un lugar natural de trabajo y de lucha y, para el PCE, es un orgullo contar en nuestra organización con el gran poeta, el gran hombre y el gran comunista que fue Miguel Hernández y que sigue siendo en su obra y en nuestra memoria.
"Actualizar la vida y la obra de Miguel Hernández, parte de nuestra memoria histórica de defensa de la cultura republicana, es la expresión de un poeta comprometido con su tiempo, cuyo legado sigue vigente en estos momentos de crisis, no sólo del sistema capitalista sino también de los valores de la izquierda. Hemos dicho, en el XVIII Congreso del PCE, que es necesaria la lucha ideológica para combatir el neoliberalismo y que deberíamos situarnos en la vanguardia de una cultura que, desde nuestra historia, nos impulse a cambiar el presente y el futuro. La alternativa al capitalismo no es, efectivamente, un modelo sin memoria y sin utopías, de pequeñas diferencias y discursos atomizados cuyo objetivo es confundir capitalismo y democracia y convertir todo, incluidos los seres humanos, en mercancías del gran mercado que unos pocos controlan. El lenguaje ha sido ocupado por la ideología dominante, debemos recuperarlo para entendernos en nuestra estrategia de lucha y Miguel Hernández nos ofrece en su poesía un ejemplo de valor y de pureza para seguir llamando a las cosas por su nombre y hacer de la palabra, como él hizo, un instrumento revolucionario que sacuda las conciencias. Por eso, todo el Partido debe acoger el centenario de Miguel Hernández como una ocasión privilegiada para la lucha ideológica y la recuperación de la memoria histórica".
Queda claro que el objetivo más importante, puesto que nadie más lo va a decir, es afirmar su condición de poeta comunista, implicado hasta la médula con la causa de la libertad y de la democracia a través del PCE. No se acaba de entender su evolución ni su biografía sin tomar en consideración como un componente nuclear su condición de comunista entregado con pasión a la causa de la defensa de la República, de la legalidad democrática, puesto que gracias a esa República era posible acabar con la injusticia y con la miseria padecida por la mayoría de la población española de aquellos años, sobre todo campesina. Su compromiso militante y el valor emancipatorio de su obra literaria -muchas de sus obras hoy consideradas piezas maestras de la literatura universal- le lleva a ser detenido y encarcelado al acabar la guerra. Posteriormente es condenado a muerte por un Tribunal Militar de la dictadura franquista en el Consejo Sumarísimo 21001, el 18 de enero de 1940. Pasó por varias cárceles y, gravemente enfermo, murió en el Reformatorio de Adultos de Alicante el 28 de marzo de 1942.
La mirada retrospectiva sobre Miguel Hernández deja en evidencia muchas cosas que se han dicho, pero hay una que se convierte en todo un símbolo: el profundo contraste entre la riqueza de una sociedad española que alberga en su seno esa potencialidad creadora cuando llega la II República, en la ciencia, en el arte, en la emancipación de la sociedad, y la podredumbre y miseria que representa la victoria de Franco. El poeta del pueblo que despliega su riqueza máxima precisamente en los años de la República y que defiende con uñas y dientes esa conquista en plena guerra contra el fascismo, y el trato que recibe en las cárceles por las que pasa hasta morir de tuberculosis a causa de esas condiciones infrahumanas que el franquismo depara a los vencidos.
En este número de Nuestra Bandera han contribuido personas como Marcos Ana, Andrés Sorel, Felipe Alcaraz, Armando López Salinas, Manuel Parra Pozuelo, Pedro Marset Campos, José Carlos Rovira, Víctor Casaus, Enrique Cerdán Tato, David Becerra Mayor, Fanny Rubio, Francisco Moreno Sáez, Julio Rodríguez Puértolas, Juan Carlos Rodríguez, Marta Sanz, GreGorio Moran, Alicia Martínez Martínez, Manuel Ruiz Amezcua, Juan José Téllez, Ornar Felipe Mauri Sierra. La publicación se abre con una colaboración de José Luis Centella, Secretario General del PCE. Y, a su vez, hemos contado con la desinteresada y prestigiada aportación de las ilustraciones hechas por Joan Genovés (ver portada).
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