UNA PELÍCULA RESCATADA EN EL FESTIVAL DE PYONGYANG
China ha ocupado el puesto de honor en el XII Festival Internacional de Cine de Pyongyang, celebrado del 17 al 24 de septiembre, con la película Ir a pie a la escuela del realizador Peng Xin, que ha recibido el primer premio. Francia también ha sido agraciada con el Premio Especial del Comité de Organización a la coproducción franco-norcoreana Moranbong.
El discreto acontecimiento festivalero, muy distinto de los espectáculos con alfombra roja y desfile de estrellas, es una ocasión de «ver películas que no se proyectan en otras partes y conocer a cineastas que no acuden a los grandes festivales», comenta Derek Elley, crítico de Film Business Asia, que ha presidido el jurado. Y que lo diga: el plato fuerte del Festival de Pyongyang ha sido un «estreno»… que los coreanos llevaban esperando medio siglo: la proyección de Moranbong, realizada en 1958 por Jean-Claude Bonnardot con guión de Armand Gatti.
Apenas terminó el montaje de la película en Francia, se prohibió su distribución y su exportación porque «dejaba en mal lugar a las tropas de la ONU» que habían luchado en la guerra de Corea (1950-1953). La prohibición se levantó en 1964, pero la película no llegó a estrenarse en la República Popular Democrática de Corea (RPDC).
La aventura de Moranbong
El largometraje traslada a la época moderna una famosa leyenda coreana, la Historia de Chunhyang, que cuenta los amores contrariados de dos amantes. La leyenda inspiró un pansori, ópera popular coreana en la que un narrador cuenta, canta e interpreta una historia. En la película, la guerra separa a los dos amantes. Rodada en Corea con unos medios técnicos importantes para la época y actores coreanos, Moranbang es en sí misma una aventura. Jean-Jacques Hocquard, director del centro de creación cultural La Parole Errante, encontró una copia en 2008 y el guión de Armand Gatti en versión coreana ―el original se ha perdido―. La película fue el fruto de una escapada a la RPDC de los realizadores, acompañados, entre otros, por los cineastas Claude Lansmann ―que cuenta este viaje en Le Lièvre de Patagonie― y Chris Marker. ¿Qué andaban buscando allí, en China y después en Cuba? «Ante todo, una ruptura con el modelo soviético», escribe Chris Marker en la edición coreana (1997) de su libro Coréennes.
Moranbang ha sorprendido un poco al público. «El pansori no es un arte de masas, y los espectadores, al parecer, conocían mal algunos de los episodios bélicos que se presentan en la película», comenta Jérémy Segay, de La Quinzaine des réalisateurs, que trabaja en un documental sobre la historia insólita de esta película: la primera coproducción entre la RPDC y un país no comunista que, por añadidura, es el único miembro de la Unión Europea que aún no ha establecido relaciones diplomáticas con Pyongyang.
China ha ocupado el puesto de honor en el XII Festival Internacional de Cine de Pyongyang, celebrado del 17 al 24 de septiembre, con la película Ir a pie a la escuela del realizador Peng Xin, que ha recibido el primer premio. Francia también ha sido agraciada con el Premio Especial del Comité de Organización a la coproducción franco-norcoreana Moranbong.
El discreto acontecimiento festivalero, muy distinto de los espectáculos con alfombra roja y desfile de estrellas, es una ocasión de «ver películas que no se proyectan en otras partes y conocer a cineastas que no acuden a los grandes festivales», comenta Derek Elley, crítico de Film Business Asia, que ha presidido el jurado. Y que lo diga: el plato fuerte del Festival de Pyongyang ha sido un «estreno»… que los coreanos llevaban esperando medio siglo: la proyección de Moranbong, realizada en 1958 por Jean-Claude Bonnardot con guión de Armand Gatti.
Apenas terminó el montaje de la película en Francia, se prohibió su distribución y su exportación porque «dejaba en mal lugar a las tropas de la ONU» que habían luchado en la guerra de Corea (1950-1953). La prohibición se levantó en 1964, pero la película no llegó a estrenarse en la República Popular Democrática de Corea (RPDC).
La aventura de Moranbong
El largometraje traslada a la época moderna una famosa leyenda coreana, la Historia de Chunhyang, que cuenta los amores contrariados de dos amantes. La leyenda inspiró un pansori, ópera popular coreana en la que un narrador cuenta, canta e interpreta una historia. En la película, la guerra separa a los dos amantes. Rodada en Corea con unos medios técnicos importantes para la época y actores coreanos, Moranbang es en sí misma una aventura. Jean-Jacques Hocquard, director del centro de creación cultural La Parole Errante, encontró una copia en 2008 y el guión de Armand Gatti en versión coreana ―el original se ha perdido―. La película fue el fruto de una escapada a la RPDC de los realizadores, acompañados, entre otros, por los cineastas Claude Lansmann ―que cuenta este viaje en Le Lièvre de Patagonie― y Chris Marker. ¿Qué andaban buscando allí, en China y después en Cuba? «Ante todo, una ruptura con el modelo soviético», escribe Chris Marker en la edición coreana (1997) de su libro Coréennes.
Moranbang ha sorprendido un poco al público. «El pansori no es un arte de masas, y los espectadores, al parecer, conocían mal algunos de los episodios bélicos que se presentan en la película», comenta Jérémy Segay, de La Quinzaine des réalisateurs, que trabaja en un documental sobre la historia insólita de esta película: la primera coproducción entre la RPDC y un país no comunista que, por añadidura, es el único miembro de la Unión Europea que aún no ha establecido relaciones diplomáticas con Pyongyang.
Fuente: Philippe Pons (Le Monde)
Traducido por Juan Vivanco
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